El surrealismo

Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, II, 1, pp. 301-316, Madrid, Abada, 2007

El lenguaje tiene preferencia. Pero no solamente sobre el sentido. También sobre el yo. En el ensamble del mundo, el sueño afloja la individualidad igual que un diente hueco. Y este aflojamiento del yo en la embriaguez es, al mismo tiempo, la experiencia viva y tan fecunda que hizo salir a los surrealistas del hechizo de la embriaguez en cuanto tal. No es éste el lugar para describir la experiencia de los surrealistas en todo su alcance. Pero quien ha comprendido que los textos adscritos a este círculo no son literatura, sino otras cosas (manifestación, consigna, documento, bluff, o, si se quiere, falsificación), también ha comprendido que aquí se habla literalmente de experiencias, y no de teorías o, aún mucho menos, de fantasmas.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 303

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La superación creativa de la iluminación religiosa sin duda no se encuentra en los estupefacientes, sino en una específica iluminación profana, en una inspiración materialista.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 303

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Vivir en una casa de cristal es virtud revolucionaria por excelencia. Pero es también una embriaguez, un exhibicionismo de carácter moral de los que hoy nos hacen mucha falta. La discreción en cuanto hace a la propia existencia ha pasado de ser una virtud aristocrática a volverse un asunto de pequeñoburgueses arribistas.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 304

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[Sobre] la dialéctica de la embriaguez: ¿no será todo éxtasis en un mundo sobriedad vergonzosa en el complementario?

El surrealismo

Obras II, 1, p. 305

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Breton […] fue el primero en dar con las energías revolucionarias que se contienen en lo ‘envejecido’, como en las primeras construcciones en hierro, en las primeras fábricas, las primeras fotografías, o los objetos que empiezan a extinguirse.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 305

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Hasta llegar [los surrealistas] nadie se había dado cuenta todavía de que la miseria, no sólo social, sino también miseria arquitectónica, o la miseria propia del intérieur, con las cosas esclavizadas y esclavizantes, se transforman en nihilismo revolucionario.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 305-306

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El truco que rige este mundo de cosas [la ‘atmósfera’ captada por el surrealismo bretoniano] consiste en el hecho de cambiar la mirada histórica al pasado por otra política.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 306

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Breton nos indica en su Introduction au discours sur le peu de réalité que el realismo filosófico de la Edad Media se encuentra a la base de la experiencia poética. Dicho realismo –la fe en que los conceptos tienen existencia de modo objetivo, fuera de las cosas o bien dentro de ellas– ha pasado siempre muy rápidamente desde el reino lógico de los conceptos hasta el reino mágico de las palabras.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 308

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Pero es que el Dios de Dostoievski no sólo ha creado el cielo y la Tierra, o los hombres y los animales, sino también la vileza, y la venganza, y la crueldad. Y es que nunca consintió que el diablo se entrometiera en su trabajo. Porque vileza, crueldad y venganza son sin duda alguna originarias; tal vez no ‘magníficas’, mas siempre nuevas, «como el primer día»; y bastante alejadas de aquellos clichés bajo cuyas figuras el pecado viene a presentarse al filisteo.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 311

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La emancipación humana en su forma revolucionaria más sencilla –una que tan sólo puede ser la emancipación humana practicada desde la totalidad de los puntos de vista–, es la única causa a cuyo servicio siempre vale la pena situarse.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 313

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Ganar las fuerzas de la embriaguez para el servicio a la revolución: en torno a esto gira el surrealismo, tanto en sus libros como en sus empresas. Tal es lo más propio de su empeño.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 313

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Subrayando, patética o fanáticamente, el aspecto enigmático de lo enigmático no hay avance posible; el misterio lo penetramos sólo en la medida en que lo reencontramos en lo cotidiano, gracias a una óptica dialéctica que nos presenta eso cotidiano en su condición de impenetrable, presentando a la vez lo impenetrable en su condición de cotidiano.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 313-314

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Tanto el lector como el pensador, el esperanzado y el flâneur, son todos tipos del iluminado, como lo son el que consume opio, y el soñador, y el embriagado. Y ellos son, además, los más profanos. Por no hablar de la más terrible de las drogas –la más terrible, a saber, nosotros mismos–, que consumimos en nuestra soledad.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 314

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¿Cuál es el programa de los partidos burgueses? Un primaveral poema malo, atiborrado de comparaciones hasta el punto de ir a reventar. De ese modo, en efecto, el socialista ve el ‘futuro mejor de nuestros hijos, como también el de nuestros nietos’, donde todos actúen ‘como si fueran ángeles’, todos tengan tanto ‘como si fueran ricos’ y todos vivan ‘como si fueran libres’. Pero por ahí no hay ni rastro ni de ángeles, ni de riqueza, ni de libertad.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 314

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Hacer de la «organización del pesimismo» [propuesta por Naville] la exigencia del día.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 314

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Pues organizar el pesimismo no significa sino extraer la metáfora moral justamente a partir de la política y, a su vez, descubrir en el espacio de lo que es la actuación política el espacio integral de las imágenes. Un espacio de imágenes que no es susceptible de medirse de manera sin más contemplativa.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 315

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Por el momento los surrealistas son sin duda los únicos en haber comprendido la tarea de hoy. Y van intercambiando, de uno en uno, la colección de gestos de su mímica en la esfera de un despertador cuyo timbre, a cada minuto, atruena por espacio de sesenta segundos.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 316

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