Obra de los pasajes

Traducción española de Juan Barja

El gran poema del escaparate, de la Madeleine a la puerta de Saint-Denis, canta sus estrofas de colores.

Balzac. Le diable à Paris, París, 1846. Cit. en Obra de los pasajes, A 1, 4

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Hasta el año 1870, dominaron los coches en las calles. Uno se veía aprisionado en las estrechas aceras, de modo que el flâneur se limitaba preferentemente a los pasajes, que ofrecían su amparo ante el tiempo y el tráfico.

Edmond Beaurepaire. Paris d’hier et d’aujourd’hui. La chronique des rues, París, 1900, p. 67. Cit. en Obra de los pasajes, A 1 a, 1

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Se hizo sobre corderos [en la Cour du Comerce] la primera prueba de la guillotina.

Lefeuve. Les anciennes maisons de Paris, IV, p. 148. Cit. en Obra de los pasajes, A 1 a, 6

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Con los dramáticos anuncios de los grandes almacenes, se pone el arte al servicio del comerciante.

Obra de los pasajes, A I a, 9

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Los espacios del sueño: el pasaje como nave eclesial dotado de capillas laterales.

Obra de los pasajes, A 2, 1

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Pregón de los vendedores callejeros del boletín de la Bolsa: con alza, «Subida de la Bolsa». Con baja, «Variaciones de la Bolsa». El término ‘baja’ estaba prohibido por la policía.

Obra de los pasajes, A 2 a, 2

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Desarrollo del almacén de los pasajes hacia el gran almacén. Principio rector del gran almacén: «Los pisos forman un espacio único. Se los puede "abarcar, por decir de ese modo, de una sola ojeada"».

Giedion. Bauen in Frankreich , p. 34. A 3, 5

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Calle-galería. La calle-galería de una falange es el elemento principal dentro del palacio de armonía [...] Caldeada en invierno, refrigerada en verano, la calle-galería interna de peristilo continuo se sitúa en el que es el primer piso del palacio de falange. (La galería del Louvre se podría tomar como modelo).

Vid. en Fourier: Théorie de l’unité universelle, 1822, p. 462, y Le nouveau monde industriel et sociétaire , 1829, p. 69, 125, 272. Cit. en Obra de los pasajes, A 3

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Comercio y tráfico son el par de componentes de la calle. Pero, el segundo de ellos, ahora se entumece en el pasaje, en donde el tráfico es rudimentario. Éste ahora es esa calle cuya única libido es el comercio, sólo atento a incitar el apetito. Y, en tanto que ahí se estanca el flujo, la mercancía se multiplica en sus orillas siguiendo formaciones fantasiosas, como los tejidos en las úlceras. El flâneur sabotea el tráfico. Y es que no es comprador. Es mercancía.

Obra de los pasajes, A 3 a, 7

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Por vez primera en la historia, con la fundación de los grandes almacenes, los consumidores empiezan a sentirse como masa (antes sólo se lo imponía la escasez). Con ello el elemento circense y teatral del comercio aumentará de modo extraordinario.

Obra de los pasajes, A 4, 1

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Los primeros grandes almacenes parecen imitar en cierto modo la forma de los bazares orientales.

Obra de los pasajes, A 7, 5

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Quieren ir cubriendo con cristal la totalidad de las calles de París y convertirlas en [...] invernaderos; viviremos ahí dentro como los melones.

Brazier, Gabriel y Dumersan. Les passages et les rues, París, 1827, p. 19. Cit. en Obra de los pasajes, A 10, 3

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En Dickens, las historias siempre tienen como punto de partida un recuerdo concreto de las calles; los almacenes, quizá las más poéticas entre todas las cosas existentes, ponen a menudo en movimiento su desbordada imaginación. Cada tienda, en efecto, despertaba dentro de él una idea narrativa. Entre sus varias series de proyectos [...] nos extraña que no empiece ninguno [...] con el título expreso de La calle, con las tiendas formando sus capítulos.

G. K. Chesterton. Dickens, París, 1927, pp. 82-83. Cit. en Obra de los pasajes, A 11, 3

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Nuestro siglo trabará la conexión entre el reino de la fuerza aislada, rica en originales creaciones, con el de otra, niveladora y uniforme, que, igualando los productos entre sí y lanzándolos después masivamente, obedece a un nuevo pensamiento unitario, expresión última de las sociedades.

H. de Balzac. L’illustre Gaudissart, París, 1837, p. 1. Cit. en Obra de los pasajes, A 11 a, 7

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Mayores ventas con márgenes menores fue el nuevo principio correspondiente a la multitud de compradores y la gran masa de las mercancías.

Obra de los pasajes, A 12, 1

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Propio de los grandes almacenes: los clientes se sienten como masa; confrontados a las mercancías, tienen ante sí todas las plantas de una sola ojeada, pagan precios fijos y pueden «cambiar».

Obra de los pasajes, A 12, 5

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Sobre Baudelaire, «la embriaguez religiosa de las grandes ciudades»: los grandes almacenes son los templos de esa borrachera.

Obra de los pasajes, A 13

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El tedio viene a ser como la reja apoyada en la cual la prostituta bromea con la muerte.

Obra de los pasajes, B 1, 1

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La moda aquí inaugura el lugar específico de intercambio dialéctico que se da entre mujer y mercancía –o placer y cadáver–. [...] La moda nunca fue sino parodia del variopinto cadáver multiforme, provocación estricta de la muerte precisamente a través de la mujer, conversación con la descomposición que se da amargamente, entre susurros y risas memorizadas y chillonas. Tal es la moda, y por eso cambia con tan acelerada rapidez.

Obra de los pasajes, B 1, 4

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El interés más ardiente de la moda se halla, para el filósofo, en sus extremas anticipaciones. Es sabido que el arte, en varias formas, como por ejemplo en las imágenes, se anticipa a la realidad en muchos años. [...] De tal manera que cada temporada trae en sus más nuevas creaciones las secretas marcas de lo que viene. Quien lograra leerlas no sólo conocería de antemano cuáles son las nuevas corrientes del arte, sino los nuevos códigos legales, las nuevas guerras y revoluciones. En ello se halla el mayor encanto de la moda, pero también la dificultad para conseguir que fructifique.

Obra de los pasajes, B 1 a, 1

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Lo que siempre da el tono es lo más nuevo, mas sólo cuando emerge entre lo viejo, entre lo más pasado y habitual. [...] La moda es así lo que precede, y guarda espacio, al surrealismo.

Obra de los pasajes, B 1 a, 2

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En cada moda hay algo de amarga sátira respecto del amor, y en ella se emplazan, sin piedad, todas las perversiones sexuales.

Obra de los pasajes, B 1 a, 4

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La moda ha satisfecho desde siempre una extraña necesidad de sensación. Mas sólo puede alcanzar su fondo la indagación de carácter teológico, por cuanto corresponde a una conducta hondamente afectiva del hombre respecto al curso de la historia.

Tomado de Jacques Fabien, Paris en songe, París, 1863. Obra de los pasajes, B 2, 1

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El lema de Balzac puede aplicarse a desvelar la era del Infierno. Porque nos revela que este tiempo no quiere saber nada de la muerte y que la moda hace burla de ella; que la aceleración que sufre el tráfico y el tempo a que se comunican las noticias –al ritmo de edición de los periódicos–, se dirigen al hecho de eliminar toda interrupción, todo fin abrupto y repentino, de modo que la muerte, como corte, sólo se da como continuidad con lo rectilíneo del curso [...] del tiempo.

Obra de los pasajes, B 2, 4

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