conciencia
La conciencia surge justamente en el lugar de la huella de un recuerdo.
Sobre algunos motivos en Baudelaire
Sigmund Freud. Más allá del principio del placer, en O. C., vol. VII, Madrid, 1974, p. 2518. Cit. en W. Benjamin, Obras I, 2, p. 214
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«El devenir consciente y dejar una huella en la memoria son incompatibles totalmente para el mismo sistema». Antes bien, los restos del recuerdo son «con frecuencia fuertes y firmísimos si el incidente que los deja atrás no ha llegado nunca a la conciencia».

Sobre algunos motivos en Baudelaire

Sigmund Freud. Más allá del principio del placer, en O. C., vol. VII, Madrid, 1974, p. 2518. Cit. en W. Benjamin, Obras I, 2, p. 214

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Para el spleen el sepultado viene a ser el sujeto trascendental de la conciencia histórica.

Parque Central

Obras I, 2, p. 268

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La conciencia de hacer saltar el continuo de la historia es peculiar de las clases revolucionarias en el instante mismo de su acción. [...] En los días de la Revolución de Julio [...], al atardecer del primer día de lucha, ocurrió que en varios sitios de París, independiente y simultáneamente, se disparó a los relojes de las torres.

Sobre el concepto de historia

Obras I, 2, p. 315

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Se señalaban, en la antigua Grecia, sitios que bajaban al submundo. También nuestro existir de la vigilia viene a ser una tierra donde, por huecos casi imperceptibles, se puede descender a ese submundo, donde se abren espacios por los cuales desembocan los sueños. Pasamos ante ellos diariamente sin sospechar siquiera su existencia mas, al llegar el sueño, en seguida tratamos de atraparlos dando apresurados manotazos, hasta que finalmente nos perdemos entre sus oscuros corredores. El laberinto de casas que conforma la red de las ciudades equivaldría a la conciencia diurna; los pasajes (que son las galerías que llevan a su existencia en el pasado) desembocan de día, inadvertidamente, en esas calles. Pero después, al llegar la noche, bajo las ciegas masas de las casas de nuevo surge la espesa oscuridad.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, C 1 a, 2

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¿Quién de nosotros, en sus grandes días de ambición, no ha soñado el milagro de una prosa poética, musical mas sin tener ritmo ni rima, siendo tan adaptable como tensa para adaptarse a los impulsos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia? Del continuo habitar la gran ciudad, con sus innumerables relaciones, nace un ideal tan obsesivo.

Obra de los pasajes

Charles Baudelaire. Le spleen de Paris, R. Simon ed., París, pp. 1-2. Cit. en Obra de los pasajes, M 10 a, 2

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Nuestro lema [...]: reforma de conciencia; no desde dogmas, sino desde el análisis de la conciencia mística y oscura para su propia autocomprensión, por más que ella misma se presente como política o como religiosa. Y así será fácil constatar que el mundo sueña desde hace mucho tiempo el sueño de una cosa de la que habría de tomar conciencia para al fin tomarla realmente.

Obra de los pasajes

Karl Marx. Der historische materialismus. Die Frühschriften, (text. cit. de 1843), ed. de Landshut y Mayer, vol. I, Leipzig, 1932, pp. 226-7. Cit. en Obra de los pasajes, N 5 a, 1

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