realismo

Breton nos indica en su Introduction au discours sur le peu de réalité que el realismo filosófico de la Edad Media se encuentra a la base de la experiencia poética. Dicho realismo –la fe en que los conceptos tienen existencia de modo objetivo, fuera de las cosas o bien dentro de ellas– ha pasado siempre muy rápidamente desde el reino lógico de los conceptos hasta el reino mágico de las palabras.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 308

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Es característica del siglo XIX una malograda recepción de la técnica. Tal recepción consiste en una serie de enérgicos intentos de saltar por encima de la circunstancia de que, para esta sociedad, la técnica sólo sirve para producir mercancías. Los sansimonianos, pertrechados con su poesía industrial, se encuentran al inicio de esta serie; les sigue el realismo de un Du Camp, que ve directamente en la locomotora lo que será la santa del futuro; la culminación llega con Pfau, quien escribiría lo siguiente: «Es completamente innecesario convertirse en un ángel, pues el ferrocarril es más valioso que lo son las alas más hermosas».

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Respecto al concepto de elemento alegórico: «Sobre cierto café [...] nos dice Dickens [...]: "Recuerdo [...] que estaba cerca de la iglesia y que, en la puerta de cristal, se veía un letrero [....] llevando las palabras Coffee Room pintadas en dirección a los peatones. Hasta hoy mismo me sigue sucediendo que si entro de pronto en un café donde hay también esta inscripción sobre una luna, y lo leo al revés (moor eeffoc) como lo hacía antes a menudo sumido en mis sombrías reflexiones, siento que me da un vuelco el corazón". Expresión tan barroca, moor eeffoc, es la divisa del verdadero realismo».

Obra de los pasajes

G. K. Chesterton. Dickens. En Vies des hommes illustres, nº 9, París, 1927, p. 32. Cit. en Obra de los pasajes, J 3, 2

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