Ángel Gutiérrez y Andréi Tarkovski: una conexión entre dos almas

«Se hace raro hablar de un amigo que podría estar sentado hoy aquí hablando como lo estoy haciendo yo, pero con más arrugas, eso sí», así se pronunció el dramaturgo experto en Chéjov, Ángel Gutiérrez, tras una pausa recordando a su amigo Andréi Tarkovski, del que fue coetáneo y del que quiso compartir en los #LunesAlCírculo su perfil más personal ya que «aunque le admiraba como cineasta, lo hacía mucho más como persona».

A lo largo de una conferencia entrañable, que moderó José Manuel Mouriño, comisario de la exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño, (hasta el 27 de enero de 2019 en el CBA), conocimos algunas de las facetas del carácter del cineasta ruso, jalonada por anécdotas del rodaje de El espejo y otras sobre su amistad y del propio Ángel, cuya vida da para varios documentales.

Ángel nació en Cuba, donde su padre minero, que había ido a buscar fortuna, conoció a su madre. Sin embargo, regresaron a Asturias al pueblo de Pintueles: «Era una vida muy pobre, pero yo era feliz siendo un pastorcillo en el monte». Poco después, se convertiría en uno de los niños de la guerra civil española. A los seis años recuerda que cuando subió al barco desde el puerto de Gijón a la Unión Soviética, tenía fiebre. Partió junto a su hermana mayor escapando del terror de las bombas y en la misma pasarela de acceso al buque vivió uno de los momentos más traumáticos de su vida cuando a su hermana pequeña de cuatro años no la dejaron subir a bordo y quedó en tierra. «Nunca la volví a ver. Lloré desconsoladamente por primera y última vez». Ese trauma de la infancia quedaría reflejado en uno de los episodios del guión que escribió con ánimo de hacer una película que nunca se rodó: A la mar fui por naranjas, pero que el destino quiso que le uniera a Tarkovski y a la exposición que ahora termina en el CBA.

Andréi: ¿Cuál es tu pintor favorito?
Ángel: Goya, El Greco, Velázquez…
Andréi: ¡Y Piero della Francesca!
Ángel: Bueno, también…

Apuntes de Andréi Tarkovski del rodaje de la escena de los españoles en la película de “El espejo”. En ella participaron unos cuantos amigos del cineasta, como Dionisio García y Ángel Gutiérrez.

Estas fueron las primeras palabras que cruzaron Ángel y Andréi. A comienzos de los 60 Tarkovski citó en el café Ararat de Moscú a Ángel, que ya tenía una excelsa trayectoria teatral, a través de un amigo común, el actor Artur Makarov. A partir de aquí surgió la amistad. «Fueron unos años maravillosos. Nos reuníamos los citados y otros como Dionisio García Zapico o poetas y otros amigos, una o dos veces a la semana. Stalin había fallecido anteriormente y estábamos convencidos de tener la potencia de hacer un mundo más feliz a través de la cultura. Había un espíritu de renovación increíble. Leíamos fragmentos de Cervantes, otros de Dostoievski y otros maestros rusos escribiendo sobre El Quijote… Dionisio y yo llevábamos una guitarra y cantábamos alrededor de una botella de vodka. Andréi era como un niño, se emocionaba y se volvía como loco: aplaudía, cantaba, bailaba, nos abrazaba y besaba…».

Esa amistad dejaría su huella en El espejo. «Andréi leyó mi guión y me pidió que le prestara ese capítulo de mi niñez para su película. No lo dudé. Para mí era un honor. Pero además, me preguntó si conocía actores españoles en Rusia que pudieran rodar esa escena». Y así es como esta escena acabó con un rodaje en el que no había argumento y en el que Tarkovski «simplemente nos explicó que cada uno hiciera lo que quisiese, pero que éramos un grupo de amigos en mi casa, que esperaban la llegada de Margarita Terekhova».

Ángel Gutiérrez y Margarita Terekhova en un momento del rodaje del episodio de “los españoles” en “El espejo”. (Vladimir Murashko, 1974).

A lo largo de la conferencia, Ángel recordó la forma en que el cineasta encajó las distintas escenas que a modo de episodios jalonan El espejo; cómo cada una estaba representada en unos papeles que ordenaba y desordenaba día sí, día también durante el montaje. Finalmente «dio con la escena del tartamudo que va primera en la película y ya fluyó toda la película». Una escena que termina con lo que bien podría ser una metáfora de esa potencia creativa en la que esa inteliguentsia rusa —a la que se refería Rafael Llano— creía: «Yo puedo hablar». Hoy, suponemos que a Tarkovski no le habría importado que, siguiendo con esas metáforas, hayamos cogido esa misma escena para el final de nuestra película sobre El Gran Río añadiendo justo después una cita de Paul Celan que reza: «Habla tú también».

Volviendo a la charla, encontramos otros puntos interesantes que puedes ver en la misma, como las vicisitudes de Andréi cuando le hostigaron las autoridades soviéticas hasta su marcha; o cómo pretendieron reterner al propio Ángel prometiéndole hacer su película cuando éste ya tenía permiso concedido para regresar a España… Su película nunca se hizo, entre otras cosas porque la canción a la que alude el título del guión A la mar fui por naranjas, es un canto que no gustaba a las autoridades soviéticas, ni a la misma Pasionaria. La letra decía: A la mar fui por naranjas / cosa que la mar no tiene. / ¡Ay! mi dulce amor, / este mar que ves tan bello, es un traidor. «Ellos pensaban que me refería a la URSS de alguna manera, era inútil explicar que se trataba de una canción asturiana que tarareaba por los montes cuando fui pastor», cuenta Ángel.

El cierre de la conferencia, terminó con una anécdota tarkovskiana. Ángel rodó un documental en cuyo rodaje fue a la tumba de Tarkovski en París. Estaba despejado, era un día plácido y cuando se acercó a la tumba se levantó un vendaval: «fue una conexión entre dos almas».

Conferencias sobre Tarkovski.

Esta ha sido la tercera conferencia de los Lunes, Al Círculo en relación a Tarkovski y la más personal e íntima. Las otras fueron:

Frotando espigas con los ojos: mística y poesía desde la obra de A. Tarkovski del profesor Carlos Ruta.

Ni la política ni los grandes inquisidores, solo la cultura buscada personalmente nos podrá salvar del profesor Rafael Llano, que fue un análisis profundo sobre su cine partiendo de cada una de sus películas.

Y la última ha sido la del historiador del arte Jean Christophe Bailly, El vértigo de las imágenes, el pasado 21 de enero, quien se refirió a la mirada que nos devuelven las imágenes y los retratos en el arte.

Materiales consultados:

Conferencia de Los Lunes, Al Círculo de Ángel Gutiérrez.

Entrevista a Ángel Gutiérrez incluída en la exposición.

Catálogo de la exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño. Capítulo Los Españoles. (descargable).

Entrevista con Ángel Gutiérrez por parte de nuestros compañeros de Ecos del Círculo de Radio Círculo en un especial sobre la exposición de Tarkovski:

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Rafael Llano y el compromiso de Tarkovski

Rafael Llano, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y autor de Andréi Tarkovski. Vida y obra, pronunció la conferencia de los #lunesalCírculo Ni la política ni los grandes inquisidores, solo la cultura buscada personalmente nos podrá salvar en torno a la exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño, que puedes ver en el Círculo hasta el 27 de enero de 2019, y que se complementó con un ciclo de cine con todas sus películas hasta finales de 2018.

Imagen del rodaje de El Espejo, cedida por el Instituto Internacional Andréi Tarkovski.

Llano analizó la filmografía de Tarkovski relacionándolas con las claves de su cine, que básicamente están alineadas con una forma de pensar y una forma de vivir próxima a la inteliguentsia rusa, una élite intelectual que tenía como fin en la vida la propagación de la cultura y las artes. «Un intelectual en Rusia era una persona que consideraba la cultura y la expresión artística, como lo más elevado. Eran personas que comprendían el presente y el pasado para leer así el futuro y lo sacrificaban todo por ello, aunque eso les marginara socialmente». El cine de Tarkovski podríamos decir entonces, está comprometido con el espectador, y se anticipó al futuro, lo que hizo que hoy en día no haya perdido vigencia.

Tarkovski estaba obsesionado con la respuesta del público a sus películas y guardaba las cartas en las que recibía comentarios, algunas de las cuáles se pueden ver en la exposición traducidas. Para él, la libertad creativa del cine era un compromiso con la sociedad en que vivía. En esa tarea comprometida explicaba: «Lo trágico es que no sabemos ser realmente libres […] Que no se me entienda mal: estoy hablando de la libertad en el más alto sentido ético del término. No estoy queriendo polemizar contra los indiscutibles valores que caracterizan a las democracias occidentales. […] Pero también bajo las condiciones de esas democracias surge el problema de la falta de espiritualidad y de la soledad de los hombres. A mí me da la impresión de que en la lucha por las, sin duda, importantes libertades políticas, el hombre moderno ha olvidado aquella libertad de que disponían los hombres de todos los tiempos: la libertad de ofrecerse en sacrificio, de darse a sí mismo a su época y a su sociedad.» (1). Quizás ahí podemos encontrar muchas respuestas que surgen en películas como Sacrificio o Solaris.

Lo cierto es que ese alejarse de “lo popular”, del producto cinematográfico de éxito, no le hizo llegar a tener un público masivo, pero sí muchos seguidores fieles y reconocimiento internacional, que quizás hoy, visto como un director de culto, sea más amplio de lo que pudiera imaginar (3). Un tema que nos aproxima al debate del producto cultural y su consumo y a la lucha de muchos centros culturales por mantener la identidad y esas convicciones culturales frente a los gustos más extendidos. Hoy, lejos de lo que se pudiera pensar, la tecnología sí que ayuda, en ocasiones, a aproximar productos culturales a priori minoritarios a grandes públicos potenciales que, de otra manera, jamás habrían conocido. Algo de lo que hablaba hace unos meses nuestro director, Juan Barja, en la presentación de la temporada del CBA.

 

Otra característica que destacó Llano en su conferencia es el antibelicismo del cineasta. «Tarkovski fue antibelicista. Su infancia se interrumpió por la guerra y su padre tuvo que marchar al frente. El ideal infantil destruido por la guerra lo marcó toda la vida y solo con imágenes lo refleja en La infancia de Iván» Rafael Llano. Esa sensibilidad también se puede palpar en las escenas de los españoles en El espejo, que fue incluída en la película después de que Tarkovski escuchara la historia de los niños de la Guerra Civil por boca de su amigo Ángel Gutiérrez. La traumática despedida de los niños en el puerto de la película guardan un paralelismo con las lágrimas que Ángel y su hermana mayor derramaron después de que a su hermana pequeña no la dejaran subir al barco chino que los llevaba a Leningrado escapando de los horrores de la guerra. «Pero Tarkovski  —apuntaba Llano— sabe que ante la violencia y el horror hay un mundo de belleza que oponer. Uno viene de los sueños y otro de la naturaleza misma. Quizás por ese acoplamiento del cine a los ritmos naturales rodaba la ficción como un documental».

Tarkovski salió de la URSS sabiendo que eso le costaría, muy probablemente, no volver a ver a su hijo —de hecho solo lo volvió a ver por intercesión de Miterrand justo antes de morir—. El proyecto soviético para él, estaba acabado, como confirmó Llano en esta conferencia. Sin embargo, tampoco se encontraba del todo a gusto en Italia. «Hoy he pecado, me he comprado unos zapatos, escribió una vez —contó Llano—. No entendía el consumismo ni el amor a la ciencia de Occidente. Miedo, dinero, entretenimiento e incultura era lo que veía y le preocupaban. Lo cuenta en Sacrificio».

No debió ser fácil para Tarkovski encontrarse extraño entre dos aguas: una Unión Soviética que agonizaba y que era una sombra de lo que fue culturalmente; y un mundo occidental sumido en el consumismo y el fast food, aplicado no solo a lo alimenticio. Su desazón y su lucha también están reflejadas en este párrafo suyo que rescatamos de su Martirologio y que también se recoge en Narraciones para cine (2):

[…] todo lo que la humanidad destaca como una nueva manera de conocer el mundo, a mí me parece un intento de explicarlo con métodos inadecuados. No puede ser cierta la fórmula E = mc2, puesto que no puede existir el conocimiento positivo. Nuestro saber es sudor, excrementos, es decir, las funciones que acompañan la existencia y que no tienen ninguna relación con la Verdad. […] El conocimiento de la verdad se consigue con el corazón, con el alma.

No cabe duda que cada apartado de esta conferencia que te invitamos a ver, nos podría introducir en mil y una reflexiones en torno a la creatividad en general, al cine, al arte, a las audiencias y los públicos, a la moral… Tarkovski era mucho más que un director de cine al uso, era un auténtico activista de la cultura.

Entrevista con Rafael Llano en Radio Círculo

 

PRÓXIMAS CONFERENCIAS SOBRE TARKOVSKI en los LUNES, AL CÍRCULO (entrada libre)

14 enero a las 19:30h.: Conversación entre Ángel Gutiérrez, amigo de Tarkovski y dramaturgo, y José Manuel Mouriño, comisario de la exposición.
21 enero a las 19:30h.: Jean Christophe Bailly, El vértigo de la imagen.

 

MATERIAL CONSULTADO

Conferencia de la charla de los Lunes Al Círculo de Rafael Llano.

Exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño.

Catálogo homónimo de la exposición de Tarkovski en el CBA (descargable).

(1) Esculpir en el tiempo. Andréi Tarkovski.

(2) Narraciones para cine. Guiones literarios. Andréi Tarkovski. Editorial Mardulce.

(3) Radio Círculo. Entrevista a Rafael Llano y Manuel Asín en Ecos del Círculo.

Todas de las reflexiones del profesor Llano están recogidas en su libro Andréi Tarkovski. Vida y Obra, Mishkin Ediciones.