El llanto de la excavadora

María Irache

El pasado lunes 28 de junio, nos reuníamos en una nueva entrega de Los Lunes al Círculo pasolinianos (que serán retomados de nuevo pasado el verano), con la ponencia del gran experto internacional en la obra de Pasolini, Marco Bazzocchi, que nos presentaba unas reflexiones bajo el título de “Mito, técnica y muerte en el cine de Pier Paolo Pasolini”, ofreciendo un cierre espectacular al ciclo de charlas previas de manos de pensadores tan relevantes como Aurora Freijo y Ángel Gabilondo bajo el título de “Pensar fuera de palacio” en la presentación del libro “Tanta Luz. Pasolini.” O, de nuevo, Aurora junto a Juan Barja y Patxi Lanceros bajo el título de “La contradicción de llamarse Pedro Pablo” en la presentación del libro “El sueño del centauro. Conversaciones con Pier Paolo Pasolini de Jean Duflot”.  

La presentación de la charla se realiza entre el director del CBA, Valerio Rocco, y la directora del Instituto Italiano de Cultura, Marialuisa Pappalardo, ambos como representantes de la iniciativa cultural de celebración conjunta del Año Pasolini tras haber trabajado en conjunto el pasado año también durante el Año Dante. Marco Bazzocchi ya colaboró para el Año Pasolini en el IIC en una charla en torno a las relaciones de Pasolini y Caravaggio e, igualmente, tiene su lugar en el Círculo por colaboraciones pasadas como en el congreso del año 2005 bajo el título “Una fuerza del pasado”, nombre bajo el que se realizará un nuevo congreso en el CBA en septiembre de este año.  

La exposición de Bazzocchi parte de un famoso poema recogido en “Las cenizas de Gramsci” bajo el título de “El llanto de la excavadora” y, a partir de ahí, realiza un recorrido por los filmes más significativos de la obra Pasoliniana sobre todo en torno a la idea del mito, la muerte y la técnica. El uso del poema en cuestión nos ayudará a extraer las dimensiones sobre las que el pensamiento de Pasolini se vertebra a partir de este aparente escrito de mera representación del contacto de Pasolini con la cuidad de Roma, pero, tras esta idea del contacto del autor con la periferia romana, se esconden tres aproximaciones diferentes realmente significativas para su vida y obra; tres diferentes niveles que nos dan a conocer el fondo del alma pasoliniana. 

 Por un lado, de manera externa, el poema relata el divagar nocturno del poeta en su regreso al barrio ahora burgués en el que habitó pero, simultáneamente, esta misma mirada nos intenta llevar al “pasado”, a la propia llegada de Pasolini a la ciudad de Roma con imágenes que nos tratan de llevar a la sensación como un modo de acercamiento a esta realidad, evocando a la sensibilidad como la puerta de acceso a un conocimiento que luego será complementado por un conocimiento teórico en sus lecturas. Incluimos el “pasado” entrecomillado precisamente porque no tendría sentido como tal hablar de pasado en Pasolini en los términos usuales pues el pasado yuxtapuesto en el presente sigue vigente en el hoy de la misma forma que en el umbral de Benjamin, en el despertar siguen las imágenes del sueño en un constante y difuso aparecer y desaparecer.  

En el presente, Roma es para Pasolini un lugar que ha devenido oscuro pero el poeta siente que tras la oscuridad aún surgen destellos de luz del pasado que recuerda. Para ello, utiliza la figura de la semilla, entendiendo el pasado como una semilla demasiado madura inscrita en nosotros que no puede dar fruto pero que sigue presente. En esta yuxtaposición, se encuentran los dos tiempos contrapuestos y, simultáneamente, vinculados; negados y afirmados, tal y como hablaban hace unas semanas en el Círculo en “La contradicción de llamarse Pier Paolo”, se trata de la idea de Uno, de la idea de Absoluto, pero siendo, simultáneamente Uno(s), Absoluto(s). Bazzochi trae a colación la synaecosis como la forma retórica constitutiva de la obra pasoliniana, una multiplicidad surgida de la singularidad y fundada en lo contradictorio.  

Pero esta convivencia de las dos dimensiones se abre a una tercera con la referencia del poeta a una nueva apertura en un sueño del mismo poeta abriendo lo imaginario en un viaje a un mundo suspendido compuesto sin figuras de poder y que trasladan una sensación de puro placer físico a partir de un viento cálido que es solo experimentable a nivel poético. Pero finalmente, en el centro del título del poema, se abre una tercera dimensión frente al pasado y al presente; la dimensión del futuro enmarcada en el llanto de la excavadora. Pasolini oye una excavadora que cava tierra junto a su casa para la construcción de un nuevo barrio, pero lo que escucha es su llanto; no solo su propio llanto en su propio dolor sino el llanto mismo de la tierra, del barrio y de la humanidad; el llanto ligado al futuro, al cambio. Vemos entonces el poema deambular por las tres dimensiones del presente, pasado y futuro, por las que el mismo Pasolini deambula sin tener unos límites demarcados, sin poder distinguir cuando es una la que prevalece sino que todas se encuentran suspendidas en una suerte de superposición.  

La utilización de este poema nos abre las puertas a la comprensión de la obra de Pasolini como una muestra de los múltiples pliegues de la realidad que se enredan en un continuo aparecer y desaparecerse y esto se refleja extraordinariamente en su obra cinematográfica donde el poeta encuentra la posibilidad a nivel técnico de mostrar estas confrontaciones a través de la técnica del montaje, que tendrá grandes similitudes con la concepción del montaje que se ha referido como “dialéctico” propio del cine soviético en obras como las del cineasta Eisenstein. El procedimiento técnico del montaje se convierte para Pasolini en la herramienta artística perfecta para, a partir de la des-fragmentación de la realidad, de su desmembramiento, poder reunir de nuevo los fragmentos para crear una nueva unidad de sentido, una historia a partir de la recomposición de lo erosionado. De esta forma, puede utilizar su técnica hierofánica como un modo de mímesis divina de la sacralidad del mundo que ha sido deteriorada u ocultada y poder mostrar lo que existe y lo que no existe –lo oculto en lo visible-. Lo vemos en Acattone (1961), que cumple con el destino del poema tratado, suspendiéndose en un tiempo que ya solo encuentra dicha en el sueño y que se desmaterializa de manera progresiva, pendiendo su vida –o su no-vida- entre mundos irreconciliables que no le reconocen y que no le permiten la vida misma, siendo el destino de su clase –el lumpenproletariado- el olvido y la muerte.   

Tanto en la adaptación cinematográfica de la tragedia de Edipo (1967) como en la de Medea (1969) podemos vislumbrar una idea que será de vital importancia en Pasolini; que tan solo en la muerte se hace posible la narración de la vida de una persona, tan solo el fin de la vida hace posible narración de la tragedia y, de la misma forma, el montaje actúa como la muerte solo obteniendo el sentido de una película como obra finita a partir de la delimitación de lo infinito como tal que es la vida. Pertenece a la dimensión de la muerte porque hace visible lo que permanece en la oscuridad. Medea es la historia de la desacralización, de la sustitución de lo sagrado por lo profano y de la vida por la muerte. Es la historia de la desacralización del mundo y de Pasolini mismo, como se puede ver en el Llanto de la excavadora en la tensión entre las dimensiones del pasado, el presente y el futuro.  

En los años 70, Pasolini en un intento de resaltar los placeres del cuerpo, el erotismo y la recuperación de narraciones del pasado inicia su proyecto de la Trilogía de la vida. Sin embargo, con el tiempo ve cómo su proyecto es fácilmente erosionable por el neocapitalismo y su acaparamiento de todas las esferas de la vida, inclusive la sexualidad y su mercantilización. Por esta falta de comprensión y esta idea de que su obra era vulnerable a la manipulación ideológica, se ensarta en su proyecto de Saló (1975), como la película que gira en torno al mecanismo de la violencia y la tortura que inspiradas por el Marqués de Sade se adaptan a la realidad del fascismo y, en un plano más amplio, del neocapitalismo que nos convierte a todos en cosas. En esta obra vemos cómo los residuos míticos de la historia que hasta ahora habían operado en los filmes de Pasolini, se desvanecen para construir una Historia inmóvil en la que la salida solo se encuentra en la destrucción del cuerpo humano.  

Finalmente, Bazzocchi, subraya el último proyecto de Pasolini que se trataba de un libro definitivo en el que verter todas sus ideas y que devorase a su propio autor, donde Pasolini se introduce como imagen para enmarcarse dentro del mismo y eternizarse en su interior; convirtiéndose en los personajes de sus películas y haciéndose inconsumible. Así, la charla de Bazzocchi cierra este ciclo de lunes al Círculo pasolinianos con una mirada más técnica y detallada sobre la filmografía pasoliniana, comprendiendo a través de la mirada en la técnica cinematográfica y en el lugar del mito y de la muerte las preocupaciones más esenciales de Pier Paolo Pasolini, con las que hemos dialogado a través de todo el recorrido intelectual que ha ofrecido estas semanas el Círculo de Bellas Artes.

Banksy vs Banksy. Anonimato, instituciones y arte social: la complejidad del sistema artístico actual.

Fallen Angel, obra de BANKSY en The Street is a Canvas.

Texto de Lola Rodríguez Bernal.

El pasado 3 de diciembre de 2020 el Círculo de Bellas Artes daba comienzo a una de las exposiciones más esperadas de la temporada: BANKSY. The Street is a Canvas. Con ella, algunas de las obras de Banksy llegaban por primera vez a España; otras ya habían sido presentadas al público nacional dentro del formato institucional.  Aunque no hizo falta abrir las puertas del Círculo para sembrar la polémica en el público. Se había activado ya un dispositivo de debate, reflexión y diálogo en torno al carácter de la exposición y, por supuesto, en torno a la figura de Banksy. Y es que el artista británico parece despertar fuertes opiniones y debates a su alrededor. Ya sea por las contradicciones externas que retrata o las contradicciones internas que encierra en sí mismo, tratar con un artista como Banksy significa ser el punto de mira de la actualidad cultural.

En las fechas próximas a su inauguración en los medios de comunicación salían a colación las cuestiones más ardientes. Algunos expresaban su descontento. Acusaban a la institución de aprovecharse del anonimato del artista, de contribuir en la mercantilización del arte urbano. Otros medios, por otro lado, no glorifican al artista, sino que lo condenaban. Después de su intervención en la destrucción de la Niña con el globo, al autor ya no le quedaba nada de ese arte incómodo —que supongo que antes ofrecía—: se había convertido en un personaje totalmente fagocitado por el sistema. Parece que, a grandes rasgos, estas son las dos únicas formas de interpretar a Banksy: o genio o gamberro. Banksy 1, el genio de las grandes injusticias, el feroz artista urbano crítico con las espantosas cumbres del deshumanizante sistema capitalista. Un poquito de tergiversación, medio kilo de contraposición de imágenes pop, y rellenar a ojo con irreverencia y humor británico. Y la opción Banksy 2, el artista que había llevado las intervenciones cuasisituacionistas a la vanguardia de la publicidad. La mayor marca artística jamás creada hasta hoy en día, referente del marketing contemporáneo. ¿Pero es este todo el debate que Banksy ofrece? De toda la polémica, arena, viento y tierra que remueve, ¿esto es todo lo que podemos sacar en clave? Y, si en cierta manera esto es así, ¿qué nos dice todo esto sobre la situación actual del arte?

Dos visitantes en la exposición de BANKSY The Street is a Canvas.
Dos chicos contemplan a Niña con el globo en la exposición que presenta el CBA.

Esa es la intención del Círculo, la razón por la que la dinámica iniciada en los medios de comunicación cumplían ya en cierto sentido con la misma finalidad de la exposición: reflexionar, discutir y debatir sobre la figura de Banksy y la situación actual del arte. Y esa es la función de la conferencia Banksy contra Banksy, celebrada el pasado lunes 21 de diciembre, dentro de Los Lunes, al Círculo, uno de los espacios que ofrece la casa para debatir, como actividad complementaria —que no secundaria— a las exposiciones y a otras actividades del Círculo. Pues la cuestión que rodea al artista no es precisamente un asunto de coser y cantar. El mismo presidente de la casa confesó al comienzo de la conferencia haber experimentado cierto extrañamiento y distanciamiento en su primera visita a la exposición. Así, grandes, amplias, recurrentes y complejas fueran las preguntas que Peio H. Riaño, Eduardo Maura, Fernando Castro y Paz Olivares lanzaron al público durante la conferencia.

Peio H. Riaño abrió la conferencia destacando los dos fracasos que —a su parecer— Banksy había llegado a cometer llegados a este punto. El fracaso de no haber salvaguardado y velado por las instituciones culturales, que en su progresivo declive financiero y, después de la crisis del 2008, se encuentran en un estado deplorable; por otro lado, su fracaso y derrota frente al sistema capitalista, que había acabado absorbiendo su figura al margen del artista. Pues no deja de ser irónico que todo el dinero que en un momento se utilizaba en borrar las huellas callejeras del artista ahora se multiplique exponencialmente en la financiación de exposiciones —aquí, en España y en todo el mundo—, que, por cierto, no cuentan con el respaldo del artista. Riaño señalaba que las intervenciones apreciables de Banksy eran las relacionadas con su actuación e implicación social. Se refería por ejemplo al The Walled Off Hotel, obra ubicada en el muro de Apartheid, que separa Israel de los territorios palestinos. O al famoso barco Louise Michel —en honor a la anarquista y feminista—, que rescató este verano a centenas de migrantes de las garras del mediterráneo —digámoslo, aunque sea en tono suave— y de negligencia europea.

También Riaño coincidió con Eduardo Maura en su pregunta por el modelo de exposición para —y a propósito de otras propuestas como como Van Gogh Alive— acabar planteando la pregunta sobre el tipo de pedagogía que deben seguir o las instituciones culturales. ¿Cómo se tienen que plantear las exposiciones para producir el ejercicio de la cultura, la reflexión, la activación cultural? ¿Cómo se activa la reflexión no sólo in situ, sino antes, durante y después de la visita a la institución? ¿Cómo se producen estos debates, como el que estamos teniendo ahora mismo? (Debate que por cierto, ya planteó Carolina del Olmo con algunos de los participantes de esta misma exposición en un artículo de la Revista Minerva).

El anonimato de BANKSY y su documental

Fernando Castro, por su parte, introdujo al debate otras cuestiones que Banksy suscita: su anonimato y su relación con la muerte del autor; el desplazamiento de la calle a la institución —gesto sobre el cual Castro declaró creer ser intención genuina del artista, enfrentándose directamente al supuesto fracaso propuesto por Riaño—; y la posición consciente del artista de la herencia duchampiana en su posicionamiento artístico. Así, tanto Paz Olivares como Castro, trayendo a colación el documental Exit Through the Gift Shop, ascendieron el debate y la obra de Banksy a una propuesta artística autoconsciente. O como Olivares sintetizó a través de la famosa proposición de MacLuhan: que los medios a través de los que Banksy muestra su obra al público son parte misma en realidad del mensaje de su propuesta.

Y es que la visualización de Exit Through the Gift Shop (ETGS) no puede dejar indiferente a nadie. Nominada a los Oscars en 2010, comúnmente clasificada como falso documental y con múltiples guiños a Fraude de Orson Welles y Oja Kodar, ETGS no es una película sobre Banksy, al menos a la manera convencional del biopic. ETGS es un documental en el que Banksy funciona como catalizador, como medio, una excusa para cuestionar la situación contemporánea del arte. Al comienzo del documental, Banksy dice ‘’la película trata sobre lo que pasó mientras que este tío intentaba montar un documental sobre mí. Pero como al final el tío resultó ser más interesante que yo, ahora la película va sobre él’’.

El susodicho es Thierry Guetta, un francés residente en Los Ángeles, distinguido por su obsesión por grabarlo todo —primer guiño a Warhol— y por una gran capacidad para hacer negocios con cualquier cosa que se proponga. A partir de un primer contacto con el graffiti, Guetta comienza a relacionarse con el street art y a querer involucrarse con su cámara en toda su actividad: quiere filmarlo todo. Así es como poco a poco comienza a conocer a artistas de la talla de Invader y Shepard Fairey. Aunque pronto a Guetta estos artistas le comienzan a parecer insuficientes: ¿de qué le sirve todo esto si no puede conocer y filmar al gran artista del momento? Así es como nuestro artista conoce, colabora y se obsesiona con Banksy. El artista británico no tarda mucho en darse cuenta del tipo de persona que es Guetta y para, literalmente, quitárselo de encima, Banksy invita a Guetta a que se centre en crear su propio arte. Y aquí es donde comienza realmente la acción: ahora Guetta es Mr Brainwash, el protagonista real del documental. Al mando de decenas de personas, en una gran nave abandonada —a lo rollo Factory— y en un periodo de tiempo muy corto, Mr. Brainwash consigue presentar sus obras con un éxito comercial colosal. En definitiva, Mr. Brainwash consigue crear una marca en un tiempo récord, gracias a la producción en masa de sus obras, con un moderno enfoque de diseño, y bajo las pautas propias del narcisismo de la espectacularización de su aura.

Así es como el documental recoge magistralmente los ecos baudrillardianos propuestos en el artículo publicado en 1996, El complot del arte, para hablar de lo superfluo del arte contemporáneo. Mr. Brainwash es la ausencia de originalidad; la banalidad y el puro fetichismo. La prueba de que ‘’el arte no muere porque haya más arte: muere porque hay demasiado’’[1]. La constancia de que en un mundo donde todo hombre merece ser artista al menos durante 15 minutos, el gusto y la vida quedan totalmente anestesiadas por esa estética disney de gran parque de atracciones.

Sin duda, también Banksy aprovecha la figura de Mr. Brainwash para apelar, en un ejercicio frankensteiniano, a la desmitificación de los artistas. ¿Cómo pretenden ir el público y los medios de comunicación de modernillos con estas modas tan dieciochescas? Otras obras del artista, como Morons —que con diez años de antelación se posicionaba ante la destrucción de Niña con el globo—; su colaboración en la cabecera de Los Simpsons en MoneyBART; y su rol como curador en Dismaland, son como  pruebas infalibles de la posición de consciencia de su arte en una sociedad postduchampiana. Sin querer entrar en dicotomías y simplificaciones, esta nueva lectura de su obra nos da lugar a unas —quizás no tan nuevas— preguntas.

Morons, de Banksy, 2007

¿Es Banksy un buen artista por hablar de la situación y ambigüedad del arte contemporáneo a través de las propias reglas de este? Más allá de que acabe siendo fagocitado por ciertos sectores de la sociedad, ¿no invita Banksy a la reflexión sobre el complot del arte contemporáneo? ¿No hace el intento Banksy, en una cultura capitalista que absorbe todo lo que puede, de concienciar sobre su situación? ¿Es un maestro Banksy, como comentaba Rafa Giménez a propósito de la exposición, en presentar las paradojas del arte contemporáneo?

O como sugería Riaño, ¿fracasa Banksy actuando finalmente como un cómplice de la farsa del sistema artístico? En 2017 Gary Shove publicaba un libro sobre Banksy que llevaba como subtítulo ‘’Usted representa una amenaza tolerable y si no fuera así ya lo sabría’’. ¿Tiene algún tipo de efectividad esa reflexión a la que invita Banksy, o acaba eventualmente siendo un engranaje más del sistema capitalista? ¿Es el documental en realidad un canal donde Banksy sólo quiere diferenciarse, desmarcarse y justificarse con respecto a otros artistas? Como el propio título nos invita a pensar, ¿es posible entrar en el mundo del arte sin salir, efectivamente, a través de la tienda de regalos?

Cartel de la película Exit Through the Gift Shop

Llegados a este punto, habrá, por supuesto, quienes se aventuren a tener una opinión lapidaria y firme al respecto; pero lo que no se puede negar es la complejidad y urgencia del asunto. ¿Preferimos, entonces, la ambigüedad? Al respecto de esto, también en El complot del arte, Baudrillard sostiene que la ausencia de imperativos críticos tan propia de la posmodernidad da lugar sólo potencialmente a una posibilidad, al ‘’complot distinto pero enigmático, indescifrable. Todos los discursos son ambiguos, incluyendo el mío. Todos participan en cierta forma de complicidad vergonzante con el sistema, el cual, por otra parte, necesita de ese discurso ambiguo para que le sirva de caución’’. Y es que cuando hablamos de Banksy no hablamos de su arte, sino, como nos dice este chiste —ya un poco desgastado, pero siempre tristemente certero en su punch line— de algo más grande que el propio arte: ¡Es la economía, estúpido!


[1] Baudrillard, Jean, El complot del arte: Ilusión y desilusiones estéticas, AMORRORTU, Buenos Días, 2006

La filosofía fuera de sí misma y el feminismo ante la filosofía

           Patricia Irene Lara Folch

Es bien sabido que en el interior de los llamados estudios de género o teoría feminista hay desacuerdos importantes e incluso, me atrevería a decir, irreconciliables. Este hecho se manifiesta en el reciente libro Fuera de sí mismas. Motivos para dislocarse de Luciana Cadahia y Ana Carrasco (eds.) que fue presentado en el marco de “Los Lunes al Círculo” el pasado 8 de junio –junto a las editoras dialogaron también Macarena Marey, Rosaura Martínez y Valerio Rocco–. Y no son solo abstracciones metafísicas las que generan el disenso en el seno de la disciplina sino que, tal y como hemos podido observar estos últimos meses en el panorama del activismo español en relación a la Ley Trans, los enfrentamientos se dan también en el plano inmanente y radicalmente material de lo político. En todo caso, la correspondencia y reciprocidad, lo que casi ya podríamos llamar interdependencia entre la teoría y la práctica en las cuestiones de género, es una realidad a celebrar en un momento en el que muchas pensadoras y pensadores, de las más altas esferas académicas, han dado por perdida cualquier posibilidad de influencia de la filosofía política sobre las instituciones, la participación ciudadana en la democracia o los marcos simbólico-cultuales que dan sentido a nuestras vidas.

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Releer y reinterpretar la historia de la filosofía desde una perspectiva feminista es una de las motivaciones que acerca, que une, a esa grupalidad tan variopinta que desde el principio hemos denominado estudios de género. ¿Pero qué queremos decir con esto? Creo que resulta crucial hacer alusión a la clasificación que Rosi Braidotti expone ya en el 1990 en la Conferencia inaugural como profesora de Estudios de las Mujeres de la Universidad de Utrech[1]. La filósofa italiana distingue tres fases de la teoría feminista —que yo preferiría llamar tres formas, para evitar así la jerarquización o una posible interpretación lineal y temporal en la que cada una de las fases superara a la anterior eliminándola—. Primero, la crítica a la misoginia y al sexismo en todas sus manifestaciones. Segundo, la reconstrucción positiva de la subjetividad y la experiencia femenina. Y tercero, la formulación de nuevos valores, metodologías, epistemologías, lenguajes, ontologías políticas que, si bien obtienen sus cimientos del campo de estudio del género, pretenden una transformación general que se posicione más allá del feminismo y que incumba más allá de las mujeres.

            En lo que sigue a continuación ofreceré un ejemplo de cada uno de esos modos de proceder, sin dejar de alertar que la distinción drástica y autosuficiente entre ellos corresponde solo a un método analítico. Aquello en lo que nos concentraremos y que ya ha venido en parte anunciado es cómo ciertas pensadoras han leído y percibido la historia de la filosofía. Y con esto ya empezamos las distorsiones, las dislocaciones: en el seno del feminismo tienen lugar una serie de contradicciones que me gustaría caracterizar de sin complejos. Unas tensiones que se reconocen como punto de partida y cuyo reconocimiento, cuidado, no evita el dolor que las disputas a veces ocasionan. Dicho de forma sencilla, lo paradójico se expresa así: el feminismo y lo femenino pretenden hacerse un hueco transformando el estado de cosas, pero para hacerlo necesitan de dicho estado, que les precede y excede. Este enunciado abstractamente formulado se concretiza en tensiones particulares. La que se da entre las instituciones sexistas y la participación de las mujeres en ellas; la que tiene lugar entre la tradición masculinista de la filosofía y la herramienta que ésta constituye para los estudios de género; o aquella de querer dejar atrás el binarismo sexual y, a la vez, tener que hacer inteligible la experiencia de la subjetividad femenina[2].

FUERA DE SÍ MISMAS Y VULNERABLES

Procedemos primero con la tercera fórmula —pues así evitamos, al menos, a nivel formal la interpretación lineal a la que parecía recurrir Braidotti— que consistía en la elaboración de marcos de pensamiento que hablan desde un lugar de enunciación feminista, pero que no apuntan necesaria ni explícitamente a la misoginia o la experiencia de las mujeres. Diría que es desde este motivo principalmente que se configura el libro Fuera de sí mismas. Motivos para dislocarse de Luciana Cadahia y Ana Carrasco (eds.). En la presentación en “Los Lunes al Círculo” se habló de ciertos lugares comunes de la filosofía de los que cabía dislocarse y cómo la forma que las autoras feministas tienen de relacionarse con la tradición filosófica puede ayudar a esas torsiones del pensamiento. Sin duda, la obra consigue su objetivo y es tan rica en referencias, temas e ideas que no podemos aproximarnos a todas ellas aquí.

Sin embargo, sí me gustaría rescatar una noción que consigue popularidad en la mayor parte de los ensayos, esto es: la de una ontología política relacional que parta de la vulnerabilidad de lo humano. Es decir, que la relación prevalece a la sustancia en la configuración del sujeto y, como tal, la primacía del afecto sobre la independencia y la autosuficiencia, nos constituye a todos y todas como seres vulnerables. Este posicionamiento, que es clásico de la obra de Judith Butler[3] –véase su reciente artículo para “Minerva”, la revista del CBA– pero que no se entendería sin recordar a Hegel o Spinoza, es un gran ejemplo de la tercera forma de hacer teoría feminista que Braidotti nos invitaba a tener en cuenta. Butler comienza a pensar en la noción de vulnerabilidad por querer abrir un espacio a subjetividades que carecían de categorías de referencia en un régimen sexuado. No obstante, al reflexionar sobre el sujeto y su relación con la alteridad, bien podemos decir que la vulnerabilidad de lo humano deviene un marco más allá del feminismo y más allá de las mujeres para pensar otro potencial de lo político.

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Vulnerabilidad. Marina Abramovic, Autorretrato con esqueleto.

FEDERICI: ENTRE MARX Y LA CAZA DE BRUJAS

            Veamos la segunda forma, en la que la subjetividad femenina, aprehendida hasta el momento únicamente en relación al régimen masculino, viene articulada afirmativamente. Este es el caso del trabajo que Silvia Federici realiza sobre los textos de Karl Marx y que supondrá un instrumento para pensar el rol de la mujer en el capitalismo. Después de una crítica al filósofo alemán por haber modelado su análisis desde la perspectiva del hombre proletario que surge como trabajador independiente, señala Federici la importancia de las mujeres como agentes en la reproducción de la fuerza de trabajo. Su tesis dice así: “la persecución de brujas, tanto en Europa como en el Nuevo Mundo, fue tan importante para el desarrollo del capitalismo como la colonización y como la expropiación del campesinado europeo de sus tierras.”[4] Reconoce en la cacería de brujas de los siglos XVI y XVII el principal mecanismo de disciplinamiento social, simbólico y material, desde el que se construyó la feminidad doméstica.

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Grabado de la época (Ámsterdam, 1571) que aparece en el libro “Calibán y la Bruja”, de Federici.

Pensemos que el imaginario de la bruja —eran hechiceras, practicaban abortos, indisciplinadas, nocturnas, alborotadoras sexuales— suponía un claro antagonismo al aumento de nacimientos y la estabilización del régimen familiar que el sistema económico necesitaba para ejercer de mano de obra. Para Federici, con Marx y sin él, el trabajo de reproducción doméstico deja de ser una actividad precapitalista para entrar de lleno en la historia y, consecuentemente, deviene un espacio político construido en base a un nuevo contrato sexual, en el que la subjetividad-bruja –sobre la que habla en la entrevista para el Círculo de Bellas Artes– devino el principal chivo expiatorio. De nuevo, Federici consigue esa segunda forma: investiga y construye la experiencia y el rol de la mujer de una manera afirmativa y no ya en relación a lo masculino en el momento de la acumulación primitiva capitalista.

IRIGARAY ANTE EL TIMEO DE PLATÓN

            Y por último la primera forma, aquella que denunciaba el sexismo, en este caso, contenido en la filosofía. Una de las constantes del diálogo platónico[5] es la aparición de obstáculos en la relación modelo-copia. ¿Por qué se da continuamente en el “Timeo” esta distancia que parece insalvable? Para dar respuesta aparece la caótica χώρα (chóra), ordenada en base a las formas inteligibles por el demiurgo que instaura, por lo tanto, un régimen de imitación, que como tal es siempre imperfecto: como un espejo, la chóra refleja las imágenes del Bien, recibe todo pero no participa de ello más que como soporte, es amorfa.

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   Luce Irigaray

La jerarquía ontológica y epistemológica que se da entre las formas inteligibles y la chóra y, sobre todo, las metáforas sexuales que Platón utiliza para designar cada uno de esos elementos es aquello que Irigaray rescata en “Speculum”[6]. El demiurgo y las formas inteligibles son identificadas con la figura paterna (37c, 50d). El receptáculo, en cambio, es denominado madre (50d, 51a) y nodriza (88d), un lugar de la pasividad en el que se generan los objetos. El poder de la reproducción femenina se toma entonces como instrumento de reproducción del Padre: la materia es estéril, es femenina “sólo en cuanto a la receptividad, no en la preñez (…) castrada de ese poder fecundante que corresponde sólo a lo inmutable masculino.”[7] Irigaray busca entonces lo femenino en lo silenciado, en aquello que el texto se niega a incluir pero que sin embargo constituye la posibilidad de su existencia. La feminidad, sostiene, es el afuera constitutivo y, por lo tanto, la otredad interna de la filosofía, aquello que asegura el estatuto de lo Mismo a lo masculino, porque no es lo Otro. La autoridad paterna, que domina la verdad en base al imperativo de la semejanza, crea a la vez que expulsa lo femenino: su utilidad espistemológica es medida únicamente en tanto que sirve para explicar las formas inteligibles a través de las huellas sensibles a las que hace de soporte-espejo. La Irigaray de “Speculum” es un ejemplo de la primera forma en la que se manifiesta la teoría feminista: mediante el psicoanálisis rastrea las huellas sexistas en el texto platónico.

            En conclusión, hemos sometido a la filosofía a revisión y las pensadoras, desde el feminismo, han dialogado con la filosofía, como no podría ser de otra manera. Hemos presenciado en estas líneas el intercambio e interdependencia de dos disciplinas que no siempre han mantenido una relación de cordialidad entre ellas, pero que deseamos que sus caminos confluyan en direcciones cada vez más próximas, encontrando motivos comunes y recíprocos por los que dislocarse.


[1] BRAIDOTTI, ROSI. (2004), Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Barcelona: Editorial Gedisa, 2015. P.11

[2] La polémica a la que me he referido en un principio entre la Ley Trans y algunos sectores del feminismo creo que tiene su razón de ser en la tensión constituyente del feminismo a la que hemos estado haciendo alusión. Y obviamente, con dichas tensiones y contradicciones se debe tratar de lidiar; objetivo que una parte del feminismo no ha conseguido en este caso. Es la tensión entre la superación del binarismo sexual y la inteligibilidad positiva de las mujeres la que constituye la problematización del movimiento trans, supuestamente chocante con algunas demandas feministas. Movimiento al que se le solicita que abandonen rápida e inmediatamente el deseo de obtener coherencia en el dispositivo de regulación deseo-sexo-género cuando este configura aun la hegemonía estructural y discursiva de occidente y de muchas mujeres que protagonizan los sujetos políticos del feminismo.

[3] Por ejemplo en BUTLER, JUDITH. (2004), Vida precaria: el poder del duelo y la violencia. Buenos Aires: Paidós, 2006.

[4] FEDERICI, SILVIA. (2004), Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Madrid: Traficantes de Sueños, 2010. P.23

[5] PLATÓN, Timeo. Edición bilingüe de José María Zamora Calvo (2010). Madrid: Abada Editores S.L, 2010.

[6] “La hystera de Platón” y “Una madre de cristal” son los textos principales con los que Luce Irigaray lee y analiza el “Timeo” de Platón, ambos recogidos en IRIGARAY, LUCE. (1974), Speculum. Espéculo de la otra mujer. Madrid: Editorial Saltés, S.A, 1978.

[7] IRIGARAY, LUCE. (1974), Speculum. Espéculo de la otra mujer. Madrid: Editorial Saltés, S.A, 1978. P.188.

Nathaly Ossa: «La música es revolución, una orquesta es un acto político»

Nathaly Ossa con la conferencia de Los lunes, al Círculo ¿Sólo música? Recorrido por los programas de transformación social a través de la música que están cambiando el mundo vino al Círculo de Bellas Artes a poner en valor los proyectos musicales que han sido capaces de cambiar y transformar la sociedad y a reivindicar su carácter político y revolucionario. La charla se vincula al concierto solidario que el Cuarteto Quiroga realiza en favor de Música ANPIL, una asociación que trabaja desde estas premisas con los niños y niñas de Haití.

Nathaly Ossa en un momento de la charla en Los lunes, al Círculo. Autor: Miguel Balbuena (CBA)

En incontables ocasiones la música ha servido para hablar a través de sus letras de compromiso social, feminismo, libertad, lucha, solidaridad… Sin embargo, Nathaly en esta conferencia fue un paso más allá al transmitir lo que la educación musical en sí tiene de revolucionario: como contrapeso a la destrucción, ofrece creación; contra la miseria, belleza; contra la guerra, arte. Sería algo así como destacar, no tanto el resultado o producto final, sino el proceso de cambio y transformación en el que está inmersa activamente la propia comunidad —no como mera receptora pasiva—, lo que le da aún mucho más valor.

Se suele decir que la cultura no es tan prioritaria en una sociedad en estado de shock, ya sea porque ha pasado un período de guerra, crisis, violencia, represión, dictadura o incluso después de una catástrofe natural; que lo primero es el hambre, la estabilidad económica, la sanidad…, pero Nathaly nos muestra a través de auténticos héroes como el maestro Abreu en Venezuela, Ron Davis en Suecia, Ahmad Sarmast en Afganistan, Jorge Peña en Chile o Juan Guillermo Ocampo en Colombia, que la música puede ser motor de cambio para una comunidad.

Si algo tienen en común todos ellos es que están locos porque si en Medellín en el 97 o el 98 nos dicen que frente al hambre, la muerte y la destrucción la solución es la música, es absurdo. No tiene lógica, pero a partir de las escuelas de música se crearon escuelas de teatro y danza, bibliotecas, sistemas de transportes en los barrios… la revolución en Medellín fue increíble.

Nathaly Ossa en Los lunes, al Círculo

Nathaly Ossa vivió en sus propias carnes la salvaje violencia narcoterrorista del cartel de Medellín y por eso destaca la importancia de la creación de la Red de Escuelas de Música de la ciudad en 1996 promovida por Juan Guillermo Ocampo. Un programa que más allá de la educación musical buscaba una formación personal de la juventud y que acabó por ser uno de los proyectos públicos bandera del municipio.

Fue muy duro para nosotros ver que por series y películas parecía como que lo que pasó fue algo bueno, cuando fue destructivo y horroroso. El cartel aquel de ¡Oh, blanca Navidad! en Sol, que tanta gracia hizo a algunas personas, para nosotros fue algo muy doloroso porque la lucha ha sido enorme. Más allá del emprendimiento y la innovación, el símbolo de Medellín son las políticas públicas que se han constituido en planes de desarrollo mantenidos en el tiempo y que han puesto por delante de todo la educación y la cultura, y sobre todo la música

Nathaly Ossa en Los lunes, al Círculo

Aún recuerdo aquel cartel y cómo se hablaba en torno a la apología de las drogas y a la libertad de expresión o a los límites del humor —discusiones eurocentristas—, pero es cierto que apenas se comentó el hecho de que esto fue algo muy traumático para un país como Colombia. Quizás nos falta demasiada empatía y cultura para reconocer estas cosas. Pero los datos igual sí que nos pueden dar una perspectiva del guantazo histórico que nos merecemos. Entre 1989 y 1993, en pleno auge del Cartel de Medellín, murieron alrededor de 5.500 personas en más de 620 atentados; entre ellos había población civil, con más de 400 muertos y más de 1.700 heridos. Estamos hablando de que en esos cuatro años, las víctimas durante el terror de Pablo Escobar multiplican por siete a los asesinados por ETA en los 35 años que van desde la muerte de Franco en 1975 hasta el último asesinato en 2010. ¿Alguien se puede imaginar la que se montaría si una publicidad de una serie sobre ETA hiciera alguna alusión jocosa del estilo de la de Narcos?

Volviendo a la intervención de Nathaly, hizo mención al narcoturismo surgido a partir de la serie, que llevaban a muchos a seguir los pasos de los narcos y a fotografiarse frente al edificio Mónaco, que simbolizaba el poder de Pablo Escobar. Indignada, recurrió al sarcasmo para explicar que «esto fue lo que el pueblo en votación pública decidió hacer con respecto a este edificio…»

Se implosionó. Sí. Vengan a tomarse al foto con los tres árboles que quedaron aquí. Después, hubo un concierto de la Filarmónica de Medellín, todos con máscaras contra el polvo. El 80% eran niños en el 96 cuando empezó la Red de Escuelas de Música de Medellín. Es una ciudad que dice no a esto y sí al arte, la cultura, la música, la educación.

Nathaly Ossa en Los lunes, al Círculo

Muchos años después, la ciudad de Medellín votó y se puso de acuerdo para borrar el mayor símbolo del terror narco que aún quedaba en pie. Y de nuevo surgen paralelismos, aunque evidentemente habría que establecer muchas diferencias, pero a mí me vienen a la cabeza algunos monumentos sobre los que aún hoy se duda que destino darles, como la Cruz del Valle de los Caídos. Algunos quieren dejarlo como está, otros derribarlo y otros darle un sentido, como cuando Winfried Nerdinger decía en la revista Minerva que «los monumentos que son representativos de la historia deben conservarse como lugar para producir diálogo. Resulta perturbador, pero se puede aprender de ellos.»

La conferencia está plagada de héroes anónimos a los que hemos mencionado anteriormente. José Antonio Abreu crea en 1975 el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela —conocido popularmente como El Sistema—, que ofrece educación musical pública y gratuita y que se ha mantenido incluso en la Venezuela de hoy, inmersa en una crisis ideológica, económica y política. «Abreu hizo que la música se expandiera y que pasara a ser de mayorías para mayorías», explicó Nathaly, quien recordó los sueños ilimitados de los niños que generó Abreu, quien solía decir: «A través de la lucha llegan los sueños posibles, y gracias a ellos se forman repertorios, orquestas y giras imposibles».

Ron Davis Álvarez es uno de los chicos que surgieron de El Sistema para convertirse en grandes músicos comprometidos. Después de conformar la primera orquesta en Groenlandia de niños inuits en 2011, emigra definitivamente por la crisis y en 2016, en Gotemburgo, funda la Dream Orchestra conformada por niños y jóvenes, entre 8 y 19 años, refugiados de la guerra y la violencia de Siria, Afganistán, Irak, Irán, Palestina, Kurdistán, Albania, Eritrea, Angola y Somalia, con el objetivo de integrarlos a la sociedad sueca. Son más de 60 integrantes que nunca antes habían tocado un instrumento. «Los refugiados -puntualiza Nathaly- suelen ser vistos como gente rara, de otra cultura, extraños… si los ves tocando en una orquesta todo cambia.» La música como lenguaje universal.

Ya le gustaría a Superman haber salvado tantas vidas como a Ahmad Sarmast y en un clima en el que no te enfrentas a un villano, sino a las tradiciones y las costumbres más horribles incrustadas en sociedades enteras. El fundador del Instituto Nacional de Música de Afganistán en 2010, había emigrado con la llegada de los talibanes al poder. Cuando su poder cayó, regresó a un país devastado para volcar sus esfuerzos en los niños de la calle y las niñas en general y revitalizar la música que había estado prohibida. «La música transforma dramáticamente la vida de los niños» dice, y con esa premisa ha trabajado siempre. Incluso después de que atentaran contra él, en un ataque en el que murieron dos personas y en el que perdió parte de la audición en sus dos oídos y que le dejó secuelas psicológicas. Fue operado en Australia, donde le salvaron la vida y después de aquello, ¿qué hizo? Regresar a Afganistán y formar a las primeras mujeres directoras de una orquesta conformada a su vez solo por mujeres, la Orquesta de Zohra. «Hoy son un símbolo de lo que Afganistán ya no quiere perder», asegura Nathaly. La resistencia y la perseverancia acabaron con una pequeña transformación.

Por último, antes de mencionar a Vivaldi, como uno de los primeros músicos en volcarse con los más desfavorecidos, recordó a Jorge Peña que, inspirándose en los proyectos de la educación pública de EEUU funda en 1964 la Orquesta Infantil de La Serena en Chile. Con la llegada de la dictadura de Pinochet, Peña fue torturado y fusilado en 1973. Había sido apresado bajo la burda acusación de introducir armamento en estuches de instrumentos para niños. La actual Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, conocida como la FOJI, creada en 2001, se inspiró en su trabajo. De nuevo la belleza triunfa sobre la barbarie.

Este viaje nos muestra que la música nos da una capacidad de lucha, que es un elogio a la dificultad, que nos da la capacidad de soñar y de saber que no hay nada imposible; es una excusa de resistencia ante la opresión y el fundamentalismo, es revolución porque una orquesta es un acto político y al mismo tiempo es transformación por el derecho infinito que tenemos las personas, los países, para reinventarnos para volver a comenzar una y otra vez.

Nathaly Ossa en Los lunes, al Círculo

Próximas citas de Los lunes, al Círculo.

Ángel Gabilondo, la palabra y el decir poético en María Zambrano

Si bien hace algunas semanas pudimos escuchar en los #LunesAlCírculo a Nuria Sánchez Madrid hablar sobre lo político en Zambrano, ahora nos tocaba conocer más sobre lo poético. Algo de lo que se encargó el maestro de filosofía y político Ángel Gabilondo, que pronunció Conciertos y desconciertos del decir poético en relación a la exposición María Zambrano y el método de los claros: Cuaderno de notas para un ensayo en imágenes. Ya son unas cuantas conferencias a las que asistimos dentro de Los lunes, al Círculo y, sin lugar a dudas, esta fue, para el que suscribe, una de las mejores que hemos vivido, no solo por la profundidad de la misma, por su contenido, sino por la intensidad formal, un monólogo que no perdió pasión en un solo momento, con múltiples citas de Ullán, Rilke, Margarit, Valéry o Valente, entre otros muchos, y que, de alguna manera, se convirtió en un bello y rítmico poema en sí mismo, en una reivindicación de la poesía y sus fuentes, del pensamiento y, sobre todo, de la palabra, que durante una hora y pico nos abrazó sentidamente a María Zambrano. Si Gabilondo señaló al Círculo como «templo de la palabra», bien podríamos decir que él es un gran maestre de la misma.

Valerio Rocco Lozano, director del CBA, y Ángel Gabilondo.

«Os puedo asegurar –comentaba Valerio Rocco, director del Círculo, al final de la conferencia– que esta peana temblaba mientras hablaba Ángel porque la energía que imprime en su discurso le mueve desde la cabeza hasta los pies. Y esto era una vibración de auténtico pensamiento, pero en un sentido que habría que analizar musicalmente… movía las piernas como un bailarín». Es alucinante que un profesor con tantos años de experiencia, con mil y una conferencias a sus espaldas, con otras muchas intervenciones en la Asamblea de Madrid, en debates televisados, etc., asegure que mueve las piernas, como si de un batería dándole al bombo se tratara, «por los nervios de hablar en público». Creo que más allá de lo nervioso que pueda ser, es por el profundo respecto que este maestro tiene a las palabras que pronuncia, a la devoción hacia el sentido pleno con que quiere dotar a las mismas, algo de lo que versó la conferencia y que guarda cierta relación con una charla que el filósofo Emilio Lledó mantenía hace algunos meses con los alumnos de la Escuela SUR y en la que defendía con fervor el diálogo.

Tenemos lenguaje, lógos, porque necesitamos comunicarnos. Esa es la esencia, eso crea sociedad, crea pólis. El lógos tiene que ser siempre dia-lógos, o sea un lógos que circula, que transita, que vive, que late, que expresa sentimientos, no solo racionalidades, que no solo señala el mundo, sino también la interioridad de lo que somos. Por eso es tan importante la educación, porque nos enseña a pensar las palabras.

Gabilondo profundizaba en esta idea rescatando unas palabras de la propia Zambrano: «Si me dí a hablar es porque me encontré en ello, tenía que hacerlo… es como si ni siquiera lo hubiera decidido como si hablar ocurriera más allá de toda intención». El habla como algo intrínseco al ser humano.

En este sentido es curioso observar que con todas las tecnologías que tenemos al alcance, con todas las redes sociales, las webs y los foros de que disponemos, la inmensa mayoría de las personas compartimos compulsivamente ideas, noticias, pensamientos, artículos… de otros. Ponemos palabras de otros en nuestra boca, palabras que no hemos llegado a rumiar, a pensar, ¿nos están anquilosando el pensamiento? «En este mundo nuestro de palabras estereotipadas… Pensar el lenguaje es un deber de todos», decía Emilio Lledó.

La retórica en los discursos políticos, no exclusivamente de personas que ejercen la política, ha secuestrado la palabra; quizás sea el momento de reivindicar la poesía como refugio. Gabilondo rescató unas palabras de José Miguel Ullán, sobre María Zambrano, que de alguna manera nos animan a pensar en ese lenguaje:

«Zambrano hablaba para ver, para ver por qué hasta reconocerse mediadora al sacar a la luz y entregarnos ese sonido que solo en sueños se deja oír… Hablaba porque iba tras ello, porque lo necesitaba… No hablaba desde la comodidad sino de la necesidad.»

Se suele decir que hablar es una cualidad que nos diferencia de los animales, pero lo cierto es que la manera en que se habla en público, en el hemiciclo, en la calle, en las tertulias de televisión, en muchas ocasiones no nos distingue de otros animales precisamente.

Gabilondo afirmó que «vivimos y habitamos el mundo de un modo impoético… de espaldas al lenguaje, que utilizamos como si fuera un instrumento, una herramienta…». No es lo mismo hablar, decir, que proferir palabras. ¿Cuántas veces oímos parlotear sin el más mínimo latido del corazón?

«Considero extremadamente peligrosos los seres que coinciden consigo mismos». Poco a poco, Gabilondo nos introduce en el sentir poético de Zambrano que comparte raíces con su filosofía y que nos lleva a un ser incompleto que enamora. «Contra el vértigo, la claridad y la precisión. Para ser poeta no vale la vaguedad del ensueño… Bien lo dice Valéry, la poesía necesita luz… identificar la confusión con la profundidad es tanto como reducir la confusión a unidad. […] La luz solo brota en plenitud en la plena oscuridad, nunca huye de ella». Luz y oscuridad.

«Sin lenguaje no morimos ni vivimos, sin lenguaje, no somos. La muerte de verdad es la muerte de aquel a quien se ama; su muerte nos va matando; y también se fallece en la soledad por la imposibilidad de comunicación, entonces se muere juzgado por otros. La comunicación remite a algo común… solos en común.» La soledad y la comunidad.

Y así Gabilondo nos llevó en un precioso viaje a través de las claves de la poesía de Zambrano. Nos habló de que vivir es convivir y que la vida se compone de situaciones, no de hechos.

«Esperar, aprender a esperar, decir y hacer en este esperar. Quien no sabe esperar, no sabe decir. Esperar es salir al encuentro. Vivimos la ansiedad de no saber esperar, tenemos prisa, miedo…»

Y es que es cierto que las cosas que nos llenan en la vida, al menos al que suscribe, están fuera de ese corsé diario que nos ahoga; vivimos con unas necesidades creadas que se imponen, con un «tengo que…», que no nos deja volar en plena libertad. Sobre este esperar ahondó Gabilondo: «El ritmo del decir es el ritmo del esperar, que es apertura a las condiciones de oportunidad.» Y siguió introduciendo elementos esenciales en Zambrano, como el canto: «hace tiempo que no cantamos juntos… así se queda mudo el corazón.» Pienso en toda esa ficción que nos aleja de los problemas cotidianos de tu comunidad, de tu barrio. Andamos perdidos en mundos de series de televisión, parapetados tras el miedo, nos indignamos, pero no miramos a la calle, donde puedes encontrar otras personas con tus mismas motivaciones, con las mismas ganas de imaginar nuevos escenarios, donde sentirte arropado, donde cantar juntos. Sin tanta poesía lo explica muy bien Isaac Rosa en la revista Minerva: «La única manera de quitarnos esos miedos, o al menos de evitar que nos dominen, es construyendo otras formas de protección y seguridad: en comunidad».

Y así llegamos al sonido, al silencio y al sentido. «Solo cuando coinciden sonido y sentido hay poesía.» ¿Y por qué me acuerdo del Nobel de Literatura a Bob Dylan, aunque tampoco tengo claro que tenga que ver? (esto no lo dice Gabilondo, lo dice el que suscribe).

El profesor siguió con otro interrogante:

«¿Puede ser poético respirar, andar, dormir…? Sí, lo que suele ser es infrecuente porque lo poblamos de otros significados. Convertimos el andar en un sucedáneo del atletismo y olvidamos que en el dormir está el soñar.»

En este apartado, Gabilondo, reivindica el sentir originario de las palabras y, como mencionaba Gilles Deleuze, «espacios donde respirar, esperar, desear…».

Esto me lleva a la frase: «Mi cuerpo es un texto», que decía Marta Sanz en una charla reciente de la #CátedraACCIONA refiriéndose a que es el punto de partida, con todas sus experiencias vitales, sus satisfacciones e insatisfacciones, sus arrugas, sus achaques… a la hora de escribir; «mis textos son también cuerpos». En esos espacios, donde se mueven esos cuerpos que dicen veo relación en otro análisis de la misma Marta Sanz en una maravillosa charla del Festival Eñe, junto a Valerio Rocco, Luis Jorge Boone y Jacobo Armero, en la que decía: «…hay que fijarse en todos los pequeños episodios de poesía encontrada que surgen a lo largo del paseo por tu propio territorio y cómo esa manera activa, sensible y atenta de pasear son una forma de no caer en la alienación a la que estamos sometidos en nuestras vidas cotidianas… también es interesante en esos paseos por la ciudad, parar y mirar, algo que te coloca en una situación hiperestésica».

Todo esto me retrotrae en la conferencia a ese esperar del que hablaba Gabilondo, en el que también nace la palabra, sobre la que regresó de nuevo. «Decía Jacques Derrida “como alguien enamorado de las palabras las trato siempre como cuerpos que contienen su propia perversidad”. Yo amo las palabras cuando empiezan a enloquecer. Alguna vez dije que hago el amor con las palabras y me lo pusieron en un titular de periódico. A veces no se duerme o no se vive por una palabra que nos falta, a veces tenemos dolores de palabra… las palabras hacen, sangran…».

Y siguió con una reivindicación más política en torno a esto mismo:

«Precisamos otro modo de decir, un decir no obsesionado en decirlo todo, en comentarlo todo, en describirlo todo, en hacer declaraciones sobre todo… Estamos en una época en la que hemos perdido la palabra. En rigor, difícilmente podemos sentir y vivir. Precisamos reactivar nuestro decir, como tarea personal y política, no solo ya escribir sino que necesitamos la acción de leer, otro modo de escuchar, recrear lo dicho, dejar decir… así la lectura será poética… Escribir como leer, escribir escuchando. No es fácil sintonizar, encontrarse, ni siquiera con uno mismo… Me falta la palabra. Tanto que en ocasiones me consuela considerar que no sea yo quien le falte a ella, o mejor dicho, que sea yo quien le sobre; sin ella siento no tener ni cuerpo, ni boca, ni voz…».

Finalmente, nos sumergió en el decir poético «que hace que algo sea algo que no es todavía» y en la importancia que tiene en este el ritmo. Momento en el que aprovechó para dedicarnos un homenaje con una anécdota referida a José Ángel Valente tras una lectura poética de éste en el Círculo allá por 1999, poco antes de morir, que quedó recogida en el libro Palabra y materia de la colección La voz del poeta (CBA) [en el enlace encontrarás el audio al que se refiere Gabilondo en la conferencia en el que casi pierde la vida por mantener el ritmo]. José Ángel Valente le contó entonces a Gabilondo que María Zambrano devolvió una máquina de escribir eléctrica porque «en esta máquina no escucho el ritmo (tic, toc, tac) que necesito para escribir».

No te preocupes, estimado lector, podría parecer que he destripado la conferencia, pero no es así. Esta está repleta de mucha más PALABRA, más citas maravillosas, de esas que te dejan el corazón en un puño y el pensamiento en combustión. Sí acabo con ese abrazo poético eterno que Gabilondo hilvanó entre María Zambrano y Joan Margarit, Premio Cervantes 2019 –quien abrirá por cierto la XXIV Lectura Continuada del Quijote en 2020–. Es bonito, parece que los poetas se contestan o se van complementando entre sí en un diálogo imposible. Comenzó este (no)diálogo Margarit con su llamamiento a la poesía como última casa de misericordia.

Y (no) contestó María Zambrano en un texto de febrero del ’39: «Estoy demasiado rendida para escribir… solo podría hacer poesía, pues la poesía es todo y en ella no tiene una que escindirse, el pensar escinde a la persona, pero el poeta es solo uno…» Completando con un extracto de Delirio de un incrédulo (1950) donde señalaba: «…el decir poético no es una debilidad, es una fragilidad y hay que ser muy fuerte para soportar la propia fragilidad en la que anida el instante de concebir, entregarse a este decir poético transforma toda nuestra existencia y le da una luminosidad que solo en nuestra propia oscuridad deslumbrará.». Para sentenciar: «…soltar esa imagen de querer ser yo… ¡¿quién nos soporta a nosotros siendo como somos?!».

Y llegó, finalmente, la (no) respuesta de Margarit, que rescató Gabilondo para cerrar su discurso como «un canto que hacemos en común» y un estupendo final poético también para este post (aunque hubo mucho más después, algo que puedes ver en el vídeo abajo):

NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

 

Nuria Sánchez Madrid, una aeda de nuestro tiempo

Valerio Rocco Lozano, nuevo director del Círculo de Bellas Artes, presentó en Los Lunes, Al Círculo a la filósofa Nuria Sánchez Madrid, a la que definió «por su filosofía cuidada y poética», como una de las aedas –poeta y cantor épico de la antigua Grecia– de nuestro tiempo. Licenciada en Filosofía, Filología Clásica y doctora en Filosofía y Ciencias de la Religión, pronunció la conferencia Tragedia, historia sacrificial y democracia. Lo político en Zambrano en torno a la exposición María Zambrano y el método de los claros.

Valerio Rocco Lozano presenta a Nuria Sánchez Madrid en los #LunesAlCírculo

Pese a no ser una experta en Zambrano, según ella misma, Valerio destacó que Nuria Sánchez Madrid sabe de casi todo lo concerniente a la filosofía «desmintiendo el tópico sobre los especialistas que los alemanes denominan como “fachk idioten” o “idiotas expertos” de sus cosas, ya que ella es una gran especialista en muchas cosas», puntualizó Valerio.

A lo largo de una hora y media Sánchez Madrid desgranó el pensamiento político de Zambrano en el contexto republicano de su época, así como la forma en que hoy se percibe su propuesta política.

El propósito del título de la conferencia parte de Horizonte del liberalismo en los treinta y Persona y democracia de los años cincuenta. «Era importante presentar el pensamiento de Zambrano con perspectiva porque hay organicidad en sus propuestas acerca de la vida colectiva, de los motores que constituyen comunidad, de las dinámicas sociales que analiza…».

Las mujeres y los jóvenes.

«La filosofía no ha sabido hacer justicia a la contribución que las mujeres han realizado a su servicio exigiendo la filosofía, incluso como práctica intelectual, olvidar con frecuencia el género para sepultar el cuerpo y con él, el deseo» aseguró Sánchez Madrid quien incidió en la dificultad de que Zambrano fuera reconocida en su momento frente a figuras de la época, como Ortega y Gasset. Por entonces, a finales de los 20, Zambrano ya reclamaba para los jóvenes su «gesto y palabra» y destacó además la incomodidad que los cambios en las formas de vida de las mujeres provocaron en los varones de la época quienes anhelaban el orden antiguo.

Las divergencias con Ortega y Gasset

«Frente al topos de la heroicidad y del espíritu cinegético –arguye la filósofa– representativo de un espíritu recio y casi dórico de posicionamiento mundanal, catapultado por Ortega como motor morfológico de nuevas y saludables realidades históricas, Zambrano entiende la nueva política como un ejercicio vagamente inspirado por Nietschze de recomposición de uno mismo a partir de la presencia del otro en el que no descarta que comparezcan figuras fantasmáticas, que producen sociedad y realidad histórica.»

Continuó con la diferencia entre Ortega y Zambrano. En Ortega es perceptible, asegura la autora, la voluntad de forma «que expulsa lo inservible en pos de un noble progreso», mientras que en la pensadora nacida en Vélez-Málaga, todo se agrupa en torno a un lema que ella misma calificó como «el martirio del conocimiento» que lo enfoca en política como el arte de lo posible poético: «reintegración, reconciliación, abrazo, que encierra en unidad al ser humano con el ensueño de donde saliera, borrando las distancias.» (Filosofía y poesía, María Zambrano).

«No puede haber política movilizadora si esta se muestra incapaz de volver atrás, –cita Nuria a Zambrano– de despertar a los muertos, no para abrir trincheras insalvables, sino para invitarlos a participar con sus reclamaciones no atendidas del tejido de lo común.»

Pragmatismo en la convivencia social

Encuentra Nuria huellas de Unamuno en Zambrano y su apuesta por la vía más difícil y larga, «pero sabia en la economía de las pasiones» llevándola hacia el pragmatismo en la convivencia social. Ahí encuentra Sánchez Madrid las vetas de la Tercera España que culminó con la Guerra Civil. Nuria se refiere a «la anomalía española en la resistencia a comprender al otro, a pensar en el lugar del otro» y rescata la figura de Melchor Gutiérrez, el “Ángel Rojo”, director de prisiones en la Madrid republicana de la guerra, quien se enfrentó al mando comunista frenando ejecuciones en Paracuellos, denunciando las checas o cárceles ilegales y salvando a miles de personas por el respeto a la ley y a la vida humana.

Esas historias no parecen importar a ninguna institución, aseguró Nuria Sánchez Madrid, quien añadió que no todo en la historia es tragedia.

La falta de comunicación entre pueblo y políticos y el fascismo

A partir de aquí, la filósofa madrileña entró en detalle en el pensamiento político de Zambrano a través de los textos antes mencionados, siempre poniendo el foco en ese carácter político humano centrado en la construcción antes que en la destrucción y en esa necesidad de interlocución rota según ella, entre las masas y los políticos. Zambrano, como Arendt, quieren llegar a la raíz de esa desafección política de las masas. Y cómo no, también habló del fascismo, algo que nos trae de nuevo a nuestro presente actual. Terminamos con la cita que al respecto recoge de Zambrano, la conferenciante:

«Así como el fascismo en el terreno económico se origina en gran parte en el flotar sin tener a qué agarrarse del “sin trabajo”, en el terreno intelectual viene también de una falta de auténtico quehacer, de una cesantía de la vocación, la inteligencia flota en el vacío, pero el hombre no puede estar sin hacer nada, no puede permanecer sin esforzarse en algo, si quiera en hacer lo que hace. Ante la nihilidad que le rodea, ante la nada en que flota, la inteligencia sin vocación se retuerce sobre sí y se traiciona. La inteligencia está amarrada a residuos de creencias descompuestas del pasado, a limitaciones impuestas por la falta de valor para romper nudos sociales, y lo que es más decisivo, la falta de una intuición modelo, la falta de presencia de una realidad que presione. Pero esta ausencia de intuición, esta falta de sentir la realidad llega a transformarse en el fascismo en un evadir la intuición y la realidad, en una huida sistemática y encubierta de la realidad, pero como la realidad está ahí, sigue existiendo, hay que aplastarla y aniquilarla. Todo fascismo acaba en matar, en querer matar aquello que no quiere reconocer.»

Terminamos por el principio. Ya que Valerio, cuando definió a Nuria como una aeda de nuestro tiempo, leyó el siguiente párrafo de Zambrano extraído del texto La inminente vuelta de los aedas del libro «Algunos lugares de la poesía», que dice así:

«Tendrían que volver los aedas, quizá estén volviendo ya, de los lugares de esta Europa donde los abismos, las negruras, no han sido ocultadas sistemáticamente bajo puentes de confianza, de la ambigua confianza que puede ser falacia, que tapa la visión de suplicio, que espera del otro lado del puente. Tal vez los aedas, que están ya volviendo, están tejiendo un puente de verdad, es decir, que sostenga sobre el abismo dejándolo ver».

Quizás el lugar de esos aedas que construyan y no destruyan deberían reivindicarlo los y las intelectuales de nuestro tiempo, como Nuria Sánchez Madrid, pero por qué no, también instituciones culturales como el Círculo de Bellas Artes. Sin duda, María Zambrano es una inspiración en estos tiempos convulsos en Europa.

¿Es o no actual el pensamiento político de Zambrano? Si quieres ver la conferencia entera, puedes hacerlo en el canal de youtube del CBA o aquí mismo. Por cierto, la conferencia completa, en texto y editada la podrás ver publicada en uno de los próximos números que estamos preparando de la revista Minerva.

La próxima conferencia de Los lunes, al Círculo en torno a la exposición de María Zambrano será el lunes 18N a las 19:30h y viene de la mano del político y filósofo Ángel Gabilondo, quien nos hablará desde una faceta más poética.

Carlos Saura: «Hacer fotografía es un acto peligrosísimo porque guardas el pasado»

Carlos Saura Fotógrafo es el título breve y conciso de la exposición sobre la retrospectiva del director aragonés comisariada por su amigo Chema Conesa, que se puede ver en la Sala Picasso del Círculo del 1 de octubre al 12 de enero de 2020.

«La intención principal es mostrar de principio a fin la mirada de reportero que tiene Carlos Saura», afirma Chema Conesa. Con esa finalidad, la muestra se compone de 118 fotografías seleccionadas por el comisario ya que, como confiesa Saura, «yo no habría tenido el valor de bucear en mi pasado porque no me interesa, ni me reconozco».

Fotosaurio: «Mi hija Ana y su madre»

Además, encontramos material de su archivo personal como polaroids, piezas audiovisuales, fotografías pintadas a las que él mismo bautizó como fotosaurios, publicaciones fotográficas, diarios de rodajes ilustrados y algunas cámaras de fotos de las que ha ido haciendo acopio desde aquella primera cámara Leica M3, que usó en sus inicios a principios de los años cincuenta, hasta las cientos de ellas que comenzó a coleccionar en Argentina tras el rodaje de El Sur.

Aunque su vocación frustrada fue la de músico, algo a lo que se negó en rotundo su madre pianista, Carlos Saura descubrió la fotografía muy pronto, de niño, de manera inocente.

«Mi primera fotografía fue por amor a una niña con 7 u 8 años. Le robé la cámara a mi padre, le hice la fotografía y se la envié con un dibujo de un corazón atravesado por una flecha y la frase “Te amo”»

Ese no había sido su primer contacto con las imágenes. Su padre guardaba álbumes de papel en los que pegaba distintas fotos y recortes por todas partes. «Las mirábamos constantemente y quizás de ahí venga mi obsesión y la de mi hermano Antonio por estar rodeados de imágenes». Carlos Saura llega a la fotografía por estos álbumes y posteriormente, la fotografía le llevó al cine, donde ha desarrollado después su carrera profesional.

La fotografía es para Saura «un instrumento mágico, uno de los mayores descubrimientos de la humanidad», y la compara a un espejo en el que puedes dejar la imagen quieta y captarla, «un milagro que nos da contexto» y que de alguna forma nos enfrenta al pasado. Algo que no siempre es fácil. «Cada uno de nosotros pasa más o menos rápido por distintas etapas de su vida y vamos dejando un poso. La fotografía es la que muestra ese poso del que de otra manera yo no me acordaría y me doy cuenta de que era otra persona, que era diferente, que pertenecía a otro momento, que mi familia era esta…». Para explicarlo se remitió a los heterónimos de Pessoa y escarbando un poco en el Libro del desasosiego que el escritor luso firmó con su heterónimo Bernardo Soares, encontramos lo que creo que puede refrendar las palabras de Saura, pero con el lenguaje poético de aquel: «Me acuerdo de repente de cuando era niño y veía, como hoy no puedo ver, rayar la mañana sobre la ciudad. Entonces la mañana no rayaba para mí, sino para la vida, porque entonces yo, sin ser consciente de ello, era la vida. Veía la mañana y sentía alegría; hoy veo la mañana, y siento alegría, y me quedo triste. El niño sigue aquí, pero enmudeció. Veo como veía, pero por detrás de los ojos me veo viendo; y ya sólo con esto se me oscurece el sol y el verde de los árboles me resulta viejo y las flores se marchitan antes de aparecer.»

El tiempo nos cambia física y emocionalmente, nos hace mudar de ideas, nos hace ver de otro modo y Saura a sus 87 años en el momento de presentar esta exposición lo sabe muy bien; y más cuando se enfrenta a sus propias fotografías. «Apretar el obturador de una cámara supone un acto peligrosísimo porque lo que se guarda tanto en los móviles, como en las tabletas, es el pasado y eso es tremendo».

A Carlos Saura no le interesa el pasado, «no me interesa porque estoy demasiado preocupado por el presente y el futuro». No en vano, este «hombre del Renacimiento» –como lo describe Chema Conesa por su curiosidad y labor polifacética incesante–, está actualmente inmerso en el montaje de su película El rey de todo el mundo, de la que se han incluido en esta muestra algunas páginas del guion ilustrado por el director aragonés. Y es que el dibujo, es otra de sus grandes pasiones. «El dibujo es maravilloso. Creo que en la vida no solo hay que usar la cabeza para pensar, también es necesario usar las manos».

En la parte superior, el guion ilustrado de Carlos Saura de la película que está montando actualmente: “El rey de todo el mundo”.

Para terminar, mencionar que el Círculo de Bellas Artes prepara un ciclo de cine dedicado al director y fotógrafo en el que se podrán ver: Los golfos (1960), Ana y los lobos (1973), Cría cuervos (1976), Bodas de sangre (1981), ¡Ay, Carmela! (1990) y Tango (1998). Y también, incluímos varias citas relacionadas con la muestra en forma de visitas guiadas y coloquios, en la nueva programación de Los Lunes, Al Círculo, en el que podremos ver en persona tanto a Carlos Saura como a Chema Conesa, entre otros.

Exposición Carlos Saura Fotógrafo. Sala Picasso del CBA.
Martes a domingos de 11h a 14h y de 17h a 21h hasta el 12 de enero.

Ángel Gutiérrez y Andréi Tarkovski: una conexión entre dos almas

«Se hace raro hablar de un amigo que podría estar sentado hoy aquí hablando como lo estoy haciendo yo, pero con más arrugas, eso sí», así se pronunció el dramaturgo experto en Chéjov, Ángel Gutiérrez, tras una pausa recordando a su amigo Andréi Tarkovski, del que fue coetáneo y del que quiso compartir en los #LunesAlCírculo su perfil más personal ya que «aunque le admiraba como cineasta, lo hacía mucho más como persona».

A lo largo de una conferencia entrañable, que moderó José Manuel Mouriño, comisario de la exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño, (hasta el 27 de enero de 2019 en el CBA), conocimos algunas de las facetas del carácter del cineasta ruso, jalonada por anécdotas del rodaje de El espejo y otras sobre su amistad y del propio Ángel, cuya vida da para varios documentales.

Ángel nació en Cuba, donde su padre minero, que había ido a buscar fortuna, conoció a su madre. Sin embargo, regresaron a Asturias al pueblo de Pintueles: «Era una vida muy pobre, pero yo era feliz siendo un pastorcillo en el monte». Poco después, se convertiría en uno de los niños de la guerra civil española. A los seis años recuerda que cuando subió al barco desde el puerto de Gijón a la Unión Soviética, tenía fiebre. Partió junto a su hermana mayor escapando del terror de las bombas y en la misma pasarela de acceso al buque vivió uno de los momentos más traumáticos de su vida cuando a su hermana pequeña de cuatro años no la dejaron subir a bordo y quedó en tierra. «Nunca la volví a ver. Lloré desconsoladamente por primera y última vez». Ese trauma de la infancia quedaría reflejado en uno de los episodios del guión que escribió con ánimo de hacer una película que nunca se rodó: A la mar fui por naranjas, pero que el destino quiso que le uniera a Tarkovski y a la exposición que ahora termina en el CBA.

Andréi: ¿Cuál es tu pintor favorito?
Ángel: Goya, El Greco, Velázquez…
Andréi: ¡Y Piero della Francesca!
Ángel: Bueno, también…

Apuntes de Andréi Tarkovski del rodaje de la escena de los españoles en la película de “El espejo”. En ella participaron unos cuantos amigos del cineasta, como Dionisio García y Ángel Gutiérrez.

Estas fueron las primeras palabras que cruzaron Ángel y Andréi. A comienzos de los 60 Tarkovski citó en el café Ararat de Moscú a Ángel, que ya tenía una excelsa trayectoria teatral, a través de un amigo común, el actor Artur Makarov. A partir de aquí surgió la amistad. «Fueron unos años maravillosos. Nos reuníamos los citados y otros como Dionisio García Zapico o poetas y otros amigos, una o dos veces a la semana. Stalin había fallecido anteriormente y estábamos convencidos de tener la potencia de hacer un mundo más feliz a través de la cultura. Había un espíritu de renovación increíble. Leíamos fragmentos de Cervantes, otros de Dostoievski y otros maestros rusos escribiendo sobre El Quijote… Dionisio y yo llevábamos una guitarra y cantábamos alrededor de una botella de vodka. Andréi era como un niño, se emocionaba y se volvía como loco: aplaudía, cantaba, bailaba, nos abrazaba y besaba…».

Esa amistad dejaría su huella en El espejo. «Andréi leyó mi guión y me pidió que le prestara ese capítulo de mi niñez para su película. No lo dudé. Para mí era un honor. Pero además, me preguntó si conocía actores españoles en Rusia que pudieran rodar esa escena». Y así es como esta escena acabó con un rodaje en el que no había argumento y en el que Tarkovski «simplemente nos explicó que cada uno hiciera lo que quisiese, pero que éramos un grupo de amigos en mi casa, que esperaban la llegada de Margarita Terekhova».

Ángel Gutiérrez y Margarita Terekhova en un momento del rodaje del episodio de “los españoles” en “El espejo”. (Vladimir Murashko, 1974).

A lo largo de la conferencia, Ángel recordó la forma en que el cineasta encajó las distintas escenas que a modo de episodios jalonan El espejo; cómo cada una estaba representada en unos papeles que ordenaba y desordenaba día sí, día también durante el montaje. Finalmente «dio con la escena del tartamudo que va primera en la película y ya fluyó toda la película». Una escena que termina con lo que bien podría ser una metáfora de esa potencia creativa en la que esa inteliguentsia rusa —a la que se refería Rafael Llano— creía: «Yo puedo hablar». Hoy, suponemos que a Tarkovski no le habría importado que, siguiendo con esas metáforas, hayamos cogido esa misma escena para el final de nuestra película sobre El Gran Río añadiendo justo después una cita de Paul Celan que reza: «Habla tú también».

Volviendo a la charla, encontramos otros puntos interesantes que puedes ver en la misma, como las vicisitudes de Andréi cuando le hostigaron las autoridades soviéticas hasta su marcha; o cómo pretendieron reterner al propio Ángel prometiéndole hacer su película cuando éste ya tenía permiso concedido para regresar a España… Su película nunca se hizo, entre otras cosas porque la canción a la que alude el título del guión A la mar fui por naranjas, es un canto que no gustaba a las autoridades soviéticas, ni a la misma Pasionaria. La letra decía: A la mar fui por naranjas / cosa que la mar no tiene. / ¡Ay! mi dulce amor, / este mar que ves tan bello, es un traidor. «Ellos pensaban que me refería a la URSS de alguna manera, era inútil explicar que se trataba de una canción asturiana que tarareaba por los montes cuando fui pastor», cuenta Ángel.

El cierre de la conferencia, terminó con una anécdota tarkovskiana. Ángel rodó un documental en cuyo rodaje fue a la tumba de Tarkovski en París. Estaba despejado, era un día plácido y cuando se acercó a la tumba se levantó un vendaval: «fue una conexión entre dos almas».

Conferencias sobre Tarkovski.

Esta ha sido la tercera conferencia de los Lunes, Al Círculo en relación a Tarkovski y la más personal e íntima. Las otras fueron:

Frotando espigas con los ojos: mística y poesía desde la obra de A. Tarkovski del profesor Carlos Ruta.

Ni la política ni los grandes inquisidores, solo la cultura buscada personalmente nos podrá salvar del profesor Rafael Llano, que fue un análisis profundo sobre su cine partiendo de cada una de sus películas.

Y la última ha sido la del historiador del arte Jean Christophe Bailly, El vértigo de las imágenes, el pasado 21 de enero, quien se refirió a la mirada que nos devuelven las imágenes y los retratos en el arte.

Materiales consultados:

Conferencia de Los Lunes, Al Círculo de Ángel Gutiérrez.

Entrevista a Ángel Gutiérrez incluída en la exposición.

Catálogo de la exposición Andréi Tarkovski y El espejo. Estudio de un sueño. Capítulo Los Españoles. (descargable).

Entrevista con Ángel Gutiérrez por parte de nuestros compañeros de Ecos del Círculo de Radio Círculo en un especial sobre la exposición de Tarkovski:

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El CBA invita a reflexionar sobre la idea de conflicto en el mundo

En España y Europa se viven momentos de tensión. ¿Serán estos conflictos sociales, económicos y políticos que estamos viviendo el preludio de algo más? Justo cuando se cumplen 100 años desde la Revolución Rusa y a punto de los 50 desde mayo del ’68, el CBA presenta una nueva temporada 2017-18 en la que a través de uno de sus principales proyectos transversales, El Gran Río. Resistencia, Rebeldía, Rebelión, Revolución, —en redes sociales y en el logo 4R— invita a una reflexión crítica y sosegada, alejada del ruido falaz diario, de la lectura fugaz o de la idea peregrina, en torno al término conflicto y todo lo que le rodea.

Teatro, cine y conferencias servirán como abrigo a la exposición que se estrenará a comienzos de 2018, secundada por una publicación. «Llevamos dos años trabajando en este proyecto que para nada es historicista. No es cuestión de celebrar o condenar la Revolución Rusa o los mayos del 68; estos solo sirven de pretextos para vertebrar un proyecto transversal que trata de ir más allá», recalcó Juan Barja, director del CBA.

Este proyecto, que tuvo un aperitivo en junio de 2017 con la conferencia de Slavoj Zizek Alegato a favor de un socialismo burocrático, comienza oficialmente en octubre con dos obras de teatro creadas por Marco Baliani: Trinchera (5 & 6 oct) y Kohlhaas (7 & 8 oct), esta última basada en Michael Kohlhaas, mítica novela de Heinrich von Kleist, que a su vez parte de unos hechos reales acaecidos siglos atrás y que tantos análisis ha generado —y genera— acerca de la ley, la justicia, la proporcionalidad… ¿te suena?

Paralelamente, Cine Estudio del CBA proyectará: Trilogía de la Guerra de Alexander Dovzhenko; más de 30 películas políticas de la historia del cine dentro de #4R (entre ellas, Metrópolis, Octubre, La Rabia, La Comuna, Libre te quiero…); y, coincidiendo en mes, Cuatro mayos del 68: París, Praga, México DF, Berkeley.

En el apartado de conferencias, en enero viene una de las principales voces del feminismo y la ecología, la india Vandana Shiva; en febrero, McKenzie Wark, autor del Manifiesto Hacker y uno de los mejores analistas de la cultura, los medios de comunicación, la teoría crítica o las artes; y en marzo, el filósofo Georges Didi-Huberman.

Finalmente, como ya se ha citado, se hará la exposición que se compone de un montaje audiovisual y un particular mapa que, como explican sus comisarios, Lucía Jalón y David Sánchez-Usanos, «desafía estereotipos y ayuda a fijar posiciones propias en torno a cuestiones que tienen una dimensión política y colectiva, pero también filosófica, artística, antropológica y poética». La exposición coincidirá con el lanzamiento del catálogo de la misma, que incluirá todo el material audiovisual en dvd, un atlas interactivo, la antología de textos de autores de distintas épocas, así como una serie de ensayos inéditos.

Este es solo uno de los grandes proyectos del CBA, que además, también hará otros transversales como los que giran en torno a:

Federico Fellini: exposición Sueño y diseño con los dibujos del cineasta de Rímini que sirvieron de inspiración para el rodaje de anuncios para la Banca di Roma, «algo inaudito —apuntaba Juan Miguel Hernández León, presidente del CBA— dada la aversión que Fellini sentía hacia la publicidad y la televisión» y las fotografías del rodaje de Mimmo Cattarinich. También habrá conferencias relacionadas dentro de Los lunes, al Círculo; ciclo de cine con algunas de sus mejores películas; e incluso un concierto único e irrepetible dentro de la X edición de Jazz Círculo a cargo de Fellini Quartet (10 oct.) superformación configurada a sugerencia del CBA, que interpretará bandas sonoras de Nino Rota para películas de Fellini.

©Federico Fellini, VEGAP, Madrid, 2017

Albert KahnLos archivos del planeta. Una muestra que es la 1ª vez que se expone en el mundo y que ha sido escogida de entre 72.000 placas autocromas (a este respecto, la colección de fotografía en color más grande del mundo), 4.000 placas estereoscópicas y 200.000 metros de película cinematográfica en 35mm (en B&N, pero con tempranos ejemplos en color). Para Juan Barja, Albert Kahn es «el primer artista conceptual de la historia; esta exposición es algo realmente importante». En torno a ella giran algunas conferencias de Los lunes, al Círculo y distintas proyecciones en Cine Estudio. Y se ampliará con un gran catálogo online.

Poste de secours, Pas-de-Calais, France, septembre 1915, (Autochrome, 9 x 12 cm),
André Bernardel, Département des Hauts-de-Seine, musée Albert-Kahn, Archives de la Planète, A 6 738

Incentenario Picasso. Si el año pasado celebramos a Valle-Inclán porque sí, sin coincidir con ninguna fecha específica, este año le toca el turno al pintor malagueño. Será en 2018 y como todos los proyectos transversales contará con ciclos de cine y conferencias dentro de Los lunes, al Círculo.

Más eventos importantes:

OCTUBRE

X Jazz Círculo (hasta febrero). Rubem Dantas, Jorge Pardo, La Canalla, etc.

Los lunes, al Círculo (hasta diciembre, conferencias ABIERTAS AL PÚBLICO).

Festival Eñe: como novedad, este año es ABIERTO AL PÚBLICO.

4ª edición Made in Taiwán. Taiwán en el Círculo. Con danza y concierto de jazz dentro de Jazz Círculo.

NOVIEMBRE

Meta (NOVEDAD): Festival de música electrónica (un sábado por mes).

The Virtual Reality Cinema. Desde noviembre tendremos el 1er cine de realidad virtual de España.

Korean Dreams. Exposición de Nathalie Daoust sobre Corea del Norte.

Medalla de Oro a Gonzalo Suárez (noviembre), Didi-Huberman (marzo) y Slavoj Zizek (mayo).

15ª Mostra de la Cultura Portuguesa (nov). Concierto de Cuca Roseta.

DICIEMBRE

Inscripciones para la VIII Con Ciencia en la Escuela cuya celebración es en marzo.

ENERO

Pública 18

Teatro infantil con Juego de Niños

Día Internacional de las Víctimas del Holocausto. El repertorio prohibido.

FEBRERO

Mágico Carnaval. Mítico baile de máscaras del CBA.

MARZO

Frontera Ámbar.

XXI Noche de Max Estrella

Medalla de Oro a Georges Didi-Huberman

ABRIL

XXII Lectura Continuada del Quijote.

MAYO

Medalla de Oro a Slavoj Zizek.

JUNIO

Teatralia XXII.

XIV Noches Bárbaras.

 

PDF COMPLETO AVANCE TEMPORADA_2017-2018 EN EL CBA

 

 

 

 

 

 

 

 

Desgarrando a Francis Bacon

Fernando Castro, profesor de Estética de la Universidad Autónoma de Madrid, pronunció el 3 de abril, dentro de Los Lunes, Al Círculo, la conferencia En el fin del tiempo [Francis Bacon y la “desesperación jubilosa”] que sirvió para «desgarrar», como bien afirmó, a este pintor británico, esencial en la Historia del Arte Moderno.

Francis Bacon no dejaba indiferente a nadie, ni como artista ni como persona. En el aspecto artístico, Castro, nos adentra en el porqué de las inquietudes que provocaba, partiendo de algunas citas célebres de la mismísima Margaret Thatcher, que llegó a decir aquello de «¿No será ese hombre horrible que pinta esos cuadros tan espantosos?»; o de críticos de arte de renombre, como John Berger, que le comparaba con Walt Disney y decía que, como aquel, era un pintor de status quo y un reaccionario. «Bacon —apunta Castro— no era valorado porque no se inscribía en la corriente principal del arte moderno que, orientado a la abstracción, convertía a la figuración en algo periférico o reaccionario».

Esta introducción vale al comisario de la exposición del CBA Francis Bacon. La cuestión del dibujo para establecer un pequeño debate acerca de la reinterpretación de conceptos en torno al realismo y la figuración. Alejado del encaje crítico de Walter Benjamin, Francis Bacon, se consideraba cercano al «realismo, siempre subjetivo». Lo cierto es que, como añade Fernando Castro, hay una gran diferencia entre «sus intenciones y lo que realmente hace como artista». Y continúa: «Bacon entiende que el realismo no es lo mismo que el naturalismo y que la pintura es un ejercicio interpretativo, de hecho, se vale de una cita de Nietzche inexistente que él adaptó a su manera: no existen hechos sino interpretaciones. Lo que quiere Bacon es representar una realidad insoportable en la que el instinto surge de un mar inconsciente de nuestro interior».

Ahondando en este sentido, el también profesor de la Escuela SUR, remite a un apartado de una entrevista de 1985 realizada por The South Bank Show, en la que el pintor irlandés dice: «No se trata de ilustrar la realidad sino de crear imágenes que sean una concentración de la realidad; una taquigrafía de las sensaciones». Algo que refuerza con una cita de Van Gogh que le gustaba mucho a Bacon: «construir una mentira que sea más cierta que la verdad literal». Para llegar a decir en otra ocasión, a raíz de su obsesión por el Papa Inocencio X de Velázquez: «Quiero pintar un Velázquez con piel de hipopótamo».

Francis Bacon era un tipo diferente, contracorriente de alguna manera. A pintores venerados en gran parte del mundo como Rothko y Pollock, recuerda Fernando Castro, les dedicó adjetivos como: sórdidos, torpes, anodinos… «Si me imagino una pesadilla insoportable esta sería estar en el MOMA en la sala de Rothko y, de cuando en cuando, me torturan en la de Pollock», dijo Bacon en alguna ocasión. Sin embargo, sí le interesaba Warhol, no desde su faceta artística, ya que lo consideraba bastante malo, pero sí en cuanto a dandi que había sido capaz de «engañar a todo el mundo».

Fotograma de El acorazado Potemkin de Eisenstein.

Fernando Castro también habla de algunos aspectos fundamentales para entender la obra de Bacon, como esa obsesión por la boca, que arranca de esa escena de Eisenstein de la niñera en El acorazado Potemkin o del cuadro de La matanza de los inocentes de Poussin. Por los mataderos, esos cuyo «olor a sangre humana alegran mi corazón», y para lo que se vale de las fotografías de John Deakin. También por la dimensión de la violencia con respecto a la historia, que le lleva a obsesionarse también con el cuadro Muerte de Acteón de Tiziano, en la que se identifica con él por la persecución a su arte. Y cómo no, por las crucifixiones, que parten de su fascinación por Picasso.

Por último, Fernando Castro termina el «desgarro» a Francis Bacon refiriéndose a aspectos más personales, algunos en relación a su estancia en Madrid los últimos años de su vida, entre los que destaca uno de sus famosos brindis, que viene a complementar de forma maravillosa esa parte del título de la conferencia referido a la “desesperación jubilosa”:

Una extraordinaria conferencia que te recomendamos ver al completo. Dos horas de aprendizaje, reflexión, anécdotas y algunas risas, que bien puedes acompañar con un buen whisky irlandés en honor a Francis Bacon.

Francis Bacon. La cuestión del dibujo Exposición comisariada por Fernando Castro, hasta el 21 de mayo de 2017 en la Sala Goya del CBA. Otros materiales disponibles:

Catálogo de la exposición descargable. 

Rueda de prensa de la exposición.