Fallece Juan Hidalgo, el último ZAJ

Ayer por la noche, en plena presentación de la exposición El gran río. Resistencia, Rebeldía, Rebelión, Revolución nos sobrecogió la noticia del fallecimiento del último miembro de la terna fundadora de ZAJ, Juan Hidalgo. Desde que comenzó el proyecto sobre el que gira esta exposición, #4R, hemos hablado mucho de las revoluciones, de rebeldía, y lo cierto es que nos viene que ni al pelo hablar de Juan Hidalgo porque él, junto a Walter Marchetti y Ramón Barce, sus compañeros de correrías —al principio, ya que después se incorporaron Esther Ferrer, Tomás Marco, José Luis Castillejo…— , también fueron unos revolucionarios, no solo de la música en la que se formaron.

En el arte también encontramos esa rebeldía, ese desbordar, ese salirse de la corriente natural, esa «gran voluntad de ruptura» de la que hablaba el propio Barce, y más, en la difícil coyuntura que se planteaba entonces en plena dictadura franquista.

«Por eso decidimos no pedir nunca permiso para nada. No nos lo planteamos como una cuestión política, en aquel momento estábamos muy implicados en el proyecto de Zaj y nos parecía mucho más importante que Franco» decía Walter Marchetti.

En este apartado, aunque la cuestión política no parecía ser el planteamiento inicial de su música, sí que tuvieron cierta simpatía, como Marchetti aseguraba, por el anarquismo. De ahí esa maravillosa frase de Hidalgo:

«Mi padre es John Cage, aunque me llame Hidalgo; Marcel Duchamp, mi abuelo, aunque no se llame Cage; el amigo de la familia, Erik Satie, y el amigo de los amigos, Buenaventura Durruti»

Zaj convertía sus conciertos en acontecimientos, en experiencias y desafíos más allá de la música en las que premeditadamente o no, surgían reacciones, reflexiones, respuestas, cuestionamientos, contradicciones… Algo que sucedía no solo en el espectador de sus veladas musicales, sino incluso en los receptores de sus mensajes e invitaciones en forma de arte postal y cartelería. Precisamente, el primer acto Zaj, no fue un concierto en sí, sino una invitación, un traslado imposible (y ya cumplido cuando la recibieron los invitados) del atrezzo necesario para la primera velada musical que celebraron.

«El grupo decidió iniciar su andadura con una invitación imposible y un recorrido urbano consiguientemente anónimo, demostrando que quería incidir en lo que su propuesta iba a tener de desubicación y alteración de las reglas del juego.» Henar Rivière Ríos.

Primera invitación ZAJ.

«Invitábamos a la gente a algo que ya había sucedido» decía Barce sobre esta primera convocatoria. Algo que repetirían durante más tiempo con su arte postal en el que enviaban mensajes, incluso con instrucciones: «abra usted la ventana y escuche el rumor de la calle».

Una ruptura en las reglas del juego que entra dentro de lo revolucionario que «siempre tiene algo de creativo, hipnótico y festivo; que supone algún tipo de ruptura; el deseo-de-que-por-fin-pase-algo-de-una-vez; tiene una promesa de aventura con un espíritu adolescente y juvenil», entresacando algunas palabras de David Sánchez Usanos, comisario de la exposición mencionada.

Un juego que plantea preguntas, que sugiere, provoca y desata la imaginación del receptor abriendo un espacio de incertidumbres. Ese primer concierto posterior a aquella invitación inicial fue en sí toda una ruptura. «Al principio la gente se removió un poco, se rió, pero no comprendieron nada, porque nosotros no explicamos nada. De hecho, ésta fue una de las principales características de Zaj: invitar al público a intervenir sin decirlo explícitamente (y, en efecto, intervenían tirándonos cosas y demás…).».

 

Esta aventura iniciada por Zaj con ese espacio de incertidumbres que se abría, por ejemplo, llevó una de las veces al público a coger las sillas de madera plegables y ponerlas sobre el escenario cubriéndolo todo, «incluso nos sepultaron a nosotros bajo las sillas, y se fueron tan contentos», contaba Barce.

Juan Hidalgo ha sido el último en morir de esta terna inolvidable. Descanse en paz. Sería curioso ver actuar a ZAJ en ese cielo que seguramente jamás esperaron. ¿Qué respuesta encontrarían? ¿Lo desbordarían o los echarían a patadas?

BIBLIOGRAFÍA
Citas de Ramón Barce: [revista Minerva 10, Música en carne y hueso].
Citas de Marchetti e Hidalgo [revista Minerva 11, Al fondo del sonido].
Citas de Henar Rivière Ríos [revista Minerva 25, El arte postal de Zaj: una escritura performativa].
Cita de David Sánchez Usanos [Catálogo de la exposición El Gran Río. Resistencia Rebeldía Rebelión Revolución].

Juan Hidalgo es Premio Nacional de las Artes Plásticas 2016, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura de 1989, el Premio Canarias 1987 de Bellas Artes e Interpretación y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2001. En 2007 el Cabildo de Gran Canarias, el Ayto. de Las Palmas y el CBA le dieron un homenaje en el Círculo de Bellas Artes.

la memoria es el alma

Umberto Eco falleció el pasado 19 de febrero a los 84 años de edad. O quizá no fueron 84, quizá fueron muchos más, porque como él mismo dijo en una ocasión, “quien no lee, a los setenta años habrá vivido una sola vida. Quien lee habrá vivido cincuenta mil años”. Deja detrás de sí una obra monumental que iba más allá de sus libros y ensayos. Fue el último gran humanista. Gianni Rotta, periodista en La Stampa de Turín, dijo de él que era “filósofo, profesor universitario, periodista, experto en libros antiguos”. Pero este ansia de conocer nunca estuvo asociada, en el caso de Eco, a la pose snob habitual de gente que lo ha leído todo. Eco, en cambio, “reía, se informaba de las novedades y –encendiéndose un cigarrillo- contaba la última broma antes de presentar una nueva teoría lingüística”.

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