El pequeño boom en la producción fílmica que siguió a la creación de la organización estatal Afghan Film en 1965 llegó a su fin con el ascenso de los talibanes. La historia cinematográfica del país bien podría haberse perdido si no fuera por los valientes guardianes que arriesgaron sus vidas con tal de esconder las películas de las manos del régimen. En esta película conocemos a estos entregados cinéfilos que se dedican ahora a preservar miles de horas de metraje, tanto ficción como documental, del pasado cinematográfico de Afganistán. Este esfuerzo está dirigido por Ibrahim Arify, que estuvo encarcelado por realizar películas durante el mandato de los Muyahidines y huyó de su país para comenzar una nueva vida en Alemania.