Para empezar, la explicación del título. Rimbaud habla de los Tres Reyes Magos en Une saison en enfer: “[…] los Reyes de la vida, los tres reyes magos, el corazón, el alma y el espíritu”. Es dudoso que Wittgenstein haya leído a Rimbaud (aunque haya dos párrafos de las Investigaciones filosóficas donde se habla de las vocales y de sus colores, lo que al menos prueba una afinidad) y no es eso de lo que se trata. Se trata del intento de mostrar que, sin esos Reyes de la vida, la comprensión de lo que son los juegos de lenguaje resulta ofuscada. De este modo se pretende también contribuir al desciframiento del enigma del título que, habiendo surgido del Tractatus, acompañó bajo formas variadas todo el desarrollo del pensamiento de Wittgenstein hasta desembocar en la formulación de la inseparabilidad entre filosofía y estética: “solo las cuestiones conceptuales y estéticas me interesan”. Lo que constituye la mejor descripción del “trabajo sobre sí”exigido por la filosofía (y por la arquitectura), manifiesto en un modo poético de escribir. Es decir, estamos ante una cuestión de estilo, la cuestión más seria, si entendemos el estilo como “l’homme même”.

He aquí las evidencias segregadas por el descubrimiento de los juegos de lenguaje (y conducentes a él): las palabras son actos, hablar es dirigirse a alguien, sin el soplo los signos están muertos, el uso da vida a dichos signos, es decir, ellos significan algo, la significación es fisonomía, el cuerpo no es un tubo hueco hinchado por el espíritu (es vergonzoso el pensar así), el rostro es el alma del cuerpo, el cuerpo es la mejor imagen del alma, los sutiles matices de la trama nacida del tono de voz y del juego fisonómico no pueden ser justificados por ninguna regla, “comprender con el corazón” no es una metáfora, la inteligencia es el despertar del espíritu. La tensión que liga todas estas evidencias es inseparable de la relación entre ética y estética.