Tamaño de fuente grande
Tamaño de fuente normal
Tamaño de fuente pequeña
Anterior
Pequeña
Normal
Grande
Siguiente

Sonja, la de los piratas

Entrevista con Sonja Kehler

Patricia Godes
Fotografía color Luis Asín    /   Fotografía B/N Eva Sala

Sonja Kehler, una mujer menuda que exhibe unos setenta y cuatro años tan alucinantes como sus zapatos de tacón azul turquesa, es una de las intérpretes más destacadas de las inolvidables canciones de Bertolt Brecht, musicadas por algunos de los grandes compositores alemanes de mediados del siglo XX. Formada en la Theaterhochschule de Leipzig, ha recorrido los teatros de Europa como actriz, cantante y profesora.

La música clásica ha mantenido con la popular incestuosas relaciones de las que sólo se hablaba sotto voce y raras veces se han querido reconocer. ¿Cuántas líneas melódicas de los grandes maestros fueron tomadas impunemente de la tradición popular, de la música del teatro o de la calle? Las cosas cambiaron un poco en el siglo xx, y es proverbial la fascinación de los compositores más preparados y más cultos por lo popular, sobre todo en Alemania y Norteamérica. Hanns Eisler, Paul Dessau y Kurt Weil colaboraron los tres con Bertolt Brecht componiendo música para sus poemas y obras de teatro, los tres tuvieron que exiliarse de su país y los tres amaron y respetaron la música de la calle y del cabaret, algo que comparten, sin duda, con Sonja Kehler.

¿Nos puede contar algo sobre su biografía? Tengo entendido que tiene una gran preparación académica.

Sí, empecé a estudiar urbanismo en la Universidad de Leipzig, pero luego me apunté a unas clases de teatro que se impartían en la misma universidad. Allí me preguntaron si quería ser actriz porque necesitaban a alguien con mi tipo físico y fui lo suficientemente estúpida como para decir que sí (risas). Al principio pensé que no era la decisión correcta, pero con el tiempo encontré mi camino y ahora disfruto mucho con lo que hago.

Posee experiencia en el mundo del teatro, del cine y de la música. ¿Nos puede contar algo acerca de estos tres ámbitos de trabajo?

Bueno, en cine no he trabajado apenas: he hecho más televisión, sobre todo personality shows, como presentadora. He actuado en muchas obras teatrales interpretando diferentes papeles de Shakespeare, de Schiller… Y he representado el papel de Eliza Doolittle en el musical My Fair Lady. También, por supuesto, he grabado bastantes discos con canciones de Paul Dessau y de Hanns Eisler y ahora también trabajo con músicos vivos, algo necesario en un momento de mi vida en el que quería hacer algo por mí misma, ser yo misma.

Debe ser bastante difícil ser una misma, encontrar una personalidad propia en un trabajo, el de actriz, que consiste en imitar a otras personas...

Está bien que diga imitar, pero esa no es mi manera de trabajar el material. Mi método guarda conexión con la teoría teatral de Bertolt Brecht. Ser actor es un trabajo que no difiere mucho de otros trabajos, pero interpretar un papel también es creación; se necesita mucha información acerca de la persona que estás interpretando. Para mí ha resultado siempre extremadamente emocionante volver a interpretar un papel que había interpretado antes. Cada vez es diferente, lo abordas desde un punto de vista distinto. No creo en la magia de la interpretación. Creo en el trabajo, en los seres humanos, en la vida… Intento hacer las cosas de manera diferente cada vez que me subo al escenario. Cada noche debe ser una situación distinta porque el público es distinto y siempre intento establecer comunicación con él.

¿Con qué criterio elige a sus acompañantes? ¿Por qué eligió a Riivo Sarapik para acompañarla al piano en su concierto de ayer?

Bueno, para este proyecto em-pezamos a trabajar con talleres, hace tres años. Practiqué diferentes maneras de interpretar las canciones de Brecht y llegué a la conclusión de que necesitaba un pianista. En cuanto a Sarapik, es divertido verlo tocar… Es un pianista nuevo, de formación clásica. No ha tocado en ninguno de mis discos anteriores. Es joven y brillante.

Al principio, su actuación de anoche resultaba un tanto fría. Pero, de repente, sucedió algo mágico y ya no pude dejar de mirarla. Creo que todo el público reaccionó de una manera semejante. ¿Cómo lo hace? Parece tener muchos recursos para atraer la atención del público.

Bueno, quizá se deba a que no estoy muy bien preparada, ése es el truco [risas]. Recurro a la imaginación todo el tiempo. Brecht hablaba de una «espontaneidad trabajada». En cada secuencia actúo como si se tratase de la primera vez. En el momento en que lo haces, te olvidas de todas las veces que lo has hecho antes.

¿Cómo explicaría usted el hecho de que tantos músicos alemanes clásicos, académicos, o como les queramos llamar, músicos altamente educados, hayan valorado músicas tan sencillas como la canción popular y el cabaret? Los músicos con formación clásica tienden a rechazar la música popular por simple.

En el pasado era normal que los compositores estuvieran en contacto con la realidad que les rodeaba. Ahora la situación es muy distinta. Debe resultar muy difícil para los compositores jóvenes de hoy día encontrar una conexión de calidad con la realidad, establecer un feedback con el mundo, porque lo cierto es que los sonidos que se producen hoy son, muchas veces, brutales. En los años treinta la situación no es que fuera muy diferente, pero tampoco surgían estilos como el heavy metal o el techno.

En las tiendas, sus discos están clasificados como música clásica. Resulta curioso, sobre todo porque las canciones que canta versan sobre gente que vive en la calle, prostitutas y mujeres que esperan a que un pirata las salve… Mahagonny y la Dreigroschenoper, también están clasificados como música clásica.

Hubo una discusión en Alemania al respecto… Hanns Eisler escribió una vez que no existía música superficial y música seria, sino música estúpida y música inteligente.

Pero también entre la música llamada clásica hay música estúpida…

¡Desde luego!

Yo no estoy muy de acuerdo, pero mucha gente piensa que hace falta cierta inteligencia o cierta preparación para entender las canciones que usted cantó ayer. ¿Cuál es su opinión?

No creo que sea necesario saber nada especial, ni tampoco pensar mucho en ello, ni siquiera aunque sea en un idioma diferente.

Muchos personajes femeninos en Brecht son prostitutas…

Sí, para mí, como actriz, ha sido muy interesante investigar todas las maneras de ser una prostituta. Y lo cierto es que se trata de un trabajo como otro cualquiera. Brecht comenzó a escribir en los años veinte, y en aquella época era difícil representar el papel de una mujer emancipada. Elegía prostitutas porque apenas existían otras mujeres liberadas. Sí que conoció a alguna: el ejemplo más notorio era el de Elisabeth Hauptmann, una mujer que colaboró con él en diversas ocasiones. Hablaba inglés y alemán porque su madre era de Nueva York, pero trabajaba como institutriz en una casa.

Hablemos de su técnica vocal, ¿ha educado usted su voz?, ¿ha estudiado canto lírico?

La verdad es que eduqué mi voz cantando en el coro de una iglesia, de modo que carece de vibración. Pero he aprendido a respirar hondo y a activar la voz desde aquí abajo; ¿cómo lo diría?… Es como cantar con el culo.

Debe ser la manera correcta de cantar cuando se interpreta a una prostituta… Díganos, ¿quién es su favorito: Weil, Eisler o Dessau?

Me gusta algo de cada uno de ellos. Paul Dessau me encanta porque entre su piano y mi voz surge una energía muy especial. Además, con Dessau no puedo hacer lo que quiera, sino que me lo tengo que aprender con mucha exactitud. Es muy fácil percibir errores en la interpretación. A Kurt Weil le interesaba mucho la música estadounidense de los años veinte y no es demasiado complicado de interpretar. Hanns Eisler recurría mucho a la literatura alemana y muchas de sus letras están escritas para ser recitadas, más que para ser cantadas.

¿Elige espectáculos interpretados por una sola mujer?

Creo que una mujer en el escenario es suficiente para mí. Puedo cambiarlo todo, hacer lo que quiera. Claro que también me gusta formar parte de un grupo…

¿Se aprende las canciones de memoria o recurre a las partituras?

Necesito tener notas y ver lo que se está tocando.

¿Qué es más difícil, cantar canciones desconocidas para el público o cantar las canciones que todos esperan escuchar? «Alabama Song», por ejemplo.

Tengo que ponerle mucha fantasía a esa canción en particular, porque me resulta bastante simple y aburrida. No se trata de que sea más o menos fácil interpretar una canción, sino de cuánto te permita disfrutar. Y yo siempre me divierto mucho en el escenario…

Resulta que cada vez que voy a ver a alguien cantar canciones de Brecht, va siempre vestido de negro…

Para mí es más bien una cuestión de estética y de práctica. Cuando estás más de veinte minutos en el escenario, tu cuerpo empieza a sudar y el negro lo disimula. No hay otra justificación…

Las letras de las canciones que interpretó ayer son conocidas porque se han traducido al castellano, al catalán, han salido en películas… Pero, ¿cómo se siente cuando canta en un país donde no se habla alemán? ¿Cómo supera usted esta dificultad?

Intento establecer una relación con el público; creo que es posible enviar una señal al público y decirle: «Entiendes lo que quiero decir aunque no hablemos el mismo idioma». A veces sucede.

Brecht era muy claro a la hora de comunicar sus ideas políticas, tanto en sus canciones como en sus obras de teatro. Supongo que coincide con ellas.

Sí, y de una manera profunda. Él estaba completamente en contra de la guerra y luchaba por los derechos de todos. Resulta increíble porque, cada vez que leo sus letras para canciones o sus poemas, veo que sus ideas son extremadamente contemporáneas.

¿Y cuál cree que es el valor de esas canciones y de esas obras teatrales tres cuartos de siglo después de ser escritas?

Creo que poca gente escucha el mensaje real. Todo el mundo tiene cierto sentido de la justicia y todos quieren rebelarse; pero sólo hay un pequeño grupo que está realmente interesado, el resto de la gente no presta demasiada atención.

Sonja Kehler singt Hanns Eisler, Songbird, 1974

Gegen die Phrase, die Langeweile und das allgemeine Geschwätz (Sonja Kehler singt u. spricht Johannes R. Becher), Litera, 1980

Die Welt ist rund?, Amiga, 1987