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Otro diseño: el diseño

Norberto Chaves

Si quisiéramos fijar una efeméride del despegue del diseño español, en lo que a opinión pública se refiere, seguramente lo encontraríamos en el año 1986. La gran exposición internacional Europalia, que dedicaba cada edición a un país europeo distinto, fue dedicada ese año a nuestro país.

Y el Gobierno de España asumió, por primera vez, que aquí había diseño y del bueno; financió, por lo tanto, una muestra de diseño que se sumaría a los eventos multitemáticos con los que nos presentaríamos públicamente ante la sociedad europea.

Han pasado ya dos décadas y las exposiciones de diseño español –de autor, de empresa, integrales o monográficas– se han multiplicado hasta transformarse en un género corriente. Han excedido el ámbito nacional (igual que aquella del 86) e incluso han excedido el marco de las grandes ciudades pioneras: Barcelona, Madrid, Valencia.

Una mirada transversal a todas esas muestras podría extraer una suerte de modelo básico: todas ellas –salvo error u omisión– se han centrado en exaltar las cualidades de la producción local de diseño. En cierto modo, han sido verdaderos escaparates de una búsqueda de promoción y reconocimiento público de profesionales y empresarios.

Como resultado de esa intensa tarea de difusión, ha quedado corroborada cierta imagen pública del diseño que lo asocia unívocamente a una estética «de vanguardia», claramente anclada en un sector social, numeroso pero globalmente minoritario: una clase media depositaria de un gusto «al día», que oscila entre cierto abstraccionismo refinado y elitista y cierta provocación transgresora. Vale recordar aquí una frase inolvidable formulada en una ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de Diseño por el entonces alcalde de Barcelona quien, para resaltar la notoriedad y difusión de la obra del diseñador premiado, sostuvo: «¿Quién no tiene en su casa una pieza de Alberto Lievore»? «La amplia mayoría de la población» habría sido la respuesta objetiva.

Pero lo cierto es que, más allá de las piezas del «alto diseño», asociado a un determinado gusto de clase y a una capacidad adquisitiva, el diseño cubre prácticamente todo el espectro de los consumos e insumos sociales. Hay tanto o más diseño en el container de la basura como en los bares-de-diseño. Y ese diseño ancho y diverso, ese diseño multitemático, ese diseño real no ha sido registrado aún por los formadores de opinión y, por lo tanto, tampoco por el imaginario colectivo. A resultas de lo anterior sólo son reconocidos como diseñadores, y premiados como tales, aquéllos que se inscriben en los campos de mayor protagonismo mediático.

El convenio entre CBA y DDI para el montaje de un ciclo anual de exposiciones en torno al diseño ha partido de un acuerdo unánime acerca del criterio que habría de inspirar este primer ciclo: las exposiciones deberán mostrar el diseño desde otra óptica, dar a conocer aquello que del diseño se ignora: productos cotidianos ajenos a «lo-de-diseño», dimensiones no formales del diseño, procesos productivos desconocidos por los usuarios, etc. En síntesis, una visión más realista y ecuánime del oficio y sus productos. Una visión alejada de las mitificaciones y protagonismos de sus actores, y más próxima a los usos de las personas, que son, en el fondo, sus destinatarios.

Este criterio resultaba, por otra parte, más próximo al contexto: una sala de exposiciones abierta a todo público, no orientada a los sectores profesionales ni a un segmento determinado de consumidores. Obviamente, un ciclo de cinco exposiciones no logrará revertir la imagen tópica que del diseño tiene la sociedad; pero sin duda inaugurará un enfoque que, con el tiempo, irá ganando terreno entre los actores de la difusión del diseño: instituciones, medios de comunicación social y líderes de opinión.

La sociedad española podrá así, con el tiempo, ir superando su retraso respecto de la integración del diseño en la vida real, tal como ocurre en los países que llevan en ello la delantera y que, valga recordar, carecen en su mayoría de Premios Naciones de Diseño. La tan sonada «herramienta de la innovación» abandonará entonces el escenario de las estrellas y se reconocerá como un oficio tan normal y corriente como indispensable para el desarrollo de la producción y el consumo.

Desafueros: literatura de emergencia para una época sin tiempo, Barcelona, Gustavo Gili, 2008

Seis diseñadores argentinos de Barcelona, Barcelona, Santa & Cole, 2006

La imagen corporativa: teoría y práctica de la identificación institucional, Barcelona, Gustavo Gili, 2005

El diseño invisible: siete lecciones sobre la intervención culta en el hábitat humano, Barcelona, Paidós, 2005

La marca corporativa: gestión y diseño de símbolos y logotipos, Barcelona, Paidós, 2003

El oficio de diseñar: propuestas a la conciencia crítica de los que comienzan, Barcelona, Gustavo Gili, 2001

Diseño y comunicación: teorías y enfoques críticos, Barcelona, Paidós, 1997