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Tejer el grito: una teoría del conocimiento

Esther Ramón
Fotografía Minerva

En la estrecha casa de las palabras, en el vagar por sus diferentes estancias a la búsqueda del pan, del asidero, los poemas de Chantal Maillard se abisman hacia la intemperie del adentro. Y no se sustraen ni nos sustraen del dolor, como si tomaran directamente su fuerza y su verdad, por inversión, de la extrema fragilidad de unos hilos precarios, a un paso siempre de soltarse, diluirse en la madeja o romperse. Renuncian a tejer derechamente un estricto jersey de imágenes, regular y apretado, o una gran manta colorida que nos resguarde a todos del frío. Contienen, en su trazado, la ruptura que antecede al tejido.

Un concepto clave para aproximarse a la obra de Chantal Maillard es el de huso. El huso es, según el diccionario, «un objeto que sirve para hilar fibras textiles. En su forma más simple es un trozo de madera largo y redondeado, que se aguza en sus extremos y que en uno de ellos, normalmente el inferior, lleva una pieza redonda de contrapeso y tope». (Como un lápiz, una pluma con el lado inverso a la escritura lastrado por el peso del mundo).

La poeta explica en una entrevista la noción de huso y de hilo en su escritura:

Me refiero a los hilos mentales. Primero están los estados de ánimo: esos son los husos. Traté de ellos en mi anterior libro (Husos. Notas al margen). Luego, dentro de cada huso, la mente agarra hilos. Un tema, una imagen que se desenvuelve, eso es un hilo. Conduce la mente, nos conduce. Creemos que somos nosotros los que llevamos el hilo, decimos «estoy pensando en», pero es el hilo el que nos llevaM. Martínez, «No creo en la poesía como forma de vida, no me gustan las grandilocuencias» [Entrevista con Chantal Maillard], Sur, 6 de mayo de 2007..

Así, pensamientos y sentimientos estarían hechos de la misma materia, los unos conducen a los otros –y viceversa– y el ser se deja llevar por ellos en sus acciones y parálisis, si es que no se para a observarlos, reconociendo su filiación, con una cierta distancia. No olvidemos que, en su raíz etimológica, «texto» –participio pasado de la voz latina texo, texui, textum– significa tejer, entrelazar, trenzar, pero también escribir, componer (una obra literaria).

En otra conversación, Chantal Maillard matiza la definición:

Los husos son parte de una geografía mental, lo que visualmente corresponde a cada estado de ánimo. Los veo como un haz de fibras y cada una de ellas es un hilo mental. Podemos saltar de un huso a otro según cambien los estados de ánimoMaría Luisa Blanco, «Yo creo que corazón ya no tengo» [Entrevista: Poetas españolas de hoy. Chantal Maillard], El País, Babelia, 16 de junio de 2007..

Con su escritura, la pasividad frente al hilo, frente al huso, se tiñe de la única forma posible de acción: la nota al margen, atenta pero retirada. Para hilar con un huso se toma un copo de alguna fibra textil como lana, culpa, sosiego, lino, dolor o algodón y se retuerce una fracción entre los dedos hasta darle forma de hebra. De tema, de imagen, de pensamiento escrito. La mano que escribe retuerce husos, compone hilos, palabras, razonamientos o fugas que analizan desde dentro el mismo acto de tejer.

Como si el alma guardase una memoria sin nombres del vagar de cuerpo en cuerpo en la reencarnación, para Chantal Maillard «la existencia consiste en saltar de un huso a otro»Chantal Maillard, Husos. Notas al margen, Valencia, Pre-textos, 2006, p. 48. y «destruir el mí es preciso. No es renuncia […] sino la observación compasiva de su permanente y dramático deambular entre los husos, de huso en huso»Ibid., p. 23..

Pero en el paso atrás de quien observa el grito, de quien lo toma como materia y lo teje, existe una indagación, un mirar que no escatima las propias heridas en su camino hacia el conocimiento:

No tengo problemas en desnudarme, en expresarme en los detalles mínimos cuando escribo. […] El compadecer con otros está presente en mi escritura, es un grito de dolor que pertenece al momento de mi enfermedad. Lo que he escrito después pertenece a una pérdida incluso más consustancial que la pérdida física, que es la pérdida de un hijo. Esa estrategia de la geografía mental me permitió distanciarme de mí misma. Observarme en la pena, en el dolor, y construir o, simplemente, sobrevivir. Sin esa escritura, sin ese decirme desde la distancia que la escritura procura, no habría sobrevivido a tanta pérdida. […] Toda mi vida he observado mi propia mente y mi capacidad de ver el mundo. Todo lo que he escrito ha sido desde la necesidad de observar la capacidad de conocerMaría Luisa Blanco, loc. cit..

El desdoblamiento de quien juega y al mismo tiempo se aparta y contempla el juego desde atrás, con la consciencia de quien ya no participa sino a través de la contemplación, se encuentra presente en la estructura misma de algunos de sus libros. Puede observarse por ejemplo en las notas a pie de página de Husos. Notas al margen, que no matizan el texto sino que lo sustituyen para que en el abajo de la página leamos, en cursiva, sueños, breves historias, reflexiones que limitan con la abstracción, desacuerdos o detalles de apertura fundamentados en la puntería, en la flecha separada y certera de lo concreto.

O en aquellas otras que, en Matar a Platón, dan cuenta, desde la reflexión filosófica, del accidente que acontece en la página. Siempre un desdoblamiento, de acción y contemplación, de creación y exégesis. Un arriba y un abajo («el llanto es el límite entre arriba y abajo»Chantal Maillard, op. cit., p. 26.). Un pasar, y hacernos entrar, conscientemente, a otro plano para «reemplazar las emociones personales por la neutralidad del observador»Ibid., p. 92..

Esa capacidad (de mirar a los otros, de mirarse mirando) le viene a Chantal Maillard desde la infancia, donde no se experimenta el desdoblamiento sino la participación:

Cuando era niña acostumbraba a quedarme mirando a las personas, en los tranvías por ejemplo; no miraba exactamente, sino que participaba de aquello que miraba. Me introducía en quienes tenía delante, vivía en ellos. Sin ser consciente de ello, por supuesto, simplemente me ausentaba de mí. Era una mirada inocente. Una mirada sin sujeto y sin objeto. Casi no era mirada. El juicio, en cambio, es el principio de las diferencias. La mirada que enjuicia, compara, elabora, crea al otro. No me gusta sentirme otra: el otro siempre está soloSusana Guzner, «Es más fácil controlar los sueños que la propia vida» [Entrevista con Chantal Maillard], http://literaturas.com..

Por eso, en la misma entrevista, a la pregunta de a qué propuesta respondería «sí» sin pensárselo dos veces contesta: «Volver a la inocencia. Antes del primer error»Ibid..

En una de las notas en el abajo de su libro Husos. Notas al margen, Maillard ahonda en dicha separación:

¿Dónde la plenitud de aquellos días en que el olor de los pinos se confundía con la propia respiración, la calidez de la piedra con el tacto, el mar rutilante con los propios ojos? ¿Qué fue de aquella inocencia en la que la percepción, lo percibido y quien percibe era uno y lo mismo? –Conciencia suprema, denominaba el filósofo de Cachemira a aquella unidad–. El largo camino que desemboca en la intuición mística, ¿no será acaso el de un retorno a cierto estado de la infancia? «Sed como niños», dijo el hereje de la tribu de Israel. Antes de la separación de quien percibe con las cosas percibidas. Antes de la diferenciaChantal Maillard, op. cit., p. 34..

La experiencia de la soledad y del desarraigo no le resultó, no obstante, ajena. Hija única de padres belgas, nació en Bruselas en 1951, donde permaneció hasta los trece años. Más tarde sus padres emigraron a Málaga y la autora se nacionalizó española en su adolescencia. Pasó su infancia en internados, en Bruselas, y después en España, y de ahí le vino la costumbre de la introspección y la escritura:

Mi madre vino antes que yo a España, y mi abuela trabajaba y era difícil para ella. En España me internaron porque la niña molestaba al padre, yo era un elemento molesto. Conocí a mi padre tarde y nunca hizo oficio de tal. He pasado por internados de muy distinto calado, pero esas experiencias me permitieron el descubrimiento de la escritura. En régimen carcelario belga escribí mi primera novela, tenía doce años, era de capa y espada. Entre los trece y catorce años escribí una novela social. Lo tiré todo, los cientos de poemas, las canciones, todo. Pero el año pasado, en Bélgica, volví a encontrar a un amigo de infancia que vino con un ejemplar de mi primera novelaMaría Luisa Blanco, loc. cit..

Doctora en filosofía pura, ejerció como profesora titular de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Filosofía de la Universidad de Málaga, vivió un año en Benarés, India («La India: una tierra que corta la mirada y exige luego el pago de la herida»), en cuya universidad se especializó en filosofía y religión india.

El gusto por la filosofía y la poesía se entrevera en sus palabras, proyectando en sus aspas recortadas un imposible cruce de caminos en el que lo singular a veces se aparta para verse desde un plano general, distanciado (como en las notas a pie de página de Matar a Platón). Para ella,

la diferencia entre poesía y filosofía estriba en que la poesía trae a la pantalla lo singular, y la filosofía juega con los universales. […] No concibo una filosofía que hable continuamente en tercera persona. El pensamiento debe recuperar a la persona concreta, al singular que está viviendo con sus emociones. Si la teoría pierde de vista al sujeto concreto, no funciona, y yo intento recuperarlo con el material de mi propia vida. […] El modo poético es receptivo, y el filosófico requiere indagación; la actitud en filosofía es voluntariosa, mientras que la poesía requiere un decaimiento de la voluntadIbid..

Entre otros galardones, Chantal Maillard ha recibido el Premio Nacional de Poesía, el Premio de la Crítica de Andalucía, el Premio Leonor de Poesía y el Premio de la Crítica de Poesía Castellana. Pero no cree en la poesía como forma de vida:

No me gustan las grandilocuencias. Convertir la poesía, o cualquier otra cosa, en una forma de vida es ponerle mayúscula. No, no lo creo adecuado. Escribir es una actividad. Y escribir en forma poética es una actividad que requiere una cierta actitud. Atención receptiva, concentración, cierto tipo de silencio interiorM. Martínez, loc. cit..

Tampoco concibe

la poesía como literatura. Creo que hay formas de expresión que nos permiten conectar con el interior más profundo de nuestro ser, comunicar aquello que no se comunica fácilmente, la interioridad y las emociones, y que para eso ayuda la musicalidad de la poesíaSusana Guzner, loc. cit..

Su obra, en sus propias palabras, «no es literatura. Ya no lo es».
No puede serlo el tejido del grito, que –tomando una imagen de Edmond Jabès– es como un cuchillo sin mango (que hiere la mano de quien lo blande, de quien desde el interior lo exhala, tanto como a quien lo recibe en el tórax, en la escucha). Una búsqueda en el sonido que toma la palabra, una teoría del conocimiento («alguna vez he pensado que si alguien, después de mi muerte, editara […] mis obras reunidas, me gustaría que le pusiese de título Teoría del conocimiento»M. Martínez, loc. cit.) que articula el grito. Tejido-grito del adentro que se derrama hacia afuera, súbito, enfriado, inevitable.

En el dentro, sangra. La herida se abre y sangra con el pulso. El grito la abre. O se abre y es el grito. El grito es. Largo, inacabable. Yo lo habito. Habito el grito. Y lo escribo para dejar de oírlo, o para oírlo menos […]. Y lo ocupo. Ocupo el tiempo, ocupo la nada haciendo tiempo para seguir viviendo. Para sobrevivirChantal Maillard, op. cit., p. 19..

En la traza: pequeña zoología poemática, Barcelona, CCCB, 2008

Hilos (seguido de Cual), Barcelona, Tusquets, 2007

Husos: notas al margen, Valencia, Pre-textos, 2006

Diarios indios, Valencia, Pre-Textos, 2005

Poemas a mi muerte, Madrid, La Palma, 2005

Matar a Platón (seguido de Escribir), Barcelona, Tusquets, 2004

Lógica borrosa, Málaga, Ediciones Miguel Gómez, 2002

Conjuros, Madrid, Huerga y Fierro, 2001

Filosofía en los días críticos: Diarios, 1996-1998, Valencia, Pre-textos, 2001

El árbol de la vida: la naturaleza en el arte y las tradiciones de la India, Barcelona, Kairós, 2001

Rasa: el placer estético en la tradición India, Varanasi, Indica Books, 1999 [con Óscar Pujol]

La razón estética, Barcelona, Laertes, 1998

La sabiduría como estética: China, confucianismo, taoísmo y budismo, Madrid, Akal, 1995

El crimen perfecto: aproximación a la estética india, Madrid, Tecnos, 1993

La creación por la metáfora: introducción a la razón-poética, Barcelona, Anthropos, 1992

Hainuwele, Córdoba, Ayuntamiento de Córdoba, 1990

El monte Lu en lluvia y niebla: María Zambrano y lo divino, Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 1990

La otra orilla, Sevilla, Qüásyeditorial, 1990

Semillas para un cuerpo, Soria, Ediciones de la Diputación Provincial de Soria, 1988 [con Jesús Aguado]

Azul en re menor, Málaga, Ediciones La Farola, 1982

ESCUELA DE LAS ARTES 2008
CURSO DE POESÍA Y FILOSOFÍA


30.06.08 > 04.07.08

DIRECTOR JORDI DOCE
PARTICIPANTES MARTA AGUDO • JUAN BARJA • JOSÉ MANUEL CUESTA ABAD • JORDI DOCE • EDUARDO GARCÍA • CARMEN GONZÁLEZ MARÍN • ARTURO LEYTE • CHANTAL MAILLARD • JUAN MALPARTIDA • ANTONIO MÉNDEZ RUBIO • JORGE PÉREZ DE TUDELA • ESTHER RAMÓN • ANDRÉS SÁNCHEZ ROBAYNA • TOMÁS SEGOVIA • MARIFÉ SANTIAGO BOLAÑOS
ORGANIZA CBA • UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID