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Wim en el plató

Donata Wenders
Traducción Felipe Cabrerizo

Verano de 1992. Primer día en el plató de ¡Tan lejos, tan cerca! El equipo se prepara concienzudamente para el rodaje: cámaras, luces, vestuario, maquillaje, sonido… En medio del silencio que nos rodeaba a esa primera hora de la mañana, escuché unos acordes de música rock que atravesaban atronadoramente las calles del antiguo Berlín oriental.

Verano de 1992. Primer día en el plató de ¡Tan lejos, tan cerca! El equipo se prepara concienzudamente para el rodaje: cámaras, luces, vestuario, maquillaje, sonido… En medio del silencio que nos rodeaba a esa primera hora de la mañana, escuché unos acordes de música rock que atravesaban atronadoramente las calles del antiguo Berlín oriental.

Con toda seguridad, anunciaban la llegada de Wim Wenders al plató.

En contraste con la estruendosa música de su coche, un hombre tranquilo y amable, con la sonrisa alegre de un niño, abrió la puerta de su pequeño Volswagen: «¡A rodar!». Estaba preparado para ponerse en marcha, y nosotros también lo estábamos sucediera lo que sucediera.

Al iniciar cada una de sus películas, Wim establece pequeños rituales con el equipo y le encanta divertirse con él durante todo el rodaje. Por ejemplo, escuchar las últimas noticias de fútbol de boca del entendido del grupo, o tomar cada mañana con determinadas personas la primera taza de café preparada siempre por el mismo encargado del catering. Con toda seguridad, tomará cada mañana esa misma bebida preparada por esa misma persona desde el primer hasta el último día de rodaje.

Por lo general Wim llega temprano al plató para preparar las escenas del día, dado que siempre queda mucho por inventar y decidir. En esos momentos cruciales, cuando entra en su propio mundo imaginativo y llega la inspiración, siempre tiene un oído abierto a preguntas y sugerencias, asegurándose de que todo el mundo reciba una respuesta satisfactoria, de que se sienta respetado y bienvenido con una sonrisa o una broma. Puede hacer muchas cosas al mismo tiempo, no perdiendo su concentración en ninguna de ellas.

Aunque está abierto a todo el mundo, siempre tengo la impresión de que sus amigos más cercanos son los lugares en los que filmamos. Parece que ellos le hablan y él les escucha. Habla con ellos sin necesidad de palabras y les contesta con el rodaje de su película. Busca puntos de vista y angulaciones que muestran el lado más impresionante y hermoso de ese lugar particular.

Cuando pienso en Wim en el plató, me agrada darme cuenta de que nunca intenta llamar la atención de nadie.

Wim simplemente piensa en servir a su película y en cuidar a su equipo.

Y como un fenómeno milagroso, su equipo no tarda en hacer lo mismo poco después.

Después de haber conocido al gran director Wim Wenders, no es de extrañar que mi vida con el Wim marido sea un increíble regalo.