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Forjando el universo en una espiral

Javier Maderuelo
1972 Martín Chirino en Southwood. © Ed Lynch

Cada material requiere para ser trabajado de unas prácticas de oficio muy concretas, que definen lo que se puede y lo que no se puede hacer con él, y que se guían por unas técnicas determinadas. Los escultores que dejaron de tallar y esculpir, de modelar y vaciar, han tenido que aprender otros oficios, de tal manera que, al quedar desplazadas aquellas sutiles prácticas que sirvieron para diferenciar el arte de los oficios mecánicos, han incorporado al arte trabajos como la forja, un oficio milenario que solo ha sido considerado muy tangencialmente desde el punto de vista artístico, a pesar de que una de las primeras descripciones literarias del asombro de los hombres ante la belleza artística se debe a la contemplación de una obra forjada: recuérdese la escena de la Ilíada en la que Aquiles decide unirse a la batalla portando el escudo forjado para él por Hefesto y cómo todos los contendientes se detienen para contemplar las maravillosas escenas que el dios del fuego ha labrado en él.

Martín Chirino ha utilizado esta técnica que, en los años cincuenta, caracterizó lo mejor de la escultura española. La huella de los golpes de martillo sobre el duro hierro trasmite la emoción del gesto de golpear. Este tipo de obras podría ser calificado de «escultura de acción», de la misma manera que ciertas obras pictóricas del expresionismo abstracto se denominan action-painting. Las formas redondeadas y puntiagudas de sus esculturas en hierro forjado recuerdan los gestos expresionistas de la pintura de esa misma época, con rasgos rotundos y nerviosos que denotan una inmediatez gestual y expresiva.

Poco tiempo después de iniciar su carrera como escultor, Martín Chirino decidió tomar el camino de la abstracción, materializando en duro y pesado hierro forjado algunas de las ideas plásticas que animaban a los pintores informalistas que, con él, formaron el grupo El Paso. A partir de 1959, comenzó a interesarse por la espiral como tema de trabajo. Esta forma abstracta fue desarrollada por el artista en piezas en las que se puede apreciar claramente cómo la forma surge al enrollarse una gruesa barra sobre sí misma.

Los motivos espirales y helicoidales, que se pueden rastrear en los orígenes simbólicos de casi todas las culturas, suelen representar esquemáticamente la evolución del universo. La sensación de rotación se entiende como una interpretación de las formas cósmicas de movimiento, por lo que la espiral se convierte así en un signo macroscópico. El interés de Martín Chirino por las manifestaciones del arte primitivo africano y el procedimiento artesanal con el que trabaja dotan a sus obras de una potente fuerza, a la que no es ajena la propia forma de la espiral, que concentra la tensión transmitida al hierro para formar las espiras en un punto central del que surge la línea curva y sobre el que confluye nuestro propio ojo en la observación, como atraído por un movimiento centrípeto. Pero la espiral, si es recorrida en sentido inverso, representa la expansión, el movimiento infinito que conduce hacia el exterior, desarrollando el espacio en su recorrido. Con estos movimientos, la espiral se convierte en signo aglutinador de las dos tendencias, la introspectiva y la expansiva, de las que participa la totalidad del universo.