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La pintura como revelación

Entrevista con Antón Lamazares

Mariña Alonso López
Fotografía Luis Encuentra

Antón Lamazares (Lalín, 1954) quiso ser futbolista. Una lesión reorientó las cosas, y el resto de la historia es pintura. Una confesable obsesión, una necesidad psíquica, que se transmuta en piezas que la crítica ya ha relacionado con el minimalismo, el informalismo y la abstracción. Más pintor que artista, Lamazares ha realizado exposiciones en galerías de primer orden como la de Juana Mordó (Madrid), la Sala Gaspar (Bacelona) o la Bruno Fachetti (Nueva York), y en centros como el Instituto Cervantes de Damasco (Siria). Estancias en el extranjero (París, Nueva York o Berlín), viajes por Europa, dos talleres en Madrid, becas y premios en el bolsillo, como la Insignia de Ouro de la Universidade de Santiago de Compostela, o la Medalla Castelao de la Xunta de Galicia (ambos concedidos en 2010); Lamazares es uno de los grandes representantes del arte contemporáneo estatal. Nadie puede dudarlo. Pero el camino no fue fácil. Y sigue sin serlo.

Dijo Bernardo feliz el alma en la que el Señor Jesús introduce una y otra vez sus dos pies (Flor de San Bernardo I). Técnica mixta sobre cartón. 199 x 118,50 cm. 2015
Quizás la semana que viene has comido corazón. Técnica mixta sobre cartón. 77 x 107,30 cm. 2014
Dijo Jesús a cada día le bastan sus disgustos corazón (Evangelio). Técnica mixta sobre cartón y madera. 115,50 x 116,50 cm. 2014

Eres un pintor reconocido. ¿Cómo fue el camino hasta llegar aquí?

Entre los diecisiete y los dieciocho años tomé la decisión de dedicarme a esto. He tenido que irme fuera de Galicia para poder empezar. Sabía que aquí no tenía nada que hacer. Eso supone esfuerzo. Al contrario de lo que parece, no me siento cómodo moviéndome continuamente de un lado a otro. Preferiría residir en un sitio de forma casi permanente. Me considero sedentario. 

Provienes de un entorno rural. ¿Cómo ha repercutido este en tu obra?

Los orígenes son fundamentales en mi obra. Por supuesto que me han influido. Hay en todo mi trabajo un componente evidente de nostalgia, de referencia a ese entorno del que provengo. Y es paradójico, sin embargo, que necesite pintar fuera de Galicia. Tengo que tomar distancia con lo de allí para poder pensar en Galicia. Es fuera donde me convierto en el mejor y más vehemente gallego. 

Háblame de las influencias de artistas gallegos contemporáneos a ti como Laxeiro o Manuel Pesqueira. 

Yo tuve una gran relación con Laxeiro. Me apoyó en todos los aspectos cuando empezaba en esta profesión. Tuve la suerte de sostener su mano cuando moría. Él y Manuel Pesqueira me ayudaron a hacerme pintor, me inocularon la querencia por la pintura. Al primero lo conocí con dieciséis años, al segundo con diecisiete. Pero quien realmente me enseñó el oficio fue Alfonso Fraile, a quien conocí en Madrid. Un gran pintor, de gran influencia para mí.

¿Y qué pasa con los artistas de El Paso y el informalismo europeo?

Admiro mucho el trabajo de Millares y Tàpies. Al segundo tuve la oportunidad de conocerle personalmente. También admiro, sobremanera, a Rothko, con el que tengo grandes afinidades. Por la intensidad de su obra y el componente sagrado que la impregna.

¿Es tu obra mística?

Mística, no. Pero sí espiritual. Creo en la capacidad de la pintura como medio de expresión de cosas que de otra manera no podría explicar. Quiero llegar a una revelación durante el proceso.

Se ha hablado de otras influencias en tu obra como las de Zurbarán, Goya, Paul Klee, Francis Bacon, Miró… así como de la pintura paleocristiana.

Siento una profunda admiración por todos esos artistas. Sin embargo, siempre coloco por encima de todos ellos a Rembrandt. Todo lo que contaba a través del color, de la luz… es de una introspección tal que me fascina. Los tiempos han cambiado y no deseo hacer lo mismo que él. Tengo otras cosas que contar. Pero es mi gran referente. En mi opinión, no ha habido nadie como él.

Háblame de la influencia de Carlos Oroza y de la poesía a lo largo de tu trayectoria.

A Oroza lo conocí en el año 1972, con Laxeiro. Nació una gran amistad desde ese momento. Y me ayudó mucho. La poesía es inseparable de mi obra. Leo mucho y admiro a grandes poetas gallegos como Rosalía o Uxío Novoneyra, a quien también conocí. Y también escribo. A diferencia de la narrativa, la poesía expresa y despierta cosas, sin detenerse en descripciones pesadas.

¿Qué opinas del mercado del arte y del momento que vive el arte contemporáneo en España y en el extranjero?

He tenido experiencias de todo tipo. A estas alturas, uno ya sabe cómo funciona esto. Un pintor tiene que dar algo excepcional, crear algo propio. Pero el éxito profesional no está asegurado. Lo difícil es encontrar a la gente adecuada. En España, estamos en un momento muy bueno en el plano institucional, pero falta actividad coleccionista.

El empleo de materiales humildes en tu trabajo hace pensar en el Arte Povera. ¿Por qué este tipo de materiales?

El cartón para mí es un aliado, que me ofrece grandes posibilidades plásticas. En muchas ocasiones lo corrompo, es decir, lo daño premeditadamente. De tal forma que lo hago más expresivo. Me atrae la idea de la «belleza sufrida». Y en última instancia, me inspira más belleza un saco de patatas que un bodegón perfectamente pintado.

En Alfabeto Delfín, tu último proyecto, se imbrican, a través de un alfabeto inventado, lo pictórico y lo poético. ¿De dónde surge la idea de este alfabeto?

Quería trabajar con la palabra. Homenajear a los poetas. Todo lo que escribo es un alfabeto propio, al que llamé Delfín en clara alusión a mi padre, pues ese era su nombre. Es curioso que, en la cultura helenística, los delfines fuesen los sacerdotes de Apolo. Antes que nada, lo importante en esta exposición era que el público comprendiera que lo que estoy haciendo es pintar un cuadro. Siempre estoy pintando un cuadro.

EXPOSICIÓN ANTÓN LAMAZARES. ALFABETO DELFÍN
04.02.16 > 22.05.16
ORGANIZA CBA