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«Esa ha sido siempre mi ambición: contaminar la fotografía»

Entrevista con Antoine D’Agata

Nicolás Cañete
Fotografía Nicolás Cañete

Cuando me dijeron que tenía que entrevistar a Antoine D’Agata hice lo que hubiera hecho todo el mundo, ver lo que Google tenía que decir al respecto. «Drogas» y «prostitución» son dos de las palabras habituales que responde cuando introducimos «Antoine D’Agata» en el buscador. Reducir el impacto de su obra a estos dos términos es algo que al fotógrafo francés le ha tocado sufrir desde el inicio de su carrera. Fotógrafo tardío y miembro de la agencia Magnum desde 2004, D’Agata es mucho más que el fotógrafo de las adicciones, es un agitador que intenta contaminar la fotografía documental tradicional desde dentro. El pasado verano, el CBA expuso parte de su obra en la exposición Corpus, en el marco del festival PHotoEspaña. Además, D’Agata participó en la Escuela de las Artes, y presentó su libro CODEX, centrado en la violencia en México.

Antoine d’Agata. MEXICO, 2015 © Antoine d’Agata
Antoine d’Agata. Phnom Penh 2008 © Antoine d’Agata
Antoine d’Agata. MEXICO 2014 © Antoine d’Agata
Antoine d’Agata. MEXICO, 2015 © Antoine d’Agata
Antoine d’Agata. Phnom Penh 2008 © Antoine d’Agata
Antoine d’Agata. São Paulo 2006 © Antoine d’Agata

En tus primeros viajes no tomabas fotos, solo te dedicabas a conocer a las personas con las que te encontrabas. ¿Cómo afecta a esta relación con el otro, directa y sin mediaciones, la llegada de la fotografía a tu vida?

Supongo que mi experiencia de vida influyó mucho en mi entendimiento de la fotografía. Antes de ser fotógrafo viajé unos quince años por el mundo, viviendo de manera bastante excesiva. Ese fue mi fundamento, así aprendí el mundo y mi posición en él. Esas relaciones, a veces muy fuertes, a veces muy violentas, hicieron mi fotografía.

Comencé a ser fotógrafo a los treinta y tantos años cuando ya sólo podía seguir en esa posición de ser actor de mi propia vida y del mundo. Nunca me interesó mucho mirar las cosas. Esa posición de mirar, de entender, es obviamente parte del proceso pero no es la más importante. Para mí lo más importante siempre fue la acción, la participación, la responsabilidad, la entrega, por muchas razones. Primero porque era muy parecido a mi modelo de vida, tenía los mismos vicios, los mismos deseos narcóticos y sexuales que lo que fotografiaba. Por otro lado, mi educación fue situacionista, crecí con la influencia de este pensamiento, y siempre esa lucha entre la vida y el arte había que resolverla dando la prioridad a la vida. Esa siempre fue mi posición política. Todo eso hace que al final mi fotografía no sea tanto una renuncia sino una denuncia de la fotografía como manera de mirar, donde solo es importante la estética. Para mí siempre ha sido mucho mas importante la perspectiva de una fotografía. ¿Quién la ha hecho? ¿Por qué? ¿Desde qué punto de vista? ¿Cuál es la relación que está teniendo lugar en ese espacio fotográfico? Esta problemática de la perspectiva es mucho más esencial que la belleza o las cualidades de una imagen. Y eso creo que se puede entender en mi exposición Corpus, donde tenemos unos trescientos autorretratos.

Obviamente trato de que las fotos fuercen al espectador a pensar, a reaccionar, quizá a veces incluso ejercen alguna clase de violencia sobre él, pero lo más importante es entender que, aunque el trabajo no tiene nada de narcisismo o egocentrismo, sí es importante ver a ese personaje único que trescientas veces toma presencia para sus actos o sus restos. Ese personaje es el fotógrafo, y lo importante no es tanto lo que él ve, lo que él mira, sino lo que él hace, y creo que hoy la fotografía ha tomado ese camino. Cada vez se ve más que la fotografía no es un problema de excelencia de la mirada del fotógrafo, sino un problema de posicionarse en su propia vida, de imponer a los otros una manera de ser, de sentir, de moverse, y eso es mucho más importante que la mirada.

Se ha dicho que documentas lo que vives y vives lo que documentas. ¿Crees que es necesario abandonar la zona de confort para documentar? ¿Es estrictamente necesario estar dentro de algo para poder conocerlo y documentarlo? Entendido desde una perspectiva no tanto epistemológica, sino ética.

Sí, es esencial, no por razones fotográficas sino humanas. Mi entendimiento de la fotografía es ateo. No creo en ningún dios, en ninguna otra vida, el único momento que tengo es aquí y es mi responsabilidad vivir de la manera más entera, mas justa, más llena, más intensa posible. La fotografía es una herramienta que me ayuda a vivir ese tiempo limitado –un poco absurdo, un poco extraño– que tengo. Por eso tengo que vivir antes que fotografiar. No es por razones estéticas o artísticas. Para mí ser fotógrafo no tiene sentido, tenemos una existencia, un tiempo regalado y hay que tratar de darle sentido, aunque no lo haya. Yo ya no espero ninguna clase de respuesta pero es importante seguir tratando de actuar de la manera más intensa posible.

¿Crees que vivimos en un mundo saturado de imágenes en el que no tiene sentido ser fotógrafo? ¿Responde tu pertenencia al grupo Magnum a una intención de contaminar desde dentro el uso tradicional de la imagen fotoperiodística?

Creo que son problemáticas diferentes. Esa omnipresencia de la imagen de la que hablas es interesante, es problemática, es fascinante. Es el mundo donde vivimos, en el que es muy difícil ser fotógrafo porque hay tantas imágenes que cada segundo son generadas en todas partes que a veces no tiene sentido hacer más. Tengo, como todos, una relación alienada, un poco loca, con esa profusión de imágenes. Son parte de mí, soy parte de ellas, cambian mi manera de entender, de ver, de sentir y tenemos que adaptarnos a ellas y al mundo en el que vivimos.

Lo de Magnum es muy diferente. Es un espacio estratégico que decidí invadir para posicionarme en esa tradición documental que sigue siendo influyente, y es importante para tratar de cambiar el sentido de las cosas con los pocos medios que son míos, tratar de influir sobre esa historia de la fotografía y así cambiar nuestra manera de ver el mundo. Si eso lo hago dentro de Magnum es mucho más eficiente que hacerlo fuera. Obviamente, mi manera de mirar es muy diferente a la de la mayoría de los fotógrafos de la agencia, pero por eso mismo es interesante. Siento que dentro de la agencia mis gestos tienen más eco, más eficiencia.

En tus exposiciones y libros es habitual que recurras al lenguaje escrito para acompañar tus imágenes. ¿Cuál es tu uso del lenguaje y a qué crees que responde? ¿Intentas señalar el camino para la interpretación de tus imágenes o simplemente llegar a donde ellas no pueden?

Es un aspecto complejo y a la vez sencillo. Son intentos de imponer una visión. A veces lo hago con imágenes y a veces con palabras. Si empecé a escribir fue porque no entendían mi fotografía, quizá porque era demasiado ambicioso con todo lo que quería decir, todo lo que quería cambiar y tuve que utilizar gestos y palabras para imponer mi punto de vista.

No hay ninguna ambición literaria, es más un ruido. Me niego a renunciar a cualquier aspecto de ese entendimiento que es el mío. Muchas veces me dicen que escribo demasiadas palabras, pero creo que de todas esas imágenes y palabras al final queda algo. Siempre creí en el poder para contaminar que tiene mi trabajo. Esa es mi ambición: contaminar la fotografía. Contaminar lo que entendemos como fotografía y, en ese sentido, las palabras son esenciales.

¿Esperas algo del espectador de tu obra? ¿Quizá una reacción política y no tanto estética?

Hace mucho que no espero nada de nadie. Mi responsabilidad es sobre mi propia trayectoria. Ya es muy complicado ser un ser humano, responsabilizarte de tus gestos, tu vida, tu posición fisiológica, emocional y política en una sociedad. Esa es mi prioridad, hacer lo que puedo con mi propio cuerpo, con mi propia mente. Después sí, obviamente vivo en una comunidad y para mí es muy importante comunicar, intercambiar, contaminar, destruir, violentar, todas las maneras posibles de interactuar con el otro. Tengo curiosidad sobre si voy a cambiar o no el pensamiento del otro. Pero no es mi prioridad.

Volviendo sobre la idea –que has afirmado alguna vez– de que no tiene sentido ser fotógrafo en la época en la que vivimos, en algunos de tus últimos trabajos incluyes fotografías sacadas de internet, imágenes de las que te apropias. ¿Qué sentido crees que tiene la noción de autor en la fotografía contemporánea?

Creo que no tiene sentido ser fotógrafo porque todos somos fotógrafos. La imagen se ha integrado al cerebro, al cuerpo, al ser social. Y eso cada día se hace más fuerte. No es una negación de la fotografía o de esa capacidad de definir una perspectiva a través de la mirada, que define un ser y un pensamiento. Hay que aceptar que hay muchos más fotógrafos, muchas más maneras de sentir y de vivir. Cuando voy a internet esas imágenes me cambian, cuestionan mi manera de mirar y de pensar. Creo que a lo que hay que renunciar es a esa posición un poco elitista del fotógrafo artista como alguien que sí que puede sentir, mirar y construir imágenes. Hoy tengo mucha humildad cuando veo esa profusión de imágenes generadas en todo momento, que son mucho más complejas y desafiantes que cualquier cosa que yo hubiera podido imaginar.

Tu último libro, CODEX, está centrado en México, un país por el que siempre has sentido atracción. ¿Crees que esa atracción tiene que ver con la violencia que se encarna de algún modo en el país y que ha sido siempre un núcleo importante en tu fotografía?

Si ese libro es importante para mí es porque enseña un estado de renuncia. Traté muchos años de elaborar una posición que tiene mucho que ver con los abusos, los excesos de vida. En México esa violencia ha crecido y ha invadido todos los niveles sociales. Cuando uno viaja por el país tiene que renunciar a todo pensamiento, a todo entendimiento, a toda pretensión de entender y explicar, es una violencia insoportable que ciega, que va mucho más allá de lo que es posible imaginar. Los cuerpos no solo se matan, se cortan. Estamos llegando a entender o a dejar de entender lo que puede ser el ser humano. El libro se va convirtiendo poco a poco en una renuncia. Al inicio quizá es demasiado romántico, con mucha empatía y amor por una gente y una comunidad, pero poco a poco esa violencia no deja espacio para nada más. Se vuelve absurda, insoportable e inhumana.

El situacionismo fue importante en tu juventud en Marsella a la hora de constituir tu discurso político. ¿Se sigue manteniendo en tu obra la máxima situacionista de igualar arte y vida? ¿Cómo se manifiesta esta relación entre el arte y la vida en Corpus y en la representación de ti mismo en las fotografías?

Toda mi pretensión artística está construida sobre una imposibilidad. Es darle una importancia fundamental a la vida pero al mismo tiempo hace mucho tiempo que ya no estoy interesando en morir como un yonki. Sólo vivir no es suficiente. Se paga el precio, se desaparece y uno renuncia a la palabra. Siempre estoy intentando vivir y gritar al mismo tiempo. Dar un espacio a ese grito, a esa voz, y eso pasa por las exposiciones, los libros, las palabras y las imágenes. Sé que es una contradicción. Hablar tanto daña la inocencia, la belleza y la pureza de los actos, pero creo que después de veinte años con la fotografía ya no puedo renunciar a esa palabra. Durante muchos años intenté elaborar una posición propia, y ya no estamos en la inocencia de la vida. Estoy en una posición muy impura, compleja y frágil, que es vivir, hablar, no renunciar a una cierta autonomía de pensamiento y de acción. Para que eso sea eficiente tengo que compartirlo, comunicarlo, contar alguna clase de historia, tengo que hablarle al otro. Estoy siempre luchando con eso. Es muy doloroso no poder refugiarme en la vida sencilla. Muchas veces tengo ganas de silencio, de callarme y desaparecer, pero ya empecé a contar una historia y tengo que ir hasta el final.

EXPOSICION PHE17 | ANTOINE D’AGATA, CORPUS
30.05.17 > 24.09.17

SELECCIÓN ALBERTO GARCÍA ALIX
COMISARIA FANNIE ESCOULEN
ORGANIZA PHOTOESPAÑA
COLABORA CBA


CURSO ESCUELA DE LAS ARTES 17 | FOTOGRAFÍA Y TRANSVERSALIDAD. LA FOTOGRAFÍA
EN SU CRUCE CON OTRAS DISCIPLINAS
26.06.17 > 30.06.17

DIRECCIÓN NICOLÁS COMBARRO
PARTICIPANTES CARLA ANDRADE • ALEXÁNDER APÓSTOL • MARLON DE AZAMBUJA • JULIÁN BARÓN • MARIO CANAL • ANTOINE D’AGATA • MIGUEL ÁNGEL DELGADO • YOLANDA DOMÍNGUEZ • PATRICIA ESQUIVIAS • GONZALO GOLPE • CRISTÓBAL HARA • RUBÉN PICADO • ALBERTO RUIZ DE SAMANIEGO • JENARO TALENS
ORGANIZA CBA • UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID


PRESENTACIÓN DE ANTOINE D’AGATA, CODEX
15.06.17

PARTICIPANTES ANTOINE D’AGATA • ALEJANDRO CASTELLOTE
ORGANIZA EDITORIAL RM