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Blade & Beard: cuando bailar es pecado

Víctor Lenore
Fotografía Sandy Destiny   |   Fotogramas de la película Raving Iran

A finales de los años ochenta, la cultura popular del Reino Unido se vio sacudida por un nuevo fenómeno: las raves, fiestas electrónicas masivas, casi siempre ilegales. Se trataba de aprovechar el espacio público –bosques, solares, almacenes abandonados…– para autoorganizar la diversión de quienes no podían permitirse los precios de una discoteca. Las autoridades encontraron tan inquietante esta práctica que John Major, primer ministro británico, decidió legislar contra ellas en los años noventa. Asimiladas ya por la industria cultural, las raves todavía pueden resultar subversivas en zonas donde el placer juvenil sigue proscrito. Es el caso de Irán, país de procedencia del dúo Blade & Beard, con quienes pudimos charlar en un hotel de Malasaña. El grupo actuó en Metacírculo, la noche electrónica del CBA.

Increíble pero cierto: en pleno 2018 hay lugares del mundo en los que irse de fiesta todavía es peligroso. Entre ellos, destaca la República Islámica de Irán, una teocracia que todavía relaciona el hedonismo juvenil con un proceso de corrupción dirigido por el demonio occidental. Por eso causó tanto impacto el documental Raving Iran (2016), de la realizadora alemana Susanne Regina Meures, que recoge la represión hacia esta subcultura juvenil. La cinta, de una hora de duración, resume las aventuras de dos jóvenes discjockeys de aquel país, Anoosh Raki y Arash Shadram, animadores de la escena electrónica local. El metraje del documental, grabado con teléfonos móviles o pequeñas cámaras turísticas por motivos de seguridad, transmite toda la tensión de quien tiene que hacer malabarismos para disfrutar de actividades habituales en el resto del planeta. Las raves de Irán requieren de una precaución especial: una persona vigilando la llegada de las autoridades y otras pendientes de hacer desaparecer el alcohol si acude la policía, por no hablar de tener los velos siempre a mano, preparados para cubrir las minifaldas y camisetas de tirantes de las chicas. El proyecto musical de este dúo de Teherán, bautizados como Blade & Beard, recupera la esencia antiautoritaria de los albores de géneros musicales a la vez masivos y underground como el techno y el acid house.

¿Cómo es que dos músicos persas comienzan a interesarse por la electrónica?
«Fue por un disco conjunto de los británicos Sasha y John Digweed, que nos trajo un conocido desde Estados Unidos. Nos encantó y empezamos a investigar. Hablamos de una época donde no era sencillo acudir a sesiones, como mucho, podías ver alguna a través de Facebook», revela Raki.

¿Cómo fue, entonces, su primera fiesta electrónica como público?
«No te lo vas a creer, pero la primera sesión a la que acudí para bailar fue también la primera en la que ejercí de discjockey. Tengo un primo siete años mayor que yo que montaba fiestas para sus amigos. Conseguí que me invitaran. Ellos bebían y fumaban, algo que yo no quería hacer, por ser menor. Llegó un punto en que yo era la única persona de la fiesta que estaba en condiciones de manejar el ordenador portátil. Se tuvo que acercar mi primo a pedirme que le ayudara. Ocho o nueve fiestas después, cuando vi que alcanzaba cierta soltura, empecé a plantearme una dedicación más profesional», prosigue. Por su parte, Arash Shadram debutó en una fiesta en mitad del desierto, lugar donde se reducen las posibilidades de una aparición policial.

A grandes rasgos, ¿en qué se diferencian las fiestas electrónicas iraníes de las occidentales?
«Una rave allí es más arriesgada. Tenemos leyes muy estrictas, tanto que ni siquiera se atreven a aplicarlas; más bien cumplen la función de meter miedo a los jóvenes. En teoría, pueden condenarte a pena de muerte por montar un festival ilegal. Son leyes antiguas, de antes de que existieran las raves. Están pensadas para controlar las fiestas libertinas y para evitar la difusión de la homosexualidad», explica Anoosh.

¿Qué penas suelen aplicarse en realidad?
«Si te pillan organizando una fiesta, lo más probable es que te caiga una multa. Te meten unos días en la cárcel y, dependiendo de la prisa que tengan los tuyos por sacarte y del nivel económico que intuyan que manejas, se decide una cantidad más alta o más baja. También tienen muy en cuenta el precio de las entradas de la fiesta que has montado, para ver cuánto pueden sacarte. Normalmente las raves las organiza gente de las ciudades, aunque se celebran mucho más en el este del país. Más allá de la electrónica, si llevas pelo largo, vaqueros y ropa a la moda te pueden multar también y hasta pueden obligarte a cambiarte». Este paquete de medidas se conoce como Seguridad para la sociedad, una especie de amenaza que pende sobre la población, especialmente sobre los no religiosos. «Se preocupan de estas chorradas en vez de atender las necesidades materiales de los ciudadanos», lamenta Anoosh.

Ser arrestado no es un trago que debamos minimizar. Ante el acoso de las autoridades, Blade & Beard aprovecharon la invitación a actuar en el Street Parade de Zúrich para pedir asilo en el país europeo. Esta decisión los llevó a pasar dos años en un campo de refugiados de la ciudad de Coira. «Es una situación muy jodida. Te das cuenta de lo que significa no tener futuro, solo presente. Te encuentras, de golpe, en una Europa oculta, desconocida, rebosante de personas que huyen del hambre, la guerra y los gobiernos autoritarios. Puede ser deprimente, pero también enriquecedor. Conocimos refugiados de Siria, Iraq, Eritrea… Ahora comprendemos mejor lo jodido que está el mundo», resume Arash.

Su siguiente paso ha sido mudarse a Berlín, para tener una sede desde la que ofrecer su música y fundar un sello discográfico. «Ponemos el acento en localizar músicos con dificultades para hacer que sus temas circulen, como fue nuestro caso», apunta. Les anima saber que han plantado sus semillas en Irán. «Recibimos bastantes mensajes para preguntarnos por nuestra experiencia. Muchos chavales se animaron a organizar sus propias fiestas a raíz de lo que vieron en el documental. Hoy los jóvenes de nuestro país defienden más y mejor su derecho a divertirse. A veces, sus fiestas se convierten en pequeñas reivindicaciones políticas. Eso significa que están más despiertos políticamente. Están más locos, en el buen sentido», celebra Anoosh.

El documental ha sido recibido con entusiasmo en Occidente, desde festivales de cine político hasta centros culturales con toque cool, pasando por las secciones de cultura de grandes medios. También hubo quien puso pegas, por ejemplo, el periodista Niolufar Haidari en un artículo muy crítico en Noisey, la web especializada en música del emporio Vice (digamos que el equivalente a la MTV para la generación millennial). En el texto, acusaba a la directora de una mirada orientalista, de sacar de contexto ciertas escenas y de no avisar a los espectadores de que la jerga iraní está cargada de exageraciones que quienes no estén debidamente avisados pueden tomar por reales. Un músico iraní llamado Koosha, que participó en el documental No-one knows about persian cats (2009), también se mostró inmisericorde con el metraje: «Para mí, Raving Iran’ es una cinta o bien desinformada o bien que explota la historia de dos chavales en un país en vías de desarrollo. No hay duda de que Irán es uno de las naciones más confusas y problemáticas a la hora de abordar la cuestión de los derechos civiles y las libertadas artísticas, pero diría que ha usado a los protagonistas para proyectar su mentalidad europea. La directora selecciona una serie aleatoria de clichés sobre las carencias políticas del país para construir su narrativa oportunista y sin mucho sentido», denuncia.

Por su parte, la directora Regina Meures se defiende con máxima sencillez: «Por supuesto, la película fue pensada para la mirada occidental. Creo que es importante haber trabajado de esa manera, ya que en caso contrario no hubiera sido entendida por el público al que iba dirigida. Funciona así mucho mejor que si hubiera sido más críptica o más enmarcada en la mentalidad del país, que resulta complicada de comprender si no se ha estado allí. No creo que sea un punto de vista equivocado, ya que recoge cómo yo he experimentado toda la historia durante mi paso por Irán».

CONCIERTO METACIRCULO
27.01.18

INTERVIENEN BLADE & BEARD • CLARA 3000 • THE DAS • JUKEBOX
ORGANIZAN CBA • METAVERSO MEDIA SL
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