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Clima propio • Sombras de verano

Vicente Valero

Vicente Valero nació en Ibiza en 1963 y es reconocido unánimemente como uno de los nuevos valores más destacados de la poesía española actual y ha sido incluido en numerosas antologías como La prueba del nueve (Cátedra, 1993), Poesía española reciente 1980-2000 (Cátedra, 2001) y La otra joven poesía española (Igitur, 2003). Ha publicado cinco libros de poemas: Jardín de la noche (El Serbal, 1986), Herencia y fábula (Rialp, Adonais, 1989), Teoría solar (Visor, 1992), con el que obtuvo el Premio Internacional Fundación Loewe a la Joven Creación, Vigilia en Cabo Sur (Tusquets, 1999) y Libro de los trazados (Tusquets, 2005). Ha publicado también, en ediciones artísticas, la antología de sus poemas En otra claridad (Luis Burgos, Arte del siglo xx, 2005), en colaboración con el pintor Vicente Fernández Cervera, así como el largo poema La Subida (Segundo Santos Ediciones, 2005), en colaboración con el pintor Pedro María Asensio.

Además de su labor poética, es autor de los libros de ensayo Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza, 1932-1933 (Península, 2001) y Viajeros contemporáneos (Pre-textos, 2004). Ha publicado también ensayos sobre artistas contemporáneos para catálogos de diferentes museos y galerías y en 1994 se ocupó de la edición de La estación total con las canciones de la nueva luz (Tusquets), de Juan Ramón Jiménez, libro que por primera vez se publicaba en España de manera independiente. Sobre este mismo autor, ha publicado el ensayo La poesía de Juan Ramón Jiménez (Andros, 1988).

CLIMA PROPIO

Por los caminos perezosos del calor nos acercamos, una vez más, al interior
del verano. Algo que solamente nuestros cuerpos recuerdan: la llamada del sol.
Las palabras siguen oliendo a sudor y a resina. Pero todavía sabemos beber
el agua clara en la palma de las manos.
Una vez más, hemos salido a escuchar el latido azul y blanco del corazón insular.
Cuando cerrábamos los ojos, era sólo para poder ver mejor las llamas de los dátiles,
el vuelo encendido de las palomas. Ahora, junto al mar de junio, buscamos
nuevamente nuestro clima propio. ¿Quién podría arrebatárnoslo?
En esta luz de hoy tiembla el silencio oscuro del mundo. También nosotros,
como las cigarras, hace tiempo que aprendimos el lenguaje del mediodía.

SOMBRAS DE VERANO

Hay sombras bellas como mujeres alargadas, como paisajes vírgenes,
como recuerdos incompartibles: sombras que amamos incondicionalmente.
Hay sombras misteriosas, oscuras y cerradas como la noche, en cuyo centro
nos sentamos para respirar el enigma.
Están también las sombras que todos hemos soñado alguna vez, altas y azules,
y que un día encontramos por azar, siempre por los caminos más difíciles:
en su breve y solitario tránsito nos acogen. En los bosques hay sombras, sí,
pero llenas de fuego y de resina, que solamente los pájaros soportan.
Hay sombras que buscamos y sombras que nos buscan a nosotros,
que nos persiguen allá donde vayamos. En el mar sólo existen las sombras
subacuáticas: en ellas cantan ciegas y felices las medusas.
Una vez desperté en una sombra que olía a ajenjo y a limón: a mi lado dormía
una sirena. A veces busco todavía una sombra que me salve y no la encuentro:
una sombra donde escribir las palabras más puras.