Kitsch onírico

Traducción española de Jorge Navarro Pérez en Obras, II, 2, pp. 229-231, Madrid, Abada, 2009

El sueño participa de la historia, y una estadística del sueño avanzaría, mucho más allá del encanto que emana el paisaje anecdótico, hacia el desierto de un campo de batalla. Así, los sueños han ordenado guerras, y en tiempos ahora inmemoriales las guerras establecían lo justo y lo injusto e, incluso, los límites del sueño.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 229

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El sueño ya no abre una azul lejanía. Es que se ha vuelto gris. La capa de gris polvo que hay sobre las cosas es su mejor parte. Los sueños son ahora, estrictamente, un atajo hacia lo banal. Pues la técnica anula aquella imagen exterior de las cosas igual que si fueran billetes de banco que han de dejar ya de circular. Y la mano penetra nuevamente en el sueño, y palpa unos contornos conocidos para así despedirse.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 229

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El ‘malentendido’ es ese ritmo con el que la única realidad verdadera se adentra ahí en la conversación. Cuanto más realmente sepa y logre hablar una persona, tanto más felizmente ha de ser también malentendida.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 230

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Descifrar los contornos de lo banal como si fuera un dibujo misterioso.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 230

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El psicoanálisis descubrió hace ya tiempo el que los dibujos misteriosos son los esquematismos del trabajo del sueño. Mas los surrealistas, con esta certeza, siguen mucho menos las huellas del alma que las de las cosas. El tótem de los objetos lo buscan en la espesura de la prehistoria, y la última caricatura de ese tótem es sin duda el kitsch, esa última máscara de lo banal con que nos revestimos en el sueño y en el seno de la conversación, para acoger con ello la fuerza del mundo de las cosas desaparecidas.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 231

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Lo que llamábamos ‘arte’ tiene hoy su comienzo a dos metros del cuerpo, mientras que en el kitsch el mundo de las cosas se consigue acercar al ser humano.

Kitsch onírico

Obras II, 2, p. 231

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