individuo

La metrópoli como laberinto. De él en consecuencia forma parte la imagen del minotauro albergada en su centro. El hecho de que éste vaya a traer la muerte al individuo no es lo decisivo. Lo decisivo es la imagen de las fuerzas portadoras de la muerte a las que él mismo encarna. Pero esto también es algo nuevo para los habitantes de las grandes ciudades.

Parque Central

Obras I, 2, pp. 297-298

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Quizá iba Hebbel por el buen camino al entender la individuación en calidad de culpa primigenia.

Trauerspiel y tragedia

Obras II, 1, p. 139

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Con las experiencias de la humanidad –y la Antigüedad es una de ellas– sucede lo mismo que con las experiencias del individuo. Su ley formal es una ley de encogimiento; su laconismo no es sagacidad, sino la sequedad del fruto viejo, del viejo rostro humano.

Gottfried Keller

Obras II, 1, p. 294

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El lenguaje tiene preferencia. Pero no solamente sobre el sentido. También sobre el yo. En el ensamble del mundo, el sueño afloja la individualidad igual que un diente hueco. Y este aflojamiento del yo en la embriaguez es, al mismo tiempo, la experiencia viva y tan fecunda que hizo salir a los surrealistas del hechizo de la embriaguez en cuanto tal. No es éste el lugar para describir la experiencia de los surrealistas en todo su alcance. Pero quien ha comprendido que los textos adscritos a este círculo no son literatura, sino otras cosas (manifestación, consigna, documento, bluff, o, si se quiere, falsificación), también ha comprendido que aquí se habla literalmente de experiencias, y no de teorías o, aún mucho menos, de fantasmas.

El surrealismo

Obras II, 1, p. 303

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El análisis que dirige su atención más a los conscientes intereses de los individuos que al modo de comportamiento que sigue su clase de una manera a menudo inconsciente, mediante su concreta posición en el seno del proceso productivo, lleva a sobrevalorar el momento consciente en la formación de las ideologías.

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Ciertas libertades en la trama se nos revelan como ineludibles para, así, poner énfasis no en aquellas grandes decisiones que cabría esperar, sino en lo inconmensurable, lo individual. «Puede pasar esto, mas también esto otro»: es la actitud básica de quien escribe para el teatro épico.

¿Qué es el teatro épico?

Obras II, 2, p. 130

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¿Por qué las acciones propias del colectivo serían no-libres, mientras serían libres, al contrario, las del individuo? Tal variante del determinismo es tan insondable tomada en sí misma como lo es en su significado para avanzar en el debate.

Réplica a Oscar A. H. Schmitz

Obras II, 2, p. 370

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El individuo puede ser un caso particular, pero la acción desenfrenada de su demonio no lo puede ser en ningún caso.

Réplica a Oscar A. H. Schmitz

Obras II, 2, p. 371

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Si ya no le aplicamos un ideal de virtud a la educación del individuo, ¿no será un penoso diletantismo poner a la razón como institutriz para las clases? –Y hablamos de clases porque hoy la guerra entre los pueblos no es ya un fenómeno primario, sino secundario–. La primera tarea de la razón no es educar, sino dominar, dominio que no sólo le prohibe el cegar las fuentes del poder, sino que obligará a movilizarlas con el objeto de conseguir sus fines justo en los momentos decisivos.

Una vez al fin, muchos soldados

Obras, IV, I, p. 417.

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«Las grandes creaciones», dice Adrienne [Monnier], «no pueden verse como obras de individuos. Son obras colectivas, y por ello también tan poderosas que, para disfrutarlas, siempre tenemos que empequeñecerlas. En el fondo, los métodos de reproducción mecánica son una técnica de empequeñecimiento. Sin duda nos ayudan a adquirir ese grado de dominio de las obras sin el cual no es posible que disfrutemos de ellas».

Diario de París

Obras, IV, I, pp. 541-542.

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Nuestro siglo trabará la conexión entre el reino de la fuerza aislada, rica en originales creaciones, con el de otra, niveladora y uniforme, que, igualando los productos entre sí y lanzándolos después masivamente, obedece a un nuevo pensamiento unitario, expresión última de las sociedades.

Obra de los pasajes

H. de Balzac. L’illustre Gaudissart, París, 1837, p. 1. Cit. en Obra de los pasajes, A 11 a, 7

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La individualidad en cuanto tal toma perfil heroico cuanto con más fuerza entra la masa al interior del campo de visión. Y éste es el origen de la concepción del héroe en Baudelaire. [...] El libre mercado hace crecer sin tregua dichas masas hasta incalculables multitudes, y eso sucede en tanto, en adelante, cada determinada mercancía va a reunir en torno a sí a la masa de sus compradores. Actualmente, los Estados totalitarios han tomado esta masa por modelo. La hoy llamada «comunidad del pueblo» busca extirpar del individuo singular todo cuanto pueda interponerse con su fusión sin resto dentro de la masa de clientes. El único oponente inconciliable respecto del Estado, que en tan ardiente intento representa al capital monopolista, es el proletariado revolucionario. Éste destruye la apariencia de la masa con la realidad que se concreta, socialmente, en su clase.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, J 81 a, 1

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