Talleres de Arte Actual

Los orígenes 

A finales de los años setenta, el Círculo de Bellas Artes necesitaba un cambio. Hubo dos acontecimientos importantes que supo aprovechar: el primero, la Asociación de Artistas Plásticos en Madrid necesitaba un espacio donde desarrollar sus actividades; el segundo, el director general de Difusión Cultural, Antonio Papell Cervera, escribió una carta al secretario del CBA, Arturo Barea Sabas el 21 de febrero de 1978, en la que solicitaba a petición de la Galería de Arte Pieter Brueghel de Holanda, una relación de artistas españoles con sus currículos para que pudieran ponerse en contacto con ellos para futuros proyectos. 

El CBA no dudó en aprovechar tal ocasión. La buena relación que mantenía con Juana Mordó, propició el acercamiento de los artistas emergentes del momento a la institución. De esta forma, logró satisfacer el intercambio cultural, tal habilidad supuso un cambio en el panorama cultural-artístico español.  

Con la junta directiva renovada, el año 1983 fue el punto de partida de una nueva etapa de la entidad. El escultor Martín Chirino fue elegido presidente; y el 11 de mayo del mismo año, la Comisión de Artes Plásticas comienza su andadura. Estaba formada por los artistas Lucio Muñoz, Juan Genovés, Rafael Canogar y José Luis Fajardo, elegidos por votación; tenía como objetivo priorizar las actividades artísticas. La junta directiva también acordó la contratación de María Luisa Martín de Argila como coordinadora responsable del nuevo Área de Artes Plásticas. El CBA comienza a promover originales iniciativas artísticas y de aprendizaje libres de todo academicismo: el desarrollo de talleres artísticos llamados Talleres de Arte Actual y la producción de obra gráfica.  

Producción de obra gráfica 

En cuanto a la producción de obra gráfica, en su deseo de atender y potenciar las diferentes manifestaciones artísticas y apoyar iniciativas relevantes de su institución, el CBA inicia dos importantes proyectos: la edición de tres discos-carpeta de Arte Actual (1983-1986), en el que se reúnen en un mismo álbum la grabación de siete obras recién estrenadas de compositores jóvenes y siete dibujos originales de pintores que impartieron los talleres durante esos cursos (los discos LP incluyen piezas de Llorenç Barber, Alfredo Aracil, Daniel Zimbaldo y serigrafías de Manuel Hernández Mompó, Eduardo Arroyo o Frederic Amat, entre otros). El segundo proyecto fue la colección de Obra Gráfica (serigrafías y litografías), cuya edición estuvo a cargo de Guillermo Chamorro. Con motivo de la celebración de los Talleres de Arte Actual de las temporadas 1986-1989, se editaron en papel Guarro Casas, papel Michel y otros de gramaje variable, de 100 x 70 cm, cortados a sangre. Están firmados y numerados por algunos de los artistas que impartieron clases durante esos años: Concha Jerez, Manuel Alcorlo, Nacho Criado, Ross Blecker e Ian Wallace, entre otros.  

El aprendizaje en el Círculo de Bellas Artes. Los Talleres Libres y Los Talleres de Arte Actual1 

María Luisa Martín de Argila 

Desde su fundación, el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha desarrollado una importante labor en el ámbito de la enseñanza de las bellas artes y las técnicas artísticas. Ya desde finales del siglo xix existían en el Circulo los llamados «talleres libres», espacios alternativos para la práctica artística, que funcionaban de forma totalmente independiente y al margen de las escuelas oficiales. Estos talleres, a los que los artistas y estudiantes podían ir a «hacer mano», a practicar sus conocimientos sin condicionante alguno, pronto se convirtieron en un lugar imprescindible para el aprendizaje de las bellas artes. Pintores, escultores y arquitectos se hicieron asiduos asistentes a esta singular escuela, donde, a cambio de una pequeña cuota, se podía dibujar del natural, sin ninguna dirección artística. Los talleres ofrecían a los artistas muy diversas modalidades de práctica artística: talleres de desnudo con modelo vivo, tanto femenino como masculino, talleres de bodegón, talleres de grabado e incluso aulas donde el asistente podía adecuar el aprendizaje a sus propias necesidades.  

Al igual que ocurrió con muchas otras instituciones, las consecuencias de la Guerra Civil fueron muy dolorosas para el CBA, que padeció la ocupación y la utilización de sus instalaciones para los más insólitos usos, poco o nada relacionados con el espíritu cultural que alumbró su fundación. Sin embargo, a lo largo de estos oscuros años en los que el CBA se vio sometido a una existencia comprometida con intereses espurios, estos talleres, situados en la última planta y probablemente olvidados por sus responsables políticos, mantuvieron su actividad y su espíritu, ajenos a cuanto acontecía en las plantas inferiores de aquella peculiar institución. Paradójicamente, seguían acogiendo a muchos artistas, algunos de ellos futuros protagonistas de la vanguardia de posguerra, que ávidos de libertad creadora, acudían allí huyendo de las anacrónicas escuelas oficiales para practicar en absoluta libertad.  

La llegada al CBA, en 1982, de la junta directiva presidida por Martin Chirino supuso una total conmoción en todos los aspectos de tan histórica institución. La principal preocupación de este equipo fue recuperar el espíritu con el que se había fundado este centro, diseñado por artistas y para los artistas y devolverlo a la sociedad. Así, el CBA superó su periodo más turbio y gris y se convirtió de nuevo en la casa añorada de los creadores. Fueron los artistas plásticos que integraban esta junta directiva: Lucio Muñoz, Rafael Canogar, Juan Genovés, José Luis Fajardo y el propio Martín Chirino, quienes, apoyados por el crítico de arte Francisco Calvo Serraller y el resto de miembros del equipo directivo, tuvieron la brillante iniciativa de crear una singular forma de enseñanza de las artes que ellos mismos denominaron «Talleres de Arte Actual». Aunque la idea de estos talleres no era enteramente original, sí era muy novedosa en España. Se buscaba establecer espacios de creación, talleres de artista en los que un «maestro» de reconocido prestigio ejerce la docencia artística durante un plazo de cuatro semanas. Aquí los nuevos maestros podían ejercer sus enseñanzas con absoluta libertad. Tenían que elegir sus programas, sus objetivos, sus técnicas, su lenguaje, el formato de su taller e incluso el lugar o espacio físico donde este debía desarrollarse. 

Los Talleres de Arte Actual se inspiraron en los talleres cuatrocentistas. Hasta bien entrado el siglo xix, cuando la academia comenzó a tomar una importa desmesurada, la experiencia del aprendizaje del artista se basaba en una relación de convivencia entre el maestro y el discípulo. El aprendiz escogía su taller y a la vez era aceptado por el maestro, en una mutua elección de interés y actitudes vitales. Como si se tratara de una inversión de futuro a largo plazo, el alumno empezaba por encargarse de los menesteres domésticos, luego seguía con la manufactura de los colores y, en último término, trataba de perpetuar y, en alguno caso, superar la obra del maestro.  

Los Talleres de Arte Actual del CBA se estructuraron, según estos criterios, en cursillos mensuales representativos de diversas tendencias de las artes plásticas del momento. En la mayoría de los casos el periodo de aprendizaje iba precedido de una semana de conferencias en las que se analizaba la vida y la obra del maestro desde un punto de vista bibliográfico, histórico y crítico. Después, el artista hacia una selección entre aquellos que habían solicitado asistir a su taller. En este flujo y reflujo de presentaciones, que daría paso a una convivencia prolongada, el maestro escogía a sus alumnos, antes que por la calidad de su obra, por la posibilidad de un contacto verdadero. A tal efecto, utilizaba la documentación presentada para seleccionar a aquellos artistas con los que pudiera llegar a sentir una verdadera afinidad de vibraciones artísticas.  

En la práctica, maestro y discípulo acudían al taller todos los días a lo largo de aproximadamente cuatro semanas. Se encontraban en un espacio abierto, sin horario fijo, en el que podían trabajar sin interrupción mañana y tarde. Este sistema de aprendizaje, que entroncaba con tradiciones artísticas pasadas, posibilitaba que profesores y alumnos pudieran desarrollar sus trabajos en un ambiente libre, sin la coacción de férreas disciplinas externas. El sistema se basaba en la atracción recíproca y pronto generaba una sensación de contagio y libertad absoluta, una energía muy especial que facilitaba la expresión artística. Ambas partes disfrutaban de una vivencia absolutamente nueva, pues no hay que olvidar que la mayoría de los maestros invitados no habían tenido jamás contacto con la docencia. 

Desde un primer momento, entre los participantes se dejaba notar una clara presencia de artistas descontentos con la formación impartida en las facultades de bellas artes. La mayoría de .los alumnos que acudían eran pintores jóvenes, algunos ya licenciados, otros aun estudiantes, que querían huir del eclecticismo y de la impersonalidad de las enseñanzas tradicionales y buscaban un equilibrio vital entre la teoría y la práctica. En los talleres del CBA encontraban una formula muy atractiva, nada novedosa pero de eficacia incontestable: el dialogo entre artistas consagrados y jóvenes aspirantes, el consejo y el detalle personal, el apoyo y el análisis crítico que se ofrecían de una forma directa y relajada, sin más limites que los que marcaba la relación entre un profesor ocasional y sus alumnos.  

Esta experiencia pedagógica, en la cual maestro y discípulo trabajaban codo con codo, producía resultados mutuamente enriquecedores. Se potenciaba el individualismo del alumno y se establecía una profunda interrelación de experiencias artísticas en la que cada cual aportaba su sensibilidad. Se animaba al alumno a exponer sus conocimientos, sus dudas, sus rebeldías y sus actitudes particulares ante la actividad artística. Si viene es cierto que la experiencia ajena nunca puede ahorrar la propia, cualquier artista joven necesita modular su espíritu innovador y su afán de búsqueda a través de este tipo de relación para encontrar su voz personal. 

Una de las claves del éxito de la programación de estos Talleres de Arte Actual fue la diversidad de la oferta que se presentaba a sus alumnos como maestros a artistas consagrados. Pero a partir de la segunda emporada se intentó que en cada ciclo estuviese representados de los distintos aspectos de la creación artística: autores abstractos, figurativos, realistas, conceptuales, geométricos, consagrados, alternativos…de la misma manera, se intentó que cada maestro le diera a su taller un enfoque personal con total libertad. 

El resultado fue una gran variedad de talleres. En unos casos eran eminentemente prácticos, en otros el objetivo final era la realización de una obra colectiva en la que participaban todos los asistentes, otros se orientaban principalmente al debate teórico. Algunos se celebraban dentro del aula del taller, otros por todo el edificio, algunos en espacios urbanos, otros en museos y galerías de arte…estos talleres se convirtieron en una alternativa a la masificada y deshumanizada enseñanza oficial, una suerte de universidad paralela que se nutría de la añoranza de un antiguo estilo de enseñanza de arte más personalizado y directo.  

Desde el primer momento, el CBA supo valorar la importancia y trascendencia de estos talleres, tanto entre los maestros y sus discípulos cuanto en el conjunto de la sociedad artística. Por ello potenció también la muestra y exhibición de los resultados de estos fructíferos intercambios y organizó, como clausura de cada una de las temporadas, exposiciones colectivas en las que se mostraban los logros de estas enriquecedoras. Crítica, comisarios, galeristas y coleccionistas buscaban en estas muestras anuales, que resumían el trabajo que se había realizado en cada uno de los talleres, nuevas propuestas y nombres prometedores para el futuro panorama del arte español. 

El éxito de los Talleres de Arte Actual organizado por el Área de Artes Plásticas animó a otras áreas del CBA a desarrollar programas similares. A partir de 1985 dieron comienzo los talleres de fotografía, y desde 1986 comenzaron también a programarse los talleres y seminarios del área de imagen y vídeo. El área de música, teatro y danza celebró también sus respectivos talleres.  

El programa de talleres entre octubre de 1983 y junio de 1997 tuvo un éxito espectacular. Desde su primera convocatoria la demanda de plazas superó con creces las previsiones. Pronto esta iniciativa animaría a la creación de talleres similares en otras ciudades de España.