tren

esa furia de estar diciendo adiós yendo a bordo de todos los

[navíos,

que a estas horas están levando anclas o se van alejando de los

[embarcaderos!

¡Oh hierro, oh acero, oh aluminio, oh vosotras, chapas de

[hierro ondulado!

¡Oh muelles, oh puertos, oh trenes, oh grúas, oh remolcadores!

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El poema moderno verdadero es vivir sin poemas,
él es el tren real, pero no en cambio los versos que lo cantan,
hierro de los raíles, de los raíles calientes, el hierro de las

[ruedas, él, su real giro.

Pero no mis poemas hablando de railes y de ruedas sin ellos.

Álvaro de Campos
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1

«Salutación a Walt Whitman», vss. 514-517, p. 303


CIUDAD
REALIDAD
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El poema moderno verdadero es vivir sin poemas,
él es el tren real, pero no en cambio los versos que lo cantan,
hierro de los raíles, de los raíles calientes, el hierro de las

[ruedas, él, su real giro.

Pero no mis poemas hablando de railes y de ruedas sin ellos.

Álvaro de Campos
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1

«Salutación a Walt Whitman», vss. 514-517, p. 303


FÁRMACOS
VERDAD
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Canto en mi verso a los trenes, canto a los automóviles, canto a

[los vapores,

pero es que en mi verso, por más que lo ice, sólo hay ritmos e

[ideas,

no hay hierro, acero o ruedas, no hay maderas ni cuerdas,
ni la realidad de cualquier piedra callejera y nula;
la de aquella piedra que, casualmente, nadie mira al pisar,
pero puede mirarse y ser pisada, y tomarse en la mano,
y mis versos en cambio sólo son como ideas, como ideas que

[pueden no ser comprendidas.

Lo que quiero no es cantar al hierro: es el hierro.
Lo que pienso es dar sólo la idea de acero –pero no es

[el acero–.

Lo que más me enfurece en la emoción de la inteligencia
es el no poder cambiar mi ritmo, ese ritmo que imita al agua

[que canta,

por lo que es el real frescor del agua tocando mis manos,
el sonido visible de ese río, ése en el que puedo entrar y

[mojarme,

que puede dejar mi traje chorreando,
donde podría ahogarme, si quisiera,
que tiene la natural divinidad de estar ahí sin literatura.
¡Mierda! ¡Mil veces mierda a todo lo que yo no puedo hacer!
¿Qué todo, Walt –me oyes–?, ¿qué es todo, qué es todo?
¡Y que mil rayos partan la falta que nos hace no ser Dios
para escribir poemas al Universo y a la Realidad por nuestra

[carne,

tener ideas-cosas, pensamiento Infinito!
Para lograr tener estrellas reales en el interior de mi

[ser-pensamiento,

nombres-números ya en los confines de la gran reina

[emoción-la-Tierra.


¡Futilidad, irrealidad, […] estática de todo arte,
condena del artista a no vivir!

¡Oh quién nos diera, Walt,
esa tercera cosa que es la media entre el arte y la vida,

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¡Benditos seáis, […] coches, trenes y vagones,
respirar regular de fábricas y temblorosos motores atronando
con vuestra crónica […]!
¡Sí, benditos seáis, por ocultarme!

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¡Benditos seáis, […] coches, trenes y vagones,
respirar regular de fábricas y temblorosos motores atronando
con vuestra crónica […]!
¡Sí, benditos seáis, por ocultarme!

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Así, cada uno de nosotros ha nacido enfermo de toda esta complejidad. En cada alma giran los volantes de todas las fábricas del mundo, por cada alma pasan todos los trenes del globo, todas las grandes avenidas de todas las grandes ciudades acaban en cada una de nuestras almas. Todos los asuntos sociales, todas las perturbaciones políticas, por poco que nos preocupemos de ellas, entran en nuestro organismo psíquico, en el aire que respiramos psíquicamente, pasan a nuestra sangre espiritual, pasan a ser, inquietamente, nuestras como cualquier cosa que sea nuestra.

¿Qué arte debe corresponder a este estado de civilización?

Vimos ya que el papel del arte es el de, al mismo tiempo, interpretar y oponerse a la realidad social contemporánea.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«4. [Sensacionismo]», p. 114


FÁRMACOS
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Así, cada uno de nosotros ha nacido enfermo de toda esta complejidad. En cada alma giran los volantes de todas las fábricas del mundo, por cada alma pasan todos los trenes del globo, todas las grandes avenidas de todas las grandes ciudades acaban en cada una de nuestras almas. Todos los asuntos sociales, todas las perturbaciones políticas, por poco que nos preocupemos de ellas, entran en nuestro organismo psíquico, en el aire que respiramos psíquicamente, pasan a nuestra sangre espiritual, pasan a ser, inquietamente, nuestras como cualquier cosa que sea nuestra.

¿Qué arte debe corresponder a este estado de civilización?

Vimos ya que el papel del arte es el de, al mismo tiempo, interpretar y oponerse a la realidad social contemporánea.

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