ritmo

¡Que yo sea el calor de las cosas vivas, de la fiebre,
de las savias, del ritmo de las olas y aún […]
intervalo de Ser por dejar ser al Ser…!
¡Y fronteras en nada!
¡Divisiones en nada!
Sólo Yo.

Álvaro de Campos
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1

«Salutación a Walt Whitman», vss. 493-498, p. 301


FÁRMACOS
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Canto en mi verso a los trenes, canto a los automóviles, canto a

[los vapores,

pero es que en mi verso, por más que lo ice, sólo hay ritmos e

[ideas,

no hay hierro, acero o ruedas, no hay maderas ni cuerdas,
ni la realidad de cualquier piedra callejera y nula;
la de aquella piedra que, casualmente, nadie mira al pisar,
pero puede mirarse y ser pisada, y tomarse en la mano,
y mis versos en cambio sólo son como ideas, como ideas que

[pueden no ser comprendidas.

Lo que quiero no es cantar al hierro: es el hierro.
Lo que pienso es dar sólo la idea de acero –pero no es

[el acero–.

Lo que más me enfurece en la emoción de la inteligencia
es el no poder cambiar mi ritmo, ese ritmo que imita al agua

[que canta,

por lo que es el real frescor del agua tocando mis manos,
el sonido visible de ese río, ése en el que puedo entrar y

[mojarme,

que puede dejar mi traje chorreando,
donde podría ahogarme, si quisiera,
que tiene la natural divinidad de estar ahí sin literatura.
¡Mierda! ¡Mil veces mierda a todo lo que yo no puedo hacer!
¿Qué todo, Walt –me oyes–?, ¿qué es todo, qué es todo?
¡Y que mil rayos partan la falta que nos hace no ser Dios
para escribir poemas al Universo y a la Realidad por nuestra

[carne,

tener ideas-cosas, pensamiento Infinito!
Para lograr tener estrellas reales en el interior de mi

[ser-pensamiento,

nombres-números ya en los confines de la gran reina

[emoción-la-Tierra.


¡Futilidad, irrealidad, […] estática de todo arte,
condena del artista a no vivir!

¡Oh quién nos diera, Walt,
esa tercera cosa que es la media entre el arte y la vida,

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Yo, el febril ritmista
para quien un parágrafo de versos es enteramente una persona,

Álvaro de Campos
Poesía VI. Los poemas de Álvaro de Campos 4

«Esbozos y fragmentos», «Salutación a Walt Whitman», vss. 4-8, p. 283


FÁRMACOS
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El único arte verdadero es el de la construcción. Pero el medio moderno hace imposible la aparición de cualidades de construcción en el espíritu. Por eso se desarrolló la ciencia. La única cosa en la que existe construcción hoy día es una máquina; el único argumento en el que hay encadenamiento es el de una demostración matemática. El poder de crear precisa de un punto de apoyo, de la muleta de la realidad. El arte es una ciencia… Sufre rítmicamente.

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Me gusta hablar. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tangibles, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real carece para mí de cualquier interés ―ni siquiera mental o de ensoñación―, se me transmutó el deseo en aquello que en mí crea ritmos verbales, o los oye de los otros. Me estremezco si hablan bien.

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Me golpea entonces, siempre que así siento, la vieja frase de no sé qué escolástico: Deus est anima brutorum, Dios es el alma de los brutos. Así entendió el autor de la frase, que es maravillosa, que podía explicarse la certeza con que el instinto guía a los animales inferiores, en los que no se adivina inteligencia, o se adivina apenas un bosquejo de ella. Pero todos somos animales inferiores ―hablar y pensar no pasan de ser nuevos instintos, menos seguros, por nuevos, que los otros. Y la frase del escolástico, tan justa en su belleza, se me ensancha y digo: Dios es el alma de todo.

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Me gusta hablar. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tangibles, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real carece para mí de cualquier interés ―ni siquiera mental o de ensoñación―, se me transmutó el deseo en aquello que en mí crea ritmos verbales, o los oye de los otros. Me estremezco si hablan bien.

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Me gusta hablar. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tangibles, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real carece para mí de cualquier interés ―ni siquiera mental o de ensoñación―, se me transmutó el deseo en aquello que en mí crea ritmos verbales, o los oye de los otros. Me estremezco si hablan bien.

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La poesía es la emoción expresada en ritmo a través del pensamiento, como la música es esa misma expresión, pero directa, sin la mediación de la idea.

Musicar un poema es acentuarle la emoción reforzándole el ritmo.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«IV. Literatura, prosa y poesía», 5, p. 298


LECTURAS / ESTÉTICA
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Un poema es la proyección de una idea en palabras a través de la emoción. La emoción no es la base de la poesía; es tan sólo el medio del que la idea se sirve para reducirse a palabras. […]

La poesía es superior a la prosa porque expresa, no un grado superior de emoción, sino, al contrario, un grado superior del dominio de ella, la subordinación del tumulto en que la emoción se expresaría naturalmente (como con razón dice Campos) al ritmo, a la rima, a la estrofa.

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte

«Ricardo Reis: [El arte de Álvaro de Campos]», pp. 92-93


LECTURAS / ESTÉTICA
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