entender

¿Pero quién me ha mandado querer entender?
¿Quién me dijo que había que entender?

Alberto Caeiro
Poesía I. Los poemas de Alberto Caeiro 1

«El guardador de rebaños», XXII, vss. 7-8, p. 93


SENSUALISMO / SENSACIÓN
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Veo, y eso ya es mucho. ¿Es que hay alguien que sea capaz de entender? Tal vez sea por ese escepticismo sobre lo inteligible por lo que encare de igual modo un árbol y una cara, un cartel y una sonrisa. (Todo es natural, todo artificial, todo igual.) Todo lo que veo es para lo único visible, sea el alto cielo azul verdiblanco de la mañana por llegar, sea el gesto falso en el que se contrae la cara de quien está sufriendo ante testigos la muerte de quien ama.

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Veo, y eso ya es mucho. ¿Es que hay alguien que sea capaz de entender? Tal vez sea por ese escepticismo sobre lo inteligible por lo que encare de igual modo un árbol y una cara, un cartel y una sonrisa. (Todo es natural, todo artificial, todo igual.) Todo lo que veo es para lo único visible, sea el alto cielo azul verdiblanco de la mañana por llegar, sea el gesto falso en el que se contrae la cara de quien está sufriendo ante testigos la muerte de quien ama.

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De la sensibilidad, de la personalidad definida que ella determina, nace el arte por medio de lo que se llama la inspiración: el secreto de que nadie habló, el sésamo pronunciado por azar, el eco en nosotros del encantamiento distante. La sola sensibilidad, sin embargo, no genera el arte; es tan sólo su condición, como el deseo lo es del propósito. Es preciso que a lo que aporta la sensibilidad se junte lo que el entendimiento le niega. Así se establece un equilibrio; y el equilibrio es el fundamento de la vida. El arte es la expresión de un equilibrio entre la subjetividad de la emoción y la objetividad del entendimiento, y como subjetiva y objetivo, se interponen, y por eso, conjugándose se equilibran.

Tiene el arte para nacer que ser de un individuo; para no morir, que parecer extraño a él.

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