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Pudor excesivo y el Método

Gonçalo M. Tavares
Traducción Ana María García Iglesias

primera parte: sobre el exceso

PRIMERA IMAGEN

En un libro de Jünger.
«‘¡Oh, mis queridos hijos, finalmente os he encontrado!’
Esta expresión dicha por una madre delante de los ataúdes de sus dos hijos muertos se relataba esta mañana en los periódicos».
No leer los periódicos. Cerrar el periódico. Odiar el periódico.

SEGUNDA IMAGEN

El hombre que no sabe leer avanza a pesar de las innumerables placas que dicen (que gritan): ¡PELIGRO!, ¡PELIGRO!

Como no sabe leer no entiende nada y abre la puerta y avanza, y en medio del peligro hace lo que tiene que hacer. ¿El qué? Nada complicado: las ganas de orinar no son algo delicado, es una acción de mono, antigua, un acto que nunca honrará a la humanidad ni a las buenas maneras. Pues bien, en medio de las placas que gritaban ¡PELIGRO!, el analfabeto orinó.

Se abrochó después los pantalones; algo de orina (por lo menos su olor) se le quedó en la mano; algunos vestigios en los pantalones. Hombre desastrado en ese viejo arte, y detallado, de la manipulación íntima. Las manos le olían a orina; regresó.

Fuera, dos señores lo recibieron con insultos. Que aquello era un sitio peligroso, que había arriesgado su vida, que era estúpido, que no sabía leer, y los ánimos se exaltaron de tal manera que los dos señores comenzaron a golpear al hombre que no sabía leer. Se defendió como pudo, el hombre, y se defendió bien, pero la defensa enfadó más de lo que lastimó: olía a orina, todo él.
Vinieron más señores y golpearon al hombre; en primer lugar, continuaron golpeando, después prosiguieron y después terminaron. El hombre quedó caído en el suelo. No se movía. Las personas desaparecieron; un leve viento no.
Las placas de: ¡PELIGRO! estaban más allá, del otro lado, pero habían matado al hombre en este lado, en el lado en el que no había peligro.

1- salir de ese lugar normal
Se transformó en un lugar común, ése: cambiar de vida.
Un libro o una obra de arte que hagan cambiar de vida. Ya se ha transformado en recado para empleada doméstica: Por favor, antes de salir, no se olvide de cambiar de vida.
Tal vez ya no sea suficiente. Cambiar de vida ya es normal.

2- peligro
Dígase que aquello a lo que llamamos peligro define el exceso por excelencia; peligro es ese de más que no comprendemos y no dominamos y que pone en duda no nuestras opiniones, sino nuestra vida.
El arte más excesivo es el arte que pone en peligro. El que amenaza la vida y no sólo las opiniones sobre ella.
Morir, podría decir un cínico, es cambiar de vida; y mucho.

3- suelo de artista
Los humanos nacen para quedarse de pie: si no lo consiguen, fracasan.
Un artista nace a la mitad de su vida de hombre (o a un cuarto de su vida, o a tres cuartos, ¿cómo saberlo?) y un artista nace para no dejar a los otros hombres en pie. Nace para movilizarlos, y movilizarlos es hacer que los otros no soporten estar levantados; es desequilibrar; es poner en duda milenios de avances musculares y óseos; es hacer que el contemplador no parezca bípedo, que tiemble, que tenga miedo, que se desequilibre: es hacer mover el suelo.
El artista nace para hacer mover el suelo.

segunda parte: sobre el exceso

NOTA 1
la posición de las máquinas
Comencemos: el exceso es un elemento que existe a pesar de las máquinas, existe contra las máquinas. Ninguna máquina es excesiva.
Ernst Jünger habla de la «energía segura» de las máquinas; podemos aún hablar de la energía previsible, de la energía que da resto cero. Y únicamente no da resto cero, no da exacto, cuando se avería. Una máquina excesiva es una máquina averiada. Porque las máquinas se construyeron –y aún se construyen– para controlar la perturbación del mundo, para colocar una rienda eficaz alrededor del estúpido cuello de lo aleatorio.

NOTA 2
la posición de las máquinas
No queremos acontecimientos que nos traten como estúpidos (como nos tratan las sorpresas), queremos, eso sí, introducir la racionalidad en los acontecimientos del mundo, y de ahí las máquinas.
Las cosas suceden con una racionalidad, con una razón en su sentido primero, razón de cálculo que relaciona dos números.
La razón humana es entonces lo que, en última instancia, se consigue resumir en dos números; y esos dos números luchan o distribuyen secretos entre sí, y después se calman.
Y es importante afirmarlo: la razón es la relación entre dos números, no es la relación entre un número y una catástrofe, entre un número y un loco. Una catástrofe no es racional; no pertenece a las operaciones que dominamos.

NOTA 3
la posición de las máquinas
Una máquina excesiva es una máquina peligrosa, es una máquina mala. Porque no la controlamos. Y por las razones de siempre: no es de nuestra carne.
Máquina excesiva, he aquí el peligro: tiene, para empezar, otra carne, y esa carne, además, está desorganizada, descontrolada; no sabe cómo parar, es imprevisible.
La pesadilla para la tecnología no es el decreto que impone el final de las máquinas, es la aparición de la Máquina excesiva. De la máquina excesiva que dé origen a otras máquinas excesivas. De que la cosa se descontrole en el mundo en el que apareció para controlar.

NOTA 4
sobre el acumular
Acumular es una palabra neutra que presupone una suma, una avidez en el acto de guardar. Sin embargo, acumular presupone también seguridad en el objeto acumulado. Sólo almacenamos lo que nos tranquiliza ahora, y para los próximos tiempos. Acumulamos dinero, casas, proyectos: y con tales almacenes mentales o físicos, nos relajamos. Pero no acumulamos excesos, no acumulamos energías no afables.
Precisamente: el exceso es una energía no afable. No puedes acariciar el exceso como haces con tu perro. Te quedarías sin piernas.

NOTA 5
sobre esta ciencia: el arte
El viejo Bloom del viejo Joyce tiene una definición de ciencia que me parece perfectamente justa porque es suficientemente inestable. Dice el bueno de Bloom:
«Ciencia. Comparar los placeres que cada uno experimenta».
Miremos el arte. Diríamos estar ante una ciencia que mide los excesos, que mide exaltaciones, sobresaltos, que mide –para dar una imagen exacta y con el rigor necesario– que mide, por lo tanto, la dimensión emocional de la palabra MAGNÍFICO en siete ciudadanos que la repiten frente a una obra de arte. Comparar los placeres es una perversión ligeramente necesaria. O una necesidad ligeramente perversa.

NOTA 6
sobre esta ciencia: el arte
Digamos: se trata, en arte, de promover una precisa y buena ciencia Bloom. Es decir, comparamos los placeres que cada uno experimenta y después decimos las fórmulas comunes de una Física emocional. ¿Cuáles son esas fórmulas? Aquí van: ¡Qué bueno, qué malo, qué neutro!
Medimos, si es necesario, la excitación de un grupo de excursionistas que hace cola para asistir a un cuadro clásico como se asiste a una película moderna: exigiendo que la pintura se mueva, y mucho, para que no aburra.
Pero la pintura frente a ti no se mueve, tu cabeza frente a la pintura es la que debería moverse. Y moverse a gran velocidad. «Soy rápido o nada», decía el Señor Test.

NOTA 7
sobre el método y el tren
El arte sabe que el exceso depende de la norma, que el abuso depende de la media aritmética.
EL ARTE NECESITA EL MÉTODO COMO EL CIUDADANO DE MAL COMPORTAMIENTO PRECISA LA LEY.
Necesita además esa siniestra previsibilidad. ¡Es necesario que el tren inteligente llegue a tiempo!
Sin ese tren inteligente que atraviesa miles de kilómetros y llega, en el minuto exacto, a su destino, nada sobraría para los artistas.
Afortunadamente, la profesión de relojero aún existe, y los relojeros procrean, a veces entre sí, otras veces mezclándose con amantes de otras profesiones, lo que aumenta la probabilidad de que se multiplique el interés atento por las agujas sensatas que saben cumplir, y bien, sus deberes.
Si no existiesen las máquinas, no existiría el arte. Los artistas estarían ocupados en el acto meticuloso de hacer coincidir el ritmo de la polea con el ritmo del deseo del ciudadano. Afortunadamente, no.

NOTA 8
sobre lo Bello y lo Profundo
Robert Walser, es más, el Director del Instituto Benjamenta, instituto donde el señor Jakob Von Gunten aprendió casi todo lo que le resulta útil para no llamar la atención; el referido director, pues, en una de sus lecciones rápidas dijo al señor Jakob: «es posible olvidar lo más bello y profundo antes de que contemos hasta tres».
El exceso, el grotesco acontecimiento: he aquí lo que puede hacer olvidar lo más bello y profundo. Lo excesivo hace olvidar lo bello; y sólo contempladores muy entrenados –¡pero son excepciones!– podrán olvidar lo excesivo al estar enfrente de lo bello.
Porque hay en la belleza y en la profundidad algo que hace referencia a un ruido aislado de todos los otros, un ruido que no contacta con nuestro oído (y al que normalmente llamamos silencio).
Jakob von Gunten, por ejemplo, «considera divertido escuchar todo aquello que quiere pasar en silencio». ¡Pero cuánta paciencia es preciso tener para esperar! Porque precisamente: el exceso es tanto que sólo los más atentos consiguen detectar lo inmóvil y lo silencioso. Para estar atento es preciso tener tiempo.

NOTA 9
sobre la importancia de las cuestiones
Las cuestiones son importantes.
Una cuestión es precisamente la exhibición de una cosa que está de más, que no está resuelta, es la exhibición de un exceso: sobró esto, ¿qué hago con ello, con esta cosa? Cualquier cuestión –siempre que no tenga respuesta inmediata, claro (porque las cuestiones con respuesta inmediata no son cuestiones, sino respuestas ellas mismas)–, cualquier cuestión verdadera, como decía, desasosiega, hace inseguro lo cuestionado. Desasosiego benigno, éste.

NOTA 10
sobre el arte contemporáneo (y su precio)
En un pequeño texto de Cultura y valor, Wittgenstein cuestiona:
«¿Sería posible atribuir precios a los pensamientos?» He aquí una gran cuestión.
Yo diría: gran parte de la valoración del arte contemporáneo pasa por atribuir precios a los pensamientos.

NOTA 11
sobre los pensamientos y las cosas
Ya se sabe que los pensamientos, cuando existen en algunas cabezas, existen de modo clásicamente invisible: mirando atentamente el hocico del toro y el rostro aplicado del filosofo, sólo por obra de un gran prejuicio dirás: es visible que uno –el filosofo– piensa, y que el otro –el toro– no piensa. De hecho, podemos comparar estéticas, pero no podemos comparar pensamientos. Vistos desde fuera, la cara y el hocico revelan igual inteligencia. Quizá, es cierto, la posibilidad de sonreír evidencie algo, y defina una cierta diferencia, pero, aún así, tal vez no sea suficiente: es muy común –en medio de masacres– la existencia de una tranquila sonrisa entre verdugos.
Ah –dirás–, pero el pensamiento es muy importante. Y lo es.
De ahí su precio.

NOTA 12 (SEIS DE CADA LADO)
simetría y exceso
Cuando el lado derecho es excesivo y el lado izquierdo excesivo, tanto exceso se estorba uno al otro; se estorba de tal modo que los dos lados se anulan en su cualidad básica. Dos excesos se transforman en una normalidad simétrica.
Si construyes un pilar excesivo, permanecerá así aun cuando todo a su alrededor sea normal, sensato y controlado.
No hay ninguna cosa en sí que sea excesiva, lo que está alrededor es lo que es neutro.

NOTA 13
sobre el método
Hay a veces en el arte esa tentación del sobresalto, de dar lo que las personas no esperan recibir; como si el acto de sorprender tuviese hachís, y el artista se hubiera enviciado.
Viene más o menos a este propósito, pero podía no venir. Wittgenstein relata un episodio cotidiano: «Cuando llegué a casa esperaba una sorpresa y, como no la encontré, me quedé, está claro, sorprendido».
Si no se utiliza excesivamente, éste puede llegar a ser un buen método.

MESA REDONDA NARRATIVA CONTEMPORÁNEA EN PORTUGUÉS:
LA OBRA DE ONDJAKI, MANUEL ANTONIO PINA Y GONÇALO M. TAVARES


29.05.07

PARTICIPANTES JOÃO DE MELO • ONDJAKI • MANUEL ANTONIO PINA • FÉLIX ROMEO • ANTONIO SÁEZ • GONÇALO M. TAVARES
ORGANIZA EMBAJADA DE PORTUGAL • EDITORIAL XORDICA
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