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El yo tras la máscara

Una conversación con Jorge Molder y Hans Belting

Bárbara Mingo Costales
Fotografía MIGUEL BALBUENA
Jorge Molder

Coincidiendo con Rico Pobre Mendigo Ladrón, la exposición antológica de fotografías de Jorge Molder, el historiador del arte Hans Belting ofreció en el CBA la conferencia Rostro y máscara en el espejo de la historia, tema también de su libro más reciente (Faces: Eine Geschichte des Gesichts, 2013). En él, el alemán hace un repaso de la representación del rostro, un trabajo que Molder lleva décadas abordando consigo mismo como modelo, algo que planteaba una buena excusa para esta conversación.

Hans Belting

La exposición de Molder muestra una selección de su obra de los últimos 25 años. Medio centenar de copias de gran tamaño registran las tentativas del artista por atrapar algo que se acerque a la manifestación del tiempo en el rostro del modelo. Como fotogramas extraídos de una historia del cine no rodado, del cine ciego, sus imágenes componen la peripecia sin palabras del personaje encarnado por el puro empeño del retratista.
Por su parte, Hans Belting, profesor en Washington, Hamburgo, Heidelberg, Múnich o Karlsruhe, ha publicado a lo largo de su carrera una serie de ensayos sobre la antropología de la imagen, en los que ha profundizado en la representación del cuerpo humano, y el uso de la misma, en las diferentes culturas. 
De la quizá no tan fina línea que separa el autorretrato de la autorrepresentación, de la historia del retrato, de la imposibilidad de acercarse al fugitivo fondo de uno mismo, hablaron durante su encuentro en Madrid.

Moderadora:

Vamos a hablar de varias cosas, por ejemplo de la representación, del uso del cuerpo en el arte y de la expresión del yo a través del arte, si es que tal cosa es posible. Para empezar, creo que hace usted una distinción muy clara entre autorrepresentación y autorretrato.

Jorge Molder:

Sí. Establezco una diferencia desde el principio. Una cosa es el autorretrato, que es la imagen de uno mismo. Dicha imagen es una manera de ahondar en el conocimiento, en una suerte de espiritualidad. Por otro lado, también deja un vestigio de nuestro paso por este mundo. No es así en el otro caso, en el que no hay más que un actor representando un papel. Pero el caso es que –aunque estoy hablando de mi experiencia, no quiero decir que sea universal–, si uno trabaja a lo largo de los años desde este punto de vista, acaban por emerger una serie de rarezas o discontinuidades. ¿Y por qué? Porque hay algo que siempre acaba por manifestarse. Y ese algo es el tiempo. El tiempo es algo que, ¿cómo decirlo?, desenmascara el cuerpo, denuncia los cambios que se dan en el cuerpo. Estos cambios pueden resultar crueles a veces, porque… Yo no sé si todo el mundo lo ve, o si es una cosa mía, pero de vez en cuando veo cómo de esas autorrepresentaciones emerge algo así como el espíritu del sujeto. 

Moderadora:

¿Cree que también le sería posible advertirlo si la persona de la que hubiese tomado las fotografías fuese otra, y no usted mismo?

Molder:

Sí. Me viene a la mente ese pintor francés, Bonnard, que era también fotógrafo. A veces el retrato no trata el problema del yo, sino el problema del tiempo, que está presente siempre que tomas a un ser humano, siempre al mismo, como modelo. Para mí, mis retratos no son de mí mismo, sino del yo de un ser humano a través del tiempo.

Moderadora:

[A Hans Belting] ¿También usted ve una diferencia entre la autorrepresentación y el autorretrato?

Hans Belting:

Sí, pero comienza antes, comienza en nuestro rostro viviente, porque uno puede tanto expresar su ser como negarlo, sea lo que sea el ser. Por eso, para mí la cara es capaz tanto de representar una especie de yo (que habría que discutir en qué consiste), como de producir una máscara. Quizá, cuando uno representa el rostro o, por decirlo de otro modo, cuando el rostro se representa a sí mismo y uno representa ese rostro, lo que está representando es la representación de una representación. De modo que la propia cara puede también replegarse, volverse una máscara que ejecuta una representación. Por eso, para mí, incluso antes de que hablemos de arte, todo comienza en el propio rostro. 

Moderadora:

[A Jorge Molder] He visto en su exposición que algunos de sus trabajos más recientes –creo que tienen tres años–, en lugar de ser fotografías de su rostro son una serie de objetos, como cerillas o aviones. ¿También estas fotografías pueden considerarse una autorrepresentación «más allá del rostro», como si dijéramos?

Molder:

Es una buena pregunta. A veces me encuentro más autorretratado a través de los objetos. Considero que tienen una capacidad de mostrar algo de mí mismo que la cara no tiene, ya que esta, como el profesor Belting acaba de apuntar, está siempre oculta tras la máscara. Estamos inevitablemente sujetos a esta condición, no podemos escapar de ella, y por eso la cara es siempre algo que muestra y algo que oculta a la vez.

Moderadora:

¿Está diciendo que con la expresión del rostro el ser humano puede mentir o puede ocultar cosas? 

Molder:

Creo que sí.

Belting:

Pero también hay otro problema con respecto al yo. Porque ¿qué es el yo? He tenido muchas discusiones sobre si somos capaces de llegar a representarlo. Al intentarlo, acabamos por crear lo que consideramos que es el ser.

Moderadora:

… que puede que no existiese, de no haberlo intentado. Es muy interesante, creo que muchos artistas, quizá todos, trabajan de esa manera. Creo que en el caso de Jorge Molder, las fotografías son como la puesta en escena de una imagen preexistente, incluso de una vida inventada, de una historia que no ha tenido lugar, pero que necesita ser fotografiada para haber existido. 

Molder:

Sí. Pero me gustaría volver a las palabras del profesor Belting. Es la cuestión de cuándo sucede, cuándo se da el caso de que podamos ver a través de la mascara. Ahí está: a veces tenemos la sensación de poder penetrarla. 

Belting:

Ahondé en el trabajo de Molder cuando estaba a punto de acabar el libro sobre el rostro, y me ayudó mucho a comprender la historia completa del autorretrato, ya que, lo que advertí –y me sorprendió mucho–, fue el hecho de que los artistas, los pintores de épocas anteriores, al representar el yo entran en crisis, porque sienten que se conocen a sí mismos, pero lo que obtienen es otra cosa diferente, lo que les provoca una reacción de hostilidad. Rembrandt hizo 86 autorretratos, y nunca quedó satisfecho. Nunca se encontró en lo que había hecho. Así que en su escuela explicaba que lo único que puedes hacer es interpretar frente al espejo, como un actor, y pintar a ese actor, puesto que es eso lo que buscas. La persona que ha posado como modelo puede encontrar una satisfacción en haber sido retratada, pero aquel que se retrata a sí mismo se topa con otras preguntas, con preguntas más interesantes. 

Moderadora:

¿Y qué es lo que está buscando quien se autorretrata?

Belting:

Se trata de la imagen en el espejo. Cuando te miras al espejo, no crees que tú estés dentro del mismo. ¿Pero qué es lo que hay en el espejo? No lo sabes. Este es uno de los temas de Molder, y es de lo más interesante. Me dio tiempo a incluir en el último minuto el capítulo sobre su trabajo, lo que me ayudó a comprender mejor lo que estaba haciendo. 

Molder:

Eso me hace pensar en una cosa. Yo trabajo más bien alrededor de un disfraz, un disfraz de mí. Me recuerda a una película, quizá de Groucho Marx, no recuerdo bien. Tenemos a este tipo que siempre está tratando de comportarse de manera normal para poder sorprenderse, al mirarse de pronto al espejo, en una pequeña desconexión, en un leve ruptura. En mi trabajo no estoy buscándome a mí mismo en concreto, pero en todos los casos estoy, quizá, ejecutando pequeños movimientos que puedan revelar algo en el espejo. 

Belting:

La conferencia de esta tarde la voy a centrar en el descubrimiento de la imagen del rostro en sí mismo, antes de su transformación en imagen en virtud de la fotografía o la pintura. ¿Cuál es la diferencia entre ambos? No estoy seguro de haberla establecido del todo en el libro, pero ahora voy a intentar explicar más, o indagar más, en la relación del rostro entendido como imagen y las imágenes que emanan del rostro, que son el rostro.

Moderadora:

¿Trata su libro sobre el rostro en general en la historia del arte, no solo del autorretrato?

Belting:

No es solo sobre arte. Lo he dividido en tres grandes secciones. La primera la dedico al rostro y la máscara, pero no los considero dos aspectos contrarios, sino complementarios más bien. El segundo capítulo trata del retrato y del rostro como representación, y en él explico cómo otras culturas tienen máscaras, mientras que nosotros tenemos el retrato. El tercero trata de los medios de comunicación, del rostro en los medios.

Moderadora:

[A Jorge Molder] En cuanto a su manera de trabajar, ¿parte de una imagen que visualiza, y luego la disfraza, la representa?

Molder:

Es diferente. Siempre, en el comienzo, hay algo que se manifiesta y, a partir de entonces, mi trabajo consiste en negarlo. Es como si yo hiciese algo para desencadenar un conflicto, como si encendiese una mecha para echar a rodar algo diferente. Eso es muy importante para mí. Lo hago para conseguir un resultado totalmente opuesto. No es que me obligue a conseguir un resultado totalmente diferente, sino que es algo que estalla. No es que me plantee unas intenciones, «ahora tengo que trabajar con esto, con esto y con esto, con estas imágenes». Y a veces no hay reglas, a veces tengo una idea pero luego la idea queda atrás. Así que ¿qué puedo hacer? Puedo ensayar todo tipo de combinaciones para acercarme a esa imagen. A veces lo consigo. Otras no.

Moderadora:

Me gustaría saber qué les parece que ahora todo el mundo esté sacando fotos constantemente de cualquier cosa que hace, y haciéndose lo que se conoce como selfies. ¿Qué efecto creen que puede tener esta moda irresistible en nuestra percepción estética y en nuestra manera de vernos a nosotros mismos y a los demás?

Belting:

Yo estoy seguro de que va a tener un efecto. Ahora, qué efecto será, no lo sabemos todavía. Pero volvamos a la historia del retrato y pensemos en Francis Bacon, que tanto le gusta a Jorge Molder: siempre estaba insatisfecho con sus retratos y, por eso, lo que buscaba era la disolución del rostro en el movimiento. Su obra es extraordinaria. Buscaba una desvinculación, quería disolver la máscara. Creo que la misma historia del retrato tradicional está plagada de momentos críticos, de éxitos y derrotas. Hoy estamos ante un fenómeno de masas, que comenzó con Kodak en el siglo XIX, con su famoso eslogan: «Usted pulsa el botón y nosotros hacemos el resto». La instantánea no es un fenómeno nuevo. Lo de hoy es exagerado, pero no es una novedad; viene de finales del siglo XIX. Todo el mundo tiene sus álbumes de recuerdos fotografiados. Eso hace 200 años era algo impensable. 

Moderadora:

Sí, pero volviendo a Bacon y a los otros ejemplos, su actividad estaba movida por una intención muy diferente a la de tomarse una fotografía de uno mismo en cualquier circunstancia banal y enviarla inmediatamente. Me pregunto si el hecho de habituarnos a ver tantas fotografías todo el tiempo puede llegar a embotarnos a la hora de recibir y comprender imágenes más complejas. 

Belting:

El nombre de Facebook es totalmente absurdo, porque ni es una cara ni es un libro. Estamos ante un fenómeno de masas que no sé cómo comentar. Pero en el caso de Jorge Molder, lo más interesante es que Francis Bacon usaba fotografías continuamente, pero nunca hubiera pensado que algún día se pudiese transferir la expresión de su pintura a la fotografía, como hace Molder. Y lo hace: esa es la destreza más difícil de Jorge Molder, porque la pintura te permite hacer lo que quieras, pero en la fotografía se vuelve un problema especial que él maneja muy bien. 

Molder:

Bueno, la verdad es que yo no le doy muchas vueltas a ese fenómeno. Es sorprendente, la gente tiene cámaras buenas en los teléfonos, y se hace un montón de selfies, pero se trata de algo diferente, no afecta a lo que yo hago. Puede que acabe cambiando la percepción del autorretrato a largo plazo, no lo sé. No tengo una idea formada. En lo que respecta a mi trabajo, mi punto de vista es diferente. He observado que cada vez que aparece una nueva cámara digital, la concepción de la imagen también cambia. Estoy hablando en términos estrictamente fotográficos. Antes podías tener una cámara muy buena. Ahora puedes tener un iPhone muy bueno. No quiero hacer publicidad, puede ser un Samsung o lo que sea. En todo caso, han resuelto los problemas de definición mediante algoritmos que puedes aplicar a esas imágenes, y las puedes transformar, ampliarlas, puedes hacer lo que quieras. Tienen mucho de manipulación, pero es igual que cuando los pintores del Renacimiento crearon todo un espectro de técnicas nuevas. No lo sé. Puede que también los selfies sean un buena manera de trabajar.

Belting:

Tengo que contradecir a Jorge Molder, cuando no ve la relación entre Francis Bacon y él. Por ejemplo, realizó un tríptico de fotografías que, a mi modo de ver, no puede existir sin la referencia a Francis Bacon. La luz va aumentando de imagen a imagen, hasta la tercera. La luz cae sobre la cara, de modo que la misma persona está guiñando los ojos, ya no podemos ver la cara. Eso ha tenido que ser a propósito. 

Molder:

Sí, eso es verdad. 

Moderadora:

Otra curiosidad sobre el rostro: me he enterado hace poco de que es muy difícil vender retratos, me refiero a cuando no son de artistas famosos, porque no forman parte de tu familia y es inquietante tener un rostro desconocido en la pared. Los paisajes, por ejemplo, se venden mejor. ¿Qué tiene de inquietante un rostro desconocido?

Belting:

Claro, es siempre inquietante, tiene algo agresivo que por fuerza nos provoca una reacción. A mí siempre me ha fascinado que, cuando Géricault visitó el manicomio de la Salpêtrière para retratar a los enfermos, ellos no se daban cuenta de lo que estaba pasando, ni siquiera miraban, parecen ajenos a las imágenes. Lo encuentro fascinante. Contradicen toda la historia del retrato, porque están en otro sitio, desempeñando un papel. Ni siquiera se dieron cuenta de que el pintor estaba allí para retratarlos. 

Moderadora:

Me recuerda a aquel fotógrafo que en los años 60 fue a Argelia a hacer esa serie de cuadros de mujeres…

Molder:

Marc Garanger. Sacó una serie muy larga de retratos a mujeres, sí. 

Moderadora:

Aquellas mujeres iban siempre con el rostro cubierto, salvo en las fotografías, en las que aparecen muy enfadadas, o muy asustadas. 

Belting:

Hace unos años visité en Karlsruhe una exposición sobre la globalización del arte, y vi una serie de una pintora pakistaní, Nusra Latif Qureshi. Superponía fotografías de pasaportes a retratos de la historia de la pintura: retratos del Renacimiento, retratos barrocos… era una especie de cuestionamiento de esos retratos. Se titulaba Did you come here to find history? Venía a decir: «¿Vienes a Pakistán a ver la tradición pakistaní o a verme a mí?» Me pareció muy interesante.

Moderadora:

Para acabar, y ya que parece que vivimos en tiempos tan narcisistas, ¿les parece que esto se refleja en el arte? No quiero decir que su trabajo en concreto sea narcisista, pero ¿tiende ahora el arte a ser la expresión de uno mismo más que una visión del mundo, una tentativa de comprender el mundo?

Belting:

Eso hay que preguntárselo al artista. 

Molder:

No puedo responder. Este es mi trabajo. Es lo que hago. Mi vida es mucho más que los retratos que hago, hay muchas personas en ella. Me sorprende su pregunta, porque no soy una persona especialmente centrada en sí misma. No es que sea un fransciscano, entregado a los demás, ni nada de eso, pero mi vida no corresponde a una idea de narcisismo. 

Moderadora:

Creo que eso que ha dicho de que su vida es algo más amplio que su trabajo es una buena manera de poner fin a esta charla. Muchas gracias a los dos.

Jorge Molder

Rico pobre mendigo ladrón (Rich man poor man beggar man thief), Madrid, Círculo de Bellas Artes, 2015

Hans Belting

El Bosco: el jardín de las delicias (Hieronymus Bosch: Garten der Lüste), Madrid, Abada Editores, 2012

Florencia y Bagdad. Una historia de la mirada entre oriente y occidente, Madrid, Ediciones Akal, 2012

Imagen y culto (Bild und Kult), Madrid, Ediciones Akal, 2010

Antropología de la imagen (Bild-Anthropologie), Madrid, Katz Barpal Editores, 2007

¿Qué es una obra maestra?, Madrid, Editorial Crítica, 2002