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«La cultura es un motor excepcional para vivir mejor»

Entrevista con Antonio Moral

Nuria M. Deaño
Fotografía Miguel Balbuena

En sus más de treinta y cinco años como gestor musical, Antonio Moral no ha dejado de inventar y generar ideas y nuevos formatos en torno a la música. A través de iniciativas como el Festival Mozart, Bach Vermut o Solo Música, desde los diferentes puestos que ha ocupado en el Teatro Real, el Auditorio Nacional o el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), se ha dedicado a democratizar la música clásica, a abrirla a nuevos públicos. Para la próxima temporada 2019/2020 ha programado en el Círculo de Bellas Artes los ciclos Círculo de Cámara y Beethoven actual en los que, una vez más, apuesta por una programación que se sale de lo corriente.

Su manera de entender la gestión musical ha acercado la música clásica al gran público con iniciativas como el Bach Vermut o Solo Música, que ha llegado a congregar a más de 20.000 personas en el Auditorio Nacional. ¿Cómo ha conseguido atraer a tanta gente a algo en principio tan minoritario como Bach?

Lo primero que hay que hacer es desmitificar la música. Para mucha gente la música clásica es una especie de lugar sagrado al cual no se puede acceder, o al que accede solo un determinado tipo de clase social más adinerada, pero estos son tópicos que hay que destruir. El Bach Vermut ha sido una verdadera sorpresa. No nos podíamos imaginar que un ciclo musical impopular —el órgano no es, precisamente, lo más popular del mundo— llegara a convertirse en todo un acontecimiento no solo musical sino también social. ¿Por qué? Primero, hemos traído a un tipo de público muy variado, en un horario muy bueno, porque es un sábado a las doce del mediodía, y con entradas muy asequibles, a cinco euros. Luego, aparte de traer a los mejores organistas del mundo, a través de pantallas hemos mostrado cómo toca el organista, lo que para mucha gente era algo totalmente desconocido. El órgano tiene unos registros increíbles, es como si metieras una orquesta dentro de un solo instrumento. Además, se toca con cuatro o cinco teclados diferentes y con un pedalier que el organista tiene que estar tocando al mismo tiempo con los pies y con las manos… Si eso lo muestras a través de unas pantallas, la gente alucina. Y si después del concierto, en vez de salir corriendo, puedes tomar un vermut tranquilamente, como decía Cayetana Guillén Cuervo en ¡Atención obras!: «Tenemos un planazo».

Solo Música es un acontecimiento muy especial, que consiste en someter a un director a dirigir cinco orquestas a lo largo de un día, haciendo todas las Sinfonías de Beethoven, todas las Sinfonías de Chaikovski… Este año está dedicado a los grandes ballets rusos de Chaikovski, Stravinski y otros compositores. Y más allá de estos dos ciclos, uno de los proyectos de los que más contento estoy fue el Festival Mozart, que hicimos durante diez años en Madrid y A Coruña. Todavía hoy, veinticinco años después, muchísimas personas me dicen que se iniciaron en el mundo de la ópera gracias a ese festival. Esas llamadas atraen mucho a la gente, porque los públicos buscan proyectos diferentes, novedosos, que se salgan del envoltorio ya conocido…

Para la próxima temporada 2019/2020 ha programado en el Círculo de Bellas Artes un ciclo de música de cámara, Círculo de Cámara, que precisamente se sale de ese encorsetamiento…

Queríamos hacer un ciclo poco habitual. No se trata de traer a nueve intérpretes diferentes para hacer un programa variopinto de corte ecléctico. La idea era buscar que cada concierto tuviera una especificidad muy personal. Son nueve conciertos muy concretos, que vamos a ofrecer en dos marcos muy distintos: la Sala de Columnas y el teatro Fernando de Rojas. Esto es lo bueno del Círculo de Bellas Artes, que tenemos dos salas muy diferentes: una en la que se adecúan muy bien tanto el barroco como los cuartetos, que es la Sala de Columnas, con una acústica muy generosa y muy brillante. Y luego una sala acústica más seca y matizada, como es el teatro Fernando de Rojas, que nos viene bien para las obras que tienen piano, o para las músicas que requieren una cierta amplificación, como es el caso de Rocío Márquez, Fahmi Alqhai y Agustín Diassera. No solo tenemos, como ocurre habitualmente, un lugar donde se hace la música, sino que tenemos dos salas que nos permiten acondicionar cada repertorio a cada una de ellas.

Inaugura el ciclo el Cuarteto Quiroga, Premio Nacional de la Música 2018.

En 2006 se le dio al Cuarteto Casals y creo que era de justicia premiar ahora al Cuarteto Quiroga. Una de las cosas que más ilusión me hace es que la música de cámara tenga nombres y apellidos en España. En este momento, contamos con media docena de cuartetos españoles, como el Cuarteto Quiroga o el Casals, de rango internacional, y otros, como el Gerhard, el Cosmos, el Bretón o el Granados, que son extraordinarios. Pero había sido nuestra gran laguna durante todos estos años: la música de cámara estaba prácticamente olvidada; en los conservatorios figuraba no como una asignatura sino como un complemento de una materia. Sin embargo, probablemente aquí está la esencia de la música, es como si la gran música sinfónica se destilara en cuatro, en tres instrumentos o en un dúo, y son capaces de ofrecer una paleta musical que puede darte muchas satisfacciones y crearte muchas emociones. Claro que es una música que se experimenta y se empieza a disfrutar con el paso del tiempo. No me imagino a un chaval de veinte años, en su efervescencia vital, sentado en su casa escuchando el Quinteto para dos chelos de Schubert o uno de los últimos cuartetos de Beethoven. Para eso se requiere otro temple, otra vivencia, otra tranquilidad vital. Creo que la música de cámara es esencial. No solo en la música, sino en nuestras vidas y en la cultura. Lo que pasa es que requiere de lugares muy específicos y aquí, en el Círculo de Bellas Artes, tenemos unos espacios idóneos para hacerla.

¿Qué primicia trae al público de Madrid el Cuarteto Quiroga?

Presentan, por primera vez en concierto, dos obras nuevas de Boccherini y de Brunetti, dos compositores italianos que trabajaron en la corte de Felipe V, que escribieron y vivieron en Madrid. Los ingleses, que son muy suyos, dicen que Händel es un compositor inglés nacido en Alemania mientras que nosotros decimos que Boccherini es italiano, cuando tendríamos que decir que Boccherini es un compositor español que nació en Lucca y que se instaló, trabajó y murió en Madrid y fue tan madrileño como tantos otros madrileños.

También vamos a ofrecer dos obras de Mozart: una absolutamente popular, que es el Quinteto para clarinete, una de las obras más bellas que se han escrito, y el Cuarteto de las disonanzas, que es una partitura muy novedosa para la época en la que se escribió. En esta pieza de Mozart ya encontramos disonancias que parecen más propias de la música atonal de los inicios del siglo XX que luego dio origen al dodecafonismo. Con lo cual, no es un concierto más: el Cuarteto Quiroga inaugura el ciclo, pero con un concierto muy particular.

Muy particular es también la propuesta del Trío Arbós, que pondrá música a una película muda de Buster Keaton…

Juan Carlos Garvayo es un apasionado del cine y había hecho en el Festival de Motril que dirige, y en algunos otros sitios, el proyecto de poner banda sonora a películas de cine mudo, algo que me parece fascinante y que se ha venido haciendo en los últimos años. Le propuse que hiciéramos para este ciclo un proyecto de cine. Me dijo que era el mejor regalo que le podía hacer: tocar en el Fernando de Rojas, ese teatro tan recoleto, que es como una bombonera. Además, me parecía un guiño a la propia trayectoria del Círculo, que ha tenido gran ligazón con el mundo del cine y tiene incluso su propio cine estudio.

Garvayo sugirió que hiciéramos Sherlock Jr., una película de 1924 de Buster Keaton. La banda sonora es de Stephen Prutsman, improvisador y pianista de jazz. Es fresca, divertida, con guiños al ragtime y a la música de la época dorada del cine. Si esto nos funciona, que estoy convencido de que sí, en el resto de las ediciones, que estoy también convencido de que las habrá, vamos a incluir en la programación al menos una película de estas características.

Otra propuesta que se sale de lo habitual es la de Rocío Márquez, que dará también en el teatro Fernando de Rojas un concierto de fusión de barroco con flamenco…

Ese proyecto surgió en la Bienal de Sevilla y luego lo reestrenamos en la programación del CNDM. La idea era juntar un gran intérprete de la música barroca como es Fahmi Alqhai con la gran cantaora flamenca Rocío Márquez para que bucearan juntos en los orígenes del flamenco. El flamenco se cree que nació en torno al siglo XVIII, durante el gran estallido del Barroco, cuando se dan una serie de conexiones con la música popular, de las que se sirven el flamenco y la música barroca respectivamente, como el fandango, la seguidilla… Todas esas danzas se incorporaron al acerbo de la música barroca con gran éxito en aquel momento.

Ellos han creado un mundo muy particular, que titulan «Diálogos de viejos y nuevos sones», en el que se producen una serie de sinergias con las músicas de ida y vuelta, las que viajaron a América y volvieron aquí tras recibir la influencia de otras músicas mestizas. También tratan las conexiones con la música italiana. Hasta cantan un aria de una ópera de Claudio Monteverdi, algo que, en principio, parece una cosa alucinante, al igual que un grupo de música exclusivamente barroco acompañe a una cantaora flamenca… Rocío Márquez es una de nuestras mejores cantaoras. Y el hecho de que presentemos este proyecto aquí da una dimensión muy abierta de lo que queremos hacer. No nos queremos circunscribir solo y exclusivamente a proyectos de música clásica.

Hay otras intérpretes como Elisabeth Leonskaja, una de las grandísimas pianistas, que ha accedido a venir por la amistad que nos une, porque es una mujer maravillosa y generosa como pocas y porque está convencida de que hay que abrirse a nuevos públicos y tocar en todo tipo de lugares… Además, hace un programón: nada más y nada menos que los Estudios sinfónicos de Schumann junto con la última gran sonata de Schubert, la n.º 21 en si bemol mayor y una sonata de Mozart para abrir boca. Es un lujo que quinientas personas, que es el aforo del Teatro Fernando de Rojas, tengan la ocasión de escuchar a esta gran dama del piano interpretar estas obras. También es un lujo que venga Jordi Savall a tocar solo su viola de gamba en un espacio tan íntimo como es la Sala de Columnas, en el que se va a poder disfrutar e imbuirse de ese instrumento tan especial que no funciona en grandes espacios.

¿Qué otras primicias se presentan en Círculo de Cámara?

Es la primera vez que ofrecerá un concierto en Madrid el pianista coreano Seong-Jin Cho. Ganó en 2015, con apenas veintiún años, el concurso de Chopin de Varsovia, el más importante concurso del mundo del que han salido todos los grandes pianistas. Y además, viene con un programa muy exigente: va a tocar en la misma sesión la Fantasía Wanderer de Schubert y la Sonata en si menor de Liszt, que es inalcanzable para muchísimos intérpretes. Y luego una obras de madurez como son las Seis piezas op. 118 de Brahms, que son para sabios, por así decirlo, pues requieren una madurez interpretativa que no está al alcance de la mayoría de pianistas jóvenes.

Otra primicia la trae Fabio Biondi. Se va a enfrentar por primera vez en su carrera con la integral de las Sonatas y partitas de Bach, que es un corpus muy difícil para abordar en una sola sesión. Las va a grabar en mayo y el primer concierto en el que las interpretará será el del Círculo de Bellas Artes, antes de emprender una gira por todo el mundo. Será un concierto muy especial para cerrar este Círculo de Cámara.

Otra novedad es el concierto de Eduardo López Banzo, uno de nuestros grandes apóstoles de la música barroca, junto con Jordi Savall. También él ha buceado en los entresijos de la música española para rescatar auténticos tesoros. Pero lo que le he pedido para su concierto en el Círculo es que haga un programa dedicado a Händel, de cuya música es un auténtico forofo. Va a interpretar por primera vez en Madrid una selección de sus Sonatas Opus 2 y Opus 5, que acaba de grabar en disco.

El estreno y la presentación de nuevas obras y alentar la creación de nuevos proyectos musicales es algo que ha definido su trayectoria. En ese sentido, es usted un programador creativo, que colabora estrechamente con los músicos…

El músico y el programador deben tener una relación estrecha, porque a veces al programador se le ocurren cosas que al músico no se le hubieran ocurrido y otras el músico da pistas para hacer una programación que tú nunca hubieras pensado. Con lo cual, la relación es absolutamente necesaria y fructífera. Durante toda mi carrera he intentado mantener una relación muy personal con los intérpretes. Los conciertos que hemos realizado siempre han sido pactados, hablados, discutidos... Por eso hay una diferencia fundamental entre los programadores que trabajan directamente con el intérprete y aquellos que programan en plan de sota, caballo y rey. Y eso se nota. El agente, legítimamente, te vende un paquete de conciertos, o a su intérprete preferido, pero nunca te vende la idea. Por otro lado, algunos agentes tienen a muchos intérpretes dentro de su agencia y están obligados a repartir juego… Como decía, no se trata de hacer una programación al uso con nueve intérpretes y una serie de obras más o menos particulares. No, se trata de que cada intérprete esté ligado en ese preciso momento con esas obras por una serie de circunstancias y que, además, esa interpretación sea novedosa en el lugar donde se va a ejecutar.

Pensemos, por ejemplo, en el concierto que dará Yago Mahugo. Hace tres años se descubrió en el archivo de la catedral de Salamanca una edición impresa de un músico anónimo, fechada en torno a 1800, que había interpretado la versión fortepianística de Las siete palabras de Cristo en la cruz. Una obra cuyo encargo, como ya sabemos, partió de España, en concreto de la Santa cueva de Cádiz. En aquel momento, a diferencia de Mozart, Haydn era un músico muy conocido en España, pues tenía una relación estrecha con el duque de Osuna y los duques de Alba, por lo que toda la gran aristocracia estaba suscrita a las ediciones de sus obras publicadas por Artaria. Bernardo García Bernal, el director del programa de música de la Universidad de Salamanca y descubridor de la partitura, me lo comentó y se la ofrecimos al fortepianista Yago Mahugo, al que le apasionó la idea. Mahugo la interpreta siguiendo las mismas anotaciones que marcó aquel intérprete en la partitura hace más de doscientos años. Con lo cual ahora se interpreta una obra tal y como se oía en 1800 y con un fortepiano también de la época, que es propiedad de Mahugo. Se estrenó en el ciclo de música barroca que hacíamos en coproducción la Universidad de Salamanca y el CNDM y más tarde llevamos la obra a la Santa cueva de Cádiz, el lugar para el que se había encargado. El concierto tuvo tanto éxito que antes de iniciarse había más gente fuera que la que cabía en la iglesia, que tiene un aforo de unas 250 personas, y Mahugo ofreció un segundo concierto para los que no habían podido entrar. Mahugo acaba de grabar esta obra. Le han dado varios premios, entre otros el de disco excepcional de la revista Scherzo. Esta será la primera vez que se interprete en Madrid.

Además de este ciclo de música de cámara, ha programado un segundo ciclo para la próxima temporada 2019/2020: Beethoven actual, en el que se interpretarán en el teatro Fernando de Rojas las 32 Sonatas de Beethoven junto a los 18 Estudios de György Ligeti. ¿Por qué Beethoven?

Por varias razones. Por Beethoven en sí mismo y porque en 2020 se celebra su 250 aniversario. Este ciclo nació en Solo Música de 2013, en el que se hacía la integral de las Sinfonías de Beethoven por López Cobos, con cinco orquestas distintas a lo largo de un solo día. Ese mismo día, mientras aquello se hacía en la Sala sinfónica, en la Sala de cámara programamos, desde las diez de la mañana a la una de la madrugada, las 32 Sonatas de Beethoven por nueve intérpretes. De los cuales, en este ciclo hay seis. Luego se convirtió en un ciclo viajero y cuando llegó a Alicante pasó a llamarse Beethoven actual, por el festival Alicante actual.

En ese momento, pensé que había que actualizarlo y añadimos los 18 Estudios de György Ligeti, para que cada uno de los pianistas tocara dos estudios de este santón de la música contemporánea, que es un compositor muy especial. De esa manera, se establecía un diálogo entre un compositor contemporáneo y un compositor romántico. Como la idea nos dejaba un poco descontentos, pensamos en encargar a nueve compositores vivos una pequeña obra que tuviera que ver con esto y encargamos nueve composiciones. José Menor, uno de los intérpretes, ha tenido que abandonar el ciclo por una enfermedad y en su lugar va a tocar Mario Prisuelos, así que hemos encargado una nueva página a Tomás Marco. De este modo, tendremos ocho estrenos en Madrid, porque ninguna de estas obras se ha tocado aquí, y el estreno absoluto de la de Marco que va a hacer Prisuelos.

¿Qué distingue a esta nueva generación de pianistas españoles que reúne Beethoven Actual?

Los distinguen varias cosas: la primera, que tienen una preparación extraordinaria. Han tenido la suerte de tener una formación que no tenían los pianistas de los años cincuenta, muchos de ellos se han formado también fuera de España. De hecho, las orquestas nunca han tenido tan buenos músicos como los de hoy. Una Alicia de Larrocha o un Maurizio Pollini siempre existirán, porque siempre surge alguien que es un genio, como ocurre en el mundo del tenis con Nadal. Sin ser Elisabeth Leonskaja ni Alicia de Larrocha, estos pianistas pueden abordar un repertorio tan peliagudo como las Sonatas de Beethoven al lado de los Estudios de Ligeti, que son dificilísimos, y ofrecer conciertos de muy buena calidad.

Hace cuarenta años seguramente no se hubiera podido hacer un ciclo de las Sonatas de Beethoven con nueve pianistas españoles de esta categoría. Hoy, en cambio, estos pianistas pueden acometer este proyecto con total naturalidad y ofreciendo un altísimo nivel de interpretación.

Volviendo al inicio de la entrevista, tanto Círculo de Cámara como este Beethoven actual ejemplifican su idea de la necesidad de democratizar la música clásica.

Creo que el ciclo Beethoven actual es absolutamente democrático, porque se hace para todos los públicos. La entrada general vale diez euros, siete para estudiantes, mayores y jóvenes, que es menos de lo que cuesta un gin tonic… Esa fue una de mis peticiones al hablar con Juan Barja cuando me propuso colaborar con el Círculo: hacer ciclos populares, conciertos que se abran a un abanico mayor de posibilidades de la gente, que no nos acusen de elitistas. Juan comparte esa filosofía, porque de alguna forma es la filosofía del Círculo también. Poder escuchar por 56 euros, que es lo que vale el abono reducido, este corpus maravilloso, este conjunto de sonatas en el que tienes las clásicas del principio, las medias, que son románticas, y luego las últimas, las modernísimas que miran ya al siglo XX, es una gran oportunidad. Al igual que Círculo de Cámara, donde se podrá escuchar a Leonskaja o Jordi Savall por 25 euros. Si vas a Múnich, Viena o Londres, por menos de 70 u 80 euros no puedes escuchar a músicos de talla mundial.

Hay otra cosa que me hace mucha ilusión, que es sacar la música de su lugar habitual, abrirla a nuevos espacios. Hoy casi toda la música se hace en el Auditorio Nacional, que es un lugar que está atestado de conciertos; hay hasta 23 ciclos diferentes. En Madrid no tenemos la suerte de contar con otras salas alternativas. En Londres tienen el Wigmore Hall, que es una bombonera para música clásica; en Nueva York, el Carnegie Hall, otro edificio histórico, que tiene dos salas de cámara además de la sinfónica… Jugando un poco con esa idea, pensé que en el centro de Madrid contamos con un centro cultural que es fantástico, con dos salas modernistas, que además tienen unas posibilidades musicales increíbles, y podemos ofrecer música, sin competir con el Auditorio, que no es en absoluto la idea, pero sí complementando los conciertos que se hacen en otros lugares, como hace la Fundación March dentro de su ciclo de música de cámara. Podemos crear un triángulo muy interesante entre la música de cámara del Auditorio, la March y el Círculo de Bellas Artes.

Esta entrevista tiene lugar el último día de la campaña electoral para las elecciones generales. Me gustaría conocer su opinión acerca de la marginación de la cultura en los programas de los diferentes partidos políticos. Lo vimos en el último debate televisivo entre los cuatro candidatos, en el que dedicaron a la cultura treinta segundos…

En efecto, lo contabilicé: fueron 32 segundos. Puse un post en Twitter, porque me pareció que era denigrante: «Ya se han celebrado los dos debates electorales soportando las poco imaginativas propuestas de los cuatro magníficos con una pírrica mención de treinta segundos a la cultura. Me parece muy fuerte, cuando su aportación al PIB español supone el 2,5%; es decir, 30.225 millones de euros».

Es un error que los políticos piensen que la cultura es un gasto. La cultura es una inversión económica, que es muy importante, pero además es una inversión en el disfrute y la formación de las personas. Tenemos derecho a formarnos y a disfrutar de la cultura. Tener la posibilidad de disfrutar de Velázquez o de Goya en el Museo del Prado o de Tàpies o Picasso o Gris, en el Reina Sofía, poder escuchar óperas en el Real o la mejor música sinfónica del mundo en el Auditorio Nacional, o ver exposiciones en el Círculo de Bellas Artes, o en otros muchos sitios, es un derecho… Es patético que, efectivamente, en toda la campaña electoral ningún partido haya hablado, por ejemplo, de la Ley de mecenazgo ni de la importancia que puede tener para que el sector privado entre a formar parte de la financiación de la cultura. El problema de la cultura en un país como España es que, al estar el 90% en manos de las Administraciones públicas, cuando se producen crisis económicas como la que hemos tenido, todo se viene abajo. Y dejamos de tener esa oferta cultural, que es una necesidad del ser humano, y no es ningún regalo, porque la pagamos con nuestros impuestos. Tenemos derecho a tener buenos hospitales, buenos colegios y una buena oferta cultural. Se ha cometido el error de hacer autopistas que no van a ningún sitio, aeropuertos donde no aterriza ningún avión… Cuando presentaba la temporada del CNDM, pensaba que el presupuesto equivalía a menos de 300 metros de autopista. Cada kilómetro de autopista cuesta diez millones de euros y el presupuesto del CNDM era poco más de dos millones… El festival de Salzburgo tiene una inversión en torno a los sesenta millones de euros y genera más de 300 millones en la ciudad y su área de influencia. Es decir, genera cinco veces más de lo que se invierte. En España hay un montón de iniciativas que surgen por la imaginación de personas que son capaces, en plan quijotesco, de sacar adelante proyectos muy interesantes y novedosos. Esta es, creo, la diferencia entre el norte y el sur. En el sur no nos creemos que la cultura pueda ser un motor excepcional para que los seres humanos vivamos mejor, disfrutemos más y seamos un poco más ricos en todos los sentidos.

CICLO CÍRCULO DE CÁMARA
20.10.19 > 31.05.20

INTÉRPRETES CUARTETO QUIROGA • ELISABEHT LEONSKAJA • ROCÍO MáRQUeZ + FAHMI Y RAMI ALQHAI + AGUSTÍN DIASSERA • TRÍO ARBÓS • EL AYRE ESPAÑOL • JORDI SAVALL • YAGO MAHUGO • SEONG-JIN CHO • FABIO BIONDI
ORGANIZA FUNDACIÓN MONTEMADRID • CBA


CICLO BEETHOVEN ACTUAL
21.10.19 > 01.06.20

INTÉRPRETES DANIEL DEL PINO • GUSTAVO DÍAZ-JEREZ • EDUARDO FERNÁNDEZ • JAVIER NEGRÍN • JUDITH JÁUREGUI • ALBA VENTURA • MARIO PRISUELOS • NOELIA RODILES • MIGUEL ITUARTE
COPRODUCEN CENTRO NACIONAL DE DIFUSIÓN MUSICAL (CNDM) • CBA