Balzac

El gran poema del escaparate, de la Madeleine a la puerta de Saint-Denis, canta sus estrofas de colores.

Obra de los pasajes

Balzac. Le diable à Paris, París, 1846. Cit. en Obra de los pasajes, A 1, 4

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Nuestro siglo trabará la conexión entre el reino de la fuerza aislada, rica en originales creaciones, con el de otra, niveladora y uniforme, que, igualando los productos entre sí y lanzándolos después masivamente, obedece a un nuevo pensamiento unitario, expresión última de las sociedades.

Obra de los pasajes

H. de Balzac. L’illustre Gaudissart, París, 1837, p. 1. Cit. en Obra de los pasajes, A 11 a, 7

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El lema de Balzac puede aplicarse a desvelar la era del Infierno. Porque nos revela que este tiempo no quiere saber nada de la muerte y que la moda hace burla de ella; que la aceleración que sufre el tráfico y el tempo a que se comunican las noticias –al ritmo de edición de los periódicos–, se dirigen al hecho de eliminar toda interrupción, todo fin abrupto y repentino, de modo que la muerte, como corte, sólo se da como continuidad con lo rectilíneo del curso [...] del tiempo.

Obra de los pasajes

Obra de los pasajes, B 2, 4

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La desatada especulación [...] que hoy va aminorando, año tras año, la altura de los pisos, mientras reduce toda una vivienda al espacio antes ocupado por lo que era el salón, y que ha declarado una guerra a muerte a los jardines, va a tener un efecto inevitable sobre las costumbres parisinas; pronto nos veremos obligados a vivir más fuera de las casas que no a habitar en su interior.

Obra de los pasajes

Balzac. Les petits bourgeois, en Ernst Robert Curtius, Balzac, Bonn, 1923, p. 28. Cit. en Obra de los pasajes, I 6, 4

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