hijo

Escribo arrullándome, como una madre loca a un hijo muerto.

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¿Cuándo acabará todo esto, estas calles por donde arrastro mi miseria, y estas escaleras donde encojo mi frío y siento las manos de la noche entre mis harapos? Si un día Dios me viniera a buscar y me llevara a su casa y me diera calor y afecto… A veces pienso en esto y lloro de alegría al pensar que lo puedo pensar… Pero el viento se arrastra por la calle adelante y las hojas caen en el paseo… Alzo los ojos y veo las estrellas que no tienen sentido alguno… Y de todo esto quedo apenas yo, un pobre niño abandonado, que ningún Amor quiso como hijo adoptivo, ni ninguna Amistad como compañero de juegos.

Tengo frío de más. Estoy tan cansado en mi abandono. Vete, oh Viento, a buscar a mi Madre. Llévame Noche arriba a la casa que no conocí… Vuelve a darme, oh Silencio inmenso, mi ama y mi cuna y la canción con la que me dormía…

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Nunca la ajena voluntad, aunque grata
cumplas por propia. Manda en lo que haces,
ni de ti mismo siervo.
Nadie te da quien eres. No te muden.
Tu íntimo destino involuntario
cumple, sí. Sé tu hijo

Ricardo Reis
Poesí­a VII. Los poemas de Ricardo Reis

Odas II, 124, vss. 1-6 [entero], p. 231


FÁRMACOS
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