navío

¡Los piratas, la piratería, los barcos, la hora,
aquella hora marítima en la que son asaltadas las presas
y el terror de los prisioneros que caen se hunde en la locura,
hora de horror y crímenes, y de barcos y gente, y de mar, cielo
brisa, latitud, longitud, vocerío;

[y nubes,

yo querría que fuese en su Todo mi cuerpo, en su Todo,

[sufriendo,

¡sí, mi cuerpo y mi sangre, componiendo mi ser todo de rojo,
y que al fin floreciera como lo hace una herida escociendo en la

[carne irreal de mi alma!

¡Ah, ser todo en los crímenes! ¡todos los elementos componentes
de los abordajes a los barcos, de las matanzas y las violaciones!
¡Ser todo cuanto fue en el mismo lugar de los saqueos!
¡Ser cuanto vivió o cuanto yació en el lugar exacto de las

[ tragedias de sangre!

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¡Maravillosa vida marítima moderna,
toda limpieza, y salud y máquinas!
¡Todo tan bien dispuesto, espontáneamente ajustado,
todos los componentes de las máquinas, todos los navíos de los

[mares,

todos los elementos de la actividad comercial de exportación e

[importación

combinándose tan maravillosamente
que todo se produce como si fuera por leyes naturales,
ninguna cosa chocando con la otra!

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¡Y que me vengan con que no hay poesía en el comercio y en

[las oficinas!

Pero si es que ahí entra por todos los poros… En este aire

[marino la respiro,

dado que todo esto viene justo a propósito de los nuevos

[vapores, la navegación moderna.

Las facturas y las cartas comerciales son sin duda el principio

[de la historia,

y los navíos que llevan las mercancías por el mar eterno son ya

[su final.

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esa furia de estar diciendo adiós yendo a bordo de todos los

[navíos,

que a estas horas están levando anclas o se van alejando de los

[embarcaderos!

¡Oh hierro, oh acero, oh aluminio, oh vosotras, chapas de

[hierro ondulado!

¡Oh muelles, oh puertos, oh trenes, oh grúas, oh remolcadores!

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Quiero dejar esta ciudad, la Tierra,
emigrar de una vez del país que soy Yo,
dejar el mundo con todo lo que se vio fallido,
como un viajante que vende grandes barcos a la gente que

[habita tierra adentro.

Álvaro de Campos
Poesía III. Los poemas de Álvaro de Campos 1

«Salutación a Walt Whitman», vss. 292-295, p. 283


CIUDAD
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¡Sea quien sea, navío, no quiero ser yo!
¡Llévame lejos de mí, a remo, vela o máquina!
¡Vamos!, ¡vamos!, ¡que vea cómo se abre el abismo entre la

[costa y yo,

y cómo se abre el río entre la orilla y yo,
y cómo se abre el mar entre el muelle y yo,
la muerte al fin, la muerte, entre yo y la vida!

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El ansia de comprender, que en tantas almas nobles sustituye a la de actuar, pertenece a la esfera de la sensibilidad. Sustituir por la Inteligencia la energía, romper el lazo entre la voluntad y la emoción, despojando del interés todos los gestos de la vida material, eso es lo que, logrado, vale más que la vida, tan difícil de poseer por entero y tan triste de poseer parcialmente.

Decían los argonautas que navegar es preciso, mas vivir no es preciso. Argonautas nosotros de la sensibilidad enfermiza, digamos que sentir es preciso, mas que no es preciso vivir.

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El ansia de comprender, que en tantas almas nobles sustituye a la de actuar, pertenece a la esfera de la sensibilidad. Sustituir por la Inteligencia la energía, romper el lazo entre la voluntad y la emoción, despojando del interés todos los gestos de la vida material, eso es lo que, logrado, vale más que la vida, tan difícil de poseer por entero y tan triste de poseer parcialmente.

Decían los argonautas que navegar es preciso, mas vivir no es preciso. Argonautas nosotros de la sensibilidad enfermiza, digamos que sentir es preciso, mas que no es preciso vivir.

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