En la policía judicial, todos los investigadores se topan tarde o temprano con un crimen que son incapaces de resolver y que se vuelve una obsesión. Para Yohan se trata del asesinato de Clara, una joven que fue rociada con gasolina y quemada en la calle por un desconocido. Los interrogatorios se suceden y no faltan sospechosos, pero las dudas de Yohan no dejan de crecer. Solo hay una certeza: el crimen se cometió en la noche del 12. “El éxito de esta película policiaca, que arranca con una jubilación, reside en su hábil equilibrio entre los interrogatorios de testigos y sospechosos, la vida cotidiana de los agentes (en su mayoría hombres, que se divorcian por falta de horarios que les permitan intimidad romántica) que cobrarán horas extras "cuando el mundo vuelva a la normalidad ", y lo que, en el intersticio, crea una conexión: el crimen se entromete menos en la vida privada que en las conciencias individuales.” (Charlotte Garson, Cahiers du cinema)