Milán se ha convertido en una ciudad desierta y espectral, las calles y las plazas están sembradas de cadáveres. Los militares, pertrechados para la guerra, presiden todos los lugares y la gente, acostumbrada a la vista de los cuerpos sin vida, camina sin hacer caso de ellos. Las autoridades han decidido que los cadáveres deben quedar abandonados por las calles. Se trata de ciudadanos ejecutados por ser disidentes y rebeldes. Han tenido que pagar con la muerte su oposición al orden constituido y sus cadáveres sirven de ejemplo para todos. Antígona es una joven de familia burguesa que ha perdido a su hermano durante los disturbios. Indignada por la prohibición de dar digna sepultura a los muertos, la chica se rebela.