Visiones de Anáhuac. Periplos mexicanos en el cine de vanguardia

En 1930 el cineasta soviético Sergei M. Eisenstein emprendió el famoso viaje a México que marcaría la inauguración de una amplia y variada tradición de cineastas que, persiguiendo una diversidad de fascinaciones, llegaron a dicho país, y el que se convertiría en uno de los periplos clave para la incorporación del cine en un motivo clásico de la historia del arte moderno: el encuentro entre un artista (de vanguardia) y una tierra “exótica”.

El carácter “original” de aquélla odisea mexicana, además, es acentuado por el hecho de que el metraje resultante de la estadía, por no haber conformado jamás una película acabada en el sentido convencional del término, podría considerarse como un ejemplo de pura potencialidad: las ramificaciones que sugieren sus aleaciones, los horizontes que asoman en su pliegues, aparecen múltiples, operando en una indeterminación que permite tejer las más variadas continuidades.

Entre el linaje de cineastas foráneos pertenecientes a la vanguardia que han hecho de sus excursiones al territorio mexicano puntos cardinales de sus poéticas particulares, la dupla Raymonde Carasco-Régis Hébraud habría de tomar inicialmente el viaje de Eisenstein como guía o catalizador para su propia aventura, y aunque poco más tarde fuera Antonin Artaud quien tomaría dicho papel, las conexiones con el cineasta soviético no terminaron allí.

Los tres filmes aquí presentados, realizados durante los primeros viajes a México respectivos a cada cineasta, comparten la candidez y cautela propias de una primera impresión, acaso traducidas en dinámicas formales similares, indicadoras de relaciones más sutiles y profundas, que quedan aún por explorar.

Películas

FIESTA DE LA VÍRGEN DE GUADALUPE, Sergei Eisenstein, Mexico, 1930, 6m [DCP].

TARAHUMARAS 78, Raymonde Carrasco, Mexico, 1979, 27m [DCP].

TETLAPAYAC, Reymonde Carrasco y Régis Hebraud, 10m [Archivo Digital].

Sesiones

24.11.22 · 19:30