Ángel Gabilondo, la palabra y el decir poético en María Zambrano

Si bien hace algunas semanas pudimos escuchar en los #LunesAlCírculo a Nuria Sánchez Madrid hablar sobre lo político en Zambrano, ahora nos tocaba conocer más sobre lo poético. Algo de lo que se encargó el maestro de filosofía y político Ángel Gabilondo, que pronunció Conciertos y desconciertos del decir poético en relación a la exposición María Zambrano y el método de los claros: Cuaderno de notas para un ensayo en imágenes. Ya son unas cuantas conferencias a las que asistimos dentro de Los lunes, al Círculo y, sin lugar a dudas, esta fue, para el que suscribe, una de las mejores que hemos vivido, no solo por la profundidad de la misma, por su contenido, sino por la intensidad formal, un monólogo que no perdió pasión en un solo momento, con múltiples citas de Ullán, Rilke, Margarit, Valéry o Valente, entre otros muchos, y que, de alguna manera, se convirtió en un bello y rítmico poema en sí mismo, en una reivindicación de la poesía y sus fuentes, del pensamiento y, sobre todo, de la palabra, que durante una hora y pico nos abrazó sentidamente a María Zambrano. Si Gabilondo señaló al Círculo como «templo de la palabra», bien podríamos decir que él es un gran maestre de la misma.

Valerio Rocco Lozano, director del CBA, y Ángel Gabilondo.

«Os puedo asegurar –comentaba Valerio Rocco, director del Círculo, al final de la conferencia– que esta peana temblaba mientras hablaba Ángel porque la energía que imprime en su discurso le mueve desde la cabeza hasta los pies. Y esto era una vibración de auténtico pensamiento, pero en un sentido que habría que analizar musicalmente… movía las piernas como un bailarín». Es alucinante que un profesor con tantos años de experiencia, con mil y una conferencias a sus espaldas, con otras muchas intervenciones en la Asamblea de Madrid, en debates televisados, etc., asegure que mueve las piernas, como si de un batería dándole al bombo se tratara, «por los nervios de hablar en público». Creo que más allá de lo nervioso que pueda ser, es por el profundo respecto que este maestro tiene a las palabras que pronuncia, a la devoción hacia el sentido pleno con que quiere dotar a las mismas, algo de lo que versó la conferencia y que guarda cierta relación con una charla que el filósofo Emilio Lledó mantenía hace algunos meses con los alumnos de la Escuela SUR y en la que defendía con fervor el diálogo.

Tenemos lenguaje, lógos, porque necesitamos comunicarnos. Esa es la esencia, eso crea sociedad, crea pólis. El lógos tiene que ser siempre dia-lógos, o sea un lógos que circula, que transita, que vive, que late, que expresa sentimientos, no solo racionalidades, que no solo señala el mundo, sino también la interioridad de lo que somos. Por eso es tan importante la educación, porque nos enseña a pensar las palabras.

Gabilondo profundizaba en esta idea rescatando unas palabras de la propia Zambrano: «Si me dí a hablar es porque me encontré en ello, tenía que hacerlo… es como si ni siquiera lo hubiera decidido como si hablar ocurriera más allá de toda intención». El habla como algo intrínseco al ser humano.

En este sentido es curioso observar que con todas las tecnologías que tenemos al alcance, con todas las redes sociales, las webs y los foros de que disponemos, la inmensa mayoría de las personas compartimos compulsivamente ideas, noticias, pensamientos, artículos… de otros. Ponemos palabras de otros en nuestra boca, palabras que no hemos llegado a rumiar, a pensar, ¿nos están anquilosando el pensamiento? «En este mundo nuestro de palabras estereotipadas… Pensar el lenguaje es un deber de todos», decía Emilio Lledó.

La retórica en los discursos políticos, no exclusivamente de personas que ejercen la política, ha secuestrado la palabra; quizás sea el momento de reivindicar la poesía como refugio. Gabilondo rescató unas palabras de José Miguel Ullán, sobre María Zambrano, que de alguna manera nos animan a pensar en ese lenguaje:

«Zambrano hablaba para ver, para ver por qué hasta reconocerse mediadora al sacar a la luz y entregarnos ese sonido que solo en sueños se deja oír… Hablaba porque iba tras ello, porque lo necesitaba… No hablaba desde la comodidad sino de la necesidad.»

Se suele decir que hablar es una cualidad que nos diferencia de los animales, pero lo cierto es que la manera en que se habla en público, en el hemiciclo, en la calle, en las tertulias de televisión, en muchas ocasiones no nos distingue de otros animales precisamente.

Gabilondo afirmó que «vivimos y habitamos el mundo de un modo impoético… de espaldas al lenguaje, que utilizamos como si fuera un instrumento, una herramienta…». No es lo mismo hablar, decir, que proferir palabras. ¿Cuántas veces oímos parlotear sin el más mínimo latido del corazón?

«Considero extremadamente peligrosos los seres que coinciden consigo mismos». Poco a poco, Gabilondo nos introduce en el sentir poético de Zambrano que comparte raíces con su filosofía y que nos lleva a un ser incompleto que enamora. «Contra el vértigo, la claridad y la precisión. Para ser poeta no vale la vaguedad del ensueño… Bien lo dice Valéry, la poesía necesita luz… identificar la confusión con la profundidad es tanto como reducir la confusión a unidad. […] La luz solo brota en plenitud en la plena oscuridad, nunca huye de ella». Luz y oscuridad.

«Sin lenguaje no morimos ni vivimos, sin lenguaje, no somos. La muerte de verdad es la muerte de aquel a quien se ama; su muerte nos va matando; y también se fallece en la soledad por la imposibilidad de comunicación, entonces se muere juzgado por otros. La comunicación remite a algo común… solos en común.» La soledad y la comunidad.

Y así Gabilondo nos llevó en un precioso viaje a través de las claves de la poesía de Zambrano. Nos habló de que vivir es convivir y que la vida se compone de situaciones, no de hechos.

«Esperar, aprender a esperar, decir y hacer en este esperar. Quien no sabe esperar, no sabe decir. Esperar es salir al encuentro. Vivimos la ansiedad de no saber esperar, tenemos prisa, miedo…»

Y es que es cierto que las cosas que nos llenan en la vida, al menos al que suscribe, están fuera de ese corsé diario que nos ahoga; vivimos con unas necesidades creadas que se imponen, con un «tengo que…», que no nos deja volar en plena libertad. Sobre este esperar ahondó Gabilondo: «El ritmo del decir es el ritmo del esperar, que es apertura a las condiciones de oportunidad.» Y siguió introduciendo elementos esenciales en Zambrano, como el canto: «hace tiempo que no cantamos juntos… así se queda mudo el corazón.» Pienso en toda esa ficción que nos aleja de los problemas cotidianos de tu comunidad, de tu barrio. Andamos perdidos en mundos de series de televisión, parapetados tras el miedo, nos indignamos, pero no miramos a la calle, donde puedes encontrar otras personas con tus mismas motivaciones, con las mismas ganas de imaginar nuevos escenarios, donde sentirte arropado, donde cantar juntos. Sin tanta poesía lo explica muy bien Isaac Rosa en la revista Minerva: «La única manera de quitarnos esos miedos, o al menos de evitar que nos dominen, es construyendo otras formas de protección y seguridad: en comunidad».

Y así llegamos al sonido, al silencio y al sentido. «Solo cuando coinciden sonido y sentido hay poesía.» ¿Y por qué me acuerdo del Nobel de Literatura a Bob Dylan, aunque tampoco tengo claro que tenga que ver? (esto no lo dice Gabilondo, lo dice el que suscribe).

El profesor siguió con otro interrogante:

«¿Puede ser poético respirar, andar, dormir…? Sí, lo que suele ser es infrecuente porque lo poblamos de otros significados. Convertimos el andar en un sucedáneo del atletismo y olvidamos que en el dormir está el soñar.»

En este apartado, Gabilondo, reivindica el sentir originario de las palabras y, como mencionaba Gilles Deleuze, «espacios donde respirar, esperar, desear…».

Esto me lleva a la frase: «Mi cuerpo es un texto», que decía Marta Sanz en una charla reciente de la #CátedraACCIONA refiriéndose a que es el punto de partida, con todas sus experiencias vitales, sus satisfacciones e insatisfacciones, sus arrugas, sus achaques… a la hora de escribir; «mis textos son también cuerpos». En esos espacios, donde se mueven esos cuerpos que dicen veo relación en otro análisis de la misma Marta Sanz en una maravillosa charla del Festival Eñe, junto a Valerio Rocco, Luis Jorge Boone y Jacobo Armero, en la que decía: «…hay que fijarse en todos los pequeños episodios de poesía encontrada que surgen a lo largo del paseo por tu propio territorio y cómo esa manera activa, sensible y atenta de pasear son una forma de no caer en la alienación a la que estamos sometidos en nuestras vidas cotidianas… también es interesante en esos paseos por la ciudad, parar y mirar, algo que te coloca en una situación hiperestésica».

Todo esto me retrotrae en la conferencia a ese esperar del que hablaba Gabilondo, en el que también nace la palabra, sobre la que regresó de nuevo. «Decía Jacques Derrida “como alguien enamorado de las palabras las trato siempre como cuerpos que contienen su propia perversidad”. Yo amo las palabras cuando empiezan a enloquecer. Alguna vez dije que hago el amor con las palabras y me lo pusieron en un titular de periódico. A veces no se duerme o no se vive por una palabra que nos falta, a veces tenemos dolores de palabra… las palabras hacen, sangran…».

Y siguió con una reivindicación más política en torno a esto mismo:

«Precisamos otro modo de decir, un decir no obsesionado en decirlo todo, en comentarlo todo, en describirlo todo, en hacer declaraciones sobre todo… Estamos en una época en la que hemos perdido la palabra. En rigor, difícilmente podemos sentir y vivir. Precisamos reactivar nuestro decir, como tarea personal y política, no solo ya escribir sino que necesitamos la acción de leer, otro modo de escuchar, recrear lo dicho, dejar decir… así la lectura será poética… Escribir como leer, escribir escuchando. No es fácil sintonizar, encontrarse, ni siquiera con uno mismo… Me falta la palabra. Tanto que en ocasiones me consuela considerar que no sea yo quien le falte a ella, o mejor dicho, que sea yo quien le sobre; sin ella siento no tener ni cuerpo, ni boca, ni voz…».

Finalmente, nos sumergió en el decir poético «que hace que algo sea algo que no es todavía» y en la importancia que tiene en este el ritmo. Momento en el que aprovechó para dedicarnos un homenaje con una anécdota referida a José Ángel Valente tras una lectura poética de éste en el Círculo allá por 1999, poco antes de morir, que quedó recogida en el libro Palabra y materia de la colección La voz del poeta (CBA) [en el enlace encontrarás el audio al que se refiere Gabilondo en la conferencia en el que casi pierde la vida por mantener el ritmo]. José Ángel Valente le contó entonces a Gabilondo que María Zambrano devolvió una máquina de escribir eléctrica porque «en esta máquina no escucho el ritmo (tic, toc, tac) que necesito para escribir».

No te preocupes, estimado lector, podría parecer que he destripado la conferencia, pero no es así. Esta está repleta de mucha más PALABRA, más citas maravillosas, de esas que te dejan el corazón en un puño y el pensamiento en combustión. Sí acabo con ese abrazo poético eterno que Gabilondo hilvanó entre María Zambrano y Joan Margarit, Premio Cervantes 2019 –quien abrirá por cierto la XXIV Lectura Continuada del Quijote en 2020–. Es bonito, parece que los poetas se contestan o se van complementando entre sí en un diálogo imposible. Comenzó este (no)diálogo Margarit con su llamamiento a la poesía como última casa de misericordia.

Y (no) contestó María Zambrano en un texto de febrero del ’39: «Estoy demasiado rendida para escribir… solo podría hacer poesía, pues la poesía es todo y en ella no tiene una que escindirse, el pensar escinde a la persona, pero el poeta es solo uno…» Completando con un extracto de Delirio de un incrédulo (1950) donde señalaba: «…el decir poético no es una debilidad, es una fragilidad y hay que ser muy fuerte para soportar la propia fragilidad en la que anida el instante de concebir, entregarse a este decir poético transforma toda nuestra existencia y le da una luminosidad que solo en nuestra propia oscuridad deslumbrará.». Para sentenciar: «…soltar esa imagen de querer ser yo… ¡¿quién nos soporta a nosotros siendo como somos?!».

Y llegó, finalmente, la (no) respuesta de Margarit, que rescató Gabilondo para cerrar su discurso como «un canto que hacemos en común» y un estupendo final poético también para este post (aunque hubo mucho más después, algo que puedes ver en el vídeo abajo):

NO TIRES LAS CARTAS DE AMOR

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
-esta flecha de sombra-
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

 

Nuria Sánchez Madrid, una aeda de nuestro tiempo

Valerio Rocco Lozano, nuevo director del Círculo de Bellas Artes, presentó en Los Lunes, Al Círculo a la filósofa Nuria Sánchez Madrid, a la que definió «por su filosofía cuidada y poética», como una de las aedas –poeta y cantor épico de la antigua Grecia– de nuestro tiempo. Licenciada en Filosofía, Filología Clásica y doctora en Filosofía y Ciencias de la Religión, pronunció la conferencia Tragedia, historia sacrificial y democracia. Lo político en Zambrano en torno a la exposición María Zambrano y el método de los claros.

Valerio Rocco Lozano presenta a Nuria Sánchez Madrid en los #LunesAlCírculo

Pese a no ser una experta en Zambrano, según ella misma, Valerio destacó que Nuria Sánchez Madrid sabe de casi todo lo concerniente a la filosofía «desmintiendo el tópico sobre los especialistas que los alemanes denominan como “fachk idioten” o “idiotas expertos” de sus cosas, ya que ella es una gran especialista en muchas cosas», puntualizó Valerio.

A lo largo de una hora y media Sánchez Madrid desgranó el pensamiento político de Zambrano en el contexto republicano de su época, así como la forma en que hoy se percibe su propuesta política.

El propósito del título de la conferencia parte de Horizonte del liberalismo en los treinta y Persona y democracia de los años cincuenta. «Era importante presentar el pensamiento de Zambrano con perspectiva porque hay organicidad en sus propuestas acerca de la vida colectiva, de los motores que constituyen comunidad, de las dinámicas sociales que analiza…».

Las mujeres y los jóvenes.

«La filosofía no ha sabido hacer justicia a la contribución que las mujeres han realizado a su servicio exigiendo la filosofía, incluso como práctica intelectual, olvidar con frecuencia el género para sepultar el cuerpo y con él, el deseo» aseguró Sánchez Madrid quien incidió en la dificultad de que Zambrano fuera reconocida en su momento frente a figuras de la época, como Ortega y Gasset. Por entonces, a finales de los 20, Zambrano ya reclamaba para los jóvenes su «gesto y palabra» y destacó además la incomodidad que los cambios en las formas de vida de las mujeres provocaron en los varones de la época quienes anhelaban el orden antiguo.

Las divergencias con Ortega y Gasset

«Frente al topos de la heroicidad y del espíritu cinegético –arguye la filósofa– representativo de un espíritu recio y casi dórico de posicionamiento mundanal, catapultado por Ortega como motor morfológico de nuevas y saludables realidades históricas, Zambrano entiende la nueva política como un ejercicio vagamente inspirado por Nietschze de recomposición de uno mismo a partir de la presencia del otro en el que no descarta que comparezcan figuras fantasmáticas, que producen sociedad y realidad histórica.»

Continuó con la diferencia entre Ortega y Zambrano. En Ortega es perceptible, asegura la autora, la voluntad de forma «que expulsa lo inservible en pos de un noble progreso», mientras que en la pensadora nacida en Vélez-Málaga, todo se agrupa en torno a un lema que ella misma calificó como «el martirio del conocimiento» que lo enfoca en política como el arte de lo posible poético: «reintegración, reconciliación, abrazo, que encierra en unidad al ser humano con el ensueño de donde saliera, borrando las distancias.» (Filosofía y poesía, María Zambrano).

«No puede haber política movilizadora si esta se muestra incapaz de volver atrás, –cita Nuria a Zambrano– de despertar a los muertos, no para abrir trincheras insalvables, sino para invitarlos a participar con sus reclamaciones no atendidas del tejido de lo común.»

Pragmatismo en la convivencia social

Encuentra Nuria huellas de Unamuno en Zambrano y su apuesta por la vía más difícil y larga, «pero sabia en la economía de las pasiones» llevándola hacia el pragmatismo en la convivencia social. Ahí encuentra Sánchez Madrid las vetas de la Tercera España que culminó con la Guerra Civil. Nuria se refiere a «la anomalía española en la resistencia a comprender al otro, a pensar en el lugar del otro» y rescata la figura de Melchor Gutiérrez, el “Ángel Rojo”, director de prisiones en la Madrid republicana de la guerra, quien se enfrentó al mando comunista frenando ejecuciones en Paracuellos, denunciando las checas o cárceles ilegales y salvando a miles de personas por el respeto a la ley y a la vida humana.

Esas historias no parecen importar a ninguna institución, aseguró Nuria Sánchez Madrid, quien añadió que no todo en la historia es tragedia.

La falta de comunicación entre pueblo y políticos y el fascismo

A partir de aquí, la filósofa madrileña entró en detalle en el pensamiento político de Zambrano a través de los textos antes mencionados, siempre poniendo el foco en ese carácter político humano centrado en la construcción antes que en la destrucción y en esa necesidad de interlocución rota según ella, entre las masas y los políticos. Zambrano, como Arendt, quieren llegar a la raíz de esa desafección política de las masas. Y cómo no, también habló del fascismo, algo que nos trae de nuevo a nuestro presente actual. Terminamos con la cita que al respecto recoge de Zambrano, la conferenciante:

«Así como el fascismo en el terreno económico se origina en gran parte en el flotar sin tener a qué agarrarse del “sin trabajo”, en el terreno intelectual viene también de una falta de auténtico quehacer, de una cesantía de la vocación, la inteligencia flota en el vacío, pero el hombre no puede estar sin hacer nada, no puede permanecer sin esforzarse en algo, si quiera en hacer lo que hace. Ante la nihilidad que le rodea, ante la nada en que flota, la inteligencia sin vocación se retuerce sobre sí y se traiciona. La inteligencia está amarrada a residuos de creencias descompuestas del pasado, a limitaciones impuestas por la falta de valor para romper nudos sociales, y lo que es más decisivo, la falta de una intuición modelo, la falta de presencia de una realidad que presione. Pero esta ausencia de intuición, esta falta de sentir la realidad llega a transformarse en el fascismo en un evadir la intuición y la realidad, en una huida sistemática y encubierta de la realidad, pero como la realidad está ahí, sigue existiendo, hay que aplastarla y aniquilarla. Todo fascismo acaba en matar, en querer matar aquello que no quiere reconocer.»

Terminamos por el principio. Ya que Valerio, cuando definió a Nuria como una aeda de nuestro tiempo, leyó el siguiente párrafo de Zambrano extraído del texto La inminente vuelta de los aedas del libro «Algunos lugares de la poesía», que dice así:

«Tendrían que volver los aedas, quizá estén volviendo ya, de los lugares de esta Europa donde los abismos, las negruras, no han sido ocultadas sistemáticamente bajo puentes de confianza, de la ambigua confianza que puede ser falacia, que tapa la visión de suplicio, que espera del otro lado del puente. Tal vez los aedas, que están ya volviendo, están tejiendo un puente de verdad, es decir, que sostenga sobre el abismo dejándolo ver».

Quizás el lugar de esos aedas que construyan y no destruyan deberían reivindicarlo los y las intelectuales de nuestro tiempo, como Nuria Sánchez Madrid, pero por qué no, también instituciones culturales como el Círculo de Bellas Artes. Sin duda, María Zambrano es una inspiración en estos tiempos convulsos en Europa.

¿Es o no actual el pensamiento político de Zambrano? Si quieres ver la conferencia entera, puedes hacerlo en el canal de youtube del CBA o aquí mismo. Por cierto, la conferencia completa, en texto y editada la podrás ver publicada en uno de los próximos números que estamos preparando de la revista Minerva.

La próxima conferencia de Los lunes, al Círculo en torno a la exposición de María Zambrano será el lunes 18N a las 19:30h y viene de la mano del político y filósofo Ángel Gabilondo, quien nos hablará desde una faceta más poética.