Peter Ackroyd sobre ‘Thames Film’, que llega a Cine Estudio

Peter Ackroyd, notas para una presentación de Thames Film, British Film Institute, 2004. Traducción de Manuel Asín, programador de Cine Estudio.

He aquí una visión del oscuro Támesis, del “viejo padre Támesis” como espantoso y poderoso dios, no muy lejano al Nobodaddy de Blake. Ya en su poema Jerusalén, el Támesis estaba “borracho de sangre”. Y en efecto, en esta película hay algo terrible acerca del río, algo monstruoso que recuerda la frase de Conrad en El corazón de las tinieblas: “…este también ha sido uno de los lugares oscuros de la tierra.”. Caminando por las orillas del Támesis, río abajo, llegando al estuario, es posible sentir miedo. Una de las derivaciones posibles de la palabra “Támesis” es tamasa, que significa “río oscuro”; la palabra tiene un origen anterior a los celtas, de manera que atisbamos en ella un tiempo antiguo, casi primigenio.

 

Y sin embargo también lo bello y lo sublime forman parte de este terror. Raban ha aprendido algo de los grandes artistas del río, tales como Turner y Whistler, y ha retratado el Támesis con ropajes asombrosos.
A Raban también le interesa la historia del río –una historia líquida, como se ha dicho a veces—pero la impresión principal es la de que las aguas permanecen. El Támesis no vive en un tiempo humano. Vive en un tiempo geológico. Las figuras humanas de las viejas fotografías que vemos en la película son borrosas y pálidas. Son ofrendas humanas, están desapareciendo. El tiempo es uno de los elementos de la película de Raban. ¿Cómo pasa el tiempo para el río? Heráclito, el filósofo griego, vio el río como un símbolo de flujo y transitoriedad. No se puede entrar dos veces al mismo río. Cuando lo haces ya ha fluido y cambiado. Pero hay algo que persiste –un espíritu, una atmósfera, una presencia, que son las de las palabras de T. S. Eliot aquí leídas por él mismo. Una forma de vida que produce y persiste a lo largo del tiempo.
Es el motivo por el que esta es en muchos aspectos una película visionaria. Hay momentos de luz y color que elevan el espíritu. Hay formas y estructuras desmesuradas que espantan el pensamiento. Hay pasajes de niebla y turbulencias que dejan imaginar el Támesis primigenio de aguas pantanosas y encenagadas. Las vistas en profundidad fluyen a lo largo de esta película igual que las corrientes y las crecidas del propio río. Es una película muy fluida, en todos los sentidos. Los sonidos del río también son importantes. Hay un estruendo continuo, un lamento audible en los ruidos de las máquinas que luchan contra la tensa lámina del río, o en los gritos de las gaviotas.
Este ha sido también un río de tratos, un río de poder. Sus muelles, embarcaderos y fábricas fueron una vez parte de la gran máquina del imperio –la gran máquina de la opresión. Por eso se conoce como “río oscuro”. Se ha vertido sudor, trabajo, pobreza y lágrimas en él. Y todavía llama con cantos de sombrías sirenas a los deprimidos y a los olvidados. Es el gran vórtice de los suicidas. Las máquinas han sido ya desmanteladas. El maltrecho paisaje industrial hace tiempo que está en ruinas. Hay brotes de mugre y decadencia por todas partes, de óxido y madera carcomida. Los embarcaderos y muelles vacíos son como reliquias de una civilización desaparecida, como misteriosos monumentos mayas o incas abandonados a su suerte. Pero el cauce del río era ya viejo antes de que esas civilizaciones llegaran.
Las otras películas de Raban giran en torno a los barrios del Támesis –Canary Wharf, la gente de la Isle of Dogs—como si lo hicieran en torno a un remolino de destino y deseo. En sus películas el Támesis se convierte en un vasta y fecunda presencia. Llega a ser un organismo vivo, con sus propias leyes de crecimiento y cambio. Acabamos por tener la sensación de que Londres no lo controla, de que es él quien controla a Londres. De que él es Londres.

Thames Film de William Raban.

Cine Estudio · viernes 23 · 20h.

Entradas online AQUÍ.

Reino Unido, 1984-1986, 66’, VOSE [HD 2K. Nuevo transfer digital supervisado por Raban)]