el sonido sigiloso del oulipo

Un ouvroir, Paul Renouard
Un ouvroir, Paul Renouard

“El sonido del Oulipo es sedoso y sigiloso”. Marta Macho Stadler y Francisco González Fernández son los directores del taller que se imparte en el CBA del 1 al 4 de diciembre. Durante esas cuatro jornadas de literatura y matemáticas, todos aquellos interesados en saber un poco más acerca de los “ratones que han de construir el laberinto del que se proponen salir”, podrán cumplir sus deseos gracias a este taller. Para los que, por el contrario, no estén familiarizados con el movimiento que fundaron Raymond Queneau y François Le Lionnais hace ya más de medio siglo, les dejamos esta entrevista. A sus protagonistas (Marta y Francisco), les dejamos nuestro agradecimiento.

“Oulipo” es el acrónimo de “Ouvroir de littérature potentielle”, en castellano “Taller de literatura potencial”. Según la RAE, algo potencial “tiene la virtud o eficacia de otras (cosas) y equivale a ellas”. ¿Cuál es, en vuestra opinión, la potencialidad de la literatura? ¿Qué potencialidades buscáis desarrollar en este taller?

FGF: Para que no haya lugar a equívocos, me parece que hay que empezar indicando que no es nuestro propósito (ni está entre nuestras competencias) enseñar a escribir y mucho menos ofrecer consejos para que los participantes se conviertan en escritores profesionales, como sugieren tantos talleres literarios en la actualidad. Desde su nacimiento el Oulipo se interesó menos por crear obras literarias que por buscar fórmulas renovadoras que abrieran nuevos horizontes, nuevas vías, a la escritura.

Hay que recordar que en un principio el Oulipo se llamaba “Seminario de literatura experimental” y, aunque este nombre tuvo una vida efímera, la idea de experimentación con el lenguaje y sus estructuras siguió siendo esencial para los oulipianos. Una experimentación que encontraba sin duda en las ciencias un referente, pero que se presentaba con la mayor de las modestias, como un taller precisamente, donde se obraba y operaba en primer lugar por gusto y por placer, sin pretender en cada ocasión realizar una obra maestra, sino más bien hacer algo artesanal que tal vez pudiera resultar útil a otros amantes de la escritura. En este sentido, las virtudes que pudiera atesorar la literatura (su verdad, su realidad e incluso su potencialidad) no entraban en las preocupaciones del Oulipo en cuanto grupo, y en buena medida este surgió como oposición a todos aquellos movimientos literarios e ismos, tan frecuentes en la historia literaria francesa, que invariablemente pretendían aportar nuevos valores a la literatura haciendo tabla rasa de la tradición anterior.

Podría decirse, jugando con las palabras, que para el Oulipo la potencialidad de la literatura consiste en operar con potencias. Nada más pero tampoco nada menos. Sin pretender asignar a la literatura una misión elevada y trascendental, particular o universal. A mi juicio, es la modestia de la empresa lo que convierte al Oulipo en algo tan atractivo y sugerente, y que explica que, paradójicamente, frente a todas las escuelas y movimientos literarios, siga existiendo, y de forma muy activa, después de más de medio siglo.

Es probablemente este carácter abierto, preñado de futuro, al que aludía Raymond Queneau cuando en 1960 sostenía que el trabajo del Oulipo era muy serio siendo “lo potencial aquello que aún no existe”. Como sugiere el término “ouvroir” en francés, el Oulipo es un taller de costura que se vale normalmente de las matemáticas para coser entre sí las palabras mediante trabillas. Es este espíritu, colectivo y amateur, que sigue presente en el grupo después de tantos años, el que nos gustaría transmitir en este taller, aun no siendo ninguno de los dos miembros oficiales del Oulipo.

MMS: La verdad es que Paco lo ha dicho de manera exquisita; queda poco que añadir. En mi caso, busco matemáticas –aunque no sea el objetivo último de mi lectura: leo, disfruto y  estoy alerta para detectar detalles científicos– en las páginas que visito. ¿Puede la literatura inspirar a una persona que hace matemáticas? ¿Puede un texto matemático incluirse potencialmente en la literatura? ¿Qué debería tener? ¿Cuáles son las fronteras –si las hay– entre la literatura y las matemáticas? Si admitimos que una flor puede inspirar un poema, ¿por qué no una estructura o idea matemática podría dar lugar al más bello verso?

Raymond Queneau
Raymond Queneau

¿En qué contexto histórico nace Oulipo? ¿Por qué creéis que surge este movimiento literario? ¿Cuál es el elemento catalizador?

FGF: El Oulipo nace en 1960, con ocasión de un congreso dedicado a Raymond Queneau en Cerisy-la-Salle del que surge la idea de organizar un grupo que se reuniría mensualmente para explorar nuevas posibilidades de escritura partiendo esencialmente de estructuras prefijadas. De todos modos, sin el encuentro y la amistad que unió a Raymond Queneau y François Le Lionnais es casi seguro que nunca habría existido el Oulipo. Ambos formaban un tandem perfecto; Queneau era un escritor de renombre y, cosa poco frecuente, a la vez apasionado conocedor de las matemáticas y Le Lionnais un hombre de ciencia, ingeniero químico y matemático, que estaba fascinado por la literatura. Ellos fueron sin duda el elemento catalizador, pero el éxito que había cosechado el grupo matemático Bourbaki sirvió sin duda de modelo y planteó la posibilidad de buscar unos “axiomas” en el lenguaje capaces de engendrar textos literarios.

Por otra parte, existía entonces entre la mayoría de los miembros del Oulipo la convicción de que las fórmulas literarias tradicionales estaban ya muy gastadas y debían ser renovadas. En lugar de buscar inspiración en el inconsciente, como había pretendido hacer el Surrealismo, quisieron hallar nuevas estructuras, especialmente en el campo de las matemáticas, que se presentaba en este sentido como un continente por descubrir.

Sin título-3
François Le Lionnais

El método de búsqueda de nuevas estructuras formales que caracteriza a Oulipo constituye una prolongación de la senda que traza el Surrealismo. Sin embargo, mientras que el movimiento fundado por André Breton se aferra al inconsciente para volar en lo literario, el paradigma oulipiano circula en sentido inverso, al aplicar restricciones que permitan nuevas formas de creación literarias. ¿No podría considerarse la dependencia del inconsciente una restricción en sí misma?

FGF: Sí, me parece que esta es una cuestión determinante para entender el nacimiento del Oulipo. Queneau formó parte del movimiento surrealista, y aunque según sus propias palabras lo abandonó por problemas personales con André Breton, es obvio que no compartía todas las ideas de esta poética. No es que se opusiera al papel del azar en el arte, sino que, como él mismo decía, los oulipianos manifestaban “cierta desconfianza hacia el azar”.

El problema radicaba en los abusos que se habían cometido recurriendo al inconsciente como una especie de despensa de la que podía extraerse cualquier cosa y de cualquier forma, pero, según Queneau, “los textos verdaderamente surrealistas se inscribían en estructuras extremadamente precisas”. Tal era el caso de Lautréamont y del propio Breton cuyos textos, decía Queneau, eran “textos isomórficos”, es decir oulipianos. Puede decirse, por ello, que en lugar de seguir sometiéndose al dictado dictatorial del inconsciente, de la escritura automática nacida con vocación liberadora, el Oulipo trató de confeccionar unas estructuras conscientes y racionales que fueran capaces de librar a la literatura de sus viejos y nuevos grilletes.

1975, casa de Le Lionnais.
Casa de Le Lionnais, 1975. En el centro, sobre la mesa: André Blavier. Sentados de izquierda a derecha: Italo Calvino, Harry Mathews, François le Lionnais, Raymond Queneau, Jean Queval, Claude Berge. De pie izquierda a derecha: Jacques Roubaud, Paul Fournel, Michèle Métail, Luc Etienne, Georges Perec, Marcel Bénabou, Jacques Bens, Paul Braffort, Jean Lescure, Jacques Duchateau, Noël Arnaud.

Cuando hablamos de matemáticas, estamos haciendo referencia a una ciencia deductiva. La literatura, por el contrario, es más bien considerada un arte. ¿Cuál es el motivo de que ambas disciplinas convivan dentro del paradigma oulipiano?

FGF: En realidad, son numerosos los grandes matemáticos que, especialmente desde el siglo XIX, no se cansan de repetir que las matemáticas son un arte. Piénsese en Poincaré, Sofía Kovalesvskaia y tantos otros. Y a la vez desde ese mismo periodo abundan los poetas y novelistas que, como Poe, Tolstoi o Proust contemplan la literatura como una ciencia y ven en las matemáticas una suerte de modelo o de reserva de imágenes para sus obras. El Oulipo, lejos de ser una excepción, puede ser considerado como la culminación de una tendencia que se fue concretando a lo largo de más de dos siglos. Desde esta perspectiva el Oulipo no sería un grupo literario más, una curiosa singularidad en el conjunto de la tradición literaria, sino la punta de la pirámide donde arte y ciencia aspiran a converger.

MMS: La creatividad en matemáticas es crucial. Aunque muchas personas ajenas a esta profesión la piensan como una actividad mecánica, la imaginación, la intuición o el instinto son esenciales en la invención matemática. Las fronteras entre el arte y la ciencia están cada vez menos definidas. Escribir un buen texto o un bello teorema son actividades que requieren una gran dosis de arte y de técnica… y de trabajo.

Varios miembros de Oulipo, 2006
Varios miembros de Oulipo, 2006

“Un autor oulipiano es una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir”. ¿Qué os sugiere esta afirmación?

FGF: Esta famosa frase es la segunda definición que dieron de su actividad los primeros oulipianos, con el singular sentido del humor que siempre les caracterizó. En cualquier caso, me parece que, si el oulipiano es una rata, no lo es de alcantarilla, sino de laboratorio, y a la vez, como se dice en francés, de biblioteca. Es decir, que podrían definirse como individuos con una curiosidad enorme que conocen a fondo la cultura literaria y que saben emplear las estructuras que la ciencia matemática pone a su disposición. Seres híbridos, empapados casi por igual de literatura y matemáticas, una especie mutante que prefigura aquello que aún no existe, lo potencial. Ellos son quienes construyen el laberinto y, a pesar de las aparentes dificultades, saben que siempre encontrarán una salida. La salida para evadirse se encuentra de hecho mientras se diseña el laberinto. Y evadirse, además de una forma de recobrar la libertad, es el mejor modo de divertirse.

MMS: El laberinto, para mí, es el juego, la aventura. Para mí, simboliza el atreverse a experimentar, a enfrentarse a nuevos retos. Es un desafío intelectual, que te conduce al fracaso –del que sin duda aprendes– o a un producto que fascina, con facetas insospechadas. El laberinto te obliga a buscar donde no pensabas que podías encontrar, a reflexionar, a descubrir estrategias agudas… exactamente de la misma manera que se busca demostrar un resultado en matemáticas, cuando conjeturas que es cierto, pero entre las técnicas estándar, ninguna te permite resolverlo. El reto es encontrar la buena manera de probar lo que tu intuición te dice que debería suceder.

sello Georges PerecDe Georges Perec, uno de los integrantes de Oulipo, es la siguiente cita: “En el fondo me doy reglas para ser totalmente libre”. ¿En qué consiste la libertad para Oulipo?

FGF: Cualquiera que escriba, cualquiera que trate de emplear las palabras con cierta creatividad, sabe que nada es más imponente que la página en blanco, que un mundo de posibilidades infinitas abierto de par en par. Ante este océano de aparente libertad siempre nos parece que acecha una ballena amenazante. Escribir con reglas prefijadas, con trabas o cortapisas que pueden ser tomadas prestadas o que uno puede inventarse para sí mismo, parece mermar en principio el campo de posibilidades, pero, además de dirigir nuestros primeros pasos, estas constricciones trazan también los contornos donde uno puede ser más libre, donde uno puede jugar de verdad.

El Oulipo es un laboratorio desde luego, pero es también y ante todo, un terreno de juego, y la creatividad de esta escritura surge precisamente al tratar de jugar con las reglas que uno se impone. Como sabe cualquier amante del ajedrez o del deporte, en pocas actividades de la vida se siente uno tan libre como cuando se juega. Si se permitiera a un futbolista tocar también el balón con la mano es probable que su juego de piernas fuera mucho menor. Claro que el oulipiano también se permite a veces infringir sus propias reglas, pero sólo cuando no queda más remedio. También el Oulipo, como Maradona, sabe utilizar la “mano de Dios”…

MMS: Entiendo las reglas que se impone Oulipo como una guía para estructurar su obra. Una regla no tiene porque coartar, una regla puede ayudar a estimular tu creatividad. La regla, la traba oulipiana, es una manera de romper, de innovar, de crear.

Siguiendo con el autor francés, su cuarta novela, “La disparition” (“El secuestro”, 1997) ­–en la que omite la letra “e”–, sigue el dogma oulipiano por materializar una “constricción” fonética. Os pido ahora, al responder a esta pregunta, que vosotros también sigáis ese dogma, tal vez extrayendo en vuestra respuesta la vocal más empleada en castellano (al igual que hace Perec con la “e” francesa), o como consideréis adecuado: ¿En la escritura, qué permite o potencia una “constricción” fonética?

FGF: Es este un punto serio y seremos por ello exiguos y puede que solemnes. Eso sí, el leyente tiene que intervenir en el mismo sentido, pues sin él no existe diversión. En un primer momento podemos responder que en este tris el deseo lo es todo, pero es un motivo dudoso que suprime el esfuerzo. Es mejor instruir por el ejemplo… De modo que en el sitio egregio donde los roedores virtuosos pronto pueden perseguir su tortuoso hilo, ese mismo que se originó en los tres primeros signos de su niñez, hoy enormes e invertidos en un espejo, se oye el sonido, sedoso y sigiloso, del Oulipo.

MMS: Je, je, je… mi socio seduce con su verbo. El genio, el juego y el oficio son el secreto.

Para finalizar, me gustaría que nos contarais qué podrán experimentar las personas que se apunten a vuestro taller: ¿Qué laberintos descubrirán, qué libertades, qué constricciones?

queneau
Raymond Queneau, por Mario Prassinos

FGF: Más que realizar un taller oulipiano propiamente dicho, en este lugar ilustre, sí, en el Círculo de Bellas Artes, el CBA, queremos abordar el Oulipo centrándonos en su estrecha relación con las matemáticas y ofreciendo unas experiencias que después de su realización colectiva nos lleven a todos a reflexionar acerca del posible vínculo entre la literatura y las matemáticas. Partiendo de sencillas y clásicas cortapisas (lipogramas, LSD, homosintaxismo, método S+7), iremos paulatinamente exponiendo y practicando estructuras matemáticas particularmente eficientes (sextinas, poemas combinatorios, grafos, bandas de Möbius) y nos adentraremos en el empleo oulipiano de las imágenes (cómic, viñetas de lectura aleatoria).

Un dédalo, pues, al que pretendemos acceder por diversas puertas y que nos deparará más de una sorpresa. Porque nunca se sabe qué se esconde en el corazón del laberinto. A veces bien sujeto al hilo de Ariadna uno logra salir habiendo descubierto un reflejo de sí mismo. Las cortapisas y las estructuras no son un fin, sino los  medios de los que se vale cada cual para crear su propio texto, su propio estilo. Y es entonces cuando la escritura se convierte en una verdadera evasión, de la rutina y de los senderos trillados. Lo bueno del Oulipo es que en este laberinto nunca se está sólo, siempre se trabaja en grupo (y previamente en nuestro caso en tandem) y resulta sin duda mucho más enriquecedor y divertido.

MMS: Nuestro acercamiento –me refiero a los dos responsables del taller– al mundo oulipiano ha sido radicalmente distinto: distintas formaciones, distintas miradas, distintas motivaciones. En el camino de preparación de este taller, mi compañero y yo estamos aprendiendo a mirar de manera mestiza. Entiendo que este taller puede ayudar a romper fronteras, a entender que las trabas oulipianas fusionan esas dos culturas que no son más que una: La Cultura, abierta a cualquier saber, a cualquier propuesta, a cualquier arte.

[más información y matrículas]

6 comentarios en «el sonido sigiloso del oulipo»

  1. Me parece muy interesante el Oulipo. Mezclar las matemáticas con la literatura, me parece magnífico. Dicen por ahí que todo en el mundo se rige por reglas matemáticas complejas…

  2. Los matemáticos son grandes ratones de biblioteca y no solo por los laberintos que crean o recorren a su antojo. Su normal afición a la lectura, a indagar las causas de los conceptos, le lleva a pasar muchas horas de “ratón de biblioteca”…

  3. Estiy interesado en contactar digitalmente con el OULIPO y me gustaría conocer un email de contacto.

    Gracias.

    Carlos Villegas

Los comentarios están cerrados.