Glosario del Fracaso

El presente Glosario del Fracaso es uno de los resultados del Proyecto de Investigación «Failure. Reversing the genealogies of unsuccess; 16th-19th Centuries», financiado por la Unión Europea. En el marco de una investigación compleja e interdisciplinar como esta, que nace del encuentro entre saberes diferentes como la historia, la filología, la historia del arte o la filosofía, el objetivo que anima este volumen es abordar, de una manera eminentemente conceptual, la polisemia de la noción misma de fracaso. Sin embargo, una aproximación conceptual no implica una abstracta consideración de las notas lógicas del fracaso, independientemente de todo contexto o utilización concreta del término. No olvidemos, en efecto, que incluso Hegel tuvo que reescribir su Ciencia de la lógica en función de los descubrimientos científicos y los acontecimientos políticos de su tiempo. Por ello, todas las voces que componen este glosario, aun partiendo de una aproximación etimológica, también se ocupan de las manifestaciones y aplicaciones literarias, artísticas, científicas y –por supuesto– filosóficas de cada una de las nociones.

El glosario, diponible íntegramente a continuación, se completa con enlaces intertextuales entre las diferentes voces, que amplían las posibilidades de navegación, y vídeos del congreso homónimo que albergó en noviembre de 2020 el Círculo de Bellas Artes.


Bancarrota

Saúl Martínez Bermejo

Pocas veces un término tiene una etimología tan clara como la de bancarrota, pues tal y como señalaba el diccionario de Autoridades publicado por la Real Academia Española (1726-1739), se trata de una «voz puramente italiana». Todos los diccionarios, generales y especializados en comercio, concuerdan a la hora de trazar este mismo origen. Entre otros, Bartolomé Clavero ha señalado que muchos de esos diccionarios comerciales explicaban asimismo el origen literal de la expresión: la rotura, tan práctica como simbólica del banco en que se trataban los negocios. O en el Tractatus politico-juridicus de jure mercatorum et commerciorum singulari, Johann Marquart (1662) señala que el término parece proceder de la «mesa y banco rotos». Bancarrota es un término que debe ocupar un lugar específico en cualquier análisis del fracaso, pues se trata en muchas ocasiones de un tipo de fracaso fingido o que se percibe en gran medida como tal. Bancarrota puede ser una simulación de la verdadera quiebra, un fraude.


Caída

Iván de los Ríos

Caída, derivado del verbo esp. CAER y del lat. CADERE, atestiguado ya en el siglo X, de donde emergen CAÍDA, pero también ACAECER, que a su vez deriva del latín vulgar ACCADERE y del lat. clásico ACCIDERE (ad-cadere). En clave etimológica, otro derivado fundamental para nuestros intereses es el vocablo ACAECIMIENTO y, sobre todo, la familia lexical de del término DECADENCIA; DECAER, del lat. vulgar DECADERE, de donde «decaer», «decadencia», «recaída», «decaimiento», pero también CADENCIA, del italiano CADENZA, palabra ella misma derivada del verbo CADERE que está a la base de nuestra CAÍDA.


Culpa

Nantu Arroyo

El término «culpa» tiene su origen en la lengua latina y significa «falta» o «imputación». En el derecho romano existen distintos tipos de culpa: a) culpa por elección, b) culpa por omisión, c) culpa en la prestación de una obligación, d) culpa en la vigilancia. Cada una de estas «faltas» o «imputaciones» exigía una pena proporcional, vinculando esta acepción a una responsabilidad de tipo legal. Según la Real Academia de la Lengua la palabra «culpa» se utiliza en cuatro sentidos del término: psicológico, teológico, moral y jurídico. Recogiéndolos, resulta fundamental señalar la conexión íntima que existe entre los conceptos de culpa y deuda.


Maquiavelo expone se hace eco de la tendencia crítica que señalaba a la institución de la Iglesia y al cristianismo, adoptado como la religión del Imperio por parte de Constantino, como la causa principal del declive y la corrupción de Roma.

Declive

Nantu Arroyo

La palabra declive proviene del latín, en concreto, de la sustantivación del adjetivo declivis, que significa, literalmente, «que está en pendiente» aplicado a un terreno físico que está inclinado de arriba hacia abajo, o «que está en decadencia» (ver decadencia). Igualmente, se dice, en sentido figurado, de cualquier cosa o persona que pierde, progresivamente, fuerza, intensidad, importancia o perfección. Aún con todo, «estar en declive» no suele decirse de individuos, sino de grupos, estados o sociedades, que van perdiendo la fuerza o los valores que los constituyen y se debilitan hasta desintegrarse.


Derrota

David Sánchez Usanos

«Derrota» posee en castellano fundamentalmente dos significados distintos, uno alude al camino, el curso, la ruta o el rumbo, preferentemente el que sigue una embarcación o navío; el otro, que es el que más nos interesa aquí, se refiere a la pérdida de una batalla, al fracaso en una guerra, en un enfrentamiento o en una disputa. Así, el verbo «derrotar» equivale a vencer, a destruir o, en el campo de la tauromaquia o de la navegación, a efectuar un cambio de dirección (brusco en el caso del toro, cuando dirige su cornamenta a un lado u a otro).


Desastre

Pablo Castro García

Encontramos fácilmente en las lenguas modernas términos compuestos que articulan el prefijo latino de negación, oposición o privación (dis-) y la raíz grecolatina referente a los astros (astér/ástron en griego, astrum en latín). A pesar de la facilidad con que las lenguas modernas articulan estas formas compuestas a partir del griego y el latín, no encontramos en estas últimas lenguas términos similares en cuanto a su formación. No encontramos algo similar a désastre, disastro, desastre, disaster o unstern, términos modernos que comparten su forma y su significado: infortunio, desgracia, desdicha, revés, calamidad (y los daños que resultan de dichos acontecimientos).


Desengaño

Gabriel Aranzueque

Formado por el prefijo negativo des- y el sustantivo engaño, este vocablo designa el sentimiento dominante que se alberga cuando un determinado estado de cosas desmiente la expectativa, la esperanza o la confianza puestas en algo o alguien. La partícula antepuesta des– denota negación, contrariedad o privación del sentido de la palabra a la que se aplica la prefijación (RAE, 2009, 716). Este proceso morfológico expresa también intencionalidad, así como la pérdida parcial o total de lo que se expresa en la base léxica, y connota una crítica negativa de la voz a la que se añade el prefijo.


Deuda

Nantu Arroyo

La «Deuda» puede declinarse en una pluralidad de sentidos, comprendiendo desde 1) una obligación moral contraída con alguien, 2) una obligación jurídica, comprendida dentro del derecho de obligaciones, 3) una obligación de pago contraída por alguien que queda vinculada a reintegrar a otra persona algo, comúnmente, dinero; en este último sentido, la deuda es específicamente económica. Si nos fijamos bien, estos tres sentidos de la deuda ponen el énfasis de la deuda en la obligación de saldarla, lo que únicamente remite al término negativo de la deuda, poniendo el foco sobre uno de los términos de la relación que representa la deuda, a saber, el deudor.


Error

Valerio Rocco Lozano

En griego, dos verbos principales expresan la contraposición acertar/errar: tynchano/hamartano. Errar, fallar, se comprende en este nivel por oposición al verbo de los aciertos y la buena fortuna. Existen al respecto diferentes niveles semánticos. Tynchano es, en Homero, el verbo de los encuentros por excelencia. En un primer momento y principalmente en el seno de la Ilíada, su contexto de aplicación es el ámbito de la batalla. Forma parte, por tanto, del vocabulario bélico y designa el contacto entre un arma y el cuerpo del enemigo, o el atuendo guerrero del mismo, como resultado de un embate o lanzamiento.


Exilio

David Sánchez Usanos

Exilio alude a un «afuera», a una separación o lejanía respecto a algún lugar hacia el que se siente pertenencia: ciudad, país, territorio, comunidad. Procede del latín exilium y se suele asociar al destierro y, por tanto, cabe vincularlo con el ostracismo (del griego ostrakismós, ὀστρακισμός), con la condena que supone el destierro por motivos políticos relacionados con la deshonra, con el comportamiento poco virtuoso. El antecedente de exilium es exsilire («saltar afuera») y el griego phugé (φυγή), que significa «vuelo», «fuga» (también de una batalla) y finalmente «exilio». El término es casi calcado en otras lenguas próximas, véase exile (inglés), exilé (francés), esilio (italiano) o Exil (alemán).


Mancha

Diego S. Garrocho Salcedo

Toda mancha entraña la subversión de una continuidad. La mancha siempre es accidental, imprevista, inesperada. La mancha ejerce una disrupción, una intromisión o interrupción en una lógica previsible, sobre una superficie, a lo largo de una trayectoria. La mancha encarna una alteración, la inclusión de algo otro sobre una realidad que idóneamente aspira a calificarse pura, y ya conocen la antigua relación entre lo impuro y el pecado, entre la mácula y la falta. La mancha por excelencia, lo sabemos todos, es siempre una mancha de sangre.


Monstruo

Julia Blanco Martínez

El nombre monstruo procede del latín monstrum, término al que se dotaba de un marcado sentido religioso: era utilizado para denotar un prodigio, un suceso sobrenatural o una señal de los dioses. Sobre los monstruos, son así nombrados porque «monstrat futurum, monet voluntatem deorum» muestran el futuro, advierten de la voluntad de los dioses. El nombre procede del verbo monere: avisar, advertir, que procede a su vez de moneie- «hacer pensar en, recordar», forma causativa de la raíz men-: pensar. Demonstrare (demostrar) o amonestar comparten la misma raíz.


Naufragio

Valerio Rocco Lozano

El término «naufragio» procede del latín «naufragium», a su vez derivado de la composición de las palabras «navis», navío (a su derivado del griego «naus») y «frangere», «romper». Esta etimología indica que el naufragio no es tanto el hundimiento del barco, sino su causa inmediata (y previa): el golpe contra un elemento externo que quiebra la estructura de la embarcación. Por tanto, el naufragio en latín siempre conlleva el sentido de una cierta fatalidad exterior y es achacable a elementos en parte ajenos al elemento subjetivo (la tripulación).


Ocaso

Julia Blanco Martínez

El uso del término ocaso es empleado simbólicamente para representar una escena o un momento del pensamiento que constituye la última fase de la existencia, estrechamente ligado al término decadencia. Sin embargo, existen dos visiones marcadamente distintas del ocaso como final. En primer lugar, se nos presenta la visión del ocaso como un momento terminal más allá del cual no acontecerá nada, nada se espera, y en segundo lugar una visión del ocaso como el momento que abre paso a un nuevo amanecer, una interpretación cíclica del objeto de estudio al que se aplique esta metáfora.


Olvido

Eduardo Zazo

No cabe duda de que el olvido es una figura del fracaso. Sientendemos por olvido la negación de la memoria, entonces el olvido es el resultado del fracaso de la incesante actividad de una de nuestras facultades más fascinantes y peor conocidas: la memoria. Si entendemos por olvido algo distinto, algo quizá positivo, entonces el olvido tiene un sentido, un propósito o una direccionalidad, y podemos investigar si éstos son exitosos o fallidos.


Pérdida

Pablo Castro García

Las palabras perder, perdido/perdida y pérdida en las lenguas modernas se remontan a la voz latina perdo, forma verbal compuesta por la raíz do-, que “significa dar en el conjunto de las lenguas indoeuropeas”(Benveniste, 1983, p. 54), y por el prefijo per-, que indica, en el caso que nos ocupa, desviación (Ernout y Meillet, 2001, p. 497). La raíz do-, de la que obtenemos el griego doron y el latín donum (el don en ambos casos), es ya suficientemente interesante para un análisis histórico, pues remite a ciertas instituciones fundamentales de la vida jurídica y económica de Occidente. En concreto, la forma verbal que analizamos (perdo/deperdo) adquiere en latín el significado de dar o gastar inútilmente. Y en un sentido más pronunciado aún, perdo significa malograr, arruinar o destruir (Ibíd., p. 180).


Pobreza

Saúl Martínez Bermejo

Los orígenes etimológicos del vocablo “pobreza” se remontan al término proto-indoeuropeo peh-w (poco, pequeño). En griego antiguo, el término παῦρος también significaba poco o pequeño. La etimología del término germano Arm (pobre, del que deriva Armut, pobreza) es en gran parte desconocida, pero puede tener que ver con términos relativos a la soledad o al aislamiento respecto a la comunidad. Estas dos palabras se complementan en alemán actual con multitud de términos para definir a aquellos sin medios, necesitados, o desdichados (besitzlos, mittellos, bedürftig, beklagenswert)..


Ruina

Diego S. Garrocho Salcedo

Ruina. Ser una ruina. Caer en la ruina. Arruinar o arruinarse. Llevar a la ruina. Estas son solo algunas de las formas más habituales en las que podemos reconocer un término que, en muchas ocasiones, tiende a expresarse en plural para puntualizar su significado. Las ruinas no son consecuencia de un mero sumatorio –el de un destrozo y otro– sino que en su condición varia suelen signar un declive, derrumbe o corrupción arquitectónica. El singular queda referido, las más de las veces, como una forma de desgracia, porque arruinarse de verdad y por entero –así sea, como dice el corifeo de Edipo Rey, en el último día– sólo puede arruinarse una vida entera.


Suicidio

Eduardo Zazo

Aproximaciones al suicidio. La muerte es inapelable, sí, pero hay muchas maneras de morir. Uno de ellas es el suicidio. La primera pregunta es de rigor: ¿constituye el suicidio una forma de fracaso? Por un lado, el suicidio puede entenderse como el fracaso de una vida interrumpida voluntariamente, como el fracaso de una vida que merecía la pena ser vivida, como la prueba incontestable de que algo ha fallado o de que la sociedad ha fracasado. En términos globales, así es considerado hoy en día. No en vano es la Organización Mundial de la Salud (OMS) quien vela por este asunto de “salud mental”.


Tropiezo

Iván de los Ríos

Escándalo, atestiguado en la lengua española al menos desde 1374 y derivado del latín scandalum, tomado a su vez del griego to skandalon, con el significado de «trampa u obstáculo para hacer caer» –en sede clásica– y ocasión para el pecado –en sede neotestamentaria–. En griego clásico, ho skandalarios / hoi skandalarioi son los guijarros o tablillas de los tejados (el scandularius latino). Más interesante para nosotros es el sustantivo he skandale, que remite al palo que se pone con cuidado en el centro de una trampa para animales y sobre el cual se deposita un cebo. Al levantar el cebo del palito, la trampa se cierra y mata o captura al animal.