Racismo, un “elefante en la habitación” sobre el que reflexionar

Franz Fanon aparece citado en la expsoición El Gran Río para hablar de racismo.

El 4 de abril de 1968 en Menphis, hace algo más de 50 años, fue asesinado Martin Luther King, principal abanderado del movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos. Y hace casi 55 años ya del «Tengo un sueño», su directo y maravilloso discurso de 1963 ante el monumento a Abraham Lincoln en Washington DC y frente a más de 200.000 personas.

La historia pacífica y rebelde de Luther King arranca tras el incidente de Rosa Parks, una mujer afroamericana que en un trayecto de autobús se niega a levantarse para ceder su asiento a un blanco que ni siquiera lo había pedido. El encarcelamiento de esta mujer hizo que King iniciara un boicot pacífico contra los autobuses de Montgomery que acabó por derogar la segregación racial en el sistema de transporte existente entonces en los EE.UU. Ella no había sido la primera en rebelarse de una manera espontánea y, como recoge la comisaria de El gran río. Resistencia, rebeldía, rebelión, revolución, Lucía Jalón, en el ensayo que abre el catálogo de la misma: «Frantz Fanon en Piel negra, máscaras blancas denunciará la ceguera de quien piense que el individuo se rebela por efecto de un discurso o tras el descubrimiento de una razón; si lo hace es porque simplemente le era imposible, en más de una acepción, respirar» (1).

«Continúen trabajando con la convicción de que el sufrimiento que no es merecido, es emancipador» decía Martin Luther King en aquel discurso memorable. Hoy, después de que hombres y mujeres como él dieran la vida literalmente por la igualdad, Estados Unidos cuenta con un presidente como Donald Trump que no condena las manifestaciones neonazis en Charlottesville en un país que, hay que recordarle, luchó contra el nazismo en la II Guerra Mundial, donde murieron alrededor de 174.000 estadounidenses; se pregunta en una reunión sobre inmigración por qué van a los EE.UU. personas de «países de mierda» de África y Latinoamérica; ha tenido juicios por discriminación racial en sus empresas; habla de mexicanos como violadores y delincuentes y les quiere poner un muro en la frontera; o, entre otros, llama «hijos de puta» a los jugadores de la NFL que, haciendo uso de su libertad de expresión, hincan la rodilla durante el himno como protesta por los enésimos casos de brutalidad policial contra afroamericanos.

Esta lucha por la conquista de los derechos civiles por parte de los afroamericanos es un penoso caminar entre asesinatos, juicios de todo menos imparciales, maltratos, torturas, palizas, linchamientos e injusticias de toda índole. Luther King, Malcolm X, Medgar Evers, Elizabeth Eckford, Ella Baker y un sinfín de activistas anónimos fueron, granito a granito, ciudad a ciudad, estado a estado, acabando con la segregación en comercios, universidades, transportes, aseos…

Este conflicto no ha pasado desapercibido en la exposición #4R «El gran río. Resistencia, rebeldía rebelión, revolución», donde además, se hace mención también a los movimientos anticoloniales, tanto en la película sobre la que gira la muestra, como en el catálogo o el atlas de la misma. Pese a que la lucha por los derechos civiles en EEUU se ha producido en un país en teoría democrático y es diferente a la emancipación y los movimientos anticolonialistas, ambas tienen en el racismo, la violencia ejercida contra ellos, la resistencia y paciencia infinitas o la frustración, algunos denominadores comunes.

«Mi apellido: ofendido; mi nombre: humillado; mi estado: rebelde» Aimé Césaire.

Algunos, ya no podían respirar más, no querían esperar tanto. «He sido paciente, pero la paciencia tiene límites. Más allá de ellos se vuelve cobardía» (2), decía George Jackson, líder de los panteras negras, asesinado en la cárcel. Un blanco, Bob Dylan, le dedicaba un tema poco después en el que cantaba: “Sometimes I think this whole world / Is one big prison yard / Some of us are prisoners / The rest of us are guards” (A veces pienso en que este mundo / es una gran prisión / Algunos de nosotros somos prisioneros / El resto de nosotros somos guardias).

El discurso y las acciones radicales, tanto de panteras negras como del Frente de Liberación Nacional argelino, por ejemplo, tampoco tuvieron a la larga el efecto deseado. Ni desde la radicalidad ni desde el pacifismo se han conseguido los plenos objetivos reales ni en las antiguas colonias ni en los EE.UU. —quizás sí en la teoría, pero no en la práctica—. Hoy la desigualdad racial en los EE.UU. sigue ahí, y en las antiguas colonias africanas vemos quiénes explotan las riquezas de los países y cómo se mueve de manos el poder. «En las colonias, funcionarios e inspectores se esfuerzan a lo largo de los años en aplicar programas específicos destinados a hacer del negro un Blanco. Al final lo dejan y le dicen: no hay ninguna duda que tenéis un complejo de dependencia con el Blanco» F. Fanon (3).

Esa conciencia que adquiere el negro sometido por llegar a ser un blanco, se convierte en una molestia para los europeos cuando vemos que para su consecución vienen a establecerse entre nosotros. Un efecto boomerang que conllevaría justicia poética si no fuera porque realmente los africanos siguen perdiendo, siguen sin llegar a ser blancos, aún saltando vallas y atravesando mares y fronteras. Es evidente que el tema colonial no se ha solucionado, ni se ha explicado convenientemente, no solo allí en África, tampoco en Europa. Y a medio y largo plazo, viendo el percal, no sería descartable que se produzcan movimientos masivos por los derechos, ya no civiles como los que perseguía King, sino humanos.

«Ambos hemos olvidado la esclavitud. En África son, sobre todo, los dirigentes políticos los que nos hacen olvidar esta parte central de nuestra historia. Es un tema que potencialmente puede incitar a la rebelión contra los antiguos colonizadores y que no se toca demasiado en las escuelas. Es fundamental que nuestros niños conozcan la historia africana anterior a la colonización. […] África no siempre ha sido sinónimo de pobreza. […] Por lo demás, tampoco en Europa se cuenta la verdadera historia de la colonización y de la esclavitud. Y ésta es la causa central de que exista el racismo. A los negros se nos sigue viendo en Occidente como los antiguos esclavos. Resulta fundamental que los occidentales tengan claro quién fue el agresor que organizó la colonización y la esclavitud», decía el músico costamarfileño Tiken Jah Fakoly en 2007, cuando vino a cantar al CBA (4).

El mismo Fanon, que murió en 1961, ya se anticipaba entonces a los problemas que surgirían en torno a la redistribución de la riqueza después de que las colonias recibieran su «independencia». De una manera poética lo podemos ver también en el episodio Piel de la película de El gran río, donde se incluye un precioso y no menos duro poema de Jacques Roumaine, que lo cierra y que puedes ver a continuación.

Angela Davis, activista estadounidense, que ha padecido el racismo en sus propias carnes decía: «En la lucha para conquistar los derechos humanos fundamentales se conmina a los negros a ser pacientes y se nos dice y aconseja que mientras seamos fieles al orden democrático existente, el momento de gloria en que nos convirtamos en seres humanos de pleno derecho habrá de llegar tarde o temprano. Una amarga experiencia nos dice que existe una explosiva incongruencia entre la democracia y la economía capitalista, que es fuente de todos nuestros males. […] El pueblo no posee un poder decisivo sobre los factores que gobiernan su vida». Political Prisoners, Prisons and Black Liberation.

Se produce una frustrante emancipación incompleta en el ámbito colonial, y, por otro lado, abusando del oxímoron, una igualdad incompleta también en esa conquista de los derechos civiles por parte de los afroamericanos en los EE.UU.

Esto último se refleja también en un ejemplo ya citado sobre la violencia policial contra los negros que provocó en 2017 la protesta general de los jugadores de la NFL y, posteriormente y ante los ataques del mismo Donald Trump, de la solidaridad de los jugadores de la NBA. Y no solo afroamericanos. Muchos jugadores y directivos blancos de estos equipos han apoyado este movimiento y llaman la atención sobre el racismo latente, el tema que todos saben que existe, pero del que nadie quiere hablar, el “elephant in the room” citado, por ejemplo, por Gregg Popovich, entrenador blanco de los San Antonio Spurs con 5 anillos de la NBA y también de la selección estadounidense hasta 2020. Es curioso ver la importancia que en EE.UU. tiene lo popular, como el baloncesto, el fútbol americano, o la propia música, a la hora de mojarse políticamente e invitar a reflexiones profundas de una manera accesible a todos. ¿Alguien podría imaginarse a Lopetegui, Cholo Simeone o a Zidane hablando abiertamente del racismo también existente en Europa? Allí Popovich, con un moderado talante, reivindicaba «para cualquier cambio posible la necesidad de introducir en el discurso un elemento incómodo, y especialmente entre los blancos por el hecho mismo de que nos sentimos cómodos». Algo que extrapola a todos los movimientos por la igualdad: mujeres, LGTB, etc.

En España, mientras siguen ahogándose africanos que tratan de llegar a nuestras costas en patera, tenemos otro “elephant in the room” sobre el que deberíamos empezar a incomodarnos para tratar de llegar a soluciones que no pasen por el repugnante «aquí, no, negro». Quizás sea hora de aprender de todos los errores cometidos a lo largo de esta historia de racismo y conflicto, tanto durante la colonización y tras el proceso descolonizador, como durante la lucha por la igualdad de los afroamericanos en EE.UU. Porque sí, es incómodo reconocer que hay un sistema cuya máquina devora a los más débiles, que son engullidos por el color de su piel, por su (no)patrimonio, su sexo… Este estadio de reconocimiento es el único que nos puede llevar a tomar decisiones que reviertan la desigualdad, el racismo o el machismo.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Catálogo El gran río. Resistencia, rebeldía, rebelión, revolución. p. 14.
  2. George Jackson. Soledad Brother. The Prison Letters of George Jackson. Del Atlas #4R.
  3. Frantz Fanon. Peau noire, masques blancs. También en el Atlas #4R.
  4. El pulso de África. Entrevista de Minerva 7 a Tiken Jah Fakoly.

 

La sociedad y la cultura toman partido por los refugiados en el CBA

El Día Mundial del Refugiado, el 20 de junio, promovido por ACNUR, viene precedido en España y otros países del mundo, de un buen número de actos que condenan la actitud de la Unión Europea al respecto de la mal llamada “crisis de refugiados”. Una “crisis” que es en realidad un deterioro de los valores fundacionales de la propia UE, y que constituyen un caso grave de incumplimiento de los Derechos Humanos, firmados en su día por los propios miembros de la UE, cuyos pueblos fueron a su vez —y no tanto tiempo atrás— refugiados acogidos en otras partes del mundo.

SOS Refugiados

El martes 16 a las 18h. en el CBA se presenta SOS Refugiados #RefugioPorDerecho, acto en el que participan diferentes personalidades de la cultura, la política, el sindicalismo y, cómo no, de muchas ongs y organismos cívicos y solidarios que luchan a diario por los derechos de los que no tienen voz. Presentado por el Gran Wyoming y Almudena Grandes, contará con la proyección de vídeos de adhesión, de música en directo a cargo de Alejo Stivel o Luis Eduardo Aute, y cómo no, de la lectura de un manifiesto en el que se insta a Europa a cambiar el enfoque que se le está dando a los refugiados, así como velar por los derechos que se les están negando, y al Gobierno español, a desvincularse del acuerdo con Turquía o agilizar la llegada de refugiados, entre otras muchas propuestas que apelan al sentido común y al derecho internacional.

Dado que el aforo es muy limitado, si queréis, también se puede seguir por streaming. En el siguiente vídeo las dos horas de acto al completo.

Por otra parte, el miércoles 17 de junio, en Cine Estudio del CBA, ACCEM organiza tres pases relacionados en los que se trata la vorágine de los refugiados desde distintos puntos de vista. Las películas son: Elysium, El lugar de las fresas y Silvered water. Menos la segunda, —entrada es 5’5€— que es a las 19:30h y tras la cual habrá un coloquio con la directora Maite Vitoria y Juan Miralles, las otras dos son con entrada libre hasta completar aforo. Estas sesiones se repetirán en las dos próximas semanas en las que se intercalarán las películas mencionadas y otras nuevas.

Recientemente en el CBA también se desarrolló la campaña #Seguirconvida de Médicos Sin Fronteras alertando sobre la situación de los refugiados en distintos puntos del planeta a través de una exposición fotográfica que se ubicó en la Azotea.

Para terminar, destacamos este fragmento extraído de Quijote y los invencibles, un maravilloso libro de Erri de Luca, que ha editado el CBA y que sirve para pensar al tiempo que rendir homenaje a esos héroes anónimos: “Invencibles para nosotros son los emigrantes, los que cruzan el mundo andando para alcanzarnos, y no se dejan detener por ninguna expulsión, por ningún naufragio, por ningún campo de concentración que nosotros llamamos, para que no nos moleste demasiado a los oídos, Centro de Permanencia Temporal”.

Unión Europea: Seguir con vida o morir

#SeguirConVida, así se llama la campaña que promueve Médicos Sin Fronteras para acercarnos la realidad de los refugiados sirios y de Sudán del Sur, que incluye una exposición fotográfica a cargo de la fotoperiodista Anna Surinyach, y que permanecerá en la Azotea del CBA hasta el 31 de marzo. El lema escogido sin duda plantea una paradoja si lo tomamos como pregunta hacia nuestras conciencias: ¿Seguimos con vida en Europa?

Cuando parece que lo peor ha pasado, empieza una tediosa ruta por Europa: autobuses, caminatas, timos…
Cuando parece que lo peor ha pasado, empieza una tediosa ruta por Europa: autobuses, caminatas, timos… Foto: Anna Surinyach @surianna

Toc, toc, ¿hay alguien ahí? Mientras los gobiernos en la Unión Europea demuestran una inoperancia manifiesta hacia la crisis de refugiados, estos tratan de atravesar una Europa que se ha plagado de barro, bloqueos, concertinas, alambradas, bandas de timadores –que se aprovechan de la carestía en el camino–, etc., y eso que, en teoría, les ampara el derecho internacional de asilo.

«¿Dónde empieza Europa?», le preguntaba un refugiado a Anna en la frontera de Croacia, tras haber atravesado Grecia, Macedonia y Serbia. «Es muy ilustrativo de lo que pasa», comenta. Los refugiados salen de una guerra, pensando que al menos van a encontrar unas mínimas garantías en Europa, algo que no ven por ningún lado y que se aleja de la imagen que, a priori, tenían de la Vieja Europa. Y es que la UE, que tan buenas ideas traía en sus comienzos, murió hace tiempo. Si no fuera por las ong’s, esta crisis sería aún mayor.

Las decisiones de los Estados europeos sobre el cierre de sus fronteras afectan de inmediato a miles de personas.
Las decisiones de los Estados europeos sobre el cierre de sus fronteras afectan de inmediato a miles de personas. Foto: Anna Surinyach @surianna.

«Creo que es la primera vez que Médicos Sin Fronteras despliega sus recursos en Europa», puntualiza Anna. Entre otras muchas acciones, por ejemplo, financió un barco de rescate en el Mediterráneo, uno de verdad, mientras todos veíamos a Ailan ahogado en una costa griega, y seguíamos anestesiados, a lo nuestro. Con un poco de eso con lo que a algunos se les llena la boca, voluntad política, imaginamos que, si no la guerra –de la que por cierto, se habla poco o casi nada–, al menos sí podría gestionarse mejor la crisis de refugiados.

Mientras Alemania ha cerrado el grifo y cada uno hace la «guerra» por su cuenta, en España, hasta hoy, se han acogido a 18 refugiados… Deberíamos decir eso de «nada más que añadir», pero no. Y es que la vergüenza es aún mayor si además sabemos que un país como Canadá, que se encuentra al otro lado del océano, no sólo acoge refugiados sirios, sino que facilita su llegada con los medios de que dispone y encima ofrece toda la información al respecto a sus ciudadanos. En España, mientras algunas ciudades, como Madrid o Barcelona, han mostrado su compromiso por recibir refugiados, el Gobierno no se manifiesta al respecto. Más resolución demostramos a la hora de deportar. Ahí sí que somos eficientes y organizados, y se ofrecen todas las facilidades, incluyendo partidas presupuestarias. Sin contar «devoluciones en caliente» se han fletado hasta 253 vuelos en cuatro años, y se han presupuestado 12 millones de euros para deportaciones en 2015 y 2016, la mitad de lo que se presupuestó con el mismo fin en 2013 y 2014.

Cuando parece que lo peor ha pasado, empieza una tediosa ruta por Europa: autobuses, caminatas, timos… Foto de Anna Surinyach @surianna
Cuando parece que lo peor ha pasado, empieza una tediosa ruta por Europa: autobuses, caminatas, timos… Foto de Anna Surinyach @surianna

¿No estaríamos todos de acuerdo en que nuestro Gobierno abanderara una causa como han hecho los canadienses? ¿No sería algo por lo que sentirnos orgullosos, al menos casi tanto como lo estamos por nuestra selección de fútbol? ¿No llegaría lejos la «Marca España» con algo así? Anna Surinyach no lo tiene claro, pero es concluyente: «Merkel ha cambiado su gestión de la crisis por las presiones internas en Alemania. No tengo claro qué pasaría con la gente una vez que los refugiados llegaran a nuestras fronteras. Me gustaría creer que lo apoyaríamos todos, pero lo cierto es que da igual lo que pensemos: esta gente huye de una guerra, tiene derechos y nosotros la obligación de acogerlos».

En un mundo globalizado que une e interconecta mercados, economías, tecnologías, ideas, proyectos de emprendiemiento, musicales, de cine, inversiones, etc, Europa cierra fronteras a personas a las que niega unos derechos adquiridos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmados en 1948 tras la Segunda Guerra Mundial. ¿Alguien se acuerda de lo que pasó entonces?

Pero la desmemoria y el estado letárgico no son sólo propiedad de los distintos gobiernos, sino también de la población. «La sociedad civil –apunta Anna– debe reaccionar y salir más a la calle. Todo el mundo conoce el problema y se indigna, pero ¿qué pasa entonces que nadie sale a la calle? Se hizo contra la guerra en Irak, igual como esto queda más cerca…».

Anna Surinyach apunta otras posibles causas a la inacción generalizada en nuestro país: «El trasfondo racista está ahí, además, son musulmanes…».

Foto de ©Ana Tomás
Foto de ©Ana Tomás

Esta muestra, que viene acompañada por otra que se expone en El Retiro y que también incluye imágenes de los refugiados de Sudán del Sur, es “una bofetada de realidad en la cara”, según su autora. “Hay gente que me dice que estamos sobresaturados de imágenes de este tipo y que no te afectan igual; yo creo que si a alguien no le afectan, es que tiene un problema serio”.

Al menos servirá para que las generaciones del futuro no vuelvan a ser igual de cafres a la hora de cargarnos la poca dignidad que nos quedaba en Europa. Sin embargo, nosotros también pudimos ver las fotos de refugiados en la Segunda Guerra Mundial o en la Guerra Civil, y seguimos en las mismas.

Quizás la muestra debió exponerse en la puerta del Congreso de los Diputados. Es difícil saber si estamos a tiempo de reconducir la situación. Desde luego, lo de pagar a Turquía para alejar el problema, es una salida de lo más vergonzosa e indignante para una (Des)Unión Europea que, en cualquier caso, parece que no quiere #SeguirConVida.

un banquete cruel. pourquoi?

“Toda obra de arte tiene que curar”. Un banquete cruel. PourQuoi? es el remedio que ofrece la artista y fotógrafa Ouka Leele para una de las heridas abiertas en África Central, la que se refiere a la violencia que sufren las mujeres, una situación que se siente invisible en la cobertura que ofrecen los medios de comunicación. Ante este silencio, la activista congoleña Caddy Adzuba ejerce el periodismo en Radio Okapi, la emisora de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo. Y es precisamente el testimonio de Adzuba, el argumento sobre el que se edifica la exposición de Leele.

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