Lo animal en España (1934-1955)


Una sesión a cargo de Lluís Alexandre Casanovas Blanco


“Yo, para esta transmisión, quise poseer el lenguaje de la verdad. A la palabra la encontré prostituida, pervertida. Era ya, en muchos casos, sólo antifaz de verdaderas intenciones. El lenguaje de la verdad estaba en el movimiento inconsciente. Observé que hasta los mismos animales nos miraban a los ojos para descubrir nuestras intenciones. Y fue el movimiento inconsciente de los ojos que me hizo comprender el verdadero lenguaje y campo propio del cinema.”

José Val del Omar, “Desbordamiento apanorámico de la imagen,” 1957

[texto de Lluís Alexandre Casanovas Blanco en torno a la proyección homónima que alberga el Cine Estudio del Círculo el 5 de mayo, que se verá acompañada de una presentación del autor junto a Piluca Baquero, directora del Archivo Val del Omar]


La modernización tecnológica y social que tiene lugar en occidente durante la primera mitad del siglo XX acelerará la redefinición de los vínculos históricos que los humanos han mantenido con lo animal. Lo animal, y no sólo los animales, porque esta reconceptualización se refiere tanto a la relación de los humanos con otras especies como a la consideración de las similitudes y diferencias del comportamiento humano frente al de otros organismos. Diversos autores han identificado la desaparición progresiva del animal de la vida diaria de los humanos como consubstancial a los procesos de modernización, esencialmente humanistas. Se entiende esta ausencia como el producto de diversos factores que incluyen: el abandono de la población del medio rural por las ciudades, la sustitución de la fuerza motora animal por fuentes energéticas adecuadas a las nuevas demandas de producción, pero también la caracterización de lo animal como antitético a lo moderno y civilizado. En este contexto, la redefinición moderna de la relación humano-animal se producirá desde diferentes ámbitos como la biología, la filosofía y la psicología. Desde principios de siglo, por ejemplo, la represión psicológica y la educación social de las masas buscaran el control de comportamientos instintivos atribuidos a especies animales. También el cine contribuirá a recalibrar este vínculo, como atestigua la abundante presencia de animales en las primeras experiencias cinematográficas, desde las descripciones proto-cinemáticas del movimiento de caballos y aves de Étienne-Jules Marey y Eadweard James Muybridge a la célebre electrocución del elefante Topsy filmada por Thomas Alba Edison en Coney Island en 1903. Durante las últimas décadas, la emergencia de nuevas corrientes de pensamiento como los feminismos, la teoría queer o la ecología han propiciado una revisión crítica de la renegociación moderna del vínculo animal-humano, argumentando la necesidad de un nuevo marco de relación dentro de las actuales urgencias climática, sanitaria y política. También cineastas y artistas han recurrido a lo animal como lugar desde el que pensar alternativas a nociones preexistentes de visualidad, comportamiento, comunidad o ética.


El programa Lo animal en España (1934-1955) rastrea en el cine de nuestro país la redefinición moderna de las relaciones humano-animal. Para este fin, se centra en diferentes ejemplos que conjuran lo animal –desde documentales agrarios y cine científico a cine experimental– en un
período que va de la proclamación de la Segunda República al inicio del desarrollismo franquista. No en vano, la relación con los animales es fundamental en las propuestas para solventar uno de los fenómenos clave del siglo XX español: el desarrollo cultural y económico de las grandes urbes versus el abandono y subdesarrollo de las zonas rurales. Piénsese, por ejemplo, en la voluntad de la República de tejer campo y ciudad a través de las Misiones Pedagógicas. O la vuelta a un campo idealizado, aislado de los males de la ciudad, propuesto por el primer franquismo, donde lo rural es entendido como arcadia feliz custodia de las quintaescencias nacionales. Más allá de estas instrumentalizaciones políticas de lo animal, el programa también indaga en el uso de otras especies como modelo alternativo para la subjetividad humana, encarnados aquí en el espectador. Este ocurre en la obra del cineasta granadino José Val del Omar (1908-1982), de la que se propone una relectura en estos términos, y se sitúa como antecedente a nuevas experiencias artísticas y discusiones contemporáneas sobre lo animal.

La ciudad y el campo (fotograma)


El programa se inicia con la proyección del cortometraje documental La ciudad y el campo (1934), del tándem Carlos Velo (1909–1988) y Fernando Gutiérrez-Mantilla (1903-1964), que describe los beneficios de nuevos métodos de producción avícolas, con especial énfasis en la introducción de medios mecánicos como incubadoras en la cría de pollitos. Rodada en un nuevo modelo de granja cooperativa fundada por el gobierno republicano en Torrelodones, la cría de pollitos sirve a Velo y Mantilla para exponer la interdependencia de los núcleos urbanos de los productos de las áreas rurales; un argumento que se enmarca dentro los esfuerzos de la República por sincronizar territorios con desarrollos desiguales. A pesar de que, en diversas secuencias, Avicultura sugiere la posibilidad de una comunicación entre la psique humana y la animal, la cinta supedita a las especies no-humanas a un proyecto político nacional. Originalmente producida para la Dirección General de Ganadería del Ministerio de Agricultura de la República, en plena Guerra Civil el Servicio de Difusión de la Enseñanza por Medios Mecánicos, dirigido por José Val del Omar, estrena una versión extendida del documental bajo el título de Avicultura (1937).


El escarabajo de la patata (fotograma)

El programa continúa con una selección de títulos de la amplia producción audiovisual realizadas por el cineasta e ingeniero agrónomo Jesús Francisco González de la Riva y Vidiella, Marqués de Villa-Alcázar (1885-1967) para el Ministerio de Agricultura a partir de 1939. Se trata de dos “charlas cinematográficas” dirigidas a campesinos protagonizadas por insectos: Seda en España (1941) y El escarabajo de la patata (1945). Como en Velo y Mantilla, la representación de gusanos y escarabajos responde a un proyecto político específico: estos cortometrajes son una muestra propagandística de los esfuerzos autárquicos del primer franquismo. Ambas proponen una relación humano-animal que se organiza en términos de provecho económico: así, los distintos ecosistemas naturales del país se describen como recursos a explotar. Los cortos se encuentran también atravesados por otras políticas del franquismo como por ejemplo el papel secundario de la mujer, o la supeditación de la naturaleza a un dios católico. Aunque haciendo uso de un lenguaje cinematográfico novedoso, la voluntad pedagógica del Marqués de Villa Alcázar se traduce a menudo en una antropomorfización de los animales, que en su forma pseudo-humana adquieren la forma de trabajadores.

Aguaespejo granadino (fotograma)

La sesión finaliza con la proyección de Aguaespejo granadino (La gran siguiriya) (1955) de José Val del Omar (194-1982). En este cortometraje sobre la Alhambra y los cármenes que la rodean abundan las secuencias centradas en especies vegetales y animales, como los cipreses y los nenúfares, o las tortugas y las ranas. Como ya señalara el crítico Gonzalo Sáenz de Buruaga en el momento de su estreno, Aguaespejo persigue superar el acercamiento tradicional al palacio árabe como arquitectura singular o monumento a través de su descripción como ecosistema, como paisaje resultante de las distintas formas que el agua adquiere en su recinto (fuentes, estanques, manantiales, nubes). Según Sáenz de Buruaga, “Val del Omar desarrolla su evocación a Granada, a través de un juego impetuoso … de planos, niños-gitanos, estáticos rostros expresivos, nubes locas, tortugas, chorros vivos de agua, árboles, montañas, y algún fotograma, muy escaso, de la árabe arquitectura de la Alhambra.” Esta película, que supone la vuelta de Val del Omar al cine después de una década sin filmar, se desmarca de la politización que los cineastas anteriores en el programa hacen sobre el rol de los animales. Descrita por el cineasta como un “éxtasis de galápago”–es decir, un arrebatamiento de tortuga– Aguaespejo invoca imágenes de no-humanos para mostrar una Alhambra solo asible a través de los instintos, despojándose de una percepción moderna contaminada por el espectáculo comercial.

Esta serie es producto de la investigación que el autor está desarrollando en la Universidad de Princeton como parte de su tesis doctoral bajo la tutela del Profesor Spyros Papapetros.

Imagen:  David Cárdenas Lorenzo

El Shostakóvich más íntimo y preelegíaco en el tercer concierto del Cuarteto Mandelring en Círculo de Cámara 2020/2021

Retrato de Dmitri Shostakóvich de la Deustche Fotothek

El domingo 11 de abril de 2021 tiene lugar en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes el tercero de los cuatro conciertos que el Cuarteto Mandelring de Berlín dedica al maestro Dmitri Shostakóvich y su integral de cuartetos en esta segunda edición de Círculo de Cámara 2020/2021. En esta ocasión el conjunto alemán interpreta los cuartetos 9, 10, 11 y 12, en los que muestra su lado más privado e íntimo: uno de ellos lo dedicó a su mujer, otro a un gran amigo y, un tercero, trata sobre la misma muerte en un tema preelegíaco ante lo que estaba por venir. El musicólogo Luis Gago nos lo desgrana en este magnífico texto que puedes encontrar en el programa de mano del concierto y que reproducimos a continuación.

Públicos y privados III

En tan solo dos meses del año 1964, Shostakóvich completó sus dos siguientes cuartetos de cuerda, los números 9 y 10, dedicados a personas muy cercanas y queridas: su mujer, Irina, y uno de sus grandes amigos, el compositor Mieczysław Weinberg (justísimamente reivindicado en estos últimos años). La dedicatoria pública y colectiva de la obra anterior ha dado paso de nuevo a la esfera privada. Ambas obras fueron estrenadas incluso el mismo día, el 20 de noviembre, en Moscú (el día siguiente volvieron a tocarse en Leningrado, siempre con sus fieles amigos del Cuarteto Beethoven). No puede extrañar, por tanto, que sean fácilmente apreciables semejanzas entre ellos, la más obvia quizás el sustancial peso otorgado a los últimos movimientos, que doblan en duración a los anteriores, todos ellos de dimensiones modestas.

Otro rasgo común son las interconexiones temáticas entre movimientos, unidos casi siempre por un attacca, aunque también pueden percibirse diferencias obvias, la más clara, quizá, el muy diverso carácter de ambos scherzi: el del Cuarteto núm. 9 empieza a tocarse con sordina y se asemeja a una rápida ráfaga de viento, con toques del inconfundible humor del compositor ruso. El del Cuarteto núm. 10, en cambio, se decanta por una textura mucho más densa y, sobre todo, por una fiereza ya anticipada por su encabezamiento: Allegretto furioso. La joya del total de nueve movimientos es, quizás, el Adagio de la segunda obra, construido en forma de una passacaglia estricta, un procedimiento compositiv que ya había utilizado Shostakóvich en dos de sus anteriores cuartetos (núms. 3 y 6). Quien escuche con atención, podrá detectar la reaparición del tema de la passacaglia en el clímax del último movimiento.

Fotografía del Cuarteto Mandelring que interpreta la integral de cuartetos de Shostakóvich en Círculo de Cámara. Foto de Guido Werner.
Retrato del Cuarteto Mandelring de Berlín. Foto de Guido Werner.

El Cuarteto núm. 11 tiene un tema claro: la muerte. La desaparición de Vasili Petrovich Shirinski, segundo violín del Cuarteto Beethoven, en el verano de 1965, hizo que la obra fuera la primera de las cuatro que Shostakóvich dedicaría de manera individual a los cuatro integrantes del grupo que estrenó la casi totalidad de su producción cuartetística. Su tonalidad, Fa menor, presagia ya mundos armónicos sombríos y, a pesar de sus siete movimientos (los mismos de su admiradísimo Cuarteto op. 131 de Beethoven), que han de tocarse engarzados sin pausa alguna, como en el Cuarteto núm. 9, es de una brevedad y concisión casi extremas, generadas a partir del sencillo material expuesto en la Introducción. Todo es fugaz, esquivo, críptico, con profusión de ostinati y una inconfundible referencia a la marcha fúnebre de la Sinfonía “Heroica” de Beethoven en la Elegía, en esta obra que se estrenó el 28 de mayo de 1966 en la Sala Glinka de Leningrado.

Como si la muerte que había impelido su creación quisiera seguir haciéndose sentir, justamente esa misma noche Shostakóvich sufría un infarto que marcaría el comienzo de su propio y doloroso camino hacia el fin. Hasta entonces, el compositor escribiría aún otros cuatro cuartetos y el que cerrará el programa de hoy está dedicado al primer violín del Cuarteto Beethoven, Dmitri Tsiganov, por su sexagésimo cumpleaños, lo que explica quizá su energía y su vitalidad, convirtiéndola en una auténtica rara avis dentro del último Shostakóvich, casi siempre hondamente pesimista. La obra coquetea con el atonalismo, roza incluso el dodecafonismo, y reparte su peso de manera muy desigual entre sus dos movimientos, en favor del segundo. Su sucesora, compuesta en la tonalidad relativa de Si bemol menor, irá aún más allá y su contenido se condensará ya en un único movimiento.

El Cuarteto Mandelring y su integral de Shostakóvich

Tras triunfar en sus dos anteriores conciertos dentro de este ciclo Círculo de Cámara en el que interpretan la integral de cuartetos de Dmitri Shostakóvich, el Cuarteto Mandelring, que según la prestigiosa Fono Forum, es uno de los seis mejores cuartetos de cuerda del mundo, afronta la recta final de su participación en esta nueva edición de este ciclo de música clásica, que quiere ser un referente más en Madrid. El siguiente y último concierto de los berlineses será el 9 de mayo en el que cerrarán con los cuartetos número 13, 14 y 15.

Conoce el resto de conciertos que quedan de Círculo de Cámara 2020/2021.

                                                                                                       

La Alianza Europea de Academias defiende la libertad de cátedra e investigación

La European Alliance of Academies denuncia las dificultades para ejercer la libertad de cátedra en algunos países.

La Alianza Europea de Academias (European Alliance of Academies), en la que se encuentra adscrito el Círculo de Bellas Artes como único centro cultural español, junto con otras sesenta entidades del ámbito artístico y humanístico de veintiséis países del continente, ha mostrado su solidaridad con dos profesores de renombre internacional en la investigación del Holocausto, después de que la justicia polaca haya fallado contra su libertad de cátedra e investigación. Además, el CBA, apunta algunos casos similares acaecidos en nuestro país en los últimos tiempos, que ponen en peligro los derechos fundamentales de la Unión Europea.

Un tribunal polaco ordenó que Jan Grabowski, profesor de Historia en la Universidad de Ottawa, y Barbara Engelking, fundadora y directora del Centro Polaco de Investigación del Holocausto en Varsovia y profesora del Instituto de Filosofía y Sociología de la Academia Polaca de Ciencias, rectificaran una información fruto de sus investigaciones documentadas y que se disculparan con Filomena Leszczynska, quien los demandó por difamar a su tío Edward Malinowski y por «dañar la identidad y el orgullo nacional», en el trabajo Noche sin fin: el destino de los judíos en condados seleccionados de la Polonia ocupada (2018). En este trabajo, Edward Malinowski aparece como rescatador de una mujer judía, pero a la vez como colaborador de los nazis a los que entregó a un grupo de judíos escondidos en un bosque. Todo ello constituye una injerencia contra la libertad de cátedra.

En un momento en que el derecho al «culto de recordar a los difuntos» se considera más importante que la investigación independiente sobre el Holocausto, la Alianza ha señalado la importancia de recordar la libertad de las artes y la ciencia y la independencia de las instituciones de investigación, establecidas en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

«Las artes y la investigación científica son libres. Se respeta la libertad de cátedra»

Artículo 13 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

Pero la Alianza ha ido un paso más allá y ha pedido públicamente a la UE que no se encoja de hombros ante el revisionismo histórico del partido político en el poder en Polonia, Ley y Justicia, que trata de reconstruir leyendas nacionales y reducir el complejo papel de este país durante el periodo de ocupación nazi y el Holocausto a «nación rescatadora de judíos» tratando de evitar una reflexión objetiva acerca de un periodo tan trágico e importante en la historia reciente de Europa.

Para terminar en la defensa de la libertad de cátedra, la Alianza Europea de Academias cita a la escritora escocesa Alison Louise Kennedy:
«No puede haber paz ni seguridad en ningún lugar mientras se permita a los autores de crímenes de lesa humanidad eludir su responsabilidad. Ningún estado seguro puede basar el orgullo nacional en la falsedad nacional o la evasión del derecho internacional de los derechos humanos. Es sumamente peligroso disminuir la complejidad y la culpabilidad involucradas en la ocupación fascista, especialmente en una época de creciente fascismo. Hacerlo pone en peligro a los ciudadanos de los estados individuales y envalentona las fuerzas que nos ponen en peligro a todos».

La libertad de cátedra en España

En España el Círculo de Bellas Artes también quiere aprovechar esta denuncia de la Alianza Europea de Academias para poner sobre la mesa las dificultades a las que se ven sometidos nuestros investigadores para ejercer libertad de cátedra a la hora de arrojar luz sobre nuestro pasado, especialmente durante el franquismo y la Guerra Civil. Recientemente el historiador Fernando Mikelarena ha recibido una querella criminal por los delitos de injurias y calumnias graves por parte de un nieto de Jaime del Burgo Torres por contar en su artículo Saca de Tafalla-Monreal de 21-10-1936 y en su libro Sin piedad. Limpieza política en Navarra, 1936, la vinculación de este, -no ejecutora porque no estuvo presente, pero sí como mando de los Requetés de Navarra-, de la matanza de 64 republicanos, la mayor perpetrada colectivamente en la comunidad foral durante la Guerra Civil.

Libro de Fernando Mikelarena, historiador que ha recibido una querella contra su libertad de cátedra.
Libro de Fernando Mikelarena.

Pero este no ha sido el único caso recientemente. Como cuenta Olga Rodríguez en eldiario.es, el investigador Carlos Babío, coautor del libro Meirás, un pazo, un caudillo, un expolio, también fue denunciado por presunta vulneración del derecho al honor y la intimidad de la familia Franco, que le acusa de difamación por su intervención en un programa de televisión. Y lo mismo le pasó, por ejemplo, al catedrático de Literatura de la Universidad de Alicante, Juan Antonio Ríos Carratalá, denunciado por el hijo de Antonio Luis Baena Tocón por publicar un trabajo documentado en el que demostraba la participación de este en el juicio que llevó a Miguel Hernández a la cárcel, donde murió.

El Círculo de Bellas Artes se une a las demandas de la Alianza Europea de Academias y abogamos por la libertad de cátedra y de investigación, algo fundamental para preservar la memoria del pasado, para la comprensión y entendimiento de lo que acontece en el presente, así como para el asentamiento y fortalecimiento de la democracia. Y como reza el manifiesto fundacional de la misma Alianza Europea de Academias: «Hacemos un llamamiento a los políticos y las políticas de toda Europa para que protejan y defiendan el derecho a la libertad artística y la autonomía de las instituciones de conformidad con el artículo 13 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE. Y, siempre que sea necesario, apoyen a las academias de las artes y a los y las artistas siguiendo el consejo de nuestra Alianza».

Americana Film Fest se estrena en Madrid en Cine Estudio del CBA

Americana Film Fest se estrena en Cine Estudio del CBA

Texto de Helena Agirre

Entre el viernes 12 y el domingo 14 de marzo podemos disfrutar en Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes, por primera vez en Madrid, de la proyección de una selección de nueve películas del Americana Film Fest, un festival que reúne un amplio espectro de películas y documentales con lo mejor del cine independiente norteamericano.

Americana Film Fest, que surge de la pasión de un grupo de amigos amantes de los festivales, ha llegado ya a su octava edición en las salas de Barcelona. Nos cuenta uno de sus directores, Xavier Lazcano, que en la ciudad condal siempre había habido diversidad en las programaciones de festivales, pero que la mayoría de las películas norteamericanas en las carteleras eran las superproducciones o blockbusters. Por eso, propusieron crear un festival de cine independiente norteamericano, para mostrar la gran diversidad de calidad filmográfica que allí se produce.

La organización de esta edición del Americana Film Fest ha estado totalmente atravesada por la incertidumbre: hasta 10 días antes del estreno en los cines barceloneses no sabían si saldría adelante o no. Con estos mimbres, dar el salto a Madrid se ha convertido más que en un acto de valentía, en algo heroico. Desde hace un par de años Xavier Lezcano y sus compañeros tenían en mente la proyección de su festival en las salas madrileñas, pero nunca se habían atrevido a coger el puente aéreo. Sin embargo, nos cuentan que por responsabilidad social, porque la cultura es segura y porque la gente quiere hacer cosas y seguir adelante, se han embarcado en esta aventura.

Además, ante la imperante incertidumbre de la presencialidad del festival y el deseo de ampliar fronteras, han apostado, como otros muchos festivales, por las plataformas digitales en la pequeña pantalla: la selección de películas se puede disfrutar en la plataforma digital de Filmin.

SELECCIÓN ESPECIAL PARA EL CINE ESTUDIO

El Americana Film Fest reúne todo tipo de películas independientes norteamericanas, desde dramas a comedias pasando por documentales y la selección especial para Madrid es una muestra clara de la esencia de este proyecto. De las 26 películas proyectadas en Barcelona, nueve viajan a Madrid para transportar al público a diferentes lugares y dar a conocer diversas historias en versión original. El festival comienza el viernes 12 a las 16h con la película El verano de Cody (Driveways) (2020) en la que podremos disfrutar del último rodaje para la gran pantalla de Brian Dennehy, fallecido en abril de 2020. La última escena de la película conmocionó al público catalán, fue una despedida al actor internacionalmente conocido por interpretar, entre otras actuaciones memorables, al Sheriff Will Teasle en Acorralado (1982).

El verano de Cody es una de las películas del Americana Film Fest que se presenta por primera vez en Madrid en Cine Estudio del CBA
“El verano de Cody” (Driveways) llega a Cine Estudio del CBA el viernes 12 de marzo a las 16h.

Entre las películas más sonadas del Americana Film Fest podemos encontrar Palm Springs (2020), una comedia romántica de ciencia ficción ganadora del premio a la mejor comedia en los Premios de la Crítica Cinematográfica y nominada a los Globos de Oro. Asimismo, Bienvenidos a Chechenia, un documental que sigue los pasos de un grupo de activistas que ayuda a las personas LGBTQ perseguidas por el líder checheno Ramzan Kadyrov, que suena en las nominaciones de “mejor documental” y “mejores efectos especiales” en la 93º edición de los Oscars. El próximo lunes 15 de marzo averiguaremos si este documental de David France se convierte en la rara avis de la categoría técnica compitiendo junto a películas como Tenent, de Christopher Nolan.

Además, en la selección del Americana Film Fest que veremos en Cine Estudio, tenemos: Black Bear, a cuya actriz Aubrey Plaza, la Asociación de Críticos de Hollywood le concedió el premio a la mejor interpretación; Night of the Kings, que ha obtenido siete premios y quince nominaciones en distintos festivales, entre ellos el IFFR Youth Jury Award de Rotterdam, por el que cinco jóvenes de la ciudad eligieron a esta película como la mejor de la candidatura; Lapsis, una película de ciencia ficción que ha sido premio elección del jurado al mejor largometraje en el Festival de Cine Fantástico de Bucheon (Corea del Sur); Palm Springs, una de las favoritas del festival y nominada a los Globos de Oro 2021 a mejor película comedia o musical y mejor actuación en comedia o musical a Andy Samberg; Shiva Baby, otra comedia multipremiada que está causando muy buenas impresiones entre el público; Spaceship Earth, un increíble documental de ciencia ficción que ha sido nominado en Sundance y Sitges; y cerramos con otra de las favoritas, The Killing of Two Lovers, un thriller psicológico que viene de cosechar las mejores críticas y que fue presentada en Sundance y fue ganadora del premio de jurado en el Atlanta Film Festival.

“Bienvenidos a Chechenia” es uno de los documentales más importantes del Americana Film Fest.

¿SON COMPATIBLES LA GRAN Y LA PEQUEÑA PANTALLA?

En este nuevo contexto pandémico lleno de incertidumbres, la industria del cine ha abrazado la tendencia que paulatinamente iba cogiendo fuerza los últimos años: las plataformas digitales. Como nos contaba Xavier Lezcano, muchos de los festivales de cine en 2020 y 2021 se han tenido que reinventar y plantear la posibilidad de no poder presentar el proyecto físicamente. La apuesta por la pequeña pantalla recibe buenas críticas en cuanto a la democratización de la cultura respecta. Gracias a que las plataformas digitales programan este tipo de festivales, más gente tiene acceso a películas independientes que no encuentran en los cines de su zona. Lezcano al hilo de esto, nos hablaba de su proyecto Ruta 66 que trata de llevar este género de filmografía a ciudades más pequeñas con el fin de hacer más accesible la cultura menos comercial. Por otro lado, hay críticos que afirman que este tipo de herramientas y consumo filmográfico es el fin de la gran pantalla. El director del Americana Film Fest nos confirma que es uno de los grandes debates en el mundo del séptimo arte, pero él es positivo con respecto a las salas de cine y afirma que “hay público para todo”. Los números de espectadores tanto en las salas de Barcelona como en Filmin han sido muy positivos, y espera que la tónica siga así en Madrid, donde Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes es una de esas salas que apuesta por el cine de calidad en VOSE, como el que nos trae Americana. Pasen y vean.

Miedo y asco en la nueva normalidad

La Puerta del Sol en pleno confinamiento ilustra este debate "Miedo y asco en la nueva normalidad"

Texto de Helena Agirre Erice

Con ocasión de la presentación del nuevo número 35 de la revista Minerva se organizó en la sala Ramón Gómez de la Serna del Círculo de Bellas Artes el debate Miedo y asco en la nueva normalidad[1]. Junto a Nantu Arroyo[2], Santiago Gerchunoff[3], Gonzalo Velasco Arias[4] y con la moderación de Carolina del Olmo, directora de la revista, se reflexionó sobre la fatiga pandémica, el control social de las políticas destinadas a frenar la expansión del virus o las consecuencias ecológicas de esta nueva crisis económica en la que nos ha sumido la COVID-19.

MISMA NORMALIDAD

Aunque en marzo de 2020 predominaba el discurso que apostaba por que la pandemia nos haría mejores en un momento en el que salíamos todas las tardes a los balcones o ventanas a aplaudir la labor de nuestras sanitarias y sanitarios a las 20h, hoy, casi un año más tarde, nos preguntamos a quién iban realmente dirigidos esos aplausos, ¿dábamos gracias o nos aplaudíamos a nosotros mismos? La pandemia, como apuntó Gonzalo Velasco, no nos ha cambiado, los mismos mecanismos siguen dirigiendo la sociedad, el mercado sigue dominando sobre el poder político. Cerramos antes escuelas que discotecas y se vacunan antes alcaldes que sanitarios. Además, los vectores de opresión siguen incidiendo en los mismos grupos sociales: la fatiga pandémica no es homogénea y los que más sufren son los mismos que antes. En este sentido Nantu Arroyo apuntó que no solo han sacado a relucir la realidad social que ignorábamos cuando todo iba bien, sino que han exacerbado “los movimientos clasistas excluyentes y discriminatorios como cualquier otra crisis. La excepcionalidad saca a relucir las reglas del juego de la normalidad”. Un ejemplo de esta realidad, para nada nueva, es la situación de aquellas familias que no tienen acceso a un dispositivo con internet y su incremento de posibilidades de abandono escolar.

Debate “Miedo y asco en la nueva normalidad”. De izquierda a derecha: Santiago Gerchunoff, Gonzalo Velasco Arias, Carolina del Olmo y Nantu Arroyo.

Pero se encuentran también ciertos cambios en la sociedad. Por ejemplo, la generación de una atmosfera de delatores: denunciamos a aquellos que creemos que no son ciudadanos responsables para hacernos creer que nosotros sí lo somos. Tenemos miedo a ser nosotros los que no estemos cumpliendo. El temor por no actuar correctamente nos remite, como apuntó Velasco, a la teoría foucaultiana: hemos asimilado el panóptico, estamos expuestos –a la mirada de la sociedad– constantemente, y, por si acaso, actuamos bien, como buenos ciudadanos. No obstante, es interesante el remarque de Nantu Arroyo que, siguiendo con la terminología de Foucault, señaló que durante la pandemia también encontramos momentos de resistencia a la norma en las colas del pan. Quedábamos (siempre con la recomendable distancia de seguridad) con nuestros amigos en los únicos lugares en los que se podía socializar en el lugar público.

Gerchunoff señaló de forma sugerente la inversión de los espacios público y privado en el momento más intenso de la pandemia, durante el confinamiento más duro. La calle se había convertido en el Oikos, en el lugar de reproducción, de supervivencia, donde debíamos proveernos de los medios de subsistencia. Mientras que el ámbito privado, es decir, nuestro hogar, se convirtió en el lugar de socialización. Gracias a las nuevas tecnologías y sus diferentes aplicaciones, nos comunicábamos con nuestras familias, amigos y allegados. Esta inversión de espacios nos ha producido malestar y nos ha incomodado; por todo ello, hemos dejado de relegar las responsabilidades públicas en los representantes democráticos. Esta atmosfera no es la mejor para el buen funcionamiento de la democracia deliberativa. El estado se debilita.

Valerio Rocco Lozano, director del CBA, presenta el debate “Miedo y asco en la nueva normalidad”, que sirvió para presentar el número 35 de la revista Minerva.

Asimismo, el estado es débil frente a los deseos del mercado. Un claro ejemplo de esto es la imposibilidad de producir respiradores en uno de los peores momentos del confinamiento: ¿cómo es que un estado de bienestar no puede proveer a sus ciudadanos en necesidades tan básicas? o ¿cómo es que se permite que más de 4000 personas se queden sin energía en La Cañada Real (Madrid) en una de las mayores olas de frío en las últimas décadas? La crisis del coronavirus ha mostrado claramente la tendencia de la pérdida de soberanía estatal frente a las grandes empresas que ya venía enseñando la crisis del clima. Los expertos llevan ya décadas señalando la urgencia de políticas que reviertan el cambio climático, explicando las causas –las sobreproducciones inherentes al sistema capitalista– y mostrando que la producción lineal, consumista y capitalista nos llevan directos al colapso total.

LA EXCEPCIÓN CONVERTIDA NORMALIDAD

La prolongación del estado de excepción que nos acompaña desde hace casi un año ha moldeado nuestra cotidianeidad y hábitos. Ya no tiene sentido hablar ni de estados de excepción, ni de estados de alarma, sino de un nuevo sentido común que ha asumido el control social y el aumento de la presencia y poder policial en las calles, e incluso dentro de las casas. No solo nos hemos vuelto vigilantes de nosotros mismos, sino que exigimos ejemplaridad a los demás.

Hoy ya no nos parece extraño que no podamos estar más de 6 personas en la terraza de un bar o el tener que volver antes de las 22h porque hemos normalizado la excepcionalidad. Hemos de aprender que las crisis no son momentos aislados en el tiempo, sino que son procesos, procesos que vamos asimilando poco a poco. Velasco apela por cambiar las estructuras, por tener en cuenta el largo plazo en nuestro modo de vida y por rechazar el discurso heroico. No necesitamos a héroes que nos salven de la catástrofe, necesitamos nuevos hábitos, nuevas formas de vida que sean capaces de revertir las marginaciones de ciertos grupos sociales tras la crisis del coronavirus o el cambio climático. Nos habíamos acostumbrado a la monotonía y al control de nuestras acomodadas vidas, pero como afirmaba el filósofo escocés David Hume el conocimiento del mundo no puede ser necesario y universal, porque lo material es contingente y particular. Nuestro racionalismo exacerbado por el cientifismo técnico se había apoderado de gran parte de las esferas tanto académicas como cotidianas, pensábamos controlarlo todo, pero esta pandemia nos ha mostrado la variabilidad del mundo. No obstante, se ha visto que no es la ciencia la que controla las decisiones sociales, sino que son las multinacionales y el poder del mercado. Pero hemos de tener en cuenta el peligro de la simplificación a la hora de buscar responsables en un sistema capitalista. Es imposible hacer una cartografía del capitalismo, y esto nos hace, muchas veces simplificar los problemas y cometer injusticias a la hora de encontrar responsables. Hemos de ser críticos y no caer en simplificaciones.


[1] https://www.youtube.com/watch?v=LtnOUl5P5c0&ab_channel=C%C3%ADrculodeBellasArtes

[2] https://www.circulobellasartes.com/biografia/nantu-arroyo/

[3] https://www.circulobellasartes.com/biografia/santiago-gerchunoff/

[4] https://www.circulobellasartes.com/biografia/gonzalo-velasco-arias/

BANKSY, su mensaje antiautoritario y su relación con el poder y la policía

Police Kids es una de las obras de BANKSY que podemos ver en The Street is a Canvas.

Muchos años atrás, en una estación de tren, un grafitero, que por entonces se hacía llamar Banx, pensaba en cómo acelerar el proceso de “vandalizar” un espacio urbano mientras se escondía de la policía bajo un volquete del que chorreaba aceite. Decenas de años después, la técnica resultante de aquel momento de reflexión, el estarcido a través del esténcil, ha llevado a BANKSY —su nombre artístico definitivo—, a convertirse en un fenómeno internacional tan importante, que sus obras hoy son veneradas y hasta protegidas, incluso por aquellos poderosos y sus cuerpos de seguridad a los que tanto critica. Esa relación con el poder está muy presente en BANKSY “The Street is a Canvas” del CBA.

«Mi principal problema con la policía es que hacen lo que les ordenan. Dicen, “lo siento colega, solo hago mi trabajo” todo el puto tiempo», dijo el artista callejero, que se plantea si debemos acatar todas las órdenes o cumplir con todas las normas impuestas. “I need someone to protect me from all the measures they take in order to protect me.” (Necesito a alguien que me proteja a mí de todas las medidas que toman para protegerme) dirá en alguna ocasión, mostrando sus dudas ante el poder y sus leyes.

«No hay nada más peligroso que alguien que quiere hacer del mundo un lugar mejor»

BANKSY

La policía ha sido una de las principales fuentes de inspiración en la obra de BANKSY. «Algunas personas se hacen policías porque quieren hacer del mundo un lugar mejor. Algunas personas se vuelven vándalos porque quieren hacer del mundo un lugar más atractivo». El graffiti y el arte urbano son a priori ilegales en muchos países, así que la crítica de BANKSY hacia el poder podría venir por esas restricciones a la libertad creativa. Sin embargo, él sabe que está prohibido a medias, que, de alguna manera, hacen la vista gorda y les dejan hacerlo, al menos a él, porque al final, como casi todo, el acto que otrora fue “subversivo”, hoy ha sido fagocitado por el mercado y la popularidad. Sus obras actualmente no son borradas si no es por error, como ocurrió recientemente en el metro de Londres, donde incluso se disculparon y le invitaron a reproducir sus ratas con mascarillas. Y no solo eso, hasta aparecen en las guías de turismo. Por eso BANKSY, parafraseando a Emma Goldman (una de las del polémico mural de Ciudad Lineal), cambió la palabra voting por graffiti para decir: “If graffiti changed anything, it would be illegal” (Si el grafiti cambiara algo, sería ilegal).

Una de las famosas ratas de BANKSY con una de sus frases célebres.

BANKSY no solo ha criticado a los policías, a las normas y a nuestra sumisión, sino que a lo largo del tiempo ha denunciado a su manera diversas injusticias, mojándose en conflictos raciales (Black Lives Matter), políticos (Israel vs Palestina) o incluso en los relacionados con la situación de los refugiados (Calais). En todos ellos siempre a favor de la minoría frente al poderoso. «Los grandes crímenes del mundo no han sido cometidos por las personas que infringieron las normas. Son los que siguieron órdenes los que lanzaron bombas y masacraron pueblos» (BANKSY).

Flying Coppers (Policías voladores): interpretando a BANKSY

En la exposición “The Street Is A Canvas” en el Círculo de Bellas Artes hay una parte del recorrido en la que, entre sonido tumultuoso, para que te sientas como en una manifestación, estás rodeado por sus “Flying coppers”, los antidisturbios de BANKSY con la cara del “smiley” sonriente y unas alas de ángel. Una visión muy irónica con diversas interpretaciones.

Ese “smiley” (la carita sonriente) se vinculó en los 70 a productos de mercadotecnia que se acompañaban con la frase “Have a nice day”, entroncando con el espíritu hippie sesentero. Precisamente esa cita ha servido a BANKSY para titular y rotular esta otra obra, que viene a decirte irónicamente: «conciudadano te voy a reventar, pero oye, que tengas buen día». Algo que también me lleva a pensar que se está riendo de esos gurús de la autoayuda, que te instan a sonreír, a estar de buen rollo, a ser buena gente. ¿Pero cómo se puede estar así si la vida te está pisando el cuello con su bota?

BANKSY rotula “Have a nice day” en la parte inferior de la imagen, que contrasta con el miedo que infunde.

Volviendo a los Flying Coppers, esa contradicción irónica del uso de la fuerza bruta con una sonrisa, de buen rollo, se acentúa con el emoticono :-), primero, que deriva en el emoji famoso 🙂. Sin embargo, este ha sido utilizado también con otros significados. Por ejemplo, fue símbolo de las raves de acid house, y sucintamente a las pastillas de éxtasis, muchas de las cuáles se dibujaban con esta carita para indicarte que con esa pastillita podías aguantar de subidón toda una noche de fiesta. De hecho, las camisetas y productos con la smiley face fueron prohibidas tras una campaña de persecución policial, que provocaron un gran revuelo en la época.

¿Estará BANKSY insinuando con los “Flying coppers” que la policía británica se pone hasta atrás de drogas? Igual me estoy pasando, pero podría ser otra interpretación, reforzada con la idea que dan las alas de angelito. Una forma de decir que los policías no son tan buenos como los pintan y que su verdadera cara se esconde tras una máscara demasiado benevolente.

“I fought the law and I won” en BANKSY The Street is a Canvas en el CBA hasta el 9 de mayo.

I fought the law and I won (Combatí las leyes y gané): interpretando a BANKSY

BANKSY recrea a su manera una de las imágenes más conocidas del intento frustrado de atentado a Ronald Reagan en 1981, en la que varios policías de paisano inmovilizaron al regicida. Solo que lo sustituye irónicamente por un hombre que en lugar de portar un arma, lleva una brocha y en lugar de atentar contra un mandatario, acaba de pintar en la pared “Yo luché contra la ley y gané”, que además, es el título de una canción de The Crickets en los sesenta, que triunfó gracias a The Bobby Fuller Four y que han versionado diversas bandas, entre ellas The Clash, Green Day o los Dead Kennedys. Me aventuro a pensar que BANKSY, en cualquier caso, se inspiró en la versión de estos últimos. La inspiración regicida va que ni pintado con el nombre del grupo, que se traduciría como “Los Kennedys muertos” y que remite a una saga familiar con un historial trágico por muerte violenta. Y, además, la letra de estos fue variada en la versión, acentuando su sentido contestatario y antiautoritario en la que el único que puede luchar contra la ley es, de hecho, el que representa a la ley.

En la versión de los Dead Kennedys encontramos frases muy elocuentes en este sentido: “The law don’t mean shit if you’ve got the right friends. That’s how this country’s run” (La ley no significa una mierda si tienes los amigos adecuados. Así es como funciona este país) o “I am the law, so I won” (Yo soy la ley, así que gano). Todas ellas se refieren al expolicía y concejal de San Francisco Dan White que, tras asesinar al alcalde George Moscone y a su ayudante Harvey Milk, pudo reducir su pena alegando depresión.

Como se puede ver, BANKSY no da puntadas sin hilo. Conoce perfectamente la iconografía, el imaginario y la cultura occidentales y se vale de ello para lanzar dardos a través de imágenes que son fácilmente inteligibles por todo el mundo, en algunos casos, incluso por niños.

CND Soldiers: una niña contrariada por BANKSY

Para ponernos en contexto, el símbolo de la paz se originó en la Campaña por el Desarme Nuclear (CND Campaign for Nuclear Disarmament) de 1957. De ahí el título CND Soldiers. En este caso, la pintada apareció cerca del Parlamento británico después de que en 2003 Reino Unido entrara en la guerra de Irak, junto a EE.UU. y España (¿recordáis el Trío de las Azores?), pese a la resistencia de millones de ciudadanos, entre los que también hubo voces contrarias desde dentro del mismo ejército que, como con la policía, tampoco se puede generalizar.

BANKSY parece recordarnos la cantidad de guerras que se han librado en nombre de la paz y que tanta sangre (representada por el rojo del símbolo) han derramado. Por otra parte, en su contexto antibelicista, también puede sugerir a los soldados, que si no quieren seguir una orden que atente contra la vida de inocentes, la vulneren. Bueno, o también se puede inferir que la paz solo llega defendiéndola con las armas… Hay para todos los gustos.

«Pero, pero, perooo… es el símbolo de la paz, de qué felices, qué bien, qué bonito… ¡pintado por soldados que llevan armas! Es muy raro, papá, ¿por qué? No tiene sentido hacer eso» Esta fue la reacción de mi hija de ocho años después de enseñarle una foto de CND Soldiers sin decirle nada, ni del artista, ni de su obra, ni nada. Mi hija quedó completamente contrariada y descolocada con la imagen. No entiende que la paz pueda representarla alguien armado.

¿El éxito y el fracaso de BANKSY?

Al contrario que con mi hija, ese mensaje a mí me encanta, pero no me trastoca del mismo modo, no me contraría, ni me inquieta como a ella. ¿Quizás con las niñas sí consiga materializar eso que decía de que «el arte debería reconfortar a los perturbados y turbar a los que se encuentran en un situación cómoda»? Puede que sea eso, que mi hija se encuentre cómoda, protegida, sin preocupaciones para que realmente le turbe esa imagen y a mí, como adulto, incluso me reconforte porque al fin y al cabo estoy un poco perturbado. A veces, me da por pensar que BANKSY se dirige a los niños o apela a retrotaernos a esa infancia en la que poco importaban algunas normas fuera de casa.

“No ball games”. De nuevo BANKSY y sus problemas con las normas.

Por otra parte, resulta paradójico que con todo su éxito, con esa habilidad para difundir un mensaje claro, meridiano, evidente a través de imágenes y símbolos inteligibles que permanecen en el imaginario colectivo de Occidente, con todo ello, que es mucho y algo a lo que aspiran muchos artistas, ¿ha logrado BANKSY realmente, ya no solo materializar esa idea turbadora del arte, sino conseguir que algo cambie o es esperar demasiado del poder transformador del arte? ¿Podríamos decir que BANKSY es un artista que triunfa sin paliativos en la manera en que ha hecho llegar su obra a un público mayoritario, pero un fracasado como motor de cambio, o estamos pidiendo demasiado al arte en general en este sentido de cambiar las cosas en lo colectivo?

Y que conste que no le quito méritos a un enorme artista que hace además otras cosas tan maravillosas como rescatar refugiados en el Mediterráneo, aparte de remover conciencias de niñas de ocho años. Creo que precisamente por el mero hecho de plantearnos estas preguntas, el arte de BANKSY ya es transformador de alguna manera.

Sí me llama la atención encontrar personas que, si bien adoran a BANKSY, y entiendo que su mensaje antiautoritario y en favor de las minorías también, luego justifican, por ejemplo, la brutalidad policial o una guerra en nombre de una supuesta “libertad” o lo que sea. Son esas personas que siempre encuentran una justificación para un porrazo con el «algo habrá hecho», y con esto no estoy justificando tampoco la violencia contra la policía, por ejemplo. Rechazo toda violencia, ya sea terrorista, como la de un poli que aporrea la cabeza de una persona indefensa, o la de un soldado que ametralla civiles, la de un tío que lanza un adoquín a la cabeza de un policía, como la que deviene de dejar a miles de familias sin luz en pleno invierno, como ha pasado en la Cañada Real. Creo que BANKSY también rechaza la violencia, pero en su caso sí que es verdad que denuncia más porque es la que debe conocer, la que proviene del autoritarismo, del poder. En cualquier caso, sí que creo que pone en cuestión esa presunción de veracidad de los aparatos del poder, que mucha gente toma como dogma de fe.

BANKSY nos puede hacer cuestionar las cosas, que quizás sea el papel principal del arte, pero la materialización de eso a nivel colectivo es otra cosa. Igual esperamos del arte, de las películas, de las series… mucho más de lo que realmente nos pueden dar. Creo que la tradición judeocristiana nos ha acostumbrado a simplemente mirar y esperar, en lugar de pensar y actuar. Somos una sociedad espectadora, que vive la rebeldía a través de artistas como BANKSY o héroes como William Wallace o el mismo Jesucristo… Yo a veces me veo encabezando revoluciones por causas que creo justas y lanzo flores a la policía, dejo escapar globos con corazones, me río de las injusticias, pero luego despierto del sueño no vaya a ser… El miedo cohíbe, la sensación de culpabilidad consume, salirse del guion, aunque solo sea de pensamiento, conlleva el castigo y la (auto)represión. A lo mejor sí que nos merecemos un buen porrazo de vez en cuando.

El mural, su mensaje político y los movimientos vecinales

El mural de Ciudad Lineal en el que reza el lema "Tus capacidades no dependen de tu género".

Después de la presión popular de vecinos y vecinas dentro y fuera del distrito de Ciudad Lineal, el mural feminista del polideportivo de la Concepción que, para muchos, entre los que me inscribo, era desconocido, parece que finalmente no será eliminado, como a priori votaron algunos partidos en el pasado pleno de la concejalía de Ciudad Lineal del 21 de enero.

El mural, financiado con presupuestos participativos, que bajo el lema “Las capacidades no dependen de tu género”, incluye a quince mujeres icónicas del movimiento feminista en el mundo y en el propio barrio, fue pintado hace más de dos años por el colectivo Unlogic y por esas gentes del distrito, dentro del por entonces proyecto municipal Compartiendo Muros, iniciativa de la Dirección General de Intervención en el Paisaje Urbano y el Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Madrid, dependiente de Madrid Destino.

Imagen de Capitán Swing del mural feminista de Ciudad Lineal.

Esta iniciativa, según reza su página, «pretende dar cabida a la iniciativa ciudadana en la mejora del paisaje urbano… con la implicación de artistas locales y de los vecinos y vecinas en los 21 distritos de Madrid». Y continúa: «Dicho programa tiene como objeto que la ciudadanía identifique el espacio público como algo suyo, participe en su embellecimiento y se responsabilice de su conservación y mantenimiento…» Para terminar con: «La expresión artística se concibe desde esta perspectiva como una herramienta de generación de identidad y el programa pretende contribuir a una activación social y cultural de los barrios potenciando el tejido asociativo y vecinal».

Josep Renau dijo una vez que «la pintura mural es la forma más democrática de pintura porque es la única que se dirige a todo el mundo». Y no le faltaba razón. El mural es para todos los que quieran verlo o que se topen con él. En ciudades en las que, por diversas circunstancias, muchas personas se ven privadas de un encuentro habitual con el arte y la cultura, que el espacio urbano se convierta en lienzo o conjunto escultórico es algo siempre interesante para la salud mental y democrática. Y mucho más, como hemos apuntado viniendo de una iniciativa colectiva, tanto en su elaboración, como en su ejecución. Por otra parte, es inquietante pensar que muchas generaciones de madrileños que viven en “nuevas” áreas residenciales, donde es difícil que se establezcan esos lazos y donde esos cuerpos difícilmente se encuentran más allá de la comunidad del bloque, crecerán sin esa vida de “barrio” y no entenderán esos movimientos asociativos que buscan intereses comunes.

Las justificaciones para eliminar el mural

Llama la atención que con el fin de eliminar este mural, que además ha contado con la participación ciudadana, se arguya cándidamente que tiene un “mensaje político”. El Guernica también tiene un mensaje político, pero a nadie se le ocurriría retirarlo del Museo Reina Sofía. Y es que ya es un acto político que sean los propios vecinos quienes decidan qué mural quieren en su barrio. Y en cuanto al mensaje en sí, es que ni que atacara principios democráticos…; cada uno puede dotarle del debate que quiera, ¿pero no es eso lo bonito de la cosa? ¿No es mejor que un muro pintado nos alegre (o no) la vista o nos invite a pensar en su mensaje, en sus imágenes, en su lema, que si no nos dijera nada con su gris hormigón?

Esto del mensaje político nos hace también pensar en BANKSY The Street is a Canvas, la exposición que alberga el Círculo de Bellas Artes hasta el 9 de mayo. ¿Tendría BANKSY la relevancia que tiene en todo el mundo si su obra no tuviera ese “mensaje político”? El arte en ocasiones tiene esa cualidad, independientemente de tu ideología, de establecer un diálogo contigo, una reflexión, que te (con/re)mueva.

Otra cosa que se ha dicho es que debería sustituirse por un mural con deportistas paralímpicos en los que se incluyeran cinco mujeres y cinco hombres, como si no pudiera haber un mural exclusivo de mujeres y como si no hubiera suficientes reconocimientos a varones e incluso a los atributos de sus caballos. De las 216 estatuas de la ciudad, solo 18 están dedicadas a mujeres, el 8’3%. Incluso en placas conmemorativas, de 387 que hay en Madrid, solo 40 homenajean a mujeres: 282 están dedicadas a hombres y 58 a lugares emblemáticos. Vamos, más dedicatorias a “lugares” que a mujeres.

Sin contexto histórico, social, político…

Es un problema el que tenemos en nuestra sociedad. Lo que podría constituir una base para el conocimiento, ahondando en contextos históricos, sociales, económicos o políticos, la crítica y justificación para votar a favor de eliminar un mural artístico feminista y de participación ciudadana, se resume en que tiene un “mensaje político” y nos lo ventilamos con un tuit y una frase con información parcial de cada una de las tres mujeres “más conflictivas”. Que eso lo haga el público, está mal, pero que lo hagan nuestros representantes políticos o los medios de comunicación, es peor. En este caso ha sido la derecha con su particular “guerra cultural”, pero en la izquierda también ocurre y vemos a diario un debate absurdo y aburrido de mensajes inanes que poco aportan a un debate real. En este caso, tres vidas enteras, juzgadas y sentenciadas por un tuit con una frase dedicada a cada una… Si uno pone de repente en duda un mural aprobado por tu propio partido años atrás y consensuado con los residentes del distrito, eres tú el que debe justificar tu nuevo parecer con argumentos de mucho más peso y consistencia que el de tres frases cogidas con pinzas que serían un suspenso en cualquier examen universitario.

De Kanno Sugako, se dice escuetamente que “ideó una revolución violenta en su país”, sin entrar en contextos de ningún tipo. Por esas mismas, ¿qué dirían algunos si, simplificando también, dijéramos que además de una gran mujer feminista, estuvo en un movimiento cristiano desde donde escribió artículos contra los prostíbulos de entonces (s. XIX y principios del XX en Japón)? ¿Cómo se quedarían? Algunos amigos de la simplificación fliparían con el hecho (nada infrecuente por otra parte) de que una cristiana conspirara contra un emperador y luchara por la emancipación de la mujer. Antes de plantear un problema o una polémica, ¿no será mejor leer en profundidad y tener más conocimiento y contexto? A lo mejor nos sorprenderíamos todos y quizás así podría surgir un debate más sustancioso en el que cupieran más de dos posiciones antagónicas. Por mi parte, apunto para mi lista de lecturas el libro de Sugako Reflexiones de camino a la horca.

Y lo mismo pasa con el resto de las “conflictivas”. De la Comandanta Ramona dice este “tuit-sentencia”, que “reclutó niños soldado” y ya, así, sin anestesia. De los contextos antropológicos y etnográficos de una comunidad indígena habituada a la resistencia y la resiliencia, de los derechos de las mujeres indígenas por recibir asistencia sanitaria, educación, etc, ya si eso hablamos otro día. Y, finalmente, de Liudmila Pavlichenko, se resume su vida en la escueta frase: “francotiradora del ejército rojo, símbolo de la propaganda soviética”. Podríamos decir que también fue símbolo de la propaganda del gobierno estadounidense, en una época en la que liberales, conservadores, republicanos, comunistas, socialistas, etc. iban de la mano contra el fascismo y el nazismo. Y es que Liudmila se convirtió en la primera mujer rusa en pisar la Casa Blanca, adonde acudió junto a otros mandatarios para convencer a Franklin Roosvelt de la necesidad de apoyar a la Unión Soviética en la guerra contra los nazis. Después, Liudmila acompañaría a la primera dama, Eleanor Roosvelt, en una gira por los Estados Unidos para mostrar las capacidades de una mujer en el frente, terreno vedado, por no decir extraterrestre, para las mujeres de aquel país, donde hubo un intento de incorporación al ejército en primera línea de fuego, que no fructificó. De hecho, mientras en la URSS ya existían batallones de mujeres desde 1917, en EEUU no pudieron incorporarse hasta 2013.

¿Eres una mujer con un corazón estrellado? ¡Únete al WAC (Cuerpo del Ejército de Mujeres de los EE.UU.)! Miles de trabajos en el Ejército necesitan ser cubiertos. Esta es una pieza publicitaria para reclutar a mujeres en trabajos auxiliares del Ejército. Hubo una intentona de que incluso formaran parte de cuerpos de artillería, pero no salió adelante.

Sinceramente, el que suscribe no tenía ni pajolera idea de quiénes eran algunas de las mujeres que están en el mural, pero agradezco que se haya abierto esta polémica de donde no la había, ya que me ha dado la oportunidad de conocerlas. No hay debate que por bien no venga, si no caemos en la tentación de zanjarlo todo con tuits simplones y zascas para sentir que unos tienen razón y los otros no y que nunca nos equivocamos.

Por otra parte, ¿alguien ha calculado el daño que habría producido para Madrid una fotografía del personal del ayuntamiento borrando la cara de Angela Davis, Frida Kahlo, Nina Simone… bajo estas excusas? Menudo marrón internacional en un momento en el que la imagen al exterior es vital.

Hay que reconocer que se ha rectificado, algo que está bien, pero se argumenta que por qué no salen mujeres feministas de otro corte ideológico. Pues bien, planteen, vayan a Google y saquen nombres, lean sobre ellas y argumenten su trayectoria e influencia en el feminismo, preséntenlas a los ciudadanos del distrito que sea, que muros vacíos y espacios hay unos cuantos, y que ellas decidan si incluir sus nombres o añadir otros o lo que quieran. Pero sería importante conocer también, qué políticas feministas ofrece el que las cuestiona. Sin embargo, me temo que en esta ocasión el proyecto de mural que venga -si es que viene- no podrá financiarse con los presupuestos participativos con los que sí contó el mural de Ciudad Lineal, ya que a día de hoy están suspendidos.

Más allá del mural: la participación ciudadana y los movimientos vecinales

Pese a todo, no creo en la inocencia de estos debates. En algunos casos inconscientemente, en otros muy conscientemente, se esconde un intento de desmantelamiento de las redes de apoyo y asociaciones y movimientos vecinales. Los mismos movimientos y asociaciones que un día ofrecen asistencia y alimentos a los más necesitados del barrio, como se organizan para repartir juguetes por Navidad a los niños en familias con riesgo de exclusión, o despejan las calles, colegios y recintos públicos de nieve como ocurrió tras el temporal Filomena. En mi barrio pongo algunos ejemplos de entre los cientos que hay en todo Madrid: el reparto de comida y ropa durante la crisis de refugiados, que se hacinaban a las puertas del Samur Social de la calle Gran Vía de San Francisco; el que hubo durante el confinamiento -y sigue habiendo- por parte del Teatro del Barrio; o con la recogida de juguetes que, gestionada por diversas asociaciones vecinales, se hizo en La Pecera del Mercado de La Cebada; o con el trabajazo que realizan los Dragones de Lavapiés, que sí que es más que un club de fútbol, más allá de quitar en dos días la nieve del pequeño campo de fútbol sobre el que se cierne un futuro incierto.

Muchas de estas asociaciones, que tanto bien hacen por sus barrios, están siendo privadas, ya no solo de ayudas económicas, que algunas no piden ni eso, sino de locales, espacios y facilidades en otras gestiones a la hora de cubrir esas necesidades de los barrios a las que solo ellas llegan y que solo ellas entienden. Porque no es solo cuestión de dinero, hay un componente emocional, de calle, que un político no puede entender. Algunos los tachan de “chiringuitos”, pero son colectivos de personas a los que muchos dentro del barrio los conocemos por sus nombres y apellidos.

Volviendo al aspecto cultural del mural, promover y suscitar preguntas, dudas, conocimiento, interés por la lectura, la información, el debate, y fomentar la igualdad, la libertad, los derechos humanos o la solidaridad a través del arte y la cultura, son premisas fundamentales en cualquier democracia consolidada. Y si encima el vecindario está involucrado en todo el proceso de participación y elaboración del mismo, o si puede favorecer a los actores locales, ni te cuento. Hagan la prueba, participen, hagan, (con)vivan, habiten su barrio.

Tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra | ‘My Mexican Bretzel’

My Mexican Bretzel

Entrevista a Nuria Giménez Lorang, directora de ‘My Mexican Bretzel’

Vivian posee una voz pero ésta no se escucha. My Mexican Bretzel es la historia visual de vida, mayormente sin sonido, de Vivian y Léon Barrett, una pareja suiza del pasado siglo cuya imagen coincide con la de los abuelos de la directora del film, Nuria Giménez Lorang (Ilse G. Ringier y Frank A. Lorang), pero cuyo relato, no; un falso documental que emplea imágenes domésticas de sus vacaciones por la vieja Europa para narrar un diario fílmico inventado que cuestiona la existencia de una verdad única mediante un planteamiento basado en el poder de la descontextualización; una historia, muy literaria y melodramática, que el espectador lee (y cree) en silencio y en la que, en palabras de su directora, “las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica“. Y es que Vivian escribe su diario en soledad; el espectador lo lee también en soledad; y existe una profunda soledad sonora en este film.

La película se gesta en 2011, cuando Nuria Giménez encuentra unas películas rodadas por sus antepasados en 16mm, coincidiendo con la muerte de uno de ellos (de su abuelo). El propio encuentro del material cataliza la puesta en marcha del proyecto y la cineasta barcelonesa emprende la escritura de un diario ficticio protagonizado por una mujer de una elegancia visual y una destreza narrativa excepcionales. Tras numerosos visionados del metraje encontrado, la autora rescata de las dobleces de lo real detalles y matices que se convierten en fuentes de inspiración para el nuevo relato y, en él, establece nuevos vínculos gracias a las posibilidades sumergidas, inconscientes, que otorga la ficción, la creación.

«Las imágenes en movimiento desprovistas de sonido cobran una dimensión casi mágica»


Coincidiendo con la proyección de My Mexican Bretzel en nuestro Cine Estudio el pasado mes de diciembre, aprovechamos para entrevistar a su directora, quien ya ha recogido varios galardones (Mejor Película, Mejor Guión y Mejor Dirección en Gijón; y Premio Found Footage en el Festival de Rotterdam, entre otros) gracias a esta interesantísima historia.


Hay en My Mexican Bretzel un espacio de gran amplitud en el que anidan los silencios, un paisaje visual ataviado con emociones escritas; es una película que exige contemplación, sinestesia, escucha. Luis Buñuel reivindicaba una idea de cine “como instrumento de poesía”. ¿Compartes ese postulado?


Me encanta Buñuel y, sí, comparto esa idea totalmente. Entiendo la poesía como una búsqueda de la belleza, del misterio, de expresar lo inexpresable y de ir más allá de lo visible. Se me quedó grabada una charla con el gran Luciano Barisone en el festival DocumentaMadrid 2018, en la que hablaba sobre la parte no visible del cine. Una maravilla y para mí tan inspirador como revelador.

«El cine,

instrumento de poesía»



Según he leído, el proceso de creación de esta película fue largo. Pues, a pesar del vínculo familiar que mantienes con las grabaciones que la vertebran, trataste el material como si fuera metraje encontrado para tomar distancia. Me interesa conocer, en primer lugar, si las biografías de tus personajes y las de tus familiares coinciden en alguna coordenada vital, ¿existe alguna similitud entre las historias de vida de Vivian y León Barrett y las de tus abuelos?


Uno de los motivos por los que no hice un documental sobre sus vidas reales es porque, aunque suene contradictorio, me sentía cómoda utilizando sus imágenes, pero no sus vidas personales. Las vidas de Vivian y Léon Barrett surgen de mi imaginación y de la libre interpretación que he hecho de las imágenes que he seleccionado.



También quería preguntarte por el trabajo de escritura del diario de Vivian: entiendo que fue después de muchos visionados del metraje cuando lograste trascender la historia real para construir una nueva. ¿Encontraste gestos, posturas o miradas, cuestiones más sutiles, que te inspiraron para inventar?


Retomando la respuesta anterior, en mi cabeza no tenía una historia real que trascender, entre otras cosas, porque ésta me era bastante desconocida. El diario de Vivian proviene básicamente de dos fuentes: por un lado, cosas que yo había escrito durante los primeros tres o cuatro años de proceso y, por el otro, esos gestos, posturas o miradas de las imágenes que había escogido. Fueron cientos de visionados y lo más fascinante es que cada vez veía algo que no había visto antes, esa parte no visible de la que habla Barisone.



“Para mí la felicidad, sea artificial, temporal o engañosa, siempre es bienvenida (…). Si no es Lovedyn (un fármaco ficticio), es tequila, mantequilla, un amante, Dios o una guerra”. Esto asevera Vivian Barrett en su diario, en el que también hace aparición el falso gurú Kharjappali, para quien “La mentira es solo otra forma de contar la verdad”. ¿Qué verdad querías contar en My Mexican Bretzel, que es, en última instancia, una gran mentira?


Más que contar una verdad, creo que lo que buscaba era más bien cuestionar la existencia de una única verdad absoluta y plantear que los límites entre lo que se considera verdad y mentira muchas veces están más desdibujados de lo que nos gustaría y de lo que pensamos.

«Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares»



La memoria cobra también una importancia especial en esta película, construida a partir de las imágenes que en su momento grabó tu abuelo, suponemos que para retener instantes vividos. Jonas Mekas, que fue autor de un tipo de cine-diario en el que la experiencia vivida era esencial, retomaba en su película Walden a Descartes afirmando lo siguiente: “Hago películas familiares, luego existo. Existo, luego hago películas familiares”. ¿Cómo definirías tu relación con el denominado diario fílmico, cuál crees que es el valor de lo autobiográfico como expresión de la subjetividad? ¿Y el papel de la memoria (en este caso, descontextualizada) en My Mexican Bretzel?


La memoria, tanto a través de lo que filma Léon como de lo que escribe Vivian, (re)construye su realidad y moldea su identidad siendo reemplazada por las imágenes y las palabras. Al mismo tiempo, las imágenes evocan una serie de recuerdos que, aunque sean inventados y se diluyan con la imaginación, aspiran a traducirse en emociones reales. Es una suerte de diario fílmico a tres voces que se entremezclan (la de una mirada, la de una voz y la de unas imágenes) y acaban siendo una sola.



Según tengo entendido, no llegaste a conocer a tu abuela. Me pregunto si esta película desempeña algún tipo de función de búsqueda en relación a tu historia familiar o si por el contrario surge más como un ejercicio creativo o expresivo (o ninguna de las dos cosas).

Seguro que esa búsqueda ha estado ahí, pero ha sido muy inconsciente. Para mí la película ha sido más un juego y un viaje. Tenía un punto de partida que ha sido un regalo y me he dejado llevar por él, explorando distintos caminos desde una libertad absoluta y dejándome sorprender por los lugares a los que me ha ido llevando. Sí es cierto que ahora tengo la sensación de conocer mejor a mi abuelo a través de su mirada y a mi abuela (a la que lamentablemente nunca pude conocer en vida) a través de sus imágenes. Por extraño que suene, convertir a mis abuelos en dos personajes ficticios me ha brindado la oportunidad de establecer un nuevo vínculo con ellos.

Un juego

un viaje



En la propia sinopsis del film se alude al género cinematográfico melodrámatico. Douglas Sirk, maestro del melodrama, se refería al fracaso con un término francés, echec, que denota no tener salida, encontrarse bloqueado. Decía, además: “no me me interesa el fracaso en el sentido que le dan los neorrománticos, que defienden la belleza del fracaso. Es más bien el tipo de fracaso que se apodera de ti”. ¿Identificas ese echec en tu personaje de Vivian?


No. Solo pienso que el fracaso es inherente a la condición humana.


Vivian escribe su diario en soledad. El espectador lo lee también en soledad. Y existe una profunda soledad sonora en este film. ¿Cómo decidiste el diseño, tan específico y semántico, del espacio sonoro de My Mexican Bretzel? Conviven en él una presencia prolongada del silencio, el uso realista del sonido y hasta ciertos manejos poéticos de la sonoridad… Me parece además muy significativo que sea la mujer protagonista del film la que se expresa a través del silencio.


Desde el principio tuve muy claro que quería gran parte de la película en silencio. Me parece que las imágenes en movimiento desprovistas de todo sonido cobran una dimensión distinta, muy poderosa y casi mágica. El diseño sonoro fue creación del gran Jonathan Darch y fruto de varios meses de intenso trabajo. Ahí también hubo mucha búsqueda y exploración. Fue un enorme placer trabajar con él y una experiencia muy enriquecedora. En cuanto a que la mujer protagonista se exprese a través del silencio, en parte tiene que ver con el hecho de ser mujer (sobre todo, pero no únicamente, en los años 50 del siglo pasado) y tener una voz, pero que no se escuche.


Para terminar, quería abordar una curiosidad relacionada con el título. ¿Es “My Mexican Bretzel” el apodo secreto de Vivian hacia su amante? También aprovecho para preguntarte por próximos proyectos.


Sobre el título puedo decir que es lo primero que tuve. Lo tuve incluso antes de terminar de digitalizar todas las bobinas. También puedo decir que infinitamente mejores que mis explicaciones son las interpretaciones que otras personas han hecho al respecto. Mis tres favoritas son: que el título aúna los dos amores de Vivian (Leo – Mexican / Léon – Bretzel); que igual que todo acaba cayendo dentro y fuera de la película (Lovedyn, Kharjappali, la historia de amor, la película, el diario), el título también acaba cayendo; y, la de la periodista Elisa Sanz, que es que el Bretzel tiene forma de corazón y tres agujeros que hacen referencia al triángulo amoroso. La del apodo secreto de Vivian hacia su amante va a ser la cuarta a partir de ahora. Gracias.
En cuanto a próximos proyectos, ahora mismo estoy escribiendo el libro rojo sin título de Paravadin Kanvar Kharjappali. También tengo una idea para otra película, pero todavía en estado embrionario.

«La mentira es

solo otra forma

de contar la verdad»

El pasado 18 de enero se dieron a conocer las películas seleccionadas en la 35 edición de los Premios Goya. My Mexican Bretzel resultó doblemente nominada, en las categorías de Mejor Dirección Novel y Mejor Película Documental.

Banksy vs Banksy. Anonimato, instituciones y arte social: la complejidad del sistema artístico actual.

Fallen Angel, obra de BANKSY en The Street is a Canvas.

Texto de Lola Rodríguez Bernal.

El pasado 3 de diciembre de 2020 el Círculo de Bellas Artes daba comienzo a una de las exposiciones más esperadas de la temporada: BANKSY. The Street is a Canvas. Con ella, algunas de las obras de Banksy llegaban por primera vez a España; otras ya habían sido presentadas al público nacional dentro del formato institucional.  Aunque no hizo falta abrir las puertas del Círculo para sembrar la polémica en el público. Se había activado ya un dispositivo de debate, reflexión y diálogo en torno al carácter de la exposición y, por supuesto, en torno a la figura de Banksy. Y es que el artista británico parece despertar fuertes opiniones y debates a su alrededor. Ya sea por las contradicciones externas que retrata o las contradicciones internas que encierra en sí mismo, tratar con un artista como Banksy significa ser el punto de mira de la actualidad cultural.

En las fechas próximas a su inauguración en los medios de comunicación salían a colación las cuestiones más ardientes. Algunos expresaban su descontento. Acusaban a la institución de aprovecharse del anonimato del artista, de contribuir en la mercantilización del arte urbano. Otros medios, por otro lado, no glorifican al artista, sino que lo condenaban. Después de su intervención en la destrucción de la Niña con el globo, al autor ya no le quedaba nada de ese arte incómodo —que supongo que antes ofrecía—: se había convertido en un personaje totalmente fagocitado por el sistema. Parece que, a grandes rasgos, estas son las dos únicas formas de interpretar a Banksy: o genio o gamberro. Banksy 1, el genio de las grandes injusticias, el feroz artista urbano crítico con las espantosas cumbres del deshumanizante sistema capitalista. Un poquito de tergiversación, medio kilo de contraposición de imágenes pop, y rellenar a ojo con irreverencia y humor británico. Y la opción Banksy 2, el artista que había llevado las intervenciones cuasisituacionistas a la vanguardia de la publicidad. La mayor marca artística jamás creada hasta hoy en día, referente del marketing contemporáneo. ¿Pero es este todo el debate que Banksy ofrece? De toda la polémica, arena, viento y tierra que remueve, ¿esto es todo lo que podemos sacar en clave? Y, si en cierta manera esto es así, ¿qué nos dice todo esto sobre la situación actual del arte?

Dos visitantes en la exposición de BANKSY The Street is a Canvas.
Dos chicos contemplan a Niña con el globo en la exposición que presenta el CBA.

Esa es la intención del Círculo, la razón por la que la dinámica iniciada en los medios de comunicación cumplían ya en cierto sentido con la misma finalidad de la exposición: reflexionar, discutir y debatir sobre la figura de Banksy y la situación actual del arte. Y esa es la función de la conferencia Banksy contra Banksy, celebrada el pasado lunes 21 de diciembre, dentro de Los Lunes, al Círculo, uno de los espacios que ofrece la casa para debatir, como actividad complementaria —que no secundaria— a las exposiciones y a otras actividades del Círculo. Pues la cuestión que rodea al artista no es precisamente un asunto de coser y cantar. El mismo presidente de la casa confesó al comienzo de la conferencia haber experimentado cierto extrañamiento y distanciamiento en su primera visita a la exposición. Así, grandes, amplias, recurrentes y complejas fueran las preguntas que Peio H. Riaño, Eduardo Maura, Fernando Castro y Paz Olivares lanzaron al público durante la conferencia.

Peio H. Riaño abrió la conferencia destacando los dos fracasos que —a su parecer— Banksy había llegado a cometer llegados a este punto. El fracaso de no haber salvaguardado y velado por las instituciones culturales, que en su progresivo declive financiero y, después de la crisis del 2008, se encuentran en un estado deplorable; por otro lado, su fracaso y derrota frente al sistema capitalista, que había acabado absorbiendo su figura al margen del artista. Pues no deja de ser irónico que todo el dinero que en un momento se utilizaba en borrar las huellas callejeras del artista ahora se multiplique exponencialmente en la financiación de exposiciones —aquí, en España y en todo el mundo—, que, por cierto, no cuentan con el respaldo del artista. Riaño señalaba que las intervenciones apreciables de Banksy eran las relacionadas con su actuación e implicación social. Se refería por ejemplo al The Walled Off Hotel, obra ubicada en el muro de Apartheid, que separa Israel de los territorios palestinos. O al famoso barco Louise Michel —en honor a la anarquista y feminista—, que rescató este verano a centenas de migrantes de las garras del mediterráneo —digámoslo, aunque sea en tono suave— y de negligencia europea.

También Riaño coincidió con Eduardo Maura en su pregunta por el modelo de exposición para —y a propósito de otras propuestas como como Van Gogh Alive— acabar planteando la pregunta sobre el tipo de pedagogía que deben seguir o las instituciones culturales. ¿Cómo se tienen que plantear las exposiciones para producir el ejercicio de la cultura, la reflexión, la activación cultural? ¿Cómo se activa la reflexión no sólo in situ, sino antes, durante y después de la visita a la institución? ¿Cómo se producen estos debates, como el que estamos teniendo ahora mismo? (Debate que por cierto, ya planteó Carolina del Olmo con algunos de los participantes de esta misma exposición en un artículo de la Revista Minerva).

El anonimato de BANKSY y su documental

Fernando Castro, por su parte, introdujo al debate otras cuestiones que Banksy suscita: su anonimato y su relación con la muerte del autor; el desplazamiento de la calle a la institución —gesto sobre el cual Castro declaró creer ser intención genuina del artista, enfrentándose directamente al supuesto fracaso propuesto por Riaño—; y la posición consciente del artista de la herencia duchampiana en su posicionamiento artístico. Así, tanto Paz Olivares como Castro, trayendo a colación el documental Exit Through the Gift Shop, ascendieron el debate y la obra de Banksy a una propuesta artística autoconsciente. O como Olivares sintetizó a través de la famosa proposición de MacLuhan: que los medios a través de los que Banksy muestra su obra al público son parte misma en realidad del mensaje de su propuesta.

Y es que la visualización de Exit Through the Gift Shop (ETGS) no puede dejar indiferente a nadie. Nominada a los Oscars en 2010, comúnmente clasificada como falso documental y con múltiples guiños a Fraude de Orson Welles y Oja Kodar, ETGS no es una película sobre Banksy, al menos a la manera convencional del biopic. ETGS es un documental en el que Banksy funciona como catalizador, como medio, una excusa para cuestionar la situación contemporánea del arte. Al comienzo del documental, Banksy dice ‘’la película trata sobre lo que pasó mientras que este tío intentaba montar un documental sobre mí. Pero como al final el tío resultó ser más interesante que yo, ahora la película va sobre él’’.

El susodicho es Thierry Guetta, un francés residente en Los Ángeles, distinguido por su obsesión por grabarlo todo —primer guiño a Warhol— y por una gran capacidad para hacer negocios con cualquier cosa que se proponga. A partir de un primer contacto con el graffiti, Guetta comienza a relacionarse con el street art y a querer involucrarse con su cámara en toda su actividad: quiere filmarlo todo. Así es como poco a poco comienza a conocer a artistas de la talla de Invader y Shepard Fairey. Aunque pronto a Guetta estos artistas le comienzan a parecer insuficientes: ¿de qué le sirve todo esto si no puede conocer y filmar al gran artista del momento? Así es como nuestro artista conoce, colabora y se obsesiona con Banksy. El artista británico no tarda mucho en darse cuenta del tipo de persona que es Guetta y para, literalmente, quitárselo de encima, Banksy invita a Guetta a que se centre en crear su propio arte. Y aquí es donde comienza realmente la acción: ahora Guetta es Mr Brainwash, el protagonista real del documental. Al mando de decenas de personas, en una gran nave abandonada —a lo rollo Factory— y en un periodo de tiempo muy corto, Mr. Brainwash consigue presentar sus obras con un éxito comercial colosal. En definitiva, Mr. Brainwash consigue crear una marca en un tiempo récord, gracias a la producción en masa de sus obras, con un moderno enfoque de diseño, y bajo las pautas propias del narcisismo de la espectacularización de su aura.

Así es como el documental recoge magistralmente los ecos baudrillardianos propuestos en el artículo publicado en 1996, El complot del arte, para hablar de lo superfluo del arte contemporáneo. Mr. Brainwash es la ausencia de originalidad; la banalidad y el puro fetichismo. La prueba de que ‘’el arte no muere porque haya más arte: muere porque hay demasiado’’[1]. La constancia de que en un mundo donde todo hombre merece ser artista al menos durante 15 minutos, el gusto y la vida quedan totalmente anestesiadas por esa estética disney de gran parque de atracciones.

Sin duda, también Banksy aprovecha la figura de Mr. Brainwash para apelar, en un ejercicio frankensteiniano, a la desmitificación de los artistas. ¿Cómo pretenden ir el público y los medios de comunicación de modernillos con estas modas tan dieciochescas? Otras obras del artista, como Morons —que con diez años de antelación se posicionaba ante la destrucción de Niña con el globo—; su colaboración en la cabecera de Los Simpsons en MoneyBART; y su rol como curador en Dismaland, son como  pruebas infalibles de la posición de consciencia de su arte en una sociedad postduchampiana. Sin querer entrar en dicotomías y simplificaciones, esta nueva lectura de su obra nos da lugar a unas —quizás no tan nuevas— preguntas.

Morons, de Banksy, 2007

¿Es Banksy un buen artista por hablar de la situación y ambigüedad del arte contemporáneo a través de las propias reglas de este? Más allá de que acabe siendo fagocitado por ciertos sectores de la sociedad, ¿no invita Banksy a la reflexión sobre el complot del arte contemporáneo? ¿No hace el intento Banksy, en una cultura capitalista que absorbe todo lo que puede, de concienciar sobre su situación? ¿Es un maestro Banksy, como comentaba Rafa Giménez a propósito de la exposición, en presentar las paradojas del arte contemporáneo?

O como sugería Riaño, ¿fracasa Banksy actuando finalmente como un cómplice de la farsa del sistema artístico? En 2017 Gary Shove publicaba un libro sobre Banksy que llevaba como subtítulo ‘’Usted representa una amenaza tolerable y si no fuera así ya lo sabría’’. ¿Tiene algún tipo de efectividad esa reflexión a la que invita Banksy, o acaba eventualmente siendo un engranaje más del sistema capitalista? ¿Es el documental en realidad un canal donde Banksy sólo quiere diferenciarse, desmarcarse y justificarse con respecto a otros artistas? Como el propio título nos invita a pensar, ¿es posible entrar en el mundo del arte sin salir, efectivamente, a través de la tienda de regalos?

Cartel de la película Exit Through the Gift Shop

Llegados a este punto, habrá, por supuesto, quienes se aventuren a tener una opinión lapidaria y firme al respecto; pero lo que no se puede negar es la complejidad y urgencia del asunto. ¿Preferimos, entonces, la ambigüedad? Al respecto de esto, también en El complot del arte, Baudrillard sostiene que la ausencia de imperativos críticos tan propia de la posmodernidad da lugar sólo potencialmente a una posibilidad, al ‘’complot distinto pero enigmático, indescifrable. Todos los discursos son ambiguos, incluyendo el mío. Todos participan en cierta forma de complicidad vergonzante con el sistema, el cual, por otra parte, necesita de ese discurso ambiguo para que le sirva de caución’’. Y es que cuando hablamos de Banksy no hablamos de su arte, sino, como nos dice este chiste —ya un poco desgastado, pero siempre tristemente certero en su punch line— de algo más grande que el propio arte: ¡Es la economía, estúpido!


[1] Baudrillard, Jean, El complot del arte: Ilusión y desilusiones estéticas, AMORRORTU, Buenos Días, 2006

Vigilar y castigar en la era de Internet: la importancia de la libertad de expresión en la conquista de la justicia social

Censura y libertad de expresión. Imagen de Steve Buissinne en Pixabay
Texto de Lola Rodríguez Bernal

La libertad de expresión: introducción

La libertad de expresión tal y cómo la conocemos hoy en día es una cuestión, en realidad, reciente en el pensamiento occidental: apenas tiene una tradición de seis siglos. Lo que entendemos como tal está completa y absolutamente en armonía con la transformación del mundo social en general y, en concreto, con la aparición de la imprenta en el siglo XV y todo el tejido legislativo que se construyó a su alrededor. Y es que el derecho a la difusión libre del pensamiento es original a la constitución del ser humano por sus capacidades comunicativas; no necesita una jurisprudencia que la avale. La introducción de la imprenta complicó y trajo al centro del debate filosófico el asunto de la libertad de expresión en relación con la capacidad de obtener una licencia para la publicación de cualquier producción artística o científica. Filósofos como Kant, Fichte y Locke trataron de defender los derechos y propiedades intelectuales de los autores en términos tanto filosóficos como jurídicos, entendiendo la protección de la creación artística como el amparo de la propia subjetividad imprensa en la obra.

Sin embargo, el crecimiento exponencial del número de copias en circulación; la paulatina modernización de los países occidentales; y la instauración de la democracia, dibujaban un paisaje bien diferente en la articulación del significado de la expresión. En Sobre la libertad, John Stuart Mill hablaba de la libertad de expresión en relación con los valores democráticos bajo el concepto del principio del daño. En términos generales, esta noción hace referencia a una serie de dispositivos de equilibrio y limitación legislativos y culturales, acorde con los principios innegociables de igualdad y libertad de la joven democracia, que dirigirán la confluencia, expansión y progreso de opiniones y conocimiento en la sociedad. Unos mecanismos que, por cierto, no tendrían cabida sin la aparición del cuarto poder.

Pintada en favor de la liberación de Valtonyc en defensa de la libertad de expresión
Graffiti que revindica la libertad de Valtonyc, el rapero detenido y acusado de enaltecimiento del terrorismo, apología al odio ideológico, incitación a la violencia e injurias a la Corona.

Libertad de expresión y censura

Así, como ocurre hasta nuestros días, la libertad de expresión se suele considerar en relación a su ponderación con otros principios básicos de la democracia, intentando evitar así sus grandes problemáticas: la tiranía de las minorías y mayorías, la inmovilidad de las opiniones de la masa —arraigadas en prejuicios e ignorancia— y el estancamiento intelectual. Dos siglos después de la publicación de este pilar imprescindible de la filosofía política, ¿cuánto han cambiado las tornas? El planteamiento y aparato jurídico sigue siendo el mismo, y la censura se sigue constituyendo como la herramienta estatal por excelencia para contrarrestar los posibles daños del uso de la libertad de expresión. Sin embargo, nuestras sociedades son radicalmente diferentes. Si la aparición de la imprenta y de la prensa cambiaba los límites conceptuales que definían el concepto de libertad de expresión, ¿cómo afecta la aparición de las redes sociales a su concepción? En una sociedad donde proliferan las injusticias sociales, ¿qué importancia tiene la libertad de expresión? ¿Cuál es la situación actual del dispositivo legislativo y cultural por excelencia, la censura? ¿Cómo se conjuga con la creación artística? Después de una larga historia de mecanismos punitivos de supuesto contrapeso democrático, ¿no es ya hora de interrogarse por su efectividad y de preguntarnos por su conformidad, o no, con los supuestos principios democráticos?

A nadie se le escapa el contenido político e ideológico de la censura. No en vano en el décimo libro de la República Platón solicitaba la expulsión de los poetas de la ciudad. El autor entendía que el carácter imitativo de la poesía entraba en conflicto con la verdad, y que su censura y deportación era necesaria para el funcionamiento correcto de la polis. La expulsión de los poetas literalmente limitaba el censo de la ciudad, lo que nos recuerda al propio origen etimológico de la palabra: censura viene del latín censor, aquel encargado en la antigua República romana de la realización del censo entre otras actividades. Censura por tanto se refiere literalmente a la selección del censo, a la decisión de quien tiene o no voz en la sociedad.

Un deporte que España parece liderar con facilidad en el contexto internacional. The State of Artistic Freedom encabeza a nuestro país en el ranking de países con mayor número de artistas encarcelados por delante países como Irán y Turquía. Por otro lado, el último informe del Instituto Universitario Europeo avalado por la Comisión Europea coloca a España en situación de riesgo algo en relación a la libertad de información, debido principalmente al monopolio de la prensa nacional, calificándolo de un panorama ‘’vergonzoso y sombrío’’—una cuestión, la democratización de los medios de comunicación, que nuestro filósofo Jonh Stuart Mill consideraba innegociable para la promesa de la libertad de expresión—. El Estado español, todavía de charanga y pandereta, sigue operando con sus aparatos jurídicos en una censura de movimiento vertical total de arriba hacia abajo. Cuestión que funciona diferente en países como Estados Unidos donde, en virtud de la ausencia de nacionalización de instituciones como la universidad, la censura puede darse desde el propio pueblo —o mejor dicho, desde cliente—.

De charanga y pandereta porque parece que todavía no se ha percatado de la poca efectividad, del efecto contraproducente de la censura, que sólo trae una mayor difusión y propagación de la obra y sus ideas. Una respuesta social que no es nueva sino que se remonta a la aparición de la propia prohibición: la propia Madame Bovary tuvo un éxito comercial extraordinario debido a las acusaciones de inmoralismo que llevó a su autor al banquillo de los acusados. Sobre este fenómeno, conocido hoy en día como efecto Streisand, se discutió el pasado noviembre en el Círculo de Bellas Artes, que acogió bajo el nombre de CensuradXs: Libertad, arte y cultura un congreso que reunía a juristas y personalidades públicas para debatir sobre la censura y la creación artística. Personalidades como Eugenio Merino, Charo Corrales, Concha Jerez, Nacho Carretero, Cristina Morales, Fernando Castro, Inés París entre otros hablaron de sus experiencias propias frente a la censura. Y todos ellos estaban de acuerdo en algo: en la penosa y desamparada posición del artista en el marco legal español.

Cartel del Congreso censuras. #censuradxs

Y es que hoy en día es imposible entender la libertad de expresión reduciéndola sólo las consecuencias penales, como hemos visto en su propia definición, la cuestión de la censura se relaciona directamente con legitimar ciertas voces de nuestra sociedad. Así muchos de los invitados hablaron de la microcensura, a mecanismos más invisibilizados en las formas de censura, que más que prohibición hacen referencia a toda una serie de obstáculos y trampas, descrita literalmente como una bajada a los infiernos —pero sin la recompensa ascética de la purificación— que llevaban finalmente a la modificación o suspensión del proyecto artístico. Inés París comentaba, por ejemplo, la penosa travesía para que le aceptasen un presupuesto para una película por su condición de fémina, y proponía, frente a esta situación, mecanismos de ayuda, de prevención y subvención estatal para la promoción de este tipo de proyectos dirigidos por mujeres. Los colectivos castigados por el poder han reivindicado que en realidad la libertad de expresión es un derecho del que ellos no gozan, y que lo demuestra su ausencia —en un sentido cuantitativo y cualitativo— en la cultura. Debates contemporáneos que proliferan en las redes sociales, grandes actores políticos del momento, que han modificado las formas de activismo político.

La libertad de expresión y la cultura de la cancelación

Al otro lado del charco, en la otra orilla del Atlántico, la Harpers Bazaars publicaba este verano un manifiesto en contra de la así llamada cultura de la cancelación, un documento firmado por personalidades de talla de Margaret Atwood, Noam Chomsky y Salman Rhusdie que tuvo alcance y réplicas a nivel internacional, también aquí en España. El manifiesto denunciaba las supuestas funestas consecuencias laborales que sufrían las víctimas de esta cultura; señalaba los excesos de intolerancia, la creación de situaciones injustas que provocan esta —como lo han llamado así muchos intelectuales y periodistas— nueva caza de brujas. ¿Qué tipo de fibra habrá tocado esta cultura de la cancelación para llegar a tal apelación? Encarguémonos entonces de examinar esta situación desde el principio para los despistados de la última fila: ¿qué es esto de la cultura de la cancelación? ¿De qué se trata y cómo casa con la libertad de expresión? ¿Qué alcances ha tenido?

La cultura de la cancelación es un fenómeno social, una forma de activismo social que hace referencia a una serie de conductas desarrolladas principalmente de forma colectiva en la red en pos de boicotear a una figura pública, empresa o colectivo. Aunque a día de hoy se ha extendido a todo el espectro ideológico, los primeros colectivos en ejercer esta presión social eran precisamente aquellos colectivos que denunciaban el statu quo y la falta de responsabilidad política del escenario cultural. Sus defensores lo han descrito como un ejercicio de agencia y de libertad de expresión en forma de réplica en una sociedad democrática que compensa la falta de mecanismos institucionales —los tres poderes clásicos— frente a comportamientos considerados políticamente incorrectos: la sociedad que una vez le rindió éxito y gloria a una figura, ahora le pide responsabilidad y rendición de cuentas. Advierten además que este supuesto acoso y caza de brujas en realidad ha estado siempre presente pero que, con la democratización y amplitud de voces que proporcionan las redes sociales, ha quedado en un plano totalmente público; que el trabajo de filtración de la agradable secretaría del escritor o director ya no tiene cabida en una red social como Twitter. En otras palabras, los allegados a esta cultura de la cancelación defienden que sentirse ofendido por apelar a la responsabilidad social no otorga el derecho a censurar dichas críticas.

De hecho, se niega su propia existencia, en el sentido de que la mayoría de figuras señaladas por la cultura de la cancelación han seguido desarrollando su carrera profesional artística sin apenas consecuencias. Sí es cierto que, por ejemplo, muchas feministas criticaron y dejaron de consumir películas de Woody Allen; pero a día de hoy el cineasta americano sigue produciendo películas casi anualmente. Donald Trump tiene detractores de todos los colores; sin embargo, ni desde su partido ni desde la oposición se ha conseguido emprender una enmienda en su contra en el parlamento estadounidense. Y un caso español: el polémico Daniel Bernabé, escritor de La trampa de la diversidad —un ensayo que señalaba que las políticas identitarias eclipsan el verdadero objetivo de la izquierda: la lucha de clase—. Bernabé, según periodistas como Juan Soto Ivars, autor de Arden las redes: La postcensura y el nuevo mundo virtual, habría sido condenado a un linchamiento y a una manipulación mediática horrenda; pero lo cierto es que después de la publicación del polémico libro el escritor ha aumentando su reconocimiento a nivel nacional y, a día de hoy, es colaborador en HORA25 en la SER entre otros medios.

No obstante las dinámicas de esta cultura se han extendido ya a todos los ámbitos de la cultura. Así, desde la propia izquierda se ha criticado que el boicot y linchamiento a individuos más desprotegidos y vulnerables en la sociedad —y por ello desprovistos de la impunidad de figuras asentadas en la cultura— sí que tienen un efecto nocivo en sus vidas. Pues ya se sabe que a la cárcel —metafórica y literalmente— sólo van los pobres. Es el caso, por ejemplo, de August Ames, una actriz porno canadiense con un horrible historial de abusos que había encontrado refugio y compresión en el feminismo y en las feministas. Amparo que se convirtió, de la noche a la mañana, en odio y linchamiento, y dos días después, en su muerte. La reacción de las redes sociales a un tuit supuestamente homofóbico y su inestable situación mental la llevaron al suicidio. La cultura de la cancelación se ha acabado envolviendo en las dinámicas propias del sensacionalismo mediático y de la sociedad del espectáculo. Los invidividuos que participan en el linchamiento se acaban sumergiendo en una narrativa seudoheroica —llamada en internet la actitud woke— un tanto justiciera y a lo Robin Hood moderno, que acaba tratando desgraciadamente a los otros como mercancías, y al espectro de celebrities en el mundo del cine, literatura, la televisión, influencers y tuiteros como una suerte de escaparate de valores del mercado —como decíamos antes que funcionaba en el contexto de la universidad privada estadounidense—. Unas dinámicas consumistas muy peligrosas que acaban cayendo en esencialismos y dualismos y en jerarquizaciones de identidades que precisamente las políticas identitarias niegan en sus propuestas filosóficas.

Para más inri, bajo la lógica del efecto Streisand, el desarrollo de la cultura de la cancelación se ha relacionado con la aparición de la derecha alternativa (alt-right) y el populismo de derechas contemporáneo. Y vuelta al principio. ¿Es efectiva la cultura de la cancelación? ¿Consigue realmente la prosperidad y el cambio social al que aspiraba en un principio? ¿No acaba por reproducir el ostracismo y aislamiento del Estado occidental? Aunque el Estado no intervenga en este juego de forma explícita y los condenados no acaben en un juicio, parece que las dinámicas de esta justicia social son muy parecidas a los mecanismos y aparatos ideológicos de censura del Estado. ¿Qué tienen de diferente, a grandes rasgos y después de todo, las violentas dinámicas estatales represivas que reciben los individuos en el Estado moderno —y aquí apelamos a nuestro querido Foucault— con este linchamiento contemporáneo?

Edición francesa de Vigilar y Castigar de Michel Foucault.

La propuesta antipunitiva en defensa de la libertad de expresión

Ante esta situación, las propuestas antipunitivistas proponen no acribillar a los protagonistas de los casos concretos de violencia machista, xenófoba, racista, etc. En primer lugar, porque señalizar estos casos como algo excepcional y marginal eclipsa la visión total, la compresión de todo el tejido social que normaliza y justifica estas prácticas de violencia. Y en segundo lugar, porque el castigo, como se ha demostrado a lo largo de la historia, solo mantiene el statu quo y no beneficia la reinserción social; se ha utilizado para desviar la atención de las obligaciones de las instituciones a la hora de salvaguardar a los sectores más vulnerables de la sociedad. Proponen entonces atacar la raíz del problema y, en relación con el mundo legal, diseñar políticas sociales preventivas, de un funcionamiento de la justicia y los aparatos culturales en clave feminista y antirracista. Garantizar que individuos y artistas tengan apoyo económico y así reformar el aparato jurídico del Estado, para contrarrestar y equilibrar, ahora sí de verdad, como nos dicen los principios de democracia, la violencia estructural del sistema. Y garantizar, así mismo, que todos hagamos empleo de una justa libertad de expresión.

Y se ha de decir que quien escribe este texto una vez participó de esta cultura, y que como tal, se debe entender lo presentado como una autocrítica y, escapando ya de este momento personalista, como uno de los momentos de antítesis en el desarrollo de la historia. Una compensación, un viaje al otro lado del péndulo que denunciaba la inmunidad e imparcialidad de ciertos sectores de la sociedad, una rendición de cuentas de todas las injusticias que los sectores más vulnerables sufríamos y seguimos sufriendo; pero como momento de antítesis se da como un recurso limitado en el tiempo. Si me acompañan todavía en la lectura hegeliana acontecerá resolver la situación con un momento del en sí y para sí, o, como se ha llamado de forma equivocada, el momento de síntesis: abandonar toda clase de violencia del sistema, de la prohibición y de los aparatos represivos, que sólo nos brinda pan para hoy y hambre para mañana. Los políticas antipunitivistas y prevencionistas en el ámbito cultural promueven disponer y garantizar la participación de los colectivos indefensos, invisibilizados y marginados en la cultura: una defensa real de la libertad de expresión. Nos avisan: la censura, la prohibición, el castigo sólo hace que el sistema se aproveche de nuestro odio y que así se retroalimente la violencia y con ello, la inmunidad del poder. Optemos, mejor así, por acabar con la violencia de forma radical.