La contradicción de llamarse Pedro Pablo

“Pero lo que es sagrado se conserva junto a su nueva forma desacralizada. Y henos aquí, uno al lado del otro.”

Secuencia de los dos centauros en Medea (1969)

María Irache


El pasado lunes 13 de junio, en una sesión más de Los Lunes al Círculo, se convocaba un diálogo incluido en las actividades del Círculo de Bellas Artes convocadas en honor al cien aniversario del nacimiento de Pasolini y su celebración durante todo el Año Pasolini, una iniciativa coordinada en conjunto a muchas otras instituciones académicas y culturales que celebran el recuerdo de Pier Paolo Pasolini. Esta ocasión se reunía bajo el título de “La contradicción de llamarse Pier Paolo” en torno a la presentación del libro “El sueño del centauro”, una conversación entre Jean Duflot y Pier Paolo Pasolini, editado y traducido por Aurora Freijo y con un ensayo inicial realizado por Juan Barja y Patxi Lanceros

El día 30 de mayo se iniciaron los Lunes del Círculo pasolinianos con el diálogo “Pensar fuera de Palacio” presentado por Aurora Freijo junto a Ángel Gabilondo en presentación del libro de la autora “Tanta Luz. Pasolini”, en el que hace conversar al autor con múltiples pensadores diferentes. El siguiente lunes 27 tendremos el gusto de recibir al gran experto italiano en la obra pasoliniana, Marco Bazzocchi, con un encuentro bajo el título «Mito, tecnica, morte: il pensiero di Pasolini attraverso il cinema». Entre las próximas actividades que organizará el CBA en torno al Año Pasolini, son remarcables el congreso que se realizará en septiembre “Una fuerza del pasado” o un ciclo de cine otoñal que será distinto al ya organizado esta primavera.

Es siempre fructífero sacar a conversar a grandes pensadores como los convocados por el Círculo en torno a un personaje tan emblemático, tan relevante y tan excepcional para la historia como Pier Paolo Pasolini, un polímata –si es que esto no es bastardear su propia condición de inclasificabilidad- o, en definitiva, un artista que dedica su tiempo a la poesía, al cine, al ensayo, a la narrativa, etc. En todo caso, un personaje que sacude como nadie su presente y que, en toda forma de expresión, muestra siempre una lucidez tal que asusta a quién lo leía en su momento y que asusta, quizás aún más, a quien lo lee desde nuestro tiempo por su asombroso carácter visionario. Como le decía Furio Colombo en la que fue su última entrevista, en muchas ocasiones su complejo lenguaje artístico “tiene un poco el efecto del sol que atraviesa el polvo. Es una imagen bella, pero se entiende poco” y es que, precisamente, su manera de expresar pretende alejarse de la prosa narrativa más naturalista para, a través de una expresión que en todos sus campos termina siendo poética, poder poner en tensión el lenguaje medio difundido por la tiranía de la cultura y del consumo.

Por ello, Pasolini, en todos sus ámbitos de acción, podría ser definido como un poeta, aunque él se refería a sí mismo como un escritor y como un escritor “por costumbre” o “por inercia”; aquel que “simplemente” tenía integrada la costumbre de expresarse a través de la escritura. Y es precisamente en el final tan trágico de su vida, que se nos hace tan incómodo como su obra y su vida misma, donde simbólicamente intuimos el pago con su cuerpo –tan importante para Pasolini- por el precio de su decir veraz, de su parresía; siendo, quizás, la verdad de su discurso el verdadero asesino que nunca fue identificado. Pero es que esta particularidad que vertebra su obra, su presencia en la historia, gracias a no dejarse retener, entender o clasificar, se convierte, no solo para él sino para todos nosotros, en un lugar de microresistencia a la mercantilización de la existencia, en una experiencia de desnormalización en la extrañeza de la incomodidad de su obra.

La charla comenzaba con la presentación del director del Círculo de Bellas Artes, Valerio Rocco, que introducía a los participantes y la pertinencia de la charla en la agenda del Círculo, sacando además a relucir un aspecto que estará presente en todas las intervenciones de la conversación, siendo difícil de resolver e incluida en el título de la convocatoria: la cuestión de la contradicción en Pasolini y su relación con la dialéctica, cuestión que igualmente está presente en el título del libro a presentar “El sueño del centauro”, que nos remite al centauro o a los centauros -o a ambos simultáneamente- pertenecientes a la película Medea (1969) de Pasolini.

Aurora Freijo explica cómo el descubrimiento de esta conversación de Pasolini con Duflot y su descatalogación y malas ediciones en castellano fueron unas de las precisas motivaciones para ser editora, pudiendo ofrecer a la audiencia en castellano una inmersión en esta larga conversación que va tocando todos los vértices de Pasolini. En el libro, encontramos reflexiones en torno a la barbarie, el consumo, la homosexualidad, el teatro y mucho más, junto a un apartado con cartas y otro con poemas. Además, explica cómo la mera elección de colores es también reflejo de esta yuxtaposición pasoliniana que vertebrará la sesión: el rojo de la pasión como padecimiento junto a una tonalidad rosada, sonido al que Pasolini otorgó palabra. El mismo título, inspirado por una edición italiana de esta conversación, le resultó a Aurora perfecto para expresar el corpus pasoliniano con la figura del centauro como aquel en el que está todo y todo a la vez sin haber nada asumido.

Juan Barja destacaba en su intervención cómo Pasolini era un personaje que resultaba absolutamente incómodo para todos y que era detestado sin más en su momento, removía los odios de la derecha cuando hablaba de destruir la televisión, pero removía igualmente los odios entre la izquierda cuando hablaba de la necesidad de destruir la educación pública por su papel en el genocidio de clase. Exponía cómo claramente Pasolini creía en la idea de Absoluto, pero, creyendo, simultáneamente, en la existencia de varios Absolutos, lo cual sería en si incompatible o excluyente. Sin embargo, es esta incompatibilidad precisamente lo que le permite exponer en su proceder- ya sea cinematográfico, poético o ensayístico- conceptos contradictorios que, simultáneamente, se afirman en su contradicción; lo cual sería imposible dialécticamente, pero es posible artística o éticamente. Barja señala cómo la contradicción se encuentra en Pasolini desde luego en su vida sexual, en sus posiciones políticas o en sus propuestas artísticas, sin poder referirnos a él como dialéctico ni como contradictorio, sino que se trata de la exposición de un Absoluto contradictorio, que ha elevado dos momentos de contradicción, pero sin una reconciliación dialéctica como tal.

La cuestión del nombre, Pier Paolo, es algo relevante para entender a Pasolini que lleva inscrita la contradicción en el propio referirse a sí mismo y que nos retrotrae a autores como Lorca, con quien se enlaza puntos de convergencia muy interesantes a nivel personal y artístico; Lorca decía en uno de sus versos “¡Qué raro llamarse Federico!” pues un nombre conlleva tantas rarezas como ser la misma referencia que su propio padre, a quién detestaba –o por quién era detestado-. Primero, tener el nombre de dos discípulos cristianos es en sí contradictorio para un ateo marxista materialista como Pasolini pero es, a su vez, constitutivo o representativo del mismo pues el heterodoxo marxismo de Pier Paolo era el idóneo para llevar el nombre de estos personajes, resaltando su propia condición hierofánica y su enorme interés por el Evangelio, lo sagrado y lo espiritual. Luego, en contenido, llevar el nombre de Pedro junto al de Pablo es llevar el conflicto mismo en el nombre, el de la confrontación de dos generaciones distintas, el del discípulo directo frente al del indirecto, el de los judíos frente a los paganos.

Patxi Lanceros resaltaba cómo la contradicción en este sentido cuando nos referimos a Pasolini ha de entenderse como una yuxtaposición; el colocarse en conjunto, tal y como Pedro y Pablo se encuentran lado a lado en Pasolini, y apuntaba cómo el propio ensayo realizado junto a Juan Barja era en sí una yuxtaposición de una reflexión sobre el nombre en el texto de Duflot. Sin embargo, para encontrar dentro de esta yuxtaposición una tensión es necesario indagar y eso es precisamente lo que pretende Pasolini en su “vaivén” -la yuxtaposición del ir y venir-, quien con una vigencia inaudita trata de contraponerse al múltiple genocidio de la cultura a partir del “traer”, de la tradición, de proclamarse como “una fuerza del pasado”, porque sólo de esta forma se logra la incomodidad de ser inactual y molesto para el presente.

Esta inquietud de su pensamiento es un intento de articular este movimiento a través de la denuncia de esta unión de genocidios en un proceso de “mutación antropológica” que no deja lugar de escape salvo el reducto que encontrará en el traer de lo sagrado. Porque en el propio presente del genocidio, Pasolini busca lo yuxtapuesto, lo que sin haber sido asimilado queda a salvo en una suerte de pasado irredento; de ahí su arraigo a un mito, una naturaleza, un reducto sagrado, un hombre tradicional o una tierra de cuya idealización él mismo es consciente pero que ofrece como herramienta de resistencia, de construcción de un fuerte. Ya lo explica Pasolini en la secuencia de los centauros de Medea, no se trata de un dualismo sino de un proceso de desacralización que vive el centauro, el ser humano y la historia que no por ello implica la desaparición de lo desacralizado, sino que permanece en el mismo lugar yuxtapuesto. La historia, por tanto, para Pasolini no es una historia de superación sino una historia hierofánica de yuxtaposición.

En definitiva, el libro a presentar muestra una conversación que explora de lleno el corazón del pensar pasoliniano, que se nos sigue presentando en nuestro tiempo como unos cuestionamientos totalmente vigentes y cuya fuerza excepcional sigue teniendo el mismo impacto perturbador que tuvo en su momento. El testimonio de Pasolini es el propio de un animal herido, expulsado de su propia manada, que se enfrenta ante lo trágico de no ser ya humanos en este proceso de mutación antropológica que solo permite el choque de unos contra otros y que se ha conseguido a través de la irrupción e invasión del palacio en la plaza pública a través del consumo, lo cual se exacerba a niveles impensables seguramente para Pasolini en nuestro presente. Sin embargo, Pasolini ve en estos genocidios su propio reverso al tratarse de una historia de yuxtaposición porque el niño permanece para siempre en el corazón del hombre y el paraíso, por lejano que parezca, permanece inscrito en el más profundo fondo del infierno que nos rodea.

García Montero y los Prometeos: el advenimiento de la Fe artística y vital

Laura Benedicto Escajedo

Se dice que cada vez que se interpreta un clásico teatral se le entrega de nuevo al presente, que su elección es un acto de pasar por el cuerpo de nuevo palabras que pudieron ser escritas hace millones de años, un romper la barrera espacio-temporal y volcar encima de las tablas y del público espectador una problemática, una cuestión sin respuesta que resuena en cada recoveco del teatro que lo aloje. El pasado jueves 16 de junio, el poeta y presidente del Instituto de Cervantes Luis García Montero presentó en el Círculo de Bellas Artes su última publicación, Prometeo, un libro que nace del intento de reescribir y repensar la actualidad del mito clásico. El libro nace de la iniciativa junto a José Carlos Plaza, director teatral, de crear una obra que pensase de qué manera el arrepentimiento del Prometeo, que libró el fuego a los hombres arrebatándoles el secreto a los dioses y desafiándolos, puede interpretarse ahora, con las consecuencias que dicho poder ha ocasionado en el uso que los humanos le hemos dado. La obra que García Montero escribió fue puesta en escena en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y la recoge ahora Alfaguara en una edición que se abre y cierra con dos ensayos del autor que reflexionan, igualmente, sobre el poder de seguir creyendo en la vida misma, en el poder de la palabra y de la escritura.

El acto se desarrolló a modo de diálogo entre el autor, José Carlos Plaza y la periodista y escritora Berna González Harbour. La poesía fue el eje central de las reflexiones, y se expuso com un sustrato vital, como dotadora de un sentido a la existencia contingente. El poeta, recordaba García Montero, tiene que tener claro que la obra de arte no es un panfleto político ni la expiación de unas vivencias; así, en un sentido muy blanchotiano, se plantea una lucha-juego en la que el escritor debe asumir la potencia de una vida poética, con las consecuencias irreversibles que eso conlleve, en un sacrificio parecido también al de Prometeo, que no puede caer en expectativas preconcebidas ni dotarse de egocentrismos: el arte es, así, un juego entre las experiencias propias y la transcendencia de estas.

Prometeo es, así, un homenaje a la palabra, una obra en la que la poesía articula de principio a fin la estructura y, paradójicamente, no se halla presente más que a través de citas; es la muestra de que, en realidad, lo poético va más allá de los versos y los compases, de la métrica y la rima: la existencia poética y la escritura es un acto performativo. En este sentido, García Montero abre su libro diciendo que la escritura poética es pensar de una manera honesta: no puede ser de otro modo, pues el encuentro entre papel y lápiz, con todo lo que ello conlleva, solo puede asumirse desde la honestidad más radical.

Así, como el mismo autor dijo en la presentación, el libro es una invitación a cuidar el fuego, el amor, un canto a mantener viva la esperanza. Para ello, la mayor innovación de su adaptación consiste en dividir el personaje del titán en dos y provocar, muy borgianamente, un encuentro entre ambos. Se produce, así, una larga conversación entre un Prometeo joven recién encadenado, y un Prometeo viejo. Surge entre ellos, una reflexión sobre la Fe y la vida, los riesgos y el fracaso. La obra produce un choque en su contemporaneidad: en una era donde la superproductividad y las retóricas del éxito nos atraviesan constantemente, el fallo es la única manera de constituirse en resistencia, de forjarse a uno mismo y a su creación. El actor y director Lluis Homar, quien participó en el estreno de la obra, y Ana Belén, actriz y cantante, leyeron a modo de clausura este pasaje, creando en toda la sala Valle-Inclán un aura donde la palabra, el arte y la vida y la muerte iban trenzándose y constituyendo una fortaleza. Los espectadores, así, pudieron presenciar la corporeización de las palabras del poeta, en un movimiento que hizo muy presente lo que García Lorca llamó el duende, aquella presencia que surgía desde “las últimas habitaciones de la sangre” del artista y que otorgaba a la creación aquel halo que lo diferencia como obra artística, el resultado de pelearse con el verbo, de hacerlo carne. Las palabras de García Montero interpretadas fueron una apelación que era imposible de esquivar.

De este modo se cerró un acto que dejo en el aire múltiples preguntas e inquietudes que atravesaron la conciencia: el límite colindante entre el derecho y el deseo, la pasión excavada a través de las palabras, los movimientos y la creación artística; el paso del tiempo imparable con certeza y el consuelo de que hay que mantener la fortaleza y la esperanza, de que, como dice el viejo Prometeo, “Ni siempre, ni nunca. Mejor contar los días”.

Lunes al Círculo: Pasolini y el arte de la no contradicción

Laura Benedicto

El lunes 13 de junio, se celebró en el Círculo de Bellas Artes otra de las sesiones de los Lunes al Círculo dedicadas al centenario del nacimiento de Pier Paolo Pasolini. Con motivo de la publicación de El sueño del centauro. Conversaciones con Pier Paolo Pasolini de Jean Duflot (Ed. Las migas también son pan), Aurora Freijo, traductora y editora, y Juan Barja y Patxi Lanceros,  encargados del ensayo que hace de pórtico a la edición, abrieron un diálogo que llevó como título “La contradicción de llamarse Pier Paolo”.

El debate partió con la concepción de que Pasolini era, ante todo, escritor y poeta, pues incluso en su obra fílmica puede percibirse un cariz particular que la convierte en una escritura cinematográfica. Así, se trató de dar una panorámica general de la figura de Pier Paolo Pasolini y su obra a través del concepto de contradicción y yuxtaposición, término este último que él mismo trata en sus ensayos. Arrancando del paradigmático hecho de contener en su mismo nombre a dos apóstoles que no llegaron a comprenderse ni trazar caminos comunes y tomando su “En mí está todo y todo a la vez”, los ponentes realizaron un recorrido que iba desde sus cartas personales hasta sus películas, entre las cuales se destacó Medea y Saló, o los 120 días de Sodoma por su componente mítico, pasando por sus defensas políticas. Se expone, de este modo, un personaje que resultó en su momento muy problemático e incómodo y que, a pesar de los tiempos, sigue levantando asperezas: es la contradicción incluso consigo mismo lo que le hace inaprehensible e inclasificable.

Estamos, así pues, delante de un hombre que afirmaba con rotundidad la coexistencia de distintos infinitos: es una figura polifacética, un todo analizable en sí mismo. En este sentido y de nuevo uniéndose a la idea de Pasolini como escritor, Freijo nos recuerda la defensa del artista de que si hay algo que decir, tiene que decirse poéticamente, porque la poesía es aquello que no se consume en una era en la que todo lo hace. Asimismo, la poesía es aquello que puede, por naturaleza, albergar la contradicción en su sino. Como Juan Barja constató, no toda oposición binómica es contradicción: es necesario proceso y movimiento. Pasolini fue capaz de montar una obra artística inigualable sobre conceptos absolutamente contradictorios que se afirmaban al mismo tiempo y, si eso fue posible, fue gracias a lo poético y lo artístico, pues una tesis semejante nunca podría sostenerse desde el paradigma lógico.

Asimismo, Lanceros convocó la preocupación de Pasolini sobre la hegemonía del mercado y el consumo, lo que dio en llamar “amputación antropológica”, para traer a debate otro campo en el que se localiza la contradicción y la yuxtaposición. Podemos percibir en sus películas un vaivén con el pasado plasmado en cada observación mínima del paisaje que acaba resultando cruel por la constatación de su consciencia e inquietud. Pasolini, así, intenta responder a lo que llamó “múltiple genocidio”, la cultura de masas, por considerarla un exterminio a gran escala que no deja resto. Esto provocaba que no hubiese nada que puediese ser olvidado y, de ahí, la caída de nuevo hacia el vaivén: es el lapso entre la tradición (traer) y el devenir, entre el decir, contradecirse y no decir. La obra de Pasolini encarna la búsqueda de una síntesis que supere el no, sabiendo que tal cosa es imposible. Su cración, así pues, es un intento de construir un fuerte que resista la ola genocida, que ejerza presión y aguante los cimientos inestables de una sociedad que parece haber olvidado su historia.

Jean Dulfot, vehículo de las ideas de Pasolini y co-protagonista en esta nueva publicación de Las Migas también son pan, pregunta al creador sobre Medea y su famosa última escena con el desdoblamiento del centauro. Pasolini responde con esta cita que nos leía Lanceros en la sesión de Los Lunes al Círculo:

«No se trata de dualismo ni de desdoblamiento. Este encuentro, o esta presencia de dos centauros, significa que la cosa sagrada, una vez desacralizada, no desaparece en absoluto. El ser sagrado sigue yuxtapuesto al ser desacralizado. Quiero decir con ello que, al vivir, yo he realizado un cierto número de cambios, de desacralizaciones, de evoluciones. Pero lo que yo era antes de esos cambios, de esas desacralizaciones, esas evoluciones, no ha desaparecido…».

Es, así pues, Pasolini un Creador dessacralizado, pero en esta dessacralización no puede negarse un halo de divinidad: es, el asesinato de lo sagrado para levantar una nueva Fe, dessacralizada y encarnada, que tenga al arte y la escritura como epicentro. Su figura, así, sigue atravesada por una gran bruma fruto de las contradicciones y yuxtaposiciones que encarnaba; la certeza de que, a pesar de todo, ante todo o precisamente por ello, Pier Paolo era íntegramente humano. 

El fotógrafo documental como escultor de la realidad

María Irache Cabello

imagen: Bleda y Rosa, Campos de futbol, Paterna, 1992

La exposición de fotografía Sculpting Reality que estará en el Círculo de Bellas Artes hasta el 4 de septiembre se realiza en conjunto con la sede Casa de América, mostrando entre las dos los fondos de la Colección Per Amor a l’Art – Fundació Per Amor a l’Art (Valencia). Esta exposición recorre, a grandes rasgos, la historia internacional de lo que se conoce como fotografía documental, mostrando obras de los artistas más relevantes del concepto en cuestión y siendo, por tanto, muestra de la variedad conceptual y de contenido en el mismo estilo y, consecuentemente, de la riqueza artística y simbólica de lo que, en apariencia, resulta una mera cristalización de la realidad.  

El concepto del título de la exposición, Sculpting Reality, parte como una referencia a un libro del director de cine Andreí Tarkovsky Sculpting in Time: Reflections on the Cinema (1985) donde se presenta la idea del cineasta como aquel que esculpe en el tiempo. Y es que la fotografía si es algo es escultura en el tiempo pues su mediación es constantemente temporal; la fotografía sería el registro del tiempo con la capacidad para ensancharlo o estrecharlo, distorsionando nuestras concepciones. Fotografiar es poder parar el mundo un instante para observarlo y para enfrascarlo; detener el instante para observarlo desde otro tiempo, desde otro significado, nos postramos ante algo que ya ha sido y que no puede volver a ser pero que desde nuestro nuevo tiempo re-significamos. Si tenemos en cuenta que la historia de la humanidad se construye sobre el registro de nuestro conocimiento, la fotografía se presenta en la historia como un registro mecánico indispensable que tiene una función clara estrictamente documental para el funcionamiento propio del sistema como en la identificación policial, por ejemplo.  

Sin embargo, pese a tratarse de una muestra del avance técnico y de la racionalidad, la cámara fotográfica encuentra también su vinculación con la sensibilidad, con el arte, porque la fotografía no es de manera exclusiva el registro del tiempo, la eternización del momento, sino que puede también incluir una representación del tiempo con la inclusión de la intencionalidad del fotógrafo y del espectador porque, cuando nos mostramos ante un campo de futbol como aquellos que retratan Bleda y Rosa, no vemos de manera exclusiva una portería en un paisaje desértico, sino que por el mero hecho de poder encuadrarlo y mostrarnos frente a él, podemos ver mucho más: la infancia, el juego, el lugar común, la migración urbana, el abandono provocado por la expresión urbanística y el paso del tiempo inherente a estas confrontaciones. 

El problema que se encuentra la fotografía documental en su vinculación con el arte y con lo creativo tiene que ver con nuestra mera concepción heredada del daguerrotipo y la fotografía como un “reflejo certero de la realidad”, como una herramienta tecnológica neutral, aideológica e indeterminada que nos muestra la realidad de manera objetiva tal cual es. Sin embargo, el problema se encuentra en que la fotografía nunca puede ser tal pues se trata siempre de un plano delimitado, de una imagen predeterminada que nos dispone un encuadre concreto; se nos presenta como una imagen de lo real, de la verdad, cuando se trata de un artificio repleto de propósitos. Y es por ello que en la fotografía documental lo que se muestra de manera directa no tiene nunca un valor de por sí, sino que somos nosotros los que se lo cedemos, los que somos capaces de reconocer en ella algo de verdad y esto es gracias a la intencionalidad del fotógrafo, que crea el encuadre de algo que en sí pre-existe pero que nos resalta a través de un discurso comunicativo en la imagen. Por esto, la fotografía, como toda forma de arte, es un juego de realidad y ficción, una herramienta que nos permite acercarnos a la realidad ya que “sólo gracias a ella percibimos ese inconsciente óptico, igual que sólo gracias al psicoanálisis percibimos el inconsciente pulsional.” 2 pero que a su vez es siempre “una ficción que se presenta como verdadera”.3  

El surgimiento de la fotografía documental de la mano de autores como Walker Evans o Robert Frank se vincula al fotorreportaje y a la fotografía callejera. El fotógrafo callejero, como el flaneur actualizado, deambula por el espacio urbano como un “hombre-ojo” que registra el acontecimiento resignificando la ciudad en el descubrimiento de su constante caminar. Es aquel que no tiene un rumbo fijo más que la infiltración en lo cotidiano y en la multitud, aquel que se limita a observar. Muestra idónea de este concepto en la exposición presente en el Círculo de Bellas Artes son las obras presentadas de Paul Graham, inspirado por los dos fotógrafos previamente mencionados, donde el fotógrafo británico trata de capturar con su cámara el tejido social de la vida americana contemporánea a través de una muestra de la energía, el movimiento y la fluidez de lo humano en la ciudad. Esto lo podemos ver en series como The present, donde a través de varias fotos muy seguidas en el tiempo, Graham nos abre la puerta a una reflexión en torno a la temporalidad y a la experiencia del tiempo en la ciudad.  

Paul Graham, The present (2010)

Igualmente, se expone el trabajo de Robert Frank, una referencia fundamental en la fotografía documental tras su celebre obra The Americans (1958), concretamente en su experiencia en la España de la posguerra en los años 50 donde, a través de su retrato de las calles de Valencia, va construyendo su lenguaje fotográfico de intimidad y sensibilidad que se convertirá en su icónica mirada personal en sus trabajos posteriores. Otros retratos de España son también ofrecidos por el trabajo de Joel Meyerowitz en Málaga en los años 60, donde el fotógrafo se integra por completo capturando imágenes vertebradas por la familia, el catolicismo, la dictadura, la música… o Henri Cartier-Bresson, otro de los grandes clásicos del fotorreportaje, del que se nos presentan las imágenes a hurtadillas de Madrid y Alicante durante los años 30.  

Joel Meyerowitz, Málaga, Semana Santa de 1967

En la exposición vemos, igualmente, el valor de la fotografía como testimonio en obras como las de los fotógrafos sudafricanos David Goldblatt y Jürgen Schadeberg en su retrato del apartheid entre los años 60 y 90 o en el retrato de Susan Meiselas de la industria sexual de los años 70. Todos ellos sin la necesidad de exponer de manera explícita en su trabajo la violencia y el sufrimiento de las victimas que de hecho padecían, muestran a través de sus retratos el sufrimiento inherente a lo cotidiano, a lo callado, al espacio diario a través de la cristalización de su vida en una propuesta de concepción de la fotografía como diálogo.  

David Goldblatt, The transported of KwaNdebele (1984)

La obra de Meiselas, Carnival Strippers, se expone en un pequeña sala independiente junto a las grabaciones que realizó la misma autora durante su proyecto de integración con las mujeres que trabajaban para estas industrias ambulantes a partir de entrevistas, cuyo bullicio aportan a la experiencia del postrarse frente a la imagen una inmersión mucho más profunda en el valor testimonial de la experiencia de la comercialización de los cuerpos femeninos a través del relato de una autora que aporta aun mayor valor testimonial a la exposición al ser una de las mujeres pioneras en un mundo de fotografía documental relatado hasta el momento por hombres que, además, centrará su trabajo artístico precisamente en la iluminación del sufrimiento y la subyugación de la mujer. 

Susan Meiselas, Carnival Strippers, 1854

Entre los años 60 y 70, dentro de la fotografía documental comienza a abrirse otro camino más allá del fotorreportaje: el fotoconceptualismo, que partiendo de la influencia del arte abstracto pretende, a través una imagen, transmitir un concepto. Uno de los pioneros en el fotoconceptualismo es Ian Wallace quien, a través de la fotografía del espacio, del escenario ambiental y de las formas arquitectónicas, pretende transmitir una sensación a través del imperio de lo inmóvil, de lo fijo y de lo aparentemente vacío. Así, en colecciones como Las piscinas de Las Arenas, que se incluye en la exposición en cuestión, vemos cómo a través de la arquitectura dinámica de las piscinas absolutamente vacías y sin rastro aparente de figura humana, se intuye la memoria de aquellos veraneantes y el usual bullicio de la piscina que una vez llenaron ese espacio ahora vacío. Se incluyen también en la exposición trabajos como el de Luis Ghirri, Humberto Rivas o Lewis Baltz, a los que podríamos referirnos como topógrafos o “paisajistas sociales”, que a partir de la fotografía del paisaje urbano muestran a través de sus silencios o sus vacíos, las huellas del tiempo, la modificación humana en el espacio y las formas de vida modernas.

Humberto Rivas, Barcelona, 1980

En el ámbito de la fotografía conceptual, también se incluyen en la exposición trabajos como el de los fotógrafos españoles Bleda y Rosa, ya mencionados,que tratan de representar el paso del tiempo mediante la imagen” y lo consiguen perfectamente a través de su colección Campos de futbol, donde se refleja el cambio inexorable de la sociedad del momento en los años 90 a través de la exposición de estos lugares originariamente concebidos para el ocio común y ahora abandonados a lo desértico. En esta misma línea, la exposición ofrece también el trabajo del fotógrafo español Xabier Ribas que, igualmente, trata de documentar los procesos de transformación en la urbanización y su influencia en la conformación de las formas de vida social y lo hace de manera sublime en su serie Domingos, dondepresenta el paisaje social transitorio del domingo como el espacio marginal de resistencia a la regulación de lo urbano en una suspensión entre lo que una vez fue y lo que está llegando a ser a través de estos terrenos descuidados entre el campo y lo urbano que, abandonados e ignorados, escapan consecuentemente del control y la vigilancia. 

Xabier Ribas, Domingos: Sin título (Picnic solar industrial), 1960

Se incluye, igualmente, el trabajo Reprendre casa. Carrières centrales, Casablanca(2013) de la fotógrafa franco-marroquí Yto Barrada que, en un ejercicio topográfico, captura la modernidad entendida como herencia colonial a través de la fotografía de la arquitectura modernista que en su proyecto de urbanización pretendía imponer un modelo universal desconectado de las particularidades del pueblo marroquí y, en contraposición a la fetichización cultural a la que ha sido sometida la cultura árabe a manos del mundo occidental, Barrada muestra la digestión de estas imposiciones en el pueblo de Casablanca que con el paso del tiempo se ha adaptado a estos modelos dejando su huella en antenas, ropa tendida o ventanas añadidas.  

Yto Barrada, Reprendre casa. Carrières centrales, Casablanca (2013)

Por todo ello, acercarse estos días a la exposición Sculpting reality supone acercarse al valor artístico de la fotografía documental a lo largo de la historia mostrando su papel, no exclusivamente de documentadora de la realidad sino de resignificadora de la misma, generando una conexión entre la intención del fotógrafo y su testimonio como flaneur y el reconocimiento del espectador de una imagen que es, en apariencia, un mero reflejo de la realidad pero que, en el fondo, esconde un sinfín de intenciones a descubrir e, incluso, a construir por la audiencia. La fotografía documental se convierte, para nosotros, en una aproximación al paso del tiempo a través de las imágenes de nuestro pasado, donde confluyen, no sólo testimonios personales sino colectivos, a través de la cristalización de un escenario que en nuestra mirada recupera el movimiento que una vez constituyó en nuestra inconstante realidad y que, simultáneamente, adquiere en una nueva forma desde nuestro presente.  

[2] Walter Benjamin, Sobre la fotografia, 1931

[3] Joan Fontcuberta, El beso de Judas: fotografía y verdad, 1996.

OTAN, España y Europa frente a la guerra en Ucrania

María Irache Cabello

El pasado miércoles 1 de junio, el Círculo de Bellas Artes acogía en su sede a José Manuel Albares, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación junto con Máriam Martínez-Bascuñán, profesora de Teoría Política en la Universidad Autónoma de Madrid y usual colaboradora en El País, en un diálogo bajo el título de OTAN, España y Europa frente a la guerra en Ucrania.

Este seminario organizado por la revista de origen francés Grand Continent, con motivo de su reciente lanzamiento en español, pertenece a lo que se han referido como “los miércoles de GC”, siendo el presente el primer seminario organizado de manera presencial. Tras la presentación del presidente del CBA, Juan Miguel Hernández León, quien celebraba acoger el primer encuentro presencial en español de la revista dando la bienvenida a los participantes, el director de la edición española de la revista, Florent Zemmouche, realizó una pequeña presentación sobre los objetivos del seminario.

La revista Grand Continent, nacida en Paris ya hace tres años, lleva dos años apostando por el multilingüismo, publicando en italiano, francés, alemán, español y polaco con el fin de ser una plataforma de referencia internacional para el debate político e intelectual. Presentándose como “una revista en el tiempo” pretende repensar las posibilidades de una revista en pleno siglo XXI, jugando con la reconciliación de temporalidades dispares en nuestro presente como “el tiempo del tweet” y “el tiempo del libro”. De la misma forma que en los seminarios de los miércoles de GC que se habían realizado hasta ahora online, la conversación parte de una pieza de doctrina de la revista, siendo la presente la pieza escrita por el ministro Albares y publicada el mismo día en todos los idiomas bajo el título de “Un nuevo concepto estratégico para la Alianza Atlántica”, donde el ministro explicitaba los objetivos estratégicos a seguir en la cercana cumbre mundial de la OTAN que tendrá lugar en Madrid los próximos días 29 y 30 de junio.

El Círculo de Bellas Artes se convirtió, por tanto, el pasado miércoles en el lugar a albergar las importantes palabras del ministro Albares a escasas semanas de la celebración de una cumbre histórica en nuestro país, coincidente con el aniversario del ingreso de España en la Alianza, la cual tendrá una importancia capital y decisiva no solo para el orden transatlántico de los países miembros de la OTAN, sino para el orden mundial. Albares insistió en cómo el contexto internacional en el que nos movemos es un punto de inflexión histórico en la seguridad europea y euroatlántica muy distinto a con lo que se había trabajado hasta el momento. La “agresión injusta e injustificada” que ha ejercido Rusia sobre el territorio de Ucrania, cruzando el límite hasta ahora inquebrantado de la amenaza hacia la violencia efectiva, ha supuesto una brecha histórica en la paz que hasta ahora había mantenido Europa en su territorio.

Por ello, para Albares, uno de los pilares fundamentales sobre los que se vertebrará la cumbre de Madrid y, en definitiva, la política exterior europea y española es el de terminar con este uso de la guerra y de la violencia como motor político; frenar la utilización de recursos tan vulnerables como la propia vida de los migrantes, de los suministros energéticos o los ciberataques a modo de herramientas políticas para la consecución de los intereses rusos. Para el ministro, por tanto, está en juego la resolución de una dicotomía tal como la de la democracia frente a la violencia, a saber, la defensa de un orden internacional asentado sobre normas democráticas plurales frente a un modelo autoritario que pretende que “la razón de fuerza gobierne sobre la fuerza de la razón”. El objetivo fundamental de los europeos será, por tanto, el retorno de la paz al territorio ucraniano y la retirada de las fuerzas armadas rusas hacia el interior de sus fronteras.

El conflicto histórico entre Rusia y Ucrania ha provocado una necesaria reconfiguración de las propias posiciones de las fuerzas políticas como españoles, como europeos o como aliados de la OTAN. Para Albares, las propias consecuencias de este conflicto con las demandas de adhesión a la Alianza de Finlandia y Suecia son muestra, precisamente, del valor que tiene la misma para la protección democrática. Un punto fundamental que remarcará el ministro es la capitalidad de la necesaria respuesta que se ha dado a nivel europeo y transatlántico al conflicto en cuestión: una respuesta fuerte, rápida y, sobre todo, compuesta en unidad, mostrando el rechazo masivo a la agresión rusa. El objetivo se encuentra ahora, precisamente, en mantener esta unidad con la que se ha respondido ahora sin dejar que el paso del tiempo haga que nos acostumbremos a estas imágenes de guerra. Por ello, un punto fundamental en la cumbre celebrada en Madrid será el de reflejar esta unidad tratando de construir un sistema de seguridad colectivo que se ocupe de frenar la entrada de una posible crisis alimentaria que ya se está sufriendo en zonas ajenas al conflicto como África o América Latina por el incremento del precio del cereal provocado por el bloqueo de los puertos ucranianos.

El ministro Albares destaca tres objetivos estratégicos sobre los que Madrid tratará de centrar el dialogo entre la Alianza. El primero sería, por tanto, el de garantizar el triunfo del dialogo y la diplomacia frente a la guerra como una herramienta de resolución de conflictos a través de la elaboración de una respuesta unitaria a Rusia con el fin de devolver la paz al pueblo ucraniano. El segundo objetivo será el de atraer la atención de los aliados no solo a lo ocurrido en el este sino también a las amenazas provenientes del Sur, que España vive de primera mano y en el que puede tener un papel estratégico, procurando una confrontación a la inestabilidad del mediterráneo y del Sahel. Por último, el tercer objetivo, se centraría en la exigencia de colaboración y coordinación entre la Unión Europea y la OTAN, destacando cómo para el reforzamiento del vínculo transatlántico es preciso el desarrollo de Europa como actor global efectivo a partir del desarrollo de políticas comunes de seguridad y defensa.

Tras la intervención del ministro, Máriam Martínez-Bascuñán, asumiendo su papel de “tábano socrático”, comienza una ronda de preguntas que orbitarán en torno a la cuestión por una mirada largoplacista hacia la situación estratégica europea y transatlántica, también sobre la posición española frente a conflictos del flanco sur como el del Sahara y sobre las propuestas de España para su futura quinta presidencia en la Unión Europea en julio de 2023. Máriam comienza su intervención preguntando acerca de si el cambio en la perspectiva de la seguridad transatlántica de la OTAN alrededor de la cual percibe un cierto jubilo transatlántico no ha sido un mero reflejo instintivo ante su posible “muerte cerebral” tras el estallido del conflicto que ni pudieron prever ni han conseguido aún resolver. El ministro resalta cómo hasta el momento todos los canales de comunicación diplomática con Rusia estaban abiertos con la esperanza y la certera confianza en que el diálogo era la opción válida, pero es en el momento de la agresión cuando la OTAN se presenta como una apuesta necesaria en su papel de alianza defensiva -y no ofensiva-ante la voluntad única de un conflicto bélico alentado por Vladimir Putin. Lo paradójico del conflicto amenazante hacia la integridad europea es que precisamente ha provocado que el lazo entre los países sea más fuerte que nunca como respuesta a esta amenaza potencial de agresiones territoriales; de esto es señal el giro histórico de países tradicionalmente “neutrales”, como Suecia o Finlandia, que rompen con su identidad histórica para la defensa de su integridad territorial y democrática ante la gravedad de la amenaza rusa proveniente de una escalada de agresiones (Osetia, Chechenia, Crimea, Ucrania), recurriendo a la OTAN como una posibilidad defensiva que garantice su seguridad y estabilidad ante la amenaza.

Máriam insiste, de nuevo, en la pregunta por el futuro centrando la mirada en los peligros que puede acarrear el conflicto, sobre todo si se convierte en un conflicto extendido a largo plazo con posibles consecuencias devastadoras a nivel mundial, como las que ya estamos presenciando en términos de inflación y de crisis alimentaria, trayendo a colación la pregunta de si no estamos ante un posible recalentamiento de las imágenes de dos bloques enfrentados propias de la Guerra Fría tal y como podemos ver en la des-neutralización de los países ya mencionados. El ministro insiste en que no estamos ante un conflicto antitético entre dos bloques enfrentados, sino que estamos ante una guerra que sólo se inicia como consecuencia de la voluntad de una parte y es que la OTAN no está atacando a Rusia de manera frontal, sino que propone una estrategia defensiva. Muestra de que nadie quería esta guerra más allá de Rusia es la mayoría abrumadora que ha respondido en contra, como se puede ver en la resolución de la Asamblea de Naciones Unidas que exigía el cese del conflicto con una mayoría remarcable.

La conversación se dirige ahora hacia la Unión Europea, su posible pulsión imperial y cómo esta expansión progresiva podría acarrear un aumento en los conflictos morales, políticos o identitarios además de una pregunta por la compatibilidad de la autonomía estratégica europea y la alianza transnacional de la OTAN. El ministro Albares no comparte esta visión de la UE como pulsión imperial y resalta cómo ante dos crisis enormes, como la del COVID’19 y la del conflicto ucraniano, la Unión Europea ha demostrado que puede dar una respuesta política ágil, potente y eficiente en contraposición a la lentitud burocrática alejada de cambios efectivos que hasta el momento se le atribuía. Además, insiste en cómo la unión entre la Unión Europea y la OTAN es condición de posibilidad de una respuesta contundente ante el conflicto. Europa entra ahora en un proceso de reflexión ante el que debe clarificar su papel y, precisamente, la cumbre de Madrid intentará insistir en ello a través del fomento de esta unidad de respuesta.

Las preguntas de la profesora se dirigen hacia el conflicto del Sahara con Marruecos, el papel de España en el mismo, el marco en el que se engloban las posibles resoluciones y la pregunta por la garantía de la integridad territorial española ante territorios como Ceuta y Melilla. El ministro destaca cómo la posición española se engloba en la carta del presidente Sánchez a Mohammed VI enviada en marzo de este mismo año, exigiendo una respuesta de mutuo acuerdo en el marco de Naciones Unidas y subraya cómo la integridad del territorio español está absolutamente garantizada por el Gobierno español. Finalmente, se lanza una pregunta sobre el planteamiento de la Presidencia española en la Unión Europea en 2023, ante la cual el ministro destaca que, ante la volatilidad de nuestra realidad política, es aún pronto para la fijación de objetivos pero que, desde luego, sustentarán la Presidencia cuestiones centrales para España como América Latina o nuestra vecindad sur o, igualmente, cuestiones de política social y autonomía estratégica europea.

La conversación convocada por la revista francesa Grand Continent trajo, como hemos relatado, unas cuestiones profundamente relevantes ante la situación internacional de nuestro presente tras un conflicto histórico que deja una Europa amenazada. El Círculo de Bellas Artes además de albergar un encuentro de tal vitalidad para la política exterior española y europea, ha mostrado hasta ahora siempre una conexión con nuestro presente sociopolítico a nivel internacional en su compromiso con la difusión de solidaridad con el pueblo ucraniano y las terribles consecuencias que acarrean el conflicto bélico, tal y como se puede ver en su adhesión a la declaración sobre Ucrania y contra la rusofobia de la European Alliance of Academies o el proyecto Russian culture against war e, igualmente, con iniciativas culturales como Música por Ucrania en marzo o el concierto Europa por Ucrania celebrado el pasado 23 de mayo.

Élites elusivas y una responsabilidad en el aire

Carmen Peinado 

El pasado jueves 26 de mayo de 2022 tuvo lugar la presentación del número 492 de la Revista de Occidente en el Círculo de Bellas Artes, revista que, como es sabido, fue fundada por José Ortega y Gasset y está próxima a celebrar su primer centenario. En el presente número, además de distintos textos relativos a diferentes ámbitos de la cultura y el arte y una entrevista al filósofo Markus Gabriel, encontramos un tema prioritario: la responsabilidad de las nuevas élites. La presentación del número contó con la participación de la directora de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón y editora de la Revista de Occidente, Lucía Sala, que junto a la colaboración de la Fundación Banco Sabadell hace que estas publicaciones sean posibles. A la cuestión de la responsabilidad de las élites, de cuño eminentemente orteguiano, se acercan, bajo la coordinación del profesor de filosofía moral y articulista Diego S. Garrocho Salcedo, el diplomático Juan Claudio de Ramón, la diputada Andrea Fernández de Benéitez, el director del Círculo de Bellas Artes, Valerio Rocco Lozano, y la directora del think tank Ethosfera Elena Herrero-Beaumont. El Círculo acogió también el jueves día 2 de junio el acto “Mejores empresas, mejor democracia” organizado por Ethosfera, en el que se hizo un análisis del informe “Cinco debates desde la ética para el futuro de España”, el cual contó con la visita de la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, y de Paz Guzmán, consejera económica de la Comisión Europea en España.  

Muchos temas inspirados y enunciados por Ortega y Gasset siguen siendo de actualidad. Tanto es así que, como señaló Diego Garrocho, Ortega sigue funcionando como un kilómetro cero a partir del cual jalonar los debates filosóficos en España. Hacer filosofía en castellano conlleva de un modo u otro ponerse a dialogar con Ortega. Este número no pretende únicamente rendir homenaje a La rebelión de las masas, sino entender nuestro presente poniendo luz sobre los diversos significados de conceptos como democracia, elección, virtud, élite y responsabilidad. Si bien es cierto que la igualdad es un ideal republicano de emancipación que nunca debemos perder de vista, ¿cuál debe ser entonces la desigualdad legítima, si es que debe haberla, para una convivencia en la que se puedan ejercer las virtudes públicas? Hay determinados cargos que solo pueden ser ocupados por personas que tienen las capacidades para ello, y, de hecho, no podemos desempeñar todos a la vez las mismas tareas públicas. En términos aristotélicos, la democracia debería ir mezclada con algo de aristocracia para no caer en el absurdo.  

La politeia debe ser un tipo de república que, para conseguir el mejor gobierno, debe hacer posible y efectivo el gobierno de los mejores. Esto es: hacer que el pueblo tenga la capacidad de elección, pero siempre permitiendo que los mejores (en este sentido hablamos de una élite minoritaria en la que todavía no se ha definido ni aclarado qué significa ser bueno) puedan acceder a aquellos cargos difíciles que competen al bienestar de todos. Esta es la oposición nombrada por Juan Claudio de Ramón entre “electos” y “selectos”. Hay distintos tipos de elitismo, y este se presentaría como una base social mínima determinada en función de nuestras diferencias, las cuales no podríamos eludir incluso en las sociedades más igualitarias. Debemos aspirar a la igualdad social, pero no a la homogeneización. Esta compatibilización entre dos modos distintos de gobernanza y de legitimación del poder es muy difícil que ocurra: las aporías a las que nos lleva el pensamiento también se traducen en contradicciones en el obrar político real. De hecho, Polibio ya advertía que cualquier tipo de gobernanza política, incluido por supuesto el gobierno de los mejores, tiende a degenerar en un sistema peor, en un ciclo que, alterándose solo a causa de las crisis, no concluiría nunca. 

La cuestión del elitismo va casi siempre mezclada con la polémica acerca de la meritocracia. En estos artículos, que son el fruto de una reflexión colectiva, de un pensar en amistad, en los que se presentan numerosas referencias cruzadas, hay también diversidad de opinión acerca del mérito y de la igualdad de oportunidades. Así, mientras unos piensan de manera algo abstracta que buena es aquella persona que se exige más, y eso es únicamente lo que imprimiría de manera decisiva la distinción en su carácter, otros piensan que incluso a pesar de la exigencia hay unos factores materiales y sociales que impiden o propician el cultivo y desarrollo de los talentos y virtudes individuales. El Círculo de Bellas Artes se está haciendo sede de este vivo debate acerca del origen de las desigualdades: el 18 de mayo acogió la presentación del primer informe “Derribando el dique de la meritocracia” del think tank Future Policy Lab, cuya emisión está disponible en este enlace. También se organizó junto al IECCS un taller en el que se abordó la cuestión: Las desigualdades: una introducción transdisciplinar. Asimismo, el profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Andrea Greppi, coordinó un volumen monográfico destinado a la cuestión de las élites: Nuevas élites, elitismo viejo.  

El problema de las élites se ha enrevesado más de lo que ya estaba cuando Ortega escribía sus ensayos. Las élites han cambiado, la era digital ha trastocado de manera definitiva la fuente carismática del poder, así como también el movimiento de las masas y la toma de decisiones. Del mismo modo lo hacen los medios informativos, promoviendo cambios de la opinión pública de un lado a otro y definiendo la agenda pública en un mundo de fake news y posverdad. A este respecto, se celebrará a finales de junio en el Círculo de Bellas Artes un curso de verano en el que participarán directores y periodistas de distintas agencias importantes, bajo la coordinación de la profesora de la UC3M Eva Herrero: Retos del periodismo en tiempos de infodemia.  

Por todo ello hay que darle la importancia que merece a la cuestión de la responsabilidad, pues el enemigo de las élites, de las verdaderas minorías selectas, no es la masa, sino aquellas otras élites que son irresponsables, aquellas personas que aprovechan sus privilegios sin mantener al mismo tiempo un compromiso con la sociedad y con la verdad. 

Pier Paolo Pasolini: más que un autor

Carmen Peinado 

El pasado día 30 de mayo de 2022 se celebró el ciclo de debate de Los lunes, al Círculo con ocasión de este “Año Pasolini”. En el debate, que llevó por título “Pensar fuera de palacio”, intervinieron el catedrático de Metafísica Ángel Gabilondo y la autora del libro Tanta luz. Pasolini, Aurora Freijo 

La autora definió su libro como un banquete en el que pone a dialogar diversos autores que no tuvieron por qué coincidir o conocer la figura de Pasolini, pero que guardan un aire de familia en cuanto al modo de acercamiento a ciertas dinámicas de la realidad social. Cabe añadir: no hay un solo capítulo destinado a tratar a Pasolini sensu stricto, a pesar de que todos de algún modo u otro lo estén, porque Pasolini es trascendental al libro, es su condición de posibilidad. Ángel Gabilondo destacó que la figura de Pasolini no podría resumirse en un número determinado de sentencias, sino que es un autor que va contra el concepto mismo de autoría: no se puede estudiar de una manera pedagógica, es más complejo de apresar, y por ello es particularmente apropiado el modo en que lo trata Aurora Freijo en su libro, rodeándolo con diversas voces. 

¿Qué pretende decirnos Aurora Freijo con el título de su libro destinado a Pasolini? Tal vez, que a veces demasiada luz resulta cegadora, y que en cambio podemos encontrar orientación con pequeños destellos de luz como lo serían las luciérnagas. Pasolini describió en El artículo de las luciérnagas cómo en la Italia rural que él había conocido durante su infancia se iban apagando las luces, iban desapareciendo las luciérnagas. Este escrito no era meramente poético, sino que tenía una finalidad política. Las luciérnagas eran la metáfora de los individuos singulares que escapan a la homogeneización propia del capitalismo; son entidades que iluminan formas de microrresistencia ante el desarrollo industrial y capitalista que nos empuja a una vida basada en el consumo. Lo que Pasolini estaba observando era una realidad basada en el consumismo, en el conformismo, en la mercantilización de lo humano, en la homogeneización del mundo. Ante esta situación, Pasolini enuncia que “vivir es temblar” y propone una mirada despierta contra el aplanamiento de la vida, una resistencia a ser normalizado. En su lugar, Pasolini busca lo sagrado, es decir, aquella excepcionalidad que constituye una parte de nosotros que no puede ser meramente arrastrada por la homogeneización, aquello que no puede ser convertido en mercancía y reproducido en serie para la obtención de capital. 

Esta búsqueda de lo sagrado le llevó a huir de la Roma de su época, vencida bajo el consumo. Pensaba que el consumismo era la nueva forma de fascismo en Italia. Huye a Yemen, Eritrea, India, en búsqueda de rastros de la sacralidad. En cambio, allí encuentra la contaminación, no la pureza: hasta allí habían llegado bolsas de patatas fritas. No quedaba lugar en el mundo que se hubiese resistido de manera completa y exitosa a la industrialización. Por ello, acude a los mitos, para pedir que dejemos de ser como Teseo, es decir, personas ordenadas que salen del laberinto, que acaban con el minotauro, que resuelven los enigmas. En su lugar, su propuesta, cercana a Nietzsche, no es otra que la de seguir las pautas de Dioniso. Salir de palacio y encarar la realidad, sin dejar de reír, jugar y bailar; mirar a la vida todavía con ojos de sorpresa. 

La presentación del proyecto “Año Pasolini” tuvo lugar el día 7 de febrero, y mostró como objetivo la conmemoración de la gran figura de Pier Paolo Pasolini en el primer centenario de su nacimiento. Debido a la huella indeleble que dejó en el panorama cultural europeo, la fuerza disruptiva y el temperamento crítico de sus escritos, el violento asesinato que interrumpió su vida y su obra, el carácter polifacético de este autor inabarcable e inclasificable (pues fue escritor, poeta, dramaturgo, cineasta), se han coordinado diversas entidades para poner en valor su obra y celebrarla en una multiplicidad de eventos tales como congresos, conciertos, espectáculos, proyecciones y debates. El proyecto está coorganizado por el Istituto Italiano di Cultura di Madrid, el Círculo de Bellas Artes, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Complutense de Madrid, junto con el apoyo oficial de la Embajada de Italia en España y la colaboración de la Real Escuela Superior de Arte Dramático.  

Entre los diversos eventos que están teniendo lugar en el Círculo de Bellas Artes cabe destacar un concierto tributo de jazz con el cual se inauguró el año: Le Nuvole di Pier Paolo; así como el “Mitofórum Pasolini: el mito en el cine” que consistió en un ciclo de cine acompañado de tertulia en el que se proyectaron diversas películas de Pasolini rastreando algunos de los mitos presentes en su obra. El Círculo de Bellas Artes contaba ya con una publicación monográfica de este autor en Ediciones Pensamiento: Visiones de Pasolini, un libro editado por Mariano Maresca que cuenta con artículos de diferentes especialistas italianos. Próximamente, el día 13 de junio, tendrá lugar el segundo Lunes al Círculo destinado a Pasolini, con la presencia de Juan Barja, Aurora Freijo y Patxi Lanceros: “La contradicción de llamarse Pierpaolo”.  

Hegel y Habermas ante una sociedad secularizada

Carmen Peinado 

El pasado jueves 19 de mayo de 2022 fue presentada una ponencia de Andrew Buchwalter en el Círculo de Bellas Artes, la cual llevaba por título “Fe y saber. ¿Hegel contra Habermas?”. Andrew Buchwalter ostenta la plaza de Presidential Professor of Philosophy en la Universidad del Norte de Florida en Estados Unidos. Es un investigador que ha publicado en valiosos libros y volúmenes colectivos diversos textos acerca de la obra de Hegel, sobre todo en lo tocante a su filosofía práctica o política, tales como “Dialectics, Politics, and the Contemporary Value of Hegelian Philosophy” (Routledge 2011), “Hegel and Global Justice” (Springer 2012) y “Hegel and Capitalism” (SUNY Press 2015). 

Si bien la ponencia se realizó en inglés, se le entregó al público una fiel traducción al castellano, de manera que todo el mundo pudiera seguirla sin dificultades. Esto responde a un esfuerzo por la internacionalización, por crear puentes entre espacios diferentes tales como la academia e instituciones de la cultura, y, por último, responde también a un compromiso con la difusión de la actualidad filosófica, a la que no siempre tenemos fácil o inmediato acceso en castellano.  

Andrew Buchwalter expuso la crítica más reciente de Jürgen Habermas a Hegel, y trató de ofrecer un contraargumento hegeliano. Esta labor, cabe destacar, es una forma de actualizar la filosofía hegeliana a los problemas sociales y políticos de nuestro tiempo. En su ponencia comenzó hablando de un libro de Habermas aún no traducido al castellano, publicado en 2019, Auch eine Geschichte der Philosophie (‘También una historia de la filosofía’) donde a lo largo de 1700 páginas se expone una historia del pensamiento occidental. Allí dedica a Hegel dos capítulos en los que, convencido aún de cierto dualismo kantiano y reivindicando la razón práctica de éste, critica a Hegel señalando que en su filosofía se equiparan razón y fe, términos para Habermas irreconciliables.  

Buchwalter se siente más atraído por el pensamiento dialéctico de Hegel por cuanto pretende superar las posiciones unilaterales sin por ello cancelar las diferencias. Habermas, al tratarse de un pensador “post-metafísico”, se arrogaría la capacidad de enjuiciar la historia de las religiones y del pensamiento occidental entendiéndola toda ella como un proceso de aprendizaje en el que los principios morales de la sociedad van desprendiéndose de manera progresiva de su innecesaria carga teológica y metafísica. Fe y saber serían polos opuestos, de modo que sólo al despojarnos de la primera podemos conseguir el segundo. Por ello, Habermas sólo permite el acceso de los creyentes a la esfera pública en la medida en que se secularicen, subordinándose desde el principio a unos valores laicos que rijan como criterios normativos en el debate, y deberán estar dispuestos siempre a aceptar que sus creencias son falsables.  

Hegel en su lugar hace un esfuerzo por entender la fe y el saber como dos caras de la misma moneda, discernibles entre sí, pero no irreconciliables, señalando que la fe es racional en sí misma. Arte, religión y filosofía serían esferas autónomas de expresión del espíritu absoluto, que se manifiesta a través de la intuición, la representación y el concepto respectivamente. Así, la religión, en cuanto práctica colectiva vinculada a un proceso de autoconocimiento atravesado de rituales, no sería incompatible con una defensa de la autonomía y de la autorreflexión colectiva. De hecho, para Hegel, sólo a través de la religión una nación define lo que considera verdadero. 

En suma, la posición de Habermas acerca de la secularización es unidireccional, pues sólo está orientada a explicar cómo los contenidos teológicos y religiosos se han inmiscuido en la vida secular. Hegel en cambio mostraría una visión multidireccional: vida profana moderna y tradiciones religiosas se han dado forma mutuamente. De esta manera, Hegel intenta sintetizar en su filosofía los valores de la Ilustración y a la vez dar reconocimiento a la libertad obtenida en el protestantismo frente a otras religiones. Esta posición que reconcilia política y religión tiene como consecuencia una diferencia de opinión y de trato con la obra de Hegel. Así, mientras que en Estados Unidos ha habido una apropiación de la obra de Hegel obviando su parte metafísica (en autores como Pippin o Brandom), en cambio, en Alemania hay una visión general más crítica y negativa con Hegel, en una tradición que comenzaría con los jóvenes hegelianos, pasando por Marx y llegando a varias generaciones de la Escuela de Frankfurt. Habermas habría decidido no ver ahí productividad para pensar los procesos de secularización actuales. Sin embargo, su discípulo Axel Honneth debe su teoría del reconocimiento a la obra de Hegel. 

Otras lecturas actuales de la obra de Hegel muy productivas son aquellas realizadas por corrientes feministas que beben de su interpretación de la tragedia Antígona de Sófocles. Tal sería el ejemplo de Luce Irigaray o Judith Butler. A este respecto, el Círculo de Bellas Artes dio acogida a una conversación sobre Antígona y los feminismos, en la que participaron Laura Llevadot, autora del libro Mi herida existía antes que yo, y Berta M. Pérez. Asimismo, el Círculo de Bellas Artes ha editado el libro “Hegel y Hölderlin: una amistad estelar”, el cual conmemora el 250 aniversario del nacimiento de Hegel y de Hölderlin. Este volumen reúne una pluralidad de textos que también contribuyen a pensar la recepción y la actualidad de la obra de Hegel, y fue fruto del Congreso Internacional: Una amistad estelar. Hegel y Hölderlin 1770-2020. Este fue el primer evento en colaboración con Antítesis: Revista Iberoamericana de Estudios Hegelianos, perteneciente a la Universidad Autónoma de Madrid y dirigida por Marcela Vélez. 

Una interesante intra-acción entre el arte y la ciencia

Texto: Alessio Urso | Edición: Carmen Peinado

Desde el 2 de abril y hasta el 8 de mayo, el Círculo de Bellas Artes tuvo el placer de presentar la 18ª edición de FOTCIENCIA, una exposición itinerante que, por lo tanto, se podrá visitar a lo largo del año en diversas localidades españolas, tanto en museos como en centros culturales, de investigación y educativos.

Se trata de una iniciativa impulsada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con la coorganización de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y el apoyo adicional en los últimos años de la Fundación Jesús Serra, del grupo Catalana Occidente.

FOTCIENCIA es un valioso ejemplo de la interrelación que se da entre ciencia y arte, la cual se ocupa además de estimular la participación ciudadana. A partir de una selección de fotos propuestas por profesionales y aficionados a la fotografía residentes en España. Han sido seleccionadas 49 fotos por su valor científico divulgativo y artístico entre las 556 que han sido presentadas.

Las imágenes, que forman parte también de un catálogo, están relacionadas con muchas disciplinas científicas, como la biología, la astronomía, la física, etcétera. Para ser exactos, las fotos están agrupadas en tres áreas. La primera es la categoría “General”, que presta atención a objetos o eventos que son visibles sin el uso técnico de aparatos especiales, como la erupción volcánica en la isla de la Palma o la imagen que retrata a un pulpo. La segunda área es la categoría “Micro”, es decir, la que pone su enfoque en objetos microscópicos que no son visibles a simple vista. Tal es el caso del microcosmos de los microprocesadores o la que retrata la molécula de polvo de un garaje. En último lugar, la tercera área es “La ciencia frente al COVID”, una parte especial de la exposición por cuanto está dedicada a la investigación en lucha contra la pandemia, cuyo ejemplo sería una fotografía que muestra el filtro de una mascarilla FFP2 vista al microscopio.

Además, en el buen propósito de acercar la ciencia a la sociedad de una manera visual a través la fotografía, cada imagen se acompaña de un texto explicativo, cada cual elaborado por su propio/a autor/a, donde se describe el fenómeno científico retratado, así como también los métodos y los aparatos utilizados para tomar las capturas. Asimismo, cada una de ellas está relacionada con un Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU, lo cual permite mostrar aún más la riqueza y la importancia de la unión entre ciencia y arte para que podamos comprender el mundo.

Este interesante e importante intento de difundir a la ciudadanía el valor social de la investigación científica y de la creación artística, que hace de la ciencia un arte capaz de llegar y atraer a la sociedad, nos permite observar la actividad científica desde nuevos y curiosos puntos de vista. De manera particular, las fotos que pertenecen a la categoría micro son muy estimulantes en ese sentido. 

De hecho, la observación de microorganismos y de entidades no visibles a simple vista puede llevar a plantear preguntas inesperadas que posibilitarían la apertura de nuevos caminos de investigación. Esto, por ejemplo, es lo que sucedió a principios del siglo XX, cuando surgieron muchas dudas sobre el comportamiento de la luz, precisamente acerca de su doble naturaleza como onda y como partícula.

¿Pero cómo es posible? Ondas y partículas son tipos ontológicamente distintos: las primeras son perturbaciones que pueden superponerse y cruzarse entre sí, mientras que las segundas se distinguen por el hecho de que individualmente ocupan una posición dada en el espacio en un momento preciso. Esta ambigüedad sobre el comportamiento de la luz representa un gran problema para la física y la ontología clásica, según las cuales un ente en general, y la luz en este caso particular, no pueden ser a la vez onda y partícula, extendida y localizada. A pesar de esto, el físico danés Niels Bohr, a través del experimento del dispositivo de doble rendija, demostró que una entidad puede en cambio comportarse como una onda o como una partícula dependiendo de cómo sea medida. Precisamente una medición realizada con un dispositivo de doble rendija sin modificaciones produce un fenómeno de onda, mientras que una medición realizada con el mismo dispositivo con la adición de un detector de rendija produce un fenómeno de partículas —es decir, ya no aparecería un esquema de difracción en la pantalla, a diferencia de lo que sucede con las ondas.

El resultado de este experimento, como sugieren las palabras de la físico y filósofa Karen Barad, significó para Bohr que: «the nature of the observed phenomenon changes with corresponding changes in the apparatus [la naturaleza del fenómeno observado se altera con los correspondientes cambios en el aparato]»[1]. En otras palabras, según Bohr, las entidades no están intrínsecamente determinadas de una vez por todas, como ondas o como partículas, sino que su identidad, su comportamiento y sus límites son emergentes y performativos según las diferentes circunstancias experimentales.

En lo referente a la exposición FOTCIENCIA, entre las fotos seleccionadas hay algunas que retratan organismos cuyo comportamiento expresa exactamente esta indeterminación o performatividad ontológica. Es el caso de la foto que lleva por título La pequeña hoz que acaba con los grandes árboles, la cual captura al hongo Armillaria mellea. Como nos explica la autora Ana V Lasa, este hongo se trata de un “estratega” de la naturaleza, capaz de seguir dos estrategias tróficas: puede actuar tanto de necrófago al colonizar las raíces de árboles y cultivos, matándolos y usando sus células como alimento, como también de saprótrofo, pues una vez muerto el árbol se alimenta de los nutrientes derivados de la descomposición de sus raíces muertas.

Otra fotografía que representa bien esta dificultad de encajar un organismo al interior de los distintos reinos de los seres vivos es la que retrata al Trichia decipiens, coloquialmente conocido como “huevas de salmón”. Como nos explica el autor José Eladio Aguilar de Dios Liñán, la razón por la que este ser vivo en concreto no ha recibido un consenso unánime sobre su pertenencia a un reino determinado y ha ido saltando por los distintos reinos (animales, plantas, protistas, etc.) se debe a su particular e iridiscente ciclo vital y reproductivo. De hecho, durante su propio ciclo hay unas fases donde el Trichia decipiens se comporta como un organismo unicelular móvil, con reproducción asexual. En esta fase a su vez alterna su propia morfología permitiéndose nadar, reptar o endurecerse en conformidad con la humedad del medio. Su ciclo también incluye otras fases donde se comporta como un organismo pluricelular, con diferentes colores que varían del naranja al marrón según el estado de madurez, y en el que se reproduce sexualmente.

Ante estos seres que sirven como ejemplo para una indeterminación ontológica, cabe preguntarse si una metafísica performativa no refleja mejor la realidad que una metafísica de las cosas en sí, de las esencias. O sea, tiene sentido preguntarse si el mundo está compuesto de entidades individuales con límites y propiedades determinados individualmente, donde las mediciones revelan los valores preexistentes de las propiedades de los objetos que existen independientemente, o si en cambio, tal vez «the world is an ongoing intra-active engagement, and bodies are among the differential performances of the world’s dynamic intra-activity, in an endless reconfiguring of boundaries and properties [el mundo es un compromiso intra-activo continuo, y los cuerpos se encuentran entre las actuaciones diferenciales de la intra-actividad dinámica del mundo, en una reconfiguración interminable de fronteras y propiedades]»[2]. En otras palabras, quizás la realidad está compuesta de cosas al interior de fenómenos, comprometidas con una reconfiguración material perpetua a través de varias concatenaciones que se efectúan de acuerdo con una causalidad de corte emergente más que lineal.

Por ejemplo, es posible encontrar esta causalidad emergente en la foto presentada por Oksana Yurkevich, titulada Nanoestrellas, en cuanto que, como sugiere la autora en su descripción: “mientras se investigaba y realizaba un corte de la superficie, sorprendentemente, en el lugar de un corte aparecieron nanoflores de dióxido de zinc”.

Esta perspectiva podría ser útil para comprender la importancia de la investigación, la estimulación de la creatividad y de la capacidad crítica para no quedarse en vocabularios ya consumidos que reducen la realidad. Además, una realidad así concebida, es decir, una donde la naturaleza no se rija por leyes deterministas, puede ser una buena oportunidad para escapar de la visión según la cual el ser humano es el sujeto privilegiado de este mundo, y asumir en su lugar una nueva postura ecológica horizontal, que hoy en día necesitamos para abordar y actuar sobre la crisis ecológica.


[1] Karen Barad, Meet the Universe Halfway. Quantum physics and the entanglement of matter and meaning, Duke University Press, Durham, 2007 p.106

[2] K. Barad, Meeting the Universe Halfway, cit., p. 376

Antígona y los feminismos

Autora: Andrea Nitzl

A raíz de la publicación del libro Mi herida existía antes que yo, el 8 de abril tuvo lugar esta conversación entre Laura Llevadot, autora del libro, profesora titular de Filosofía Contemporánea y coordinadora del Màster de Pensament Contemporani i Tradició Clàssica de la Universitat de Barcelona, y Berta M. Pérez, profesora titular departamento de Filosofía de la Universitat de València, sobre las diversas interpretaciones de Antígona. Dos grandes mujeres intelectuales que se reunieron en la sala María Zambrano para sumergirnos en esta reconocida tragedia de Antígona y hacernos reflexionar, dialogar y confrontar las diversas lecturas que se han hecho a lo largo de la historia y, por supuesto, seguirán haciéndose en un futuro. La reivindicación del Día Internacional de la Mujer celebrada el pasado 8 de marzo ha continuado activa en el Círculo de Bellas Artes, posicionándonos una vez más ante la importancia de volver a pensar cuestiones tan trascendentes como la repercusión feminista del mito de Antígona que se expondrá aquí.

Ya desde el principio, nos hallamos con una cuestión verdaderamente problemática cuando describimos la narrativa de Antígona como mito. ¿Desde dónde lo hablamos; acaso cuándo históricamente se ha hecho referencia al mito no ha sido una idealización de una determinada figura a la que se le asigna cualidades singulares?. El poder simbólico que desprenden los mitos han sido parte del imaginario social colectivo, no obstante, si atendemos a aquellos mitos cuyas figuras principales son mujeres nos adentramos en un espacio que se confrontan tanto la cultura como la barbarie. Ya lo señalaba Walter Benjamin en sus reconocidas Tesis en Über den Begriff der Geschichte: “No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie. Y así como éste no está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de la transmisión a través del cual los unos lo heredan de los otros” (Echeverría: Tesis VII). Sin embargo, el mundo clásico griego no es el único que ha problematizado a las figuras femeninas, la antigüedad romana también llegó a reflejar la instauración de sistemas de poder atravesados por un dispositivo violento que ha capitalizado el símbolo de la mujer. La violación de Lucrecia o la inmolación de Virginia son algunos de los ejemplos de figuras femeninas consideradas mártires, pero heroicas a su vez. De hecho, la pervivencia de la Antigüedad clásica ha formado parte de la herencia que ha fundamentado y sigue fundamentando el espíritu europeo. El núcleo conceptual que hallamos, en este caso, con la tragedia de Antígona y su posterior recepción es un legado tan prestigioso como grávido.

Quizá sea conveniente ser un poco foucaultiano y no justificar lo existente, sino buscar cómo y en qué medida sea posible pensar de manera diferente. Laura lo señalaba desde el inicio; lo que concierne aquí no es extenderse sobre la cuestión de qué es ser mujer, sino atender al pensar sobre la diferencia. Cuando no referimos a atender, me refiero a su vez, a hacerse cargo de la diferencia de identidad, pero no dentro del dispositivo del binomio entre hombre-mujer, sino pensar la diferencia respecto a cualquier identidad, y, por tanto, en sí misma. Antígona tampoco escapa de esta lógica que expresan la mayoría de los personajes femeninos de los mitos griegos y judeocristianos. La excepcionalidad que gira en torno a Antígona es lo reconocido como femenino que está en negación consigo mismo. Una identidad de lo femenino como excepción y como desplazamiento.

Al hallarse fuera de sí, fuera de lugar del orden de la polis, lo femenino se muestra con amplitud liberado del binomio identitario hombre-mujer que encerraba la acción de Antígona en los parámetros de una actitud masculina. Esta es una de las cuestiones claves que se pudieron vislumbrar en esta arrebatadora charla: Antígona se muestra como mujer que, a su vez, no es, como el no-lugar identitario de la mujer.

Esta cuestión del no-lugar es violentada por Creonte, como la representación del nuevo orden que ha advenido y que se establece como dispositivo de lo femenino y de lo masculino. La acción de la hija de Edipo que da sepultura a su hermano Polinices, muestra la oposición ante la obediencia de la ley de la polis, de la autoridad, de la violencia legitimada y de la norma encarnada en el rey Creonte. La ley ha habitado espacios de necesidad, pero también de violencia, desplazamiento de colectivos e injusticia, tal y como se muestra con Antígona. La dialéctica entre la ley y la justicia puede aparecer cuando uno sospecha que la ley es injusta o incluso “ilegal”. Antígona se confronta ante la ley de la ciudad porque su acción no solamente se respalda en la creencia de las leyes divinas asociadas a la cosmovisión del mundo clásico griego, sino que se trata de una acción justa: enterrar a su hermano. He aquí uno de los problemas fundamentales, el hecho de que su acción es considerada un crimen y dicha acción ha sido impulsada por una pasión impulsiva asociada a la figura de mujer que es irracional, sentimental e inmediato. Es la representación de una Antígona mujer que no lo es ya dentro de la polis, que no puede serlo a ojos de la norma y la ley sujetos al dispositivo femenino-masculino. Antígona queda así, expulsada del contrato social.

A propósito del diálogo de las diversas lecturas: quién habla sobre Antígona

En el libro Mi herida existía antes que yo Laura expone como la expulsión del contrato social antes mencionado es el destierro de aquellos cuerpos que no pueden llegar a los ideales conceptuales de representación del binomio hombre-mujer y quedan sujetos a la violencia. La diferencia sexual atraviesa toda nuestra sociedad como una herida constitutiva.

Ahora bien, tanto Laura como Berta siguen el análisis de algunas de las interpretaciones feministas tales como Luce Irigaray, Judith Butler o María Zambrano, volviendo a pensar a su vez, sobre las interpretaciones hegemónicas tanto de Sófocles como de Hegel. Uno de los puntos de partida de las teorías feministas que retomaron esta figura mítica fue el posicionamiento de pensamientos reaccionarios ante la lectura hegeliana. A pesar de las muchas coincidencias entre ambas ponentes también hubo ciertas diferencias remarcables. Berta al acoger la Antígona de Hegel se desliga de aquella interpretación más convencional en la que se sanciona a Hegel por representar a Antígona como lo Otro de la razón absoluta. Para la filósofa, este hecho lo único que hace es aumentar la diferencia entre el mundo griego con lo sentimental, lo natural, lo inmediato e irracional- femenino- y el mundo romano, ya en advenimiento, de la razón, del espíritu triunfador, de la mediación y la técnica- masculino-. Y añade:

“[…]la estructura de la acción es el modo de ser del espíritu hegeliano. Hegel no cree que el desgarro de Antígona sea superable, todo lo contrario, es insuperable. La acción de Antígona es una acción que nace para restablecer la unidad de su mundo y dicha realización pone de manifiesto la hendidura constitutiva de su mundo que es a su vez, el suelo de su propia identidad […]. No podemos actuar sin poner a la base de nuestra acción un fundamento, una razón, sin elevarnos a una ley que parece que es previo y da sentido. Y, por el mero hecho de actuar y la concreción de esa ley, se demuestra que esa identidad de la ley era algo puesto.

En el caso de Antígona se expone el antagonismo interno del sujeto; el desgarro que Antígona muestra es previo a la polis y a la familia, a la mujer y al hombre. La nada sobre la que reposaba los dos lados -mundos- se destruye. Por lo tanto, no entierra a la mujer, sino al binomio de hombre-mujer.”

Laura siguiendo con dicha intervención, vuelve la mirada hacia el origen del patriarcado que se posiciona en el mito de Antígona sin encauzarse en si la lectura feminista convencional de Hegel es la correcta o no. Lo esencial es el hecho de que Creonte es la nueva ley y, por ende, el dispositivo de lo femenino y lo masculino. Por ello mismo, atiende a otras intelectuales que han trabajado a esta figura tan icónica.

Entre ellas, Luce Irigaray lee este mito desde las claves de la ausencia de lo femenino, es decir, a Antígona se la entierra como mujer que era previa a la ciudad a condición de que su identidad pase por el deseo de lo masculino. Esta idea se comentaba anteriormente con la expulsión de un femenino que abarca mucho más sin acoger el binarismo de género. Por otro lado, Judith Butler en el Grito de Antígona reflexiona sobre el deseo y las relaciones abyectas de la ciudad. Por debajo de la construcción de nuestro mundo y nuestras relaciones, está la historia; la ciudad ha sido edificada silenciando la anormalidad que es constitutiva, por ende, tal como indica Laura “la violencia aquí es no reconocer que pisamos sobre muertos”. Un hecho que no solamente conmueve, sino que desagrada.

María Zambrano, en cambio, supo jugar admirablemente con la poesía y la filosofía. Se distingue de otras lecturas por posicionar su punto de partida desde el entierro de Antígona. En su Delirio de Antígona parece que es la soledad de la protagonista la que le hace describir una especie de sueño lúcido en el cual aparecen todos los personajes de la tragedia. A medida que va transcurriendo dicho sueño se formula ese reclamo de una justicia que fuera más allá del derecho de la ciudad. Una posición que se conjuga con el principio de esta reflexión: la confrontación entre la ley de la ciudad y la justicia.

A modo de cierre

Antígona ha sido una única y muchas, ambigua, trágica, múltiple e incluso paradójica. Pero, ante todo, ha sido una constante que ha ido más allá de las interpretaciones hegemónicas realizadas por autores masculinos como de aquellas convencionales de las teorías feministas.

Es en esa constancia de Antígona donde ha de hallarse la semilla que pueda desplazar, abrir y dialogar su historia que es la nuestra a su vez. En aquella violencia estructural que nos enajena e individualiza ahondando en la separación de unos cuerpos y otros tenemos un documento que tiene que seguir estando activo al pensar sobre el lugar de un femenino, de una mujer que esta en negación consigo misma que no es esa ni esta mujer; es otra que tiene que luchas contra de la lógica de este sistema.

Link de la charla: https://youtu.be/l_gdkmai8e8

Referencias bibliográficas

  • Llevadot, Laura. (2002). Mi herida existía antes que yo. Tusquets Editores S.A.
  • Peña Aguado, María Isabel. (2018). Antígona, de mito adnrocéntrico a símbolo feminista. Una reflexión. Ideas y Valores, vol. 70 (175). Pp.47-72.
  • Steiner, George. (2013). Antígonas, una poética y una filosofía de la lectura.

Trad. de Albert Bixio. Barcelona: Gedisa.